viernes, 31 de octubre de 2014

JUSTICIA POR MANO PROPIA

El primer fusilamento de la dictadura de Uriburu

                            Joaquín Penina (1900-1930)

Joaquín Penina tenía 29 años y hacía 6 que había venido de Cataluña a la Argentina. Políticamente era anarquista, pero de la línea pacífica, ya que su función se limitaba a distribuir libros y folletos del movimiento. En 1930 esa actividad era peligrosa desde que el dictador general Uriburu había publicado un bando que en uno de sus artículos establecía que “Todo individuo que sea sorprendido en in fraganti delito contra la seguridad y bienes de los habitantes, o que atente contra los servicios y seguridad pública, será pasado por las armas sin forma alguna de proceso”. La ambigüedad del texto hacía ilimitado el abanico de posibilidades delictivas.

La noche del 9 de septiembre de 1930, ingresó violentamente un grupo de militares armados en la pensión donde dormía Penina, lo arrastraron hasta un camión y lo llevaron a un descampado en las barrancas del río Paraná en la ciudad de Rosario. El operativo estaba a cargo del capitán Luis Sarmiento y se conserva el siguiente testimonio del subteniente Jorge Rodríguez: “Por la escalerilla trasera del camión bajaba el que iba a morir. Venía con las manos esposadas atrás y cuando sintió el ruido de la carga de las pistolas, yo, que lo tenía a un paso, lo vi abrir los ojos en mirada de asombro y rápidamente comprender.”

Tras los disparos, recibió el tiro de gracia y al día siguiente cuatro conscriptos cavaron una fosa y lo enterraron. El de Penina fue el primer fusilamiento del gobierno de Uriburu y un crimen oculto porque no tenían pruebas sobre delito alguno. Dos años más tarde, cuando Uriburu abandonó el poder y se levantó el estado de sitio, el gobierno de Santa Fe ordenó una investigación, pero no hubo condenas.

Un día de 1934, el capitán Luis Sarmiento iba conduciendo su auto en una ruta provincial cuando se le cruzó otro vehículo. Detuvo el auto y descendió, dos hombres se dirigieron a él por su nombre y cuando confirmaron su identidad le gritaron: “Esto te lo manda Penina”, y allí mismo lo ajusticiaron.

La soberbia de los terratenientes y sus consecuencias
El teniente coronel Benigno Varela fue enviado a la Patagonia por orden de Hipólito Yrigoyen para solucionar el conflicto entre los terratenientes y los peones de campo, encargados del cuidado y de la esquila de las ovejas. Una vez en el lugar, el jefe militar negoció algunas mejoras sobre las pésimas condiciones laborales de los huelguistas y después de lograr un acuerdo satisfactorio para los trabajadores, las fuerzas militares abandonaron Santa Cruz.

La solución escandalizó a los grandes propietarios, a las empresas extranjeras vinculadas con ellos y a la Liga Patriótica de Manuel Carlés, que acusaron de blandura al gobierno radical.

                Teniente Coronel Benigno Varela

Los terratenientes, no verían afectada en lo más mínimo su rentabilidad si se atenían al laudo, pero hicieron caso omiso, por lo que se reanudó la huelga y reaparecieron los piquetes y los saqueos. Varela volvió con sus tropas e instrucciones ambiguas: debía poner orden. Luego de haber exigido una rendición incondicional, optó por una dura represión y más de 400 peones fueron fusilados.

Kurt Gustav Wilckens era un militante anarquista alemán que a los 24 años emigró a los Estados Unidos, empleándose en una fábrica de escabeche y conservas. Pronto se enteró que allí se elaboraban dos tipos de productos: una primera marca de buena calidad que iba a los barrios de la burguesía y una de segunda de menor calidad para los barrios obreros. Wilckens convenció a sus compañeros de proceder de manera inversa y al poco tiempo lo echaron.

               Kurt Gustav Wilckens (1886-1923)

Luego de participar en varias huelgas de las minas de carbón del multimillonario Andrew Mellon, el gobierno de Estados Unidos lo consideró demasiado molesto y lo depositó en su país natal. Allí se enteró del movimiento libertario argentino y no pudiendo con su genio de luchador idealista recaló en el Río de la Plata en 1920. Cuando tuvo conocimiento de los fusilamientos de los obreros en la Patagonia, decidió que merecían justicia.

El 27 de enero de 1923, Varela, madrugador como todo milico, salió de su casa del barrio de Palermo a las 7 de la mañana. Desde hacía algunas horas, Wilckens se había apostado en las cercanías y cuando el militar se acercó le arrojó una bomba y le pegó cuatro tiros, cifra con la que Varela solía ordenar el fusilamiento de sus víctimas.
         Ernesto Pérez Millán Témpeley (1899-1925)

Meses después Ernesto Pérez Millán Témperley, un pariente de Varela y miembro de la Liga Patriótica, disfrazado de guardia cárcel, logró introducirse en la celda donde cumplía prisión Wilckens y lo mató mientras dormía. Millán Témperley tenía conecciones e influencias y su crimen no tuvo condena, pero fue recluido temporariamente en el Hospicio Vieytes de Buenos Aires. Allí creyó sentirse seguro, ignorando que también estaba internado el anarquista ruso Boris Wladimirovich que se había hecho pasar por loco para eludir el penal de Ushuaia. Wladimirovich había jurado vengar a Wilckens y convenció al internado Esteban Lucich, quien tenía cierto grado de debilidad mental, para que acabara con Millán Témperley. Le entregó un revólver que consiguió a través de una visita y le dijo: “Cuando le dispares le dirás que es un obsequio de Wilckens”. Como corresponde a un subordinado de pocas luces, Lucich cumplió cabalmente su misión.

La operación Mercurio
El 22 de agosto de 1972, después de un intento de fuga, 16 miembros de distintas organizaciones peronistas y de izquierda, presos en la Base Aeronaval Almirante Zar en Trelew, fueron sacados de las celdas y asesinados por miembros de la Armada. La versión oficial a cargo del contralmirante Hermes Quijada, Jefe del Estado Mayor Conjunto, "fue que habían intentado una nueva fuga, se resistieron a entregarse y se generó una lucha con el resultado de los 16 muertos".

                                 El grupo que intentó fugar y más tarde sería fusilado

A principios de abril de 1973 el aparato de Inteligencia del ERP recibió una información: en la calle Arenales 1974, en el 6º piso, vivía el Contralmirante Hermes Quijada. Miembros del ERP se pusieron inmediatamente a trabajar sobre la información recibida. Comprobaron que a 20 metros del presunto domicilio de Quijada, se apostaba una numerosa custodia de civil; allí vivía Mor Roig, el ministro del Interior de la dictadura. Era muy riesgoso matar al marino a la salida de su departamento, había que hacerlo mientras se trasladaba en su vehículo. 

Después de días de vigilancia se logró determinar que la mayoría de las veces Quijada salía entre las 8:30 y las 9:30 horas y subía a un Dodge Polara blanco que previamente, su chofer, retiraba del garaje. Los datos obtenidos pasaron al Comité de Acción y se puso en marcha la llamada “Operación Mercurio”.


       Contralmirante Hermes Quijada (1920-1973)

Aquí entró a tallar Víctor Fernández Palmeiro, apodado “el Gallego”, que había logrado escapar de la masacre de Trelew y acababa de regresar de Cuba. Fue él quien sugirió que la moto era el medio más versátil para atacar a Quijada. El Gallego y el que sería su acompañante, compraron una y durante días practicaron ejercicios de alta velocidad en el tránsito, esquivando vehículos y haciendo piruetas. El Gallego iría atrás armado con una ametralladora Halcón, saltaría de la moto en el momento en que el auto de Quijada tuviera que detenerse ante un semáforo y barrería al almirante y su conductor. Después de varios intentos frustrados, la oportunidad se presentó el lunes 30 de abril de 1973. Quijada subió al auto a las 9:10 horas y el chofer enfiló hacia la avenida Santa Fe para luego tomar directamente por Junín. El momento adecuado se presentó recién cuando el semáforo lo detuvo en la calle Sarmiento. 

El Gallego saltó de la moto y se paró ante la ventanilla trasera derecha. Quijada tuvo una fracción de segundo para ver al joven alto, morocho, de anteojos, con una campera azul que le apuntaba con un arma y una fracción de segundo más para pensar que debería tomar la ametralladora que llevaba sobre sus rodillas con las mismas manos con que empuñó aquel puntero que le sirvió para explicar en la televisión lo de Trelew. No alcanzó a manipularla, porque el fogonazo en el caño de la Halcón le dijo que ya comenzaron a entrar en su pecho los primeros balazos y que empezaba a morirse.

Osvaldo Bayer. La Patagonia Rebelde.Editado por Página 12, Buenos Aires 2009.
Portal Libertario OACA. Joaquín Penina, anarquista y primer fusilado de Argentina. 18/10/2011. http://www.portaloaca.com/historia/biografias/3744-joaquin-penina-anarquista-y-primer-fusilado-de-argentina.html

Operación Mercurio. El ajusticiamiento del almirante Hermes Quijada. http://www.cedema.org/ver.php?id=2154

Marcelo Larraquy. De Perón a montoneros. Editorial Aguilar, Buenos Aires 2010.

Marcelo Larraquy. Marcados a fuego. De Yrigoyen a Perón. Editorial Aguilar, Buenos Aires 2009.


sábado, 25 de octubre de 2014

APUNTES SOBRE UN VIAJE AL NORTE



De Buenos Aires a Catamarca
De movida empezamos mal porque en la autopista 9 se nos pinchó una cubierta, lo que nos obligó a entrar a Rosario en busca de una gomería. Es una pena que una ciudad tan pujante y con una costanera bellísima, que logró recuperarse de la catástrofe neoliberal de las décadas anteriores, exhiba a la entrada una villa miseria indigna de albergar seres humanos, a cuyo lado la 31 de Retiro es un country. En todo nuestro periplo, fue la única expresión de pobreza extrema que encontramos.

Por la moderna autopista que llega hasta Córdoba, recalamos la primera noche en Colonia Caroya, un pueblo cortado en dos por la Avenida San Martín de 9 kilómetros y cubierta por gigantescos y centenarios plátanos (la más larga del país con esta característica). En 1877, Nicolás Avellaneda estableció un convenio con el gobierno de Italia que permitió la llegada de un contingente de friulanos que se instalaron en la Estancia de Caroya, fundada por los jesuitas en 1616. Así se inició este pueblo que hoy cuenta con cerca de veinte mil habitantes. Después de hacer un acopio de los famosos salames, orgullo de los caroyenses, reanudamos viaje.


               Avenida San Martín en Colonia Caroya

En Catamarca hicimos posta para pasar la noche y las pocas horas que permanecimos nos alcanzaron para comprobar dos aspectos que serían una constante en el viaje: la gran actividad diurna y nocturna de las ciudades de provincia y la amplia cordialidad de su gente.

En los Valles calchaquíes
Pasamos por la pintoresca Tafí del Valle donde nos detuvimos para hacer una escala técnica porque la dirección del auto hacía un ruido preocupante. Nos recomendaron un mecánico, que según los lugareños “sabe sacar del paso”. En un taller con piso de tierra me atendió Rogelio con remera y pantalones agujereados y sucios de grasa. “¿Usted es el señor Rogelio” “Por ahora”, me contestó”. “Dicen las malas lenguas que usted es un buen mecánico”. “Le mintieron feo”, me dijo. Revisó la dirección, comprobó que era una cruceta y me pidió que lo pasara a buscar en 2 horas, tiempo que aprovechamos para visitar unas instalaciones de los jesuitas, actualmente transformadas en museo. A los miembros de esta orden se los expulsó de todos los dominios españoles y encerrados en las bodegas de los barcos fueron arrojados sin contemplaciones en las costas de Italia. La decisión la tomó el rey borbón Carlos III con el beneplácito del Papa Clemente XIV. Los indios no estaban para ser educados sino para trabajar como esclavos para los encomenderos.

Cumplidas las dos horas regresamos al taller, le pagamos a Rogelio la tercera parte de lo que nos hubiera costado en mi barrio y no tuvimos más problemas con la dirección que fue puesta a dura prueba en caminos de cornisa con curvas permanentes.

En Cafayate, el pueblo se encontraba en pleno festejo de la Virgen del Rosario a la que llaman “La Sentadita”, porque fue modelada de forma sentada y colocada en una silla rústica para que pudiera ser trasladada con facilidad a todos los ranchitos del Valle Calchaquí. Siempre me pregunté cómo puede haber un solo Jesucristo con tantas Vírgenes Marías.

La plaza estaba colmada y el 95% de la población era indígena, morochos, de baja estatura y con ojos rasgados. Cafayate tiene una importante escuela agroindustrial y fue muy lindo ver desfilar maquinarias agrícolas conducidas por estudiantes secundarios.

Allí se encuentran las famosas bodegas Etchart, aunque nosotros visitamos una más pequeña en el pueblo vecino de Animaná. “Dicen que yo de sólo estar fui apagándome, como la luz lenta y azul de un atardecer”, así comienza la canción “Fuego en Animaná” de Cesar Isella y Armando Tejada Gómez y cantada magistralmente por Mercedes Sosa.



                 Iglesia de Animaná

La canción es un homenaje a un levantamiento obrero protagonizado en 1972 por trabajadores de las Bodegas Animaná y que constituyó una de las movilizaciones más espectaculares como consecuencia de la falta de pago de sus salarios. El movimiento trascendió a los obreros y se transformó en una verdadera pueblada. Cuando los gobiernos buscaron culpables, todo el pueblo y las zonas aledañas se autoculparon diciendo que tendrían que juzgarlos a todos, porque todos participaron. Una nueva versión de Fuenteovejuna, del gran Lope de Vega. Se puede escuchar la canción “Fuego en Animaná” por Mercedes Sosa, haciendo click aquí.


Quien quiera llegar a Cachi tiene que hacer primero la Cuesta del Obispo, un camino de cornisa y de ripio en ascenso permanente que nosotros lo transitamos con nubes bajas y una visibilidad de 20 metros. Cachi es sumamente pintoresco y comienza a verse el flujo abundante de turistas europeos, para quienes los precios de hoteles y restaurantes son regalados. Incluso para nosotros eran sensiblemente más bajos que en Buenos Aires. En la provincia de Salta y también de Jujuy, hasta el rancho más humilde perdido en las quebradas cuenta con energía solar que le provee electricidad a un costo razonable donde antes tenía que arreglarse con lámparas de gas. A lo largo de la ruta se ven también las balizas recién instaladas para captar las señales del ARSAT-1.

                                 Calle e iglesia de Cachi

La quebrada de Humahuaca
Pasando a Jujuy se encuentra Tilcara, nos alejamos en La Calabaza que cuenta con confortables bungalows, dueños simpáticos y una cariñosa versión de pastor inglés llamado Oso. En la ciudad que es muy pintoresca, se encuentra su famoso Pucará, constituido por los restos de una ciudad fortaleza en el medio de la quebrada y que por estar a 2500 metros de altura ofrece un panorama de todo el valle. Con 900 años de antigüedad está constituida por barrios, corrales, una necrópolis y una plaza de ceremonias. Sobre la misma se alza una pirámide que rompe totalmente el esquema arqueológico y me hizo recordar al palacio que Carlos V hizo construir en un patio de la Alhambra. Una estructura maciza y lóbrega que desluce ante la luminosa belleza arquitectónica de la civilización árabe en su momento de mayor esplendor.

La pirámide a la que me refiero se erigió en homenaje a Juan Bautista Ambrosetti y Salvador Debenedetti, los arqueólogos que a principios del siglo XX trabajaron incansablemente en las ruinas del Pucará, reconstruyendo en forma un tanto caprichosa parte del poblado.
Muy cerca de Tilcara está Purmamarca, muy pintoresca, pero totalmente invadida por el turismo local y europeo.

Milagro Sala
Una vez me metieron en la cárcel injustamente ocho meses, por ser pobre, porque no tenía quién me defienda. Allí me puse a pensar que así como el poder era injusto conmigo, con cuántos chicos humildes también era injusto. La Justicia es justa con los que tienen plata, entonces me juré ahí en la cárcel que el día que saliera iba a luchar para que no hubiera más injusticia.
Milagro Sala

                            Milagro Sala

En Tilcara estuvimos indagando sobre la organización barrial Tupac Amaru creada por Milagro Sala. Esta mujer de 50 años de edad es amada por el pueblo y detestada por un amplio arco de la clase media. Porque ¿cómo puede una india, una coya, manejar poder y dinero? Ha roto los códigos tradicionales de la sociedad jujeña, debería trabajar de sirvienta o volver a su labor de lustrabotas con la que sobrevivió duramente en su adolescencia, llegando incluso a robar para poder comer. Para colmo es diputada por la provincia de Jujuy ¡Qué escándalo, que subversión de valores! Un crecimiento meteórico para una mujer que cuando nació, su desconocida madre biológica la metió en una caja de cartón y la dejó abandonada frente a un hospital.

Tupac Amaru construyó dos escuelas donde enseñan 150 profesores, cuyos sueldos paga la organización. Los fines de semana los profesores realizan trabajo voluntario en los barrios más humildes de Jujuy. A las escuelas asisten jóvenes y adultos de 17 años en adelante. En el 2009 se matricularon 2500 alumnos. En dos centros de salud atienden 42 médicos y hay farmacéuticos, bioquímicos y enfermeros. Funcionan una farmacia y un laboratorio. Adquirieron un tomógrafo y un mamógrafo.

En el barrio Túpac Amaru está el CEMIR (Centro Integral de Rehabilitación para personas discapacitadas). El edificio es gratuito y abierto a la comunidad. A él son derivados pacientes de los hospitales provinciales. Hay salas preparadas para diferentes discapacidades, un gimnasio acondicionado y pileta climatizada. La atención y los remedios son gratuitos. Se establecieron seis fábricas con fondos del ministerio de Desarrollo Social que emplean a 600 ex desocupados. En el barrio hay una fábrica textil y otra de bloques de construcción.


                                              Barrio Tupac Amaru

La Tupac Amaru trabajando como cooperativa de vivienda, construyó -con dinero del Gobierno Nacional- un barrio de 1800 casas con pileta de natación, cibercafé, telecabinas, minimercado y polideportivo con canchas de fútbol, básquet, hockey y rugby.

Nada de esto registró, cuando estuvo allí, el diputado radical Gerardo Morales, quien después desfiló por todos los medios de Magnetto denostando a Milagro Sala y su obra.

En Humahuaca, lo que más nos gustó fue un grupo de indiecitos entre 7 y 10 años que con grandes sonrisas nos ofrecieron una canción. Era un coro desafinado y discordante, pero tenían un entusiasmo conmovedor que nos encantó. Mi primo José Luis que pasó por Humahuaca tiempo atrás, me contó que un grupo de changuitos se le acercaron con quenas y charangos. Él pensó que tocarían algún aire local, pero le obsequiaron con la sinfonía 40 de Mozart que lo emocionó hasta las lágrimas.

Llegamos a Salta justo después que finalizó el Encuentro Nacional de Mujeres número 28. Cuando este movimiento se inició por primera vez habían logrado reunir a 500 personas, esta vez fueron cuarenta mil y colapsaron hoteles y alojamientos. En esta ocasión los temas más convocantes fueron el femicidio y la violencia familiar, porque días atrás había sido asesinada una maestra rural. El encuentro culminó con una marcha pacífica que ocupó cuadras enteras. Fue un sacudón para la pacata sociedad salteña que aún conserva costumbres medievales como la enseñanza religiosa obligatoria.

No voy a extenderme con la ciudad de Salta porque todos la conocen, pero siempre nos impactó la variedad de estilos arquitectónicos, neocolonial, francés, veneciano, etc., que hacen de Salta una de las ciudades más atractivas del país.

                                         Arquitectura salteña

Visitamos el Museo Arqueológico de Alta Montaña, único en el mundo por su patrimonio, su diseño de alta tecnología y su información. Las momias encontradas en la cima del volcán Lullaillaco a casi 7000 metros de altura se mantienen intactas y vimos tras los cristales los cuerpos de los niños de 500 años de antigüedad, conservados en cápsulas con una atmósfera pobre en oxígeno, a veinte grados centígrados bajo cero y una iluminación filtrada en radiación ultravioleta e infrarroja que garantizan su correcta preservación. Los incas desarrollaban una parte importante de sus rituales religiosos en las montañas más altas de su imperio, donde construyeron los “santuarios de altura” y estos niños fueron sacrificados a los dioses. Confieso que me embargó la sensación de estar profanando sus costumbres.

Tanto a la ida como en el viaje de regreso, fue un placer contemplar los campos con distintos cultivos que semejan pinturas de Van Gogh. Ya sea por especulación o por necesidad, abundan las silobolsas, que dicho sea de paso son un invento argentino que se exporta a Australia, Canadá y Estados Unidos.

En el regreso paramos en Deán Funes y en un simpático hotel de La Granja en el centro de la provincia de Córdoba. Por televisión vimos el despegue del Arsat-1 que nos emocionó. ¡Qué lejos de aquellos años de “vayan a lavar los platos”, la tristemente célebre frase del Mingo a los científicos! Es que hay gente que no la tiene clara, como el procesado jefe de la ciudad quien condecoró con un premio a la ciencia a Marcelo Tinelli. Hubiera sido lo mismo si se lo daba al orangután del zoo.

Mientras el ARSAT-1 se elevaba airoso buscando su lugar en el espacio, nosotros entrábamos en la órbita cotidiana de Buenos Aires.


                               De regreso en la autopista Córdoba-Rosario.

sábado, 18 de octubre de 2014

GRIET Y LA PERLA


Me llamo Griet, en realidad ese era mi nombre hace ya mucho, mucho tiempo. El público que me contempla, los curadores que me observan para luego escribir elaborados comentarios, los artistas que gustan del juego genial de luces y colores que forman mi rostro, los restauradores que me penetran con sus miradas tratando de desmenuzar los trazos y capas de pintura, todos ellos me llaman “La joven de la Perla”. No tengo nombre propio, me identifican por un adorno, la perla que pende de mi oreja y da más vida a mi rostro. Podría también ser la joven del turbante, o más precisamente del turbante azul, porque en realidad lo que más se destaca es el lapislázuli del turbante, uno de los pigmentos favoritos del maestro que me formó.

Sin embargo, pasé a la historia como La joven de la Perla y cuando oigo esa palabra siento el aguijón del estilete en el lóbulo izquierdo que me hizo mi amo, el artista Vermeer. Confieso que cuando me pidió, casi me exigió, que me pusiera la perla me pareció un capricho y peor aún, la joya pertenecía a su esposa. Era una locura. Que yo, la mucama al servicio de la familia Vermeer me pusiera la joya de mi ama, en ese círculo de rígido puritanismo que reinaba en la Holanda del siglo XVII y más en ese pequeño pueblo de Delft, donde todo se sabía. ¡No!, aquello era una transgresión gravísima.



                     La joven de la perla. Johannes Vermeer

Yo de pintura soy ignorante, pero sé reconocer la belleza en una tela. Cuando entré por primera vez a limpiar el atelier del amo quedé deslumbrada por esos cuadros, todos de escenas interiores donde la luz entraba por una ventana volcando sobre las personas y los objetos una delicadeza y pureza de colores virtualmente únicos y sublimes. 

Mi fascinación por aquellas pinturas no pasó desapercibida al sutil olfato de mi señor que con paciencia me fue explicando como se preparaban los colores, como se debían mezclar los aceites y combinar los pigmentos, para lograr esos tonos únicos que brotaban de su pincel mágico. Me sentía importantísima dentro de ese templo del arte viendo como de las mezclas que ayudé a elaborar brotaban rostros, flores, objetos y vestidos, de trazos perfectos y magníficamente iluminados. Hasta que un día, que marcó mi vida para siempre, el amo decidió pintarme.

Porque entonces él me amaba y yo lo amaba, amaba su rostro, su obra sus gestos y su interés por mi. Nunca pasamos de miradas cómplices, de un leve roce de su mejilla con la mía o cuando imperceptiblemente tocaba mi mano por un instante fugaz mientras yo preparaba sus colores sobre la pesada mesa de roble del atelier. No podía ser de otra manera, un affaire entre nosotros hubiera sido devastador.



                            Johannes Vermeer (1632-1675) Autorretratro

Recuerdo que me llevó junto a la ventana mientras me observaba detenidamente, entonces me pidió, más precisamente me ordenó quitarme la cofia, ese símbolo de color blanco que define a las mucamas y a las mujeres de clases inferiores. Me sonrojé porque fue como si me desnudara. En su lugar me colocó un turbante azul con una prolongación que llegaba hasta el hombro. Después vino la escena de la perla.

Esa tarde estaba aterrada, pero la mirada del amo mezcla de ruego y de orden me paralizó, al fin y al cabo lo amaba y dejé que me perforara la oreja y que me colgara esa sortija con forma de lágrima. Cuando mi ama, la señora Catharina, vio días después el cuadro ya terminado me echó de la casa. Nunca más vería al amo, ni prepararía sus colores ni sentiría su presencia cálida sobre mi hombro. Salí acongojada sin saber que al mismo tiempo yo, Griet, ingresaba a la inmortalidad como La joven de la Perla.

Como les dije, al principio creí que lo de la perla era un capricho, sin percibir que el talento de mi amo no podía equivocarse al elegir un adorno o un ángulo preciso de luz. La perla fue un toque genial en mi rostro, un detalle sublime digno de un genio como era él, de mi maestro, el señor Vermeer y así lo reconoció la posteridad que me puso el nombre con que todos me conocen.

Ahora estoy en la Galería Real de Mauritshuis donde soy la principal atracción, la Mona Lisa del norte, así me dicen. Mucha gente pasó ante mi, miles, millones, pero hubo una persona que me intrigó profundamente. Vino tantas veces a contemplarme que perdí la cuenta, era pequeño, tenía cara de pajarito y vestía con elegancia. Las primeras veces me miraba intensamente, me estudiaba con detalle mientras hacía bocetos en una carpeta cambiando de ángulos y de distancias. Esta danza de miradas y movimientos terminó bruscamente cuando los alemanes nos invadieron y yo junto con otras obras fuimos a parar a diversos sótanos para escapar de la rapiña nazi.



                               Hans van Meegeren (1889-1947).

Sin embargo, quedó una copia mía, idéntica, perfecta que aquél hombrecito cambió a los nazis por varias pinturas verdaderas que ellos habían sustraído a los museos de Holanda. Hans van Meegeren, así lo citaban los periódicos, estaba condenado a muerte, pero cuando se comprobó que había entregado copias para recuperar obras originales saltó a la gloria. Cambió su rumbo hacia el cadalso por el de la fama, su rótulo de colaboracionista por la admiración y la popularidad, su estigma de traidor por el de héroe de guerra.

Hans van Meegeren ante el juzgado que lo condenó por entregar pinturas a los nazis y posteriormente absuelto y reivindicado.

Hans van Meegeren me copió. Yo, que conocí a mi amo, que lo ayudé a preparar los colores haciendo complejas combinaciones de sustancias y vi como cambiaba de pincel y con que exquisitez lo manipulaba según los detalles de la pintura, quedé maravillada ante la copia. Porque además de la técnica extremadamente difícil, es imposible estar en el espíritu y en el estado de ánimo de Vermeer, la pasión con que me pintó. Lo que no pudo hacer con mi cuerpo lo volcó en ese cuadro, me poseyó con el arte, no a mi persona y eso influyó en su obra.

Sí, el hombrecito también me amaba, su amor lo capté al instante en la fuerza de su mirada cuando me contemplaba en la galería. Era una mezcla de pasión y de obsesión necesarias para poder plasmarme a semejanza de lo que hizo mi amo.

Pasé por muchas manos, recorrí países y conocí otros museos. Me miraron con lupa y técnicas especiales, fui discutida, comentada, analizada y siempre admirada. Mi copia está en la National Gallery de Washington, donada por el magnate Mellon. ¿Es esa mi copia… o soy la original? Sólo yo lo sé.

Scarlett Johansson en el papel de Griet, de la película inglesa La joven de la perla de Peter Webber (2003)

sábado, 4 de octubre de 2014

LORD CARNARVON Y HOWARD CARTER

Cuando George Edward Stanhope Molyneux Herbert, el quinto conde de Carnarvon (de aquí en más lo llamaremos simplemente Carnarvon), tuvo un accidente de auto que lo dejó maltrecho, no se imaginó que gracias a este infausto episodio pasaría a la historia como coautor de uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos. Carnarvon poseía uno de los palacios más grandes de Inglaterra, llamado Highclere, en el condado de Hampshire, rodeado de un parque de 400 hectáreas. Al borde de la ruina, logró casarse con Almina, una hija ilegítima de la familia Rotschild que volcó una enorme dote y le permitió al conde seguir manteniendo su costosísima propiedad, el regimiento de personal de servicio y las fastuosas fiestas que gustaba organizar, en varias de las cuales asistió la monarquía inglesa.

                            Lord Carnarvon (1866-1923)

Aparece Howard Carter
El automovilismo fue una de las pasiones de Carnarvon y fue pionero en adquirir los primeros modelos de autos que surgieron a fines del siglo XIX, hasta que en 1901 tuvo el accidente que le cambió la vida. Los médicos le aconsejaron que por un tiempo abandonara el clima húmedo de Inglaterra y se radicara en alguna zona de Medio Oriente. Carnavorn se instaló en El Cairo y pronto desarrolló un ávido interés por la Egiptología. Decidió investigar ruinas arqueológicas y con buen criterio se buscó un experto, el arqueólogo Howard Carter, de sólida reputación y con vasta experiencia en excavaciones al servicio del gobierno egipcio.

              Howard Carter (1874-1939)

Carter estaba convencido que la tumba de Tutankamon aún no había sido hallada y le contagió su entusiasmo al conde, quién decidió respaldar financieramente el proyecto hasta encontrar los restos del faraón egipcio. Las excavaciones comenzaron en 1907 y debieron interrumpirse al iniciarse la Primera Guerra Mundial. Las tareas arqueológicas se reanudaron en 1917 y durante los 5 años siguientes, Carter sólo encontró piezas menores, pero no perdió el entusiasmo. El que sí estaba decepcionado era Carnarvon que veía como se iban gastando ingentes sumas de dinero sin resultado alguno. Finalmente le envió un cable, fijándole un plazo límite, pero pocos días después, trabajando en la zona del Valle de los Reyes, Carter encontró unos escalones. Siguieron removiendo febrilmente y se hallaron frente a una escalera que conducía a una puerta sellada. Inmediatamente le cablegrafió al conde diciéndole: “Finalmente hice un descubrimiento maravilloso en el Valle: una tumba magnífica con los sellos intactos. La volví a tapar hasta que usted llegue”.

                   Carter y Carnarvon junto a la entrada de la tumba en 1922

La tumba de Tutankamon
Tres semanas después, llegó a Luxor Carnarvon con su hija Lady Evelyn Herbert y se reanudaron las excavaciones. Al remover la tierra que cubría la puerta aparecieron tres sellos con el nombre de Tutankamon, lo que confirmó a Carter que estaba en el camino correcto. Al removerla, se encontraron con un pasadizo que finalizaba en otra puerta sellada. Entonces Carter con su pico hizo un orificio para poder pasar una linterna y mirar el interior. Un aire caliente, de tres milenios y con escaso oxígeno hizo temblar la luz de las lámparas. Carter introdujo una de ellas a través del orificio y miró el interior de la nueva cámara. Así relata Carter aquél instante histórico: “Lord Carnarvon, Lady Evelyn y el resto estaban detrás mío esperando ansiosos mi informe. Cuando mis ojos se acostumbraron a aquella penumbra, comprobé que se trataba de una gran cámara cuyas paredes estaban decoradas con dibujos y jeroglíficos. Pude ver gran cantidad de objetos de distintas formas y tamaños y por todos lados el brillo del oro. Contemplé extasiado todo aquello hasta que escuché la voz impaciente de Lord Carnarvorn ¿Se ve algo? Sólo atiné a responder: Sí, cosas maravillosas”.

La tumba de Tutankamon compuesta por varias cámaras, la última de ellas con el sarcófago gigantesco del faraón

A la mañana siguiente removieron la puerta e ingresaron en lo que resultó ser una antecámara, porque a su derecha había otra puerta sellada flanqueada por las estatuas de dos guerreros. A esta altura de los acontecimientos, la información del hallazgo se había filtrado y una nube de periodistas, arqueólogos y curiosos se habían convocado en las escaleras de entrada. La noticia ya figuraba en la tapa de los diarios de todo el mundo: “Posible hallazgo de la tumba de Tutankamon”. Por razones de seguridad y preservación de los objetos hallados, no se permitió el ingreso de nadie excepto los especialistas en egiptología. 

Pero el féretro de Tutankamón, no aparecía, sin duda había que traspasar la entrada donde estaban los dos guerreros. Al hacerlo se encontraron con un enorme sarcófago de paredes de oro que ocupaba casi toda la habitación, finalmente habían hallado la cámara funeraria. Llevó semanas retirar otros tres sarcófagos encajados cada uno dentro del anterior, a semejanza de las muñecas rusas, hasta llegar al ataúd que contenía la momia del faraón niño, cubierta por la célebre máscara de oro. El ataúd y las 5000 piezas restantes se encuentran en el Museo de El Cairo y a Carter le llevó una década clasificarlas.

El contenido de objetos de oro de una de las cámaras y los dos guerreros que guardan la entrada a la sala donde se encuentra el féretro


Highclere


La imagen del castillo resulta familiar ¿verdad? Quienes siguieron la exitosa y brillante saga Downton Abbey, comprobarán que se trata de Highclere, actualmente bajo el cuidado del bisnieto George Herbert, VIII duque de Carnarvon y de su esposa Fiona. El conde mantiene el palacio con lo que obtiene de sus tierras, ganado y producción agrícola, pero fundamentalmente por las visitas guiadas, ya que la mansión es un verdadero museo en pinturas, muebles, adornos y piezas arqueológicas egipcias. Sobre estas últimas, su actual dueño, se preocupa en aclarar que su bisabuelo las obtuvo antes del descubrimiento de la tumba de Tutankamon.

Un dato final: para la filmación de Ojos bien cerrados, Stanley Kubrik, utilizó el gran salón para la escena principal de la película.

El gran salón donde se filmó la escena principal de la película Ojos bien cerrados


Amigos de la egiptología. George Herbert, VIII conde de Carnarbon. http://www.egiptologia.com/entrevistas-a-egiptologos/3010-geordie-herbert-viii-conde-de-carnarvon.html
Jennifer Rosenberg. Tomb of King Tut Found. About.com. XX Century History. http://history1900s.about.com/od/1920s/a/kingtut.htm
Jimmy Dun. The Life of Lord Carnarvon. http://www.touregypt.net/featurestories/carnarvon.htm