martes, 16 de noviembre de 2010

El país virtual y el país real

La oposición en el recinto de la Cámara de Diputados juega al gran bonete: yo señor, no señor, recibí mensajes, pero no los atendí, me quisieron sobornar, bueno en realidad me dijeron que votara a favor, me llamaron varios, pero no recuerdo el nombre de ninguno, etc. 

Morales Solá llama sobornos a diálogos entre diputados donde uno quiere convencer al otro. Estas situaciones son cotidianas entre los diputados desde que existe el Congreso Nacional, pero el retorcido Joaquín los llama sobornos y Nelson Castro en TV se desespera y multiplica sus morisquetas porque no logra que la diputada Elisa Alvarez  mencione en la entrevista la palabra "soborno".

Mientras estos comportamientos deplorables se suceden en el Congreso, la Presidenta Cristina acaba de arreglar con el Club de París el hecho sin precedentes de pagar la deuda con dicha entidad sin el monitoreo del FMI. Esto sienta un pésimo antecedente para esta nefasta institución, ya que otros países en desarrollo pueden adoptar posturas similares.

Cuando la dictadura echó a la inútil de Isabel, nuestra deuda externa era de siete mil millones de dólares, cuando la dictadura se fue, dejó treinta mil muertos y de yapa treinta mil millones de dólares más de deuda.

La deuda siguió subiendo alegremente durante el gobierno de Alfonsín, pisó el acelerador con la rata y explotó con el autista donde estábamos tan agarrados al FMI que nos impuso rebaja de salarios, de jubilaciones y parálisis de la economía.

Cuando el pinguino subió al poder, la deuda externa era de 130.000 millones de dólares, el país estaba en default después de la bravuconada del efímero presidente Rodriguez Saa y el FMI venía periódicamente a instruirnos y amonestarnos con sus recetas recesivas.

Esta deuda se fue pagando sin apretar los bolsillos de los ciudadanos y con el país en permanente crecimiento.
Ahora sólo resta el Club de París y lo haremos sin la intermediación del FMI, pero Pagni en La Nación dice que es una solución engañosa aunque se enrieda en explicaciones sin sentido. Le resulta muy difícil al monopolio mediático admitir este logro inédito, porque siempre que el gobierno de K y luego el de Cristina rechazaban sugerencias del FMI, tanto La Nacion como Clarín saltaban alarmados como si ellos fueran el FMI.

Entonces pregonaban futuras dificultades financieras, pérdida de la seriedad, problemas para atraer inversores y toda una sarta de estupideces que nunca se cumplieron.
¿Se acuerdan cuando Cristina postergó su viaje a China para no dejar el gobierno en manos del antivicepresidente? Bueno, se habló de descortesía, alejamiento con esa gran potencia, deterioro de nuestra relaciones comerciales, etc.
Ahora por primera vez en la Argentina viene una delegación China encabezada nada menos que por el ministro de economía de ese país, para ampliar la relación comercial.

El país virtual y el país real.

Vale la pena leer el editorial de Eduardo Aliberti, es muy ilustrativo

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