sábado, 29 de abril de 2017

TORTONI DE AYER Y DE SIEMPRE







En el número 825 de la Avenida de Mayo, la más clásica de Buenos Aires por su aire madrileño, pero con edificios de estilo ecléctico y neoclásico italiano, se encuentra el café Tortoni. Se sabe que fue inaugurado en 1858, pero existen dos versiones respecto del porqué de su nombre: una de ellas dice que fue un inmigrante francés el que lo bautizó en recuerdo de un establecimiento del Boulevard des Italiens donde se reunía la elite de la cultura parisina del siglo XIX. La otra versión afirma que fue un tal Oreste Tortoni quien habría establecido el café sobre la calle Defensa al 200.

Lo cierto es que en 1880 fue trasladado a su lugar actual: la planta baja de la residencia de Saturnino Unzué en la calle Rivadavia. En 1882, el intendente Torcuato de Alvear siguiendo la tendencia afrancesada que entusiasmaba a los gobernantes de entonces, construyó un gran boulevard al estilo de los creados por el Barón Haussman en París. Esta magnífica vía recibió el nombre de Avenida de Mayo.

La casa de la familia Unzué fue afectada por la creación de la avenida y perdió el fondo de su terreno, pero en lugar de caer totalmente bajo la piqueta, se le construyó una nueva y más lujosa fachada con salida hacia la nueva vía. Finalmente, un arquitecto noruego le dio el toque academicista francés con que actualmente se lo conoce.


El Tortoni posee varias características que lo hacen único: inaugurado en 1858 es el más antiguo de la ciudad. Por sus mesas recalaron prácticamente todos los escritores, poetas, políticos y artistas de todo género. Destacadas figuras internacionales, tomaron el café con medialunas o asistieron a las funciones de La Peña, ubicada en el subsuelo. 

Juan Salvador Di Tulio, quien organiza desde hace 22 años la Veladas Culturales patrocinadas por Laboratorios Gador en la famosa Peña ubicada en el subsuelo del Tortoni, me relató que en 1927 cuando vino a Buenos Aires Luigi Pirandello, Premio Nobel de Literatura, fue agasajado en el mítico café. Se decidió que la mejor forma de homenajearlo era invitando a Carlos Gardel. Éste bajó las escalinatas que conducen a la Peña cantando Mi noche triste, Siguió con Senda Florida y Rosas de otoño. ¡Che voce!, exclamó Pirandello al escuchar al Zorzal. Si bien Gardel fue un asiduo concurrente del Tortoni, esa fue la única vez que cantó allí.

                 Borges, Gardel y Alfonsina

La actriz Tita Merello era otra de las habitués de legendario café y se solía sentar en el fondo donde consumía su bebida favorita: la leche merengada. Actualmente, una gran foto de ella, ubicada en ese lugar recuerda a esta gran actriz. Ya muy anciana, alojada en la Fundación Favaloro, se hacía trasladar en auto hasta la puerta del Tortoni, y como casi no podía caminar, el mozo le alcanzaba hasta el vehículo la famosa taza con leche merengada.

Finalmente y no menos importante se destaca la arquitectura del Tortoni. Su frente, salvo por la hermosa marquesina que posee, es un edificio más de la avenida, pero al entrar el visitante queda admirado por el aspecto palaciego del salón, que ubica al Tortoni entre los 10 mejores cafés del mundo.



Con todos estos atributos se hacía imprescindible que el lugar mereciera una letra y una música que lo recordara y forzosamente, dada la característica de los espectáculos, tenía que ser dentro del género tanguero.

Quien tomó la decisión de homenajearlo con un tango, fue el poeta y periodista Héctor Negro y lo relata de esta manera: “Un día sentí que era mucho lo que el Tortoni me había dado a mí y a Buenos Aires, y mucho lo que nos seguía dando. ¿Qué cosa mejor podría brindarle que un tango? Era cuestión de atreverse. Los versos salieron casi de "un tirón". Fue porque ya "estaban adentro". Tenía muy en claro que había que conjugar su pasado con su presente, lo que había pasado con lo que estaba pasando. Las figuras de ayer con las voces de hoy....Así pudo ser y eso es lo que reflejan los versos. Pero aún la música no estaba. Pensé inmediatamente en Eladia Blázquez, que siempre me conmovía con algunos de sus temas y que en algún momento me había dicho: "Tenemos que hacer algo juntos". La fui a ver con los versos del tango en el bolsillo y se los mostré sin decirle nada. Le gustaron y por eso me animé a pedirle que les pusiera música.”

                            Eladia Blázquez y Héctor Negro

Héctor Negro relata que le llevó tiempo convencerla y más tiempo aún que compusiera la partitura. Pasados varios meses, Eladia lo llamó y le dijo que estaba lista. Una vez en su casa ella se sentó al piano y comenzó a cantar. Negro quedó fascinado, era lo que él había sentido, hizo algunos cambios en la letra y Eladia lo cantó nuevamente: había nacido “Viejo Tortoni”.

VIEJO TORTONI
Música: Eladia Blázquez; letra: Héctor Negro.

Se me hace que el palco llovizna recuerdos, 
Que allá en la Avenida se asoman, tal vez, 
Bohemios de antaño y que están volviendo 
Aquellos baluartes del viejo Café. 

Tortoni de ahora, te habita aquel tiempo. 
Historia que vive en tu muda pared. 
Y un eco cercano de voces que fueron 
Se acoda en las mesas, cordial habitué. 

Viejo Tortoni. 
Refugio fiel 
De la amistad junto al pocillo de café. 
En este sótano de hoy, la magia sigue igual 
Y un duende nos recibe en el umbral. 

Viejo Tortoni. En tu color 
Están Quinquela y el poema de Tuñón. 
Y el tango aquel de Filiberto, 
Como vos, no ha muerto, 
Vive sin decir adiós. 

Se me hace que escucho la voz de Carlitos, 
Desde esta "Bodega" que vuelve a vivir. 
Que están Baldomero y aquel infinito 
Fervor de la "Peña", llegando hasta aquí. 

Tortoni de ahora, tan joven y antiguo, 
Con algo de templo, de posta y de Bar. 
Azul, recalada, si el fuego es el mismo, 
¿Quién dijo que acaso no sirve soñar?

Bares notables de Buenos Aires. http://www.ba-h.com.ar/buenos_aires/gran_cafe_tortoni_buenos_aires.htm#.WQUBYEU1_cc
Juan Carlos Di Tulio. Comunicación personal.




sábado, 22 de abril de 2017

DAMAS DEL CRIMEN

Griselda Blanco

                                         Griselda Blanco (1943-2012)

La araña Lactrodectus matans, es conocida popularmente como “viuda negra”, porque después de copular mata al macho y seguidamente lo devora. Ese era uno de los apodos de Griselda Blanco quién mató a su marido, aunque sin cometer canibalismo. También se la conocía como “reina de la cocaína”, título que como se verá, se lo había ganado con creces.

Griselda nació un día de febrero de 1943 en el pueblo colombiano de Santa Marta, pero no en la zona turística, sino en los arrabales de la ciudad. Hija de una prostituta y de padre prácticamente desconocido, sufrió el hambre y la pobreza durante su infancia, sobreviviendo de pequeños hurtos, asaltando a los transeúntes capitaneando una banda de niños tan hambrientos como ella.

En su adolescencia conoció a José Darío Trujillo, un delincuente de poca monta que traficaba drogas, falsificaba documentos e introducía inmigrantes ilegales a Estados Unidos. Pocos años después el hombre falleció de cirrosis dejándole varios hijos y por sobre todo, el contacto con el mundo de la droga y el ambiente de los gánsters de Nueva York.

Con su segundo esposo, Darío Sepúlveda, tuvo el cuarto hijo que ella, fanática de la novela El Padrino de Mario Puzo, bautizó con el nombre de Michael Corleone. Para entonces, Griselda ya estaba afincada en el narcotráfico a Estados Unidos. Rápidamente creó una red para distribuir la «mercancía» siendo despiadada con sus competidores. Fue ella quien rompió la relativa paz que había entre los distintos grupos de narcotraficantes, inaugurando la metodología de los sicarios que en número de dos en una motocicleta interceptaban el auto del contrincante y lo cosían a balazos. Se llegó a decir que si Griselda Blanco no hubiera existido no se habría instalado la guerra de la droga entre los cárteles.

Griselda que ya era conocida como “reina de la cocaína”, fue la que instó a Escobar a que abandonara el robo de camiones y se metiera en el contrabando de la droga y se independizara en su carrera criminal. Fue ella quien recibió el primer envío que Escobar hizo a los Estados Unidos camuflado en llantas de avioneta y fue ella, la que alimentó al monstruo que hoy en la televisión llaman Patrón del Mal. De estatura mediana, estructura robusta, ligeramente obesa, cara redonda que sabía sonreír cuando quería, pero que podía lanzar miradas fulminantes sobre sus hombres ante el menor error, no gobernaba mediante la seducción sino por el miedo.

Griselda se convirtió en multimillonaria, llegando a manejar un tráfico mensual de 1500 kilos de cocaína por rutas salpicadas con la sangre de enemigos y competidores. En su prontuario se le atribuye la responsabilidad de unos 250 homicidios, entre ellos el de su tercer marido Alberto Bravo. A éste lo mató con sus propias manos cuando sospechó que le estaba robando tanto mercancía como dinero, luego pagó los gastos del funeral y se hizo presente en el entierro. Fue a partir de entonces que le colgaron su segundo mote, el de “viuda negra”.

Entre el 79 y el 82, los asesinatos ordenados por La Reina en La Florida se convirtieron en un sello inconfundible del horror: descuartizamientos, cuerpos empacados en bolsas, orejas enviadas en sobres y cadáveres flotando en el agua. La tasa de homicidios de Miami, que en 1976 no superaba los 35 por cien mil habitantes, llegó a 175 por cien mil en 1981.

Las sangrientas luchas entre los carteles de cocaína empapaban de sangre las calles de Miami, y las autoridades pusieron los ojos en los narcos colombianos, de quienes la “Viuda” era una cabeza importante. En 1985, cuando tenía 42 años, Griselda fue capturada en Irvine, California. Su captura no fue sencilla, Robert Palombo, el oficial de la DEA (Drug Enforcement Administration) a cargo de la tarea de poner a Griselda entre rejas, se pasó 11 años persiguiendo a un fantasma escurridizo. La mujer ya formaba parte de su vida que se había convirtiendo en una pesadilla porque estaba más tiempo detrás de ella que con su familia, el cabello se le llenó de canas y varias veces estuvo al borde de crisis nerviosas descontroladas. 

Finalmente decidió aplicar el plan B: localizar y seguir a los hijos. Uno de ellos trabajaba junto con su madre en el narcotráfico, pero otro fue más fácil de ubicar porque era un apasionado por los autos de lujo y hacía ostentación de la vida opulenta que llevaba. Siguiendo a este segundo sujeto localizaron la vivienda de Griselda en California y la arrestaron.

Griselda se pasó 20 años en la cárcel y si se salvó de la silla eléctrica se debió a la eficaz tarea de la defensa llevada a cabo por sus abogados. En 2004 fue liberada y deportada a Colombia, donde llevó una vida de mujer de hogar durante 8 años. Nadie se imaginó que la señora regordeta que hacía las compras en el mercado era la mujer que más crímenes había cometido en la historia de la delincuencia femenina.

En una de sus salidas a la carnicería del barrio, surgió de la nada una moto con un par de sicarios que le pegaron dos certeros tiros en la cabeza. Griselda tenía enemigos que no se habían olvidado de ella y que la mataron siguiendo el mismo estilo que había aplicado durante décadas.


LOLA LA CHATA

                              María Dolores Estévez Zuleta  (1906-1959)

María Dolores tenía 13 años cuando transportaba por las calles del barrio de La Merced en el centro del Distrito Federal (DF), una canasta donde ocultaba, según el pedido del cliente, heroína, morfina o marihuana que le había dado su madre en su pequeño negocio donde vendía café como pantalla. Estamos en el año 1919 cuando María Dolores Estévez Zuleta, más tarde Lola La Chata, ya estaba involucrada en el narcotráfico y por lo tanto se podría decir que fue una precursora de las “mulas”, como así se llama a los que transportan drogas en pequeña escala.

En su adolescencia conoció a Castro Ruiz Urquizo, que la trasladó consigo a Ciudad Juárez, donde aprendió que también existía un tráfico transnacional que además era mucho más redituable que el menudeo en el barrio que la vio nacer. Pronto engendraría dos hijas: María Luisa y Dolores, las cuales más tarde también ingresarían al negocio del tráfico de drogas, continuando la dinastía que se inició con su madre.

En la década de 1920 encontramos a Lola nuevamente en el DF, pero ya con su propio puesto de comida que en realidad era un disfraz para su venta de drogas. Diez años más tarde, Lola había extendido su red a Estados Unidos, llegando hasta Canadá. Este salto se debió en gran parte a que apareció en su vida Enrique Jaramillo, un ex policía que tenía un taller mecánico que también sirvió como centro de distribución, que se agilizó gracias a los contactos de Jaramillo con la policía, la burocracia y la clase política.

La Chata fue considerada peligrosa por los gobiernos mexicano y estadounidense, incluso fue calificada de amenaza con similar rango al de otros narcotraficantes, incluido su propio esposo, lo que trastocó el estereotipo de las mujeres en el narcotráfico de la época. Así, Estévez surge como figura dominante en el trasiego y venta de estupefacientes en un tiempo en que ser mujer en y alrededor de esa actividad era el de víctima, ya sea como prostituta o explotada a un grado cercano a la esclavitud. Su presencia e imagen ni de lejos era pasiva, menos aún ingenua, como pudiera haberse pensado.

Lola la Chata fue arrestada siete veces de 1934 a 1945 yendo a parar a diversas cárceles de mujeres. Durante sus estancias en prisión mantuvo un estilo de vida semejante a un hotel de 5 estrellas, con sirvientes y una mujer que la atendía una vez al mes para arreglar su cabello. Recibía muchas visitas que buscaban consejo o ayuda, así como de su círculo familiar. Incluso se hablaba de que Lola mandó construir un hotel y pista de aterrizaje en las Islas Marías para comodidad de sus hijas que asiduamente concurrían a la cárcel a saludarla y especialmente pasar y recibir información con el objeto de mantener activa la red.

En 1945 el presidente Ávila Camacho promulgó un decreto presidencial condenando a los traficantes de droga y exigió el arresto de la Chata, quien también había sido identificada por el Buró de Narcoticos (ahora DEA) de los Estados Unidos. Finalmente fue en la Ciudad de México donde se realizó la captura y en 1945 se la mandó a prisión en las Islas Marías, de la cual salió años después debido a una condición médica que obligó a las autoridades a transferirla de regreso a la Ciudad de México, donde continuó manejando su oficio. En 1957 se realizó el último arresto de la Chata mientras procesaba heroína en su casa. En su mansión se encontraron 29,000,000 de pesos en efectivo (5 millones actuales), joyas, rifles y municiones.

 Aceptando su responsabilidad, se aseguró de que ningún cómplice fuera arrestado, logrando proteger el negocio. Fue encontrada culpable y enviada a la Cárcel de Mujeres, donde murió en septiembre de 1959 aparentemente de muerte natural. A pesar de su mala fama, aproximadamente 500 personas atendieron su funeral, una tercera parte de los cuales se dice que eran miembros de la policía.

Buscarle atributos a un personaje como Lola la Chata es una tarea difícil, pero escarbando su persona se destacan dos rasgos: nunca en los interrogatorios a los que fue sometida entregó a nadie y a diferencia de Griselda, no se le conocen crímenes. Fue una de las musas del escritor estadunidense William S. Burroughs, quien la usó como modelo para varios de sus personajes, lo que la introdujo a la cultura popular estadounidense. Burroughs visitó México en 1940 huyendo con su esposa e hijo de cargos por consumo de droga. La Chata aparece en sus escritos como Lupe, Lupita o Lola.


 David Ovalle. Asesina a Griselda Blanco, la madrina de la cocaína de Miami. El Nuevo Herald, 04/09/2012.
Agencia AFP. Griselda Blanco, la sádica maestra de Pablo Escobar. El Heraldo, 09/09/2015.

Redacción. Lola 'La Chata' y 'La Nacha', las abuelas del narco en México. NAYARIT. 01/06/2014


sábado, 15 de abril de 2017

DOS MÉDICOS RURALES


ARGENTINA

                           Esteban Laureano Maradona (1896-1995)

El doctor Esteban Laureano Maradona viaja con pasaje de segunda en el tren que atraviesa el Territorio Nacional de Formosa. Es el año 1935 y aún debían pasar dos décadas para que se la ascendiera a la categoría de provincia. Maradona tiene planeado pasar por Salta, visitar a su hermano en Tucumán y finalmente llegar hasta la localidad de Lobos en la provincia de Buenos Aires donde instalará su consultorio.

El paisaje es monótono y desolado y el médico entretiene su mente haciendo un balance de su existencia pasada. Se había recibido en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires en 1926 cuando tenía 31 años. Inmediatamente se trasladó al Chaco donde ejerció la medicina y en sus tiempos libres hizo estudios de botánica y fue periodista del diario La Voz.

Cuando en 1930 se instaló la dictadura fascista de Félix Uriburu, de neto corte conservador, Maradona dio discursos públicos en defensa de la democracia y empezaron a perseguirlo. Huyó al Paraguay en momentos en que se iniciaba la guerra del Chaco entre ese país y Bolivia.

Maradona se ofreció como médico para prestar auxilio a los heridos de ambos bandos, porque según sus palabras “el dolor no tiene fronteras”. Paradoja del destino: había huido de Argentina escapando de la prisión y en Paraguay que se ofreció voluntariamente para salvar vidas, lo encarcelaron tomándolo por espía. Pronto se dieron cuenta del error y lo incorporaron como médico; al poco tiempo fue designado jefe del Hospital Naval de Asunción, redactó el Reglamento de Sanidad Militar del Paraguay y se casó con la sobrina del presidente paraguayo. Aurora Elbay. Su flamante esposa murió al poco tiempo de fiebre tifoidea y Maradona no volvió a juntarse con ninguna otra mujer.

Los pensamientos se suceden en su mente cuando son interrumpidos por la locomotora que baja el ritmo hasta que el tren se detiene completamente en una estación, que solo se identifica por el cartel donde se lee un poco borroso el nombre de Guaycurri, más tarde rebautizada como Estanislao del Campo. Alrededor hay varios ranchos carentes de luz, agua corriente y gas y más allá se levanta el impenetrable.

Un hombre con rasgos indígenas asciende al vagón y pide por un médico. Maradona se ofrece inmediatamente y asiste a una parturienta que se encuentra en estado delicado. Después de un procedimiento exitoso, se encamina hacia el tren para proseguir el viaje, pero es rodeado por varios vecinos de aspecto humildísimo que le ruegan que se quede porque no hay médicos en los alrededores. Maradona sin dudar recoge las maletas y se instala en una sencilla vivienda de ladrillo que le asignan y que será su consultorio y su hogar durante los próximos 51 años.

Al principio, las cosas no fueron fáciles, los indios habían recibido innumerables malos tratos del hombre blanco y tardaron en darse cuenta que él era diferente. La Revista Historias de la Argentina Secreta, recogerá muchos años después, el siguiente comentario de Maradona: “Cuando yo llegué empezaron los problemas. Todo esto era monte, solo había cuatro o cinco ranchos y estaba todo rodeado de indios, que por otra parte me querían matar. Tanto que uno de ellos, que era famoso, me agarró de las solapas y me sacudió, amenazándome. Pero nunca les tuve miedo ni me demostré asustado. Y no por dármelas de valiente. Sino que soy así nomás. Pero con la palabra dulce y la práctica de la medicina, tratando las enfermedades, dándoles tabaco y consiguiéndoles ropas, las cosas fueron cambiando. Así los traté hasta hoy. Me remangué, me metí en el monte sin ningún temor, arriesgando mi vida y también mi salud.

                       Maradona ya anciano junto con algunos pobladores

En realidad Maradona hizo mucho más que todo eso, erradicó enfermedades endémicas como el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera y la sífilis, exploró fuentes de agua potable, mejoró la estación ferroviaria, fundó una escuela rural y consiguió que el gobierno les cediera tierras para formar una colonia aborigen. Los indios lo llamban “Piognak” que en su idioma significa “doctor Dios”. Sus experiencias las volcó en el libro A través de la selva.

En 1981, un jurado compuesto por representantes de organismos oficiales, de entidades médicas y de laboratorios medicinales, lo distinguió con el premio al “Médico Rural Iberoamericano” el cual se le adjudicaba acompañado de una importante suma de dinero. Maradona rechazó a ésta de plano, y en el mismo acto de la entrega, distribuyó el premio en becas para estudiantes que aspiraban a ser médicos rurales. También, rechazó una pensión vitalicia que el gobierno intentó otorgarle cuando ya era anciano. 

Fue postulado tres veces para el Premio Nobel y recibió decenas de condecoraciones nacionales e internacionales, entre los que se cuenta el Premio Estrella de la Medicina para la Paz, que le entregó la ONU. Murió en la ciudad de Rosario a la edad de 99 años el 14 de enero de 1995, en casa de su sobrino adonde había llegado muy enfermo en 1986.

RUSIA
Somlensk es una ciudad al noroeste de Rusia junto al rio Dnieper. Del tren que hace un alto en la estación baja un hombre con un par de maletas, se detiene brevemente, deja el equipaje en el suelo y se toma el abdomen con un gesto de dolor. Estas crisis las sufre desde hace 3 años cuando se alistó como voluntario médico en la Primera Guerra Mundial y fue gravemente herido en el frente, desde entonces se hizo adicto a la morfina. Pasado el episodio retoma el equipaje y se dirige a un carromato que lo conducirá unos 10 kilómetros hasta un dispensario perdido muy en las afueras del pueblo.

En el pequeño edificio lo esperan una mujer gorda de mediana edad que cumple la doble función de partera y enfermera. También hay un enfermero cuyos conocimientos de odontología se limitan a extraer dientes como el carpintero que extrae un clavo atascado en la madera. Un tercer personaje es un hombre que se dedica a la logística y el mantenimiento, es decir el cuidado de los caballos, la provisión de carbón y el alambique de vodka que les permitirá sobrevivir durante el invierno.

Es hora de presentar al recién llegado, un hombre alto, de 25 años de edad, rostro noble y mirada penetrante que se acentúa por un monóculo en el ojo derecho. Su nombre es Mijail Bulgakov y, a pesar de sus hazañas como médico rural, la posteridad lo conoce como uno de los grandes escritores rusos del siglo XX.


                                        Mijail Bulgakov (1891-1940)

Apenas ingresa le traen una adolescente destrozada por un tractor. Se encuentra inconsciente y su rostro marmóreo señala que ha perdido mucha sangre. La enfermera y los dos hombres le insisten que no la martirice y la deje morir. Bulgakov observa la mirada de ansiedad de los padres y decide operarla. Su experiencia de haber amputado numerosos miembros en el frente de la Primera Guerra, le permite obrar con rapidez.

Terminada la cirugía, agotado por el viaje, y el estrés del procedimiento, Bulgakov se desploma en su lecho esperando que la enfermera se anuncie con unos golpecitos para decirle que la paciente falleció. Llaman a la puerta, pero dos meses después, cuando la muchacha se aparece sonriente con muletas para agradecerle.

Sin embargo, lo que lo hizo famoso fue cuando le realizó una traqueotomía a una niña con la garganta inflamada por la difteria que le impedía respirar. Bulgakov ve sus labios azules por la falta de oxígeno y dándose cuenta que tiene que actuar de inmediato, le hace una pequeña incisión en el cuello a través de la cual le introduce en la tráquea un tubo metálico. Pronto se corre la voz de que el médico le había colocado a la niña una garganta de acero. De los pueblos vecinos vienen curiosos a ver aquel fenómeno. A partir de entonces Bulgakov atiende un promedio de 100 pacientes diarios.

En otra oportunidad cuando regresa de atender a un enfermo lo sorprende una tormenta de nieve. El trineo se va a la banquina y Bulgakov y el conductor empujan desesperados mientras a lo lejos se acerca una manada de lobos. Cuando ya se imagina destripado por aquellas bestias logran encarrilar el trineo y huyen disparando sus armas. Finalmente a lo lejos ven el farol y la silueta del dispensario que les parece un palacio. Más tarde todas estas vivencias las volcará en una de sus obras: Cuadernos de un joven doctor.

A su regreso en Moscú Bulgakov se dedicó de lleno a la literatura y escribió varios relatos, entre ellos Morfina que describe su propia experiencia con la droga y el esfuerzo realizado hasta liberarse por completo de la adicción. Su obra cumbre es El Maestro y Margarita que fue publicada por su viuda y lo aseguró en el panteón de los grandes escritores rusos. Sus producciones teatrales, sus novelas y sus comentarios periodísticos sufrieron diferentes destinos. 

En algunos casos las críticas al régimen que emergían de sus páginas hicieron que prudentemente las guardara en un cajón y se publicaran después de la muerte de Stalin, en otros casos el dictador lo felicitó y protegió, pero finalmente fue borrado de toda posibilidad de difusión. Agotado y deprimido le escribió una carta a Stalin pidiendo ser expatriado para reunirse con su familia en París, pero la petición le fue denegada.

Falleció el 10 de marzo de 1940 dejando la asfixiante Unión Soviética stalinista para integrarse a los inmortales de la riquísima literatura rusa.

Michael Bloor. Mijail Bulgakov. Hektoen International. A Journal of Medical Humanities Summer 2016, volume 8, Special Issue.

Juan Forn. Los Mansucritos no Arden. Los Viernes. Tomo tres. EMECE, Buenos Aires 2016.

sábado, 8 de abril de 2017

EL ROSTRO DESCONOCIDO


La paciente del doctor Capgras
Jean Marie Joseph Capgras es un brillante psiquiatra que dirige el asilo Maison-Blanche, en París. En su despacho se presenta un nuevo paciente. Se trata de una mujer de mediana edad, de aspecto normal, salvo por sus ojos, que revelan ansiedad y temor. En la entrevista se encuentra también su discípulo Jean Reboul-Lachaux.



                                 Jean Marie Joseph Capgras (1873-1950)

Con gran preocupación y angustia, la mujer relata que tanto sus familiares como sus vecinos y amigos han cambiado sus rostros. Admite que hay una cierta familiaridad en ellos, pero no son ellos, son otros. Salvo este comportamiento que encaja dentro del delirio, la paciente no presenta ninguna otra manifestación como para considerarla demente. 

En sus muchos años de ejercicio profesional y de lidiar con toda clase de trastornos mentales, ni el Dr. Capgras ni su ayudante habían atendido un caso semejante. Pocos días después el caso fue presentado en el ateneo de la Sociedad Clínica de Medicina Mental.

Este episodio ocurrió en 1923 y a poco de que se cumplan 100 años, las neurociencias no han podido dilucidar los mecanismos intracerebrales del que actualmente se conoce como síndrome de Capgras.

Imaginemos otro caso similar: llaman a la puerta, el dueño de casa abre y es la esposa que llega. La va a saludar, pero súbitamente se detiene, porque parece ser la esposa, pero definitivamente no es ella, es una impostora. La situación se torna insostenible para ambas partes. A esto hay que agregar que el paciente percibe a esa especie de doble como un individuo peligroso, alguien que se le acerca con intenciones poco claras, incluso con el propósito de agredirlo.


 Una enfermedad que no es tan infrecuente
A medida que se indaga, no son pocas las personas que padecen este síndrome, porque se manifiesta en múltiples enfermedades y trastornos del sistema nervioso central. Por ello, para algunos investigadores, más que un síndrome (enfermedad), se trataría de un síntoma secundario de otras afecciones cerebrales.

La afección es persistente y se mantiene en el tiempo; de nada sirven los esfuerzos que dedique el paciente a tratar de recuperar la verdadera imagen del rostro familiar, lo que indica que se trata de un cuadro delirante. El sujeto es consciente de todo lo demás, y sus funciones cognitivas (memoria, razonamiento, sentimientos, toma de decisiones, etc.), pueden hallarse intactas, pero constituye una personalidad típicamente paranoide, hostil y desconfiada, ocasionalmente con sentimientos de despersonalización y vacío espiritual.

La disociación entre la persona real y la imaginada es esencialmente visual, ya que el sujeto no reconoce al familiar, pero sí su voz cuando habla con él por teléfono.

La ceguera a los rostros del Dr. Oliver Sacks



                              Profesor Oliver Sacks (1933-2015)

Oliver Sacks era un neurólogo contemporáneo de fama internacional que mediante el empleo de la música y otras técnicas logró mejorar cuadros de daño cerebral grave como consecuencia de una encefalitis o tics extremos incontrolables. Sacks era además un brillante escritor que supo plasmar en libros de fascinante interés, las experiencias con sus pacientes. Algunas de sus obras fueron best-sellers como “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, “Un antropólogo en Marte” y “Despertares”.

Probablemente el interés de Sacks por investigar enfermedades cerebrales raras, surgió de su propio trastorno muy emparentado con el síndrome de Capgras. Incapaz de reconocer a las personas, porque su memoria no fijaba los rostros, Sacks las identificaba por deducción. Es así que reconocía a una vecina por el perro que paseaba, o llegaba a la conclusión de que la foto que le mostraron correspondía a la Reina Isabel porque se trataba de una anciana de pelo blanco y gesto imperial.

Oliver Sacks falleció en Nueva York el 30 de agosto de 2015 de un cáncer terminal. Poco tiempo antes, sabiendo que su fin estaba próximo, escribió una nota para el New York Times, que cerró con el siguiente párrafo: “Por encima de todo, he sido un ser con sentidos, un animal pensante, en este maravilloso planeta y esto en sí, ha sido un enorme privilegio y una aventura”.

 Salvador Dalí. Galatea de las esferas. Elegí este cuadro del genial surrealista porque se aplica perfectamente como alegoría de la desintegración de un rostro.

En conclusión, lo poco que se sabe sobre el síndrome de Capgras es que resulta más frecuente de lo que originariamente se pensaba y que ocurre en una amplia gama de trastornos psicóticos, preferentemente en los de tipo agudo. Es un progreso insignificante en el conocimiento de la enfermedad y muestra una vez más la magnitud insondable del cerebro humano y la dificultad de las neurociencias para develar sus secretos.

Salvatore P, Bhuvaneswar C, Tohen M, et al. Capgras syndrome in first episode psychotic disorders. Psychopathology 2014; 47:261-269.

Edelstyn NM, Oyebode F. Review of the phenomenology and cognitive neuropsychological origins of the Capgras syndrome. Int J Geriatr Psychiatry 1999; 14:48-59.

Kirov G, Jones P, Lewis SW. Prevalence of delusional misidentification syndromes. Psychopathology 1994; 27:148-149.

Keith A, Josephs MD. Capgras syndrome and its relationship to neurodegenerative disease. Arch Neurol 2007; 64:1762-1766.
Martínez Ron A. Un paciente llamado Oliver Sacks. Lainformación.com. http://noticias.lainformacion.com/ciencia-y-tecnologia/ciencias-general/un-paciente-llamado-oliver-sacks_Ry84uac10kgJ2YIip8zET3/

Hirstein W, Ramachandran VS. Capgras syndrome: a novel probe for understanding the neural representation of the identity and familiarity of persons. Proc Biol Sci 1997; 264:437-44.


domingo, 2 de abril de 2017

CHIQUINHA DE RÍO

¿Cuáles eran las expectativas que podía tener una mujer cuya juventud transcurrió durante la segunda mitad del siglo XIX? En el mejor de los casos podría llegar a casarse con un novio impuesto por sus padres y llevar una vida relativamente feliz si tuvo la suerte de que el hombre además de ser apuesto fuera un buen amante. Pero esa fortuna la tuvieron muy pocas, la mayoría eran semianalfabetas y su vida transcurrió bordando, cocinando y cuidado una numerosa prole.

En el caso de Francisca Edwiges Neves Gonzaga, alias Chiquinha, se agregó el agravante de que su padre era un militar que llegó al grado de general. No obstante pese a ese antecedente casi nefasto, supo brindarle a su hija una abundante educación al ponerle los mejores profesores.


                    Jose Basileu Gonzaga, padre de Chiquinha

Lo que el general ni remotamente imaginaba, era que el regalo del primer piano hizo que Chiquinha se apasionara por la música y que ésta sería el vehículo que la ayudaría a romper con todos los códigos, varios de ellos de ribetes escandalosos para una época de estrictas reglas sociales, particularmente para las mujeres.

La madre de Chiquinha debió ser muy atractiva y seductora porque siendo mulata, hija de esclavos conquistó el corazón del general que la incorporó a su hogar. Su hija tenía la tez blanca y solo por la presencia de su cabello negro, tirando ligeramente a mota, se podía rastrear su herencia africana.

Si Chiquinha no tenía aspecto de mulata, sus genes estaban cargados de la música del continente negro y en cuanto tenía oportunidad se escapaba a presenciar, en las calles de Río de Janeiro, los conjuntos de guitarristas que improvisaban choros, una melodía bailable, agitada y alegre traída por los esclavos de áfrica y que se considera la precursora de la música brasilera actual. En la sociedad de la época los choros eran despreciados, no por la calidad de los temas, sino por quienes los tocaban y bailaban.

                      Chiquinha (1847-1935)

Al general lo sacaba de quicio que su hija se mezclara con esa gente y este fue el primero de una larga serie de códigos que Chiquinha rompió, entre otros, haber compuesto a los 11 años su primera pieza musical. 

Para salvarla de esa contaminación su padre la casó cuando tenía 16 años y contra su voluntad, con el oficial de la Marina Imperial Jacinto Riveiro do Amaral y fue padrino del casamiento nada menos que el Marqués de Caixas. El marido nunca comprendió ni valoró las inquietudes e intereses de su joven esposa. Para colmo o se ausentaba por largos períodos o la llevaba consigo en el barco, ocasiones que Chiquinha detestaba porque no disponía de su piano.

Las peleas eran frecuentes y Chiquinha desafió a su esposo, a su padre y a toda la sociedad de Río de Janeiro divorciándose de su marido, después de casi 5 años de matrimonio y un siglo antes de que el divorcio fuera un derecho. Éste en represalia retuvo los dos hijos menores del matrimonio, mientras que ella logró conservar al mayor Joao Gualberto. El general la declaró socialmente muerta, nunca más quiso ver a su hija cuyo nombre estaba prohibido en la casa paterna.

Indiferente a las rígidas costumbres de la época Chiquinha siguió violando códigos en aquella sociedad machista: como ganarse la vida trabajando, dando clases de piano y tocando en salones, donde la concurrencia bailaba su música: polkas, tangos, valses mazurcas y por supuesto, los choros. 
Fue la primera mujer en Brasil que formó su propia orquesta.

En ese período conoció su segundo amor: Joao Batista de Carvalho, pero al poco tiempo se desilusionó de su matrimonio cansada de las infidelidades de su marido. Después de esta separación se volvió más liberal en su relación con los hombres, tratando siempre de que sus aventuras no trascendieran.

Por entonces Chiquinha era una mujer madura, mirada con recelo y rechazo por la clase alta de Río de Janeiro, pero admirada y respetada por el resto de la sociedad y los músicos de la época que valoraban su talento creativo, particularmente su habilidad para combinar entre sí los distintos géneros musicales, innovación que fue revolucionaria para la música popular de entonces. 

También incursionó en el teatro musicalizando operetas terreno en el que tuvo mucho éxito. Apenas despuntado el siglo XX, enriqueció el carnaval de Rio con la primera marcha para estas fiestas. También fue la fundadora de la Sociedad Brasilera de Actores Teatrales.

Paralelamente, es imprescindible destacar su activa veta política ya que participó en actos públicos y discursos a favor de la abolición de la esclavitud, que en Brasil persistió hasta 1888. El paso siguiente fue su lucha por la formación de la república y además formó parte de los movimientos feministas para mejorar la situación de la mujer en la sociedad brasilera.

Después de varias décadas de vivir sola con sus hijos aunque salpicada con ocasionales aventuras, Chiquinha cometió la mayor transgresión en su agitada vida. A la edad de 52 años se enamoró de Joao Batista Fernandez Lage, uno de sus alumnos, quien por entonces acababa de cumplir 16. Esta vez ella tomó los recaudos necesarios para evitar el escándalo que podía arruinar su vida, su trabajo y su fama. Se fue con su amante adolescente a Portugal y después de varios años regresó a Río de Janeiro de la mano de Joao Batista a quién presentó como su hijo, amor no filial que duraría hasta la muerte de Chiquinha. Esta relación fue celosamente ocultada a tal punto que se supo de su existencia después de su muerte, cuando salió a la luz a través de cartas y fotos de la pareja.


                         Chiquinha a los 83 años junto a su inseparable piano

Falleció a los 88 años el 28 de febrero de 1935. Su música sigue guiando los pasos de baile de las escolas do samba del Carnaval Carioca, se la escucha en cualquier lugar donde hay un teclado disponible, o un grupo de gente que quiere embellecer la noche con la música alegre y ágil de Chiquinha.

Marisa Avigliano. De escándalo, amor y pianos. Suplemento Las 12 de Página 12, 12/08/2016.
Edinha Diniz. Chiquinha Gonzaga. Biografía.  http://chiquinhagonzaga.com/wp/biografia/