viernes, 30 de junio de 2017

LOS CUARENTA BRAMADORES

El estigma
A bordo de un carguero de la Marina de Guerra dos personas conversan sobre cuestiones marítimas. Uno de ellos es un civil que integra la pequeña lista de pasajeros de la nave. El otro es un oficial de la Marina y es parte de la tripulación. Durante el diálogo el primero menciona el nombre de Vito Dumas. Inmediatamente el oficial más en serio que en broma lo interrumpe diciéndole: “Aquí en la Marina está prohibido mencionar ese nombre porque es mufa, trae mala suerte”.

Durante los últimos años de su vida Vito Dumas cargó con esta mancha con que fue estigmatizado injustamente, producto de la envidia, los celos y el odio de sectores mezquinos y clasistas de nuestra sociedad. Han transcurridos 51 años de la muerte del máximo deportista que tuvo la Argentina y como las nuevas generaciones saben muy poco de este personaje y sus hazañas, escribo esta semblanza en su memoria.

                         Vito Dumas (1900-1965)

El deportista solitario
Dumas tenía 42 años cuando se lanzó a la máxima aventura naval de la historia: la vuelta al mundo en un velero de nueve metros y medio de eslora (largo) y 3,30 metros de manga (ancho). Tenía a su favor un físico excepcional, una experiencia náutica enorme y el conocimiento de las rutas y de las dimensiones de la Tierra. Contaba además con un sextante para determinar la ubicación en el mar. El GPS, mediante navegación satelital, llegaría décadas después. En esto aventajaba a Magallanes, quien en el siglo XVI fue el primero en hacer la circunnavegación del planeta, lanzándose hacia lo desconocido y utilizando el astrolabio, pero la gran desventaja de Dumas era que había decidido realizar esta ciclópea aventura en completa soledad.

No tendría con quien compartir dudas, angustias y peligros y no recibiría ayuda si sufría algún accidente. Dumas era un deportista solitario. Era también un excelente nadador que había realizado 5 intentos de cruzar el Río de la Plata a nado. No lo logró, pero consiguió el record mundial de permanencia en el agua.



La gran aventura
El 27 de julio de 1942, Dumas leva anclas en su velero LEHG II, lo hace desde Montevideo porque la Prefectura no le otorga el permiso, no se sabe si por temor o por presiones extrañas. Patrocinó el viaje un grupo variopinto constituido por el YMCA (Young Men Christian Association) de Buenos Aires, la revista El Gráfico, un almacenero del bajo Belgrano y los timoneles del Club Náutico Buchardo.

El yate está cargado con provisiones para un año: 400 botellas de leche esterilizada, leche chocolatada, veinte kilos de harina de lentejas, arroz, garbanzo, arvejas, diez kilos de yerba mate, latas de aceite, 80 kilos de corned-beef, manteca salada, chocolate en barras, leche condensada, 70 kilos de papas, 5 de azúcar, frutas confitadas, mermeladas, tabaco para pipa, cigarrilos, cajas de fósforo, galletas, botiquín de primeros auxilios, dosis de vitaminas A, B, C, D y K, glucosa para la falta de calorías y 400 litros de agua.

La idea era seguir por el paralelo 40, llamada también ruta de la muerte, porque quienes lo intentaron perecieron durante la travesía. La primera escala es en Ciudad del Cabo donde ancla 55 días después de la partida. El viaje resultó una pesadilla para Dumas, no por el clima sino porque se le infectó el brazo derecho que lo tuvo inutilizado durante días con fiebre, dolor e incapacidad para maniobrar adecuadamente el velamen.

Permanece en Ciudad del Cabo durante un mes para recuperarse y hacer reparaciones en la nave y el 14 de septiembre parte hacia Nueva Zelanda. La segunda guerra mundial estaba en su apogeo y el Pacífico era una de las zonas más calientes. Pocos meses atrás habían tenido lugar dos batallas marítimas decisivas: la de Midway y la del Mar de Coral, que determinaron la supremacía naval de Estados Unidos sobre Japón. El mar esta infestado de submarinos, barcos y aviones que no ven el velero de Dumas o no le dan importancia. El conflicto le pasa muy cerca sin que él se dé cuenta. Había partido asqueado de la guerra y tratando de escapar de un mundo en llamas. ”Voy en esta época materialista, a realizar una empresa romántica, para ejemplo de la juventud”, había dicho al partir de Buenos Aires.

Llega al puerto de Wellington en Nueva Zelanda después de 104 días de navegación, ya está metido de lleno en la “ruta de la muerte”, que Dumas llama “los cuarenta bramadores”, por los vientos y tormentas que lo caracterizan y que sirvió de título a su libro donde relata el viaje de circunnavegación.

Después de 33 días en Wellington parte hacia Valparaíso. La inmensidad del Océano Pacífico es sobrecogedora para todos los navegantes que lo transitan en veleros. Son muchos días donde se alternan fuertes tormentas, con períodos de una calma exasperante donde ni la más leve brisa infla las velas. Dumas atraviesa por todas esas vicisitudes, incluyendo una noche entre ballenas: “… en el instante de asomarme por la camareta quedo paralizado: me invade, me domina un escalofrío. En el primer momento, no sé si el barco esta sobre una roca. !No El Lehg II está tratando de abrirse camino entre dos ballenas. Al tomar un pequeño impulso, quiere trepar sobre el lomo de una de ellas y luego cae. Los segundos son angustiosos, interminables. … El Lehg II se ha metido en un lío, y espero que se las arregle. No quiero moverme, porque acaso sobresalte a esos dos monstruos. El barco, dócilmente, con una lentitud que aterra, se abre camino por su cuenta y va dejando los obstáculos. Respiro. El corazón torna a su ritmo”.

Finalmente después de 71 días de navegación llega al puerto de Valparaíso habiendo recorrido 5798 millas (9331 kilómetros). En Chile es calurosamente agasajado, hasta por el presidente de la República, que le brinda una cena de honor. El 30 de mayo Dumas zarpa rumbo al cabo de Hornos. El día de la partida varios amigos tratan de disuadirlo y otros lo miran como a la persona que va hacia un destino fatal.

La realidad es peor de lo que él imaginaba, durante el descenso por el mar de Chile, el LEHG II estuvo a punto de zozobrar en varias oportunidades, solo su enorme experiencia y el peso de una quilla de 3500 kilos impidieron que la nave diera una vuelta de campana. Olas gigantes se descargan sobre cubierta y Dumas asfixiado y sin aire se abraza al mástil para no caer al mar. Aterrado ve como lentamente el LEHG II se va recuperando durante un tiempo que le parece interminable hasta ponerse nuevamente horizontal. Cuando puede timonear, vientos helados y granizo le azotan el rostro mientras sus manos insensibilizadas por el frío tratan de controlar el timón. 
Estando en su camarote un violento bandazo le estrella la cabeza contra la pared opuesta, dejándolo inconsciente varios minutos. Al recuperarse ve que sangra profusamente de la nariz porque se le ha roto el tabique.

El peaje que le cobra el cabo de Hornos es muy alto, pero el barco ingresa intacto en aguas del Atlántico y por primera vez Dumas tiene la convicción de que cumplirá su propósito de dar la vuelta al mundo. El clima se torna benévolo y el 7 de julio llega al Puerto de Mar del Plata donde nuevamente lo reciben como el héroe que acometió una misión imposible. 

Las noticias llegan a Buenos Aires donde arriba el 8 de agosto de 1943, después de un año y treinta y seis días. Una multitud de cincuenta mil personas lo recibe.

                           Sello postal de 1968 en homenaje a Vito Dumas

La soledad
Pero había grupos oscuros que se resistían a aceptar su popularidad. La aristocracia náutica del Yacht Club Argentino, no podía aceptar que un navegante con tal proeza realizada, no haya salido del ámbito de su institución. Para gente tan mezquina, Dumas era un representante de la plebe que ni siquiera tenía título secundario y que había osado profanar su feudo convirtiéndose, además, en la figura más popular del momento.

No había forma de atacarlo por ningún ángulo, porque tanto su persona como su trayectoria deportiva eran impecables. Alguno tuvo la ocurrencia de ponerle el rótulo de mufa y sabemos que cuando alguien es marcado con ese baldón, es muy difícil sacárselo de encima. Fue una conspiración rastrera, pero exitosa, que perduró hasta fines del siglo XX. La prohibición de mencionar su nombre se enseñaba, en los cursos de instrucción, junto con los primeros rudimentos náuticos.

Pronto se agregaron los integrantes de la Armada Argentina, exasperados porque el gobierno de Perón en 1949 lo nombró Teniente de Navío de la reserva de la Armada y le ofreció la dirección de una flamante Escuela de Náutica Deportiva. Fue un gesto de reconocimiento, pero también constituyó una provocación de Perón a esa fuerza que lo detestaba. Dumas que de política entendía poco aceptó el cargo y cándidamente cayó en la trampa.

Murió pobre y en soledad el 28 de marzo de 1965. Actualmente hay placas recordatorias, nombres de calles, sellos postales y monumentos a su memoria y en el museo náutico de la Armada en el Tigre, se encuentra en exhibición permanente el LEHG II. He visitado ese museo en varias ocasiones y siempre me detengo a contemplar la nave. Al observarla tan pequeña siento una profunda admiración por su timonel que en soledad, circunnavegó el globo.


                            El LEHG II en el Museo Náutico del Tigre

Hace 50 años moría Vito Dumas, el navegante solitario. Deportes Télam, 28/03/2015. http://deportes.telam.com.ar/notas/201503/99619-hace-50-anos-moria-vito-dumas-el-navegante-solitario.html
Marina Garber. A través de los mares imposibles. El Arca 52. http://www.elarcaimpresa.com.ar/elarca.com.ar/elarca52/notas/dumas.htm
Vito Dumas. Los Cuarenta Bramadores. Editorial Juventud.


sábado, 24 de junio de 2017

CIEN METROS

Cuando la fuerza de voluntad supera la incapacidad física

Ramón Arroyo es un madrileño de 45 años de edad que tiene dos hijos de su matrimonio con Imna. Su aspecto físico es excelente y tiene la configuración de un atleta, como resultado de una intensa actividad deportiva, y si bien le agrada el deporte no es fanático como para justificar una práctica de varias horas diarias durante 6 días a la semana.


Es que detrás de esa imagen que rebosa salud, padece esclerosis múltiple (EM), una enfermedad autoinmune donde las vainas de mielina que forman la cubierta protectora de los nervios, se destruyen en distintos niveles del sistema nervioso produciendo trastornos motores y sensitivos. Esta afección evoluciona por brotes, cuya aparición y duración es impredecible.

El mundo de felicidad y estabilidad laboral de Ramón empezó a derrumbarse hace 14 años en forma muy sutil, y esta es una característica de la EM. Estando de vacaciones en el mar, el cigarrillo se le cayó de la mano. En ese instante no le dio importancia, pero el fenómeno volvió a repetirse. 

Días después notó disminución de fuerza en las manos y en una pierna, si tomaba un objeto sabía lo que era porque lo estaba viendo, de lo contrario no podía identificarlo por la pérdida de estereognosia (capacidad de identificar por el tacto las características de un objeto).

El cuadro clínico era lo suficientemente claro como para establecer el diagnóstico de EM, que le fue confirmada mediante estudios especiales de laboratorio. Los primeros médicos no fueron contemplativos y la empatía no formaba parte de sus virtudes. Uno le dijo que su enfermedad era incurable, lo cual era cierto, pero no le ofreció ninguna herramienta farmacológica o de estilo de vida que pudiera retardar la evolución y mejorar los síntomas. 

Cuando le preguntó a otro médico si el ejercicio físico podría servir, éste le sentenció que no llegaría a caminar cien metros. ¡Cien metros!, las palabras le martillaban la mente mientras se alejaba del consultorio, cien metros era la distancia desde la puerta de su casa hasta la parada del ómnibus.

Ramón entró en un pozo depresivo, siguió fumando y empezó a engordar hasta transformarse en un obeso de 115 kilos. Ocultó la enfermedad en el trabajo y pudo mantener su cargo. A su novia Imna le contó lo que padecía y ella se transformó en un apoyo invalorable, pero él no reaccionaba ni cumplía adecuadamente con la medicación.

Así pasaron cuatro años hasta que nació su primer hijo, y cuando trató de levantarlo de la cuna, no pudo. Ese instante cambió su vida, llegó a la conclusión de que así como no había escogido tener EM, tampoco su hijo había elegido tener un padre deprimido e inútil.

Ramón se propuso demostrar que el médico estaba equivocado, abandonó el cigarrillo, compró una bicicleta ergométrica y empezó a pedalear. Una mañana, leyó un cartel en la puerta de su casa que decía: “Autobús a 100 m”. Recordó las palabras del médico y se propuso caminar los cien metros y otro tanto de regreso. Paulatinamente fue aumentando la distancia y recorrió un kilómetro, después cinco y empezó a participar en carreras populares. Al término de un año había perdido 30 kilos.

Buscando en internet encontró que había una categoría de triatlón para personas con EM. El triatlón es un deporte olímpico que consiste en realizar tres disciplinas: natación (1500 metros), ciclismo (40 kilómetros) y carrera a pie (10 kilómetros), en ese orden y sin interrupción entre las pruebas. Aumentó su entrenamiento hasta cubrir entre 6 y 8 horas diarias, distribuidas en bicicleta, natación y carrera, actividades que realizó seis días por semana.

Ramón dice que para realizar los ejercicios, además del esfuerzo físico tiene que tener la suficiente concentración mental para continuamente darle las órdenes a sus extremidades. La enfermedad le obliga a pensar los movimientos, que son automáticos para cualquier persona.

No se conformó con haber participado exitosamente en la prueba y se preparó para la IM4EM, (Ironman 4 para EM), que podría considerarse como un super triatlón ya que las distancias son: natación 3,8 kilómetros, ciclismo 180 kilómetros y carrera 42 kilómetros. La competencia se dio en Barcelona y Ramón partió a la madrugada, cuando apenas despuntaba el día, junto con decenas de atletas que como él padecían EM.

A la noche cuando faltaban pocos metros para llegar al término de la prueba, se le unieron Imna con sus dos hijos y los cuatro de la mano sonrientes y emocionados cruzaron la meta.


Ramón con su mujer e hijos que se le reunieron al llegar a la meta del IM4EM

Ramón lleva más de 3 años sin nuevos brotes gracias a la medicación, el ejercicio y el enfoque positivo que le dio a su vida. Siempre insiste que no está solo, que con su mujer y sus hijos forma un equipo y este es un aspecto muy importante ya que en el tratamiento de la EM la cohesión y el apoyo familiar son fundamentales. 

Ha escrito su autobiografía, da conferencias para pacientes con EM y recientemente se filmó una película sobre su vida.
En una entrevista dice: “No propongo que cada persona haga un Ironman. Un Ironman es una distancia. Propongo que cada uno se plantee su propio reto.”

Lejos, muy lejos quedó la advertencia de aquel médico que lo había condenado a caminar solo cien metros.

Bibliografía

-        Cristina G. Lucio. Ramón Arroyo: 'Todos tenemos una esclerosis múltiple particular'. El Mundo 4/11/2016.

-        Javier Ocaña. Lágrimas a la americana. El País, 03/11/2016.

-        Informe Robinson. El Reto de Ramón. https://www.youtube.com/watch?v=NbhWXiGQYsw, 02/11/2015




sábado, 17 de junio de 2017

EL AUDAZ ORSON WELLES


                                            Orson Welles (1915-1985)

No se puede hablar de historia del cine y obviar la figura de Orson Welles, personaje emblemático que revolucionó la técnica del séptimo arte. Esto se debió tanto a su talento, como a su intrepidez para lanzarse hacia aventuras riesgosas, a veces temerarias, convencido de que estaba en la senda correcta. Una anécdota basta para mostrar su actitud desafiante. Al morir su padre en 1931, Welles heredó una pequeña fortuna y la usó para recorrer Europa. En su paso por Irlanda se detuvo ante el Gate Theater de Dublin y logró entrevistar al administrador a quien le informó que él era una estrella en Broadway, cuando la realidad era que jamás había actuado. Su capacidad de convicción hizo que le dieran un papel en la obra que estaba a punto de estrenarse. Entonces solo tenía 16 años.

Welles fue el primero que unificó en su persona los papeles de actor, director, guionista y productor. Décadas más tarde otros, como Woody Allen, lo imitarían. Si bien se destacó organizando excelentes obras de teatro, y varias películas de primer nivel, los dos puntos de inflexión más importantes de su vida y por los cuales será siempre recordado son: la transmisión radial de La guerra de los mundos, y su obra cumbre: El ciudadano Kane.

La guerra de los mundos
Hoy se sabe que Marte carece de vida, excepto quizás por la presencia de microorganismos que aún no han sido detectados por las diversas sondas, que lanzadas por la NASA, hurgaron su superficie. Pero en 1938, si bien el planeta se veía mucho mejor que cuando lo observó Galileo, los científicos no estaban en condiciones de determinar, si había o no, la existencia de alguna especie de vida.

La extraordinaria novela distópica La Guerra de los Mundos, de George Wells, publicada en 1898, seguía presente en el ideario de la gente. Ese año además, mostraba una Europa en crisis y se cernía la sombra de una nueva conflagración bélica que podía ser, y lo fue; igual o peor que la Gran Guerra de 1914-1917. Por lo tanto, el ánimo de la población era susceptible de reaccionar en forma descontrolada y sorprendente ante noticias estilo catástrofe.

El 30 de octubre de 1938 Welles, quien por entonces tenía 23 años, realizó en su programa radial Mercury Theatre on the Air, una adaptación de la novela de Wells en la que describió una invasión marciana en el estado de New Jersey.

Los días anteriores durante los ensayos, tanto los productores, como el guionista y el personal participante, consideraron que la idea de transmitir La Guerra de los Mundos, había sido una elección mediocre que no despertaría el interés de la audiencia.



Orson Welles trasmitiendo por radio la adaptación de la Guerra de los Mundos

Debido a que no había tiempo para reemplazarla por otro argumento se decidió seguir adelante. Welles con su profunda voz de barítono fue el locutor central y le confirió a la transmisión un fuerte realismo ya que participaron cerca de 10 asistentes. Estos remedaron las voces de bomberos dando órdenes, gritos y exclamaciones de gente aterrada, abundaron los efectos sonoros como el ulular de sirenas de ambulancias trasladando personas con cuadros de pánico o desmayadas y se incluyeron entrevistas de movileros a gente que huía aterrada.

Si Welles y su equipo trabajaron frenéticamente para crear una escena lo más auténtica posible, ni remotamente imaginaron el impacto que generaría sobre la población. Se produjo una histeria colectiva con estampidas masivas, personas atropelladas, choques de vehículos, algunos fallecidos de paro cardíaco y unos cuantos indignados por haber sido engañados en esa forma y que le hubieran pegado a Welles un balazo en la cabeza de haberlo tenido a mano.

               La primera plana de los diarios informó del pánico desatado

La transmisión fue a la noche y Welles se fue a dormir a su casa ignorante de la repercusión de su programa. Al día siguiente cuando hojeó los diarios matutinos vio que su nombre y su rostro estaban en tapa de todos los periódicos de costa a costa. Esta vez fue Welles quien entró en pánico e imaginó oscuras escenas de un futuro inmediato que incluían juicios, donde debería pagar cuantiosas sumas, o directamente terminar entre rejas.

En el edifico de la CBS lo esperaba un enjambre de periodistas que lo acosaron a preguntas, entre flashes y cámaras de filmación. Welles solo atinaba a repetir que no podía imaginar que el público reaccionara de semejante manera ante un relato totalmente irreal.

La transmisión de La Guerra de los Mundos no solo figura como un episodio sobresaliente en la historia de la radiofonía mundial, sino que sigue siendo tema de debate sobre la psicología del comportamiento de masas, el poder de persuasión de los medios y hasta la ingenuidad de la sociedad norteamericana. En lugar de acabar con su carrera, aquella programación catapultó a Welles al mundo de Hollywood, donde pronto produjo, lo que algunos consideran la mejor película de todos los tiempos: El ciudadano Kane (Citizen Kane).

El Ciudadano Kane
En esta filmación Welles volcó todo su talento introduciendo ideas nuevas en la técnica cinematográfica. En forma permanente realizó innovaciones con la cámara y para ello empleó lentes gran angulares con los que expandió el campo de filmación y la técnica del deep focus o profundidad de campo, utilizando mucha iluminación y una pequeña apertura. De esta manera, los primeros planos, los intermedios y los alejados, conservaban la misma nitidez.

                                   Afiche de la película
Realizó tomas con la cámara en diversos ángulos y en ocasiones hacía cavar fosas para que la inagen saliera desde el piso. Es probable que para esta innovación se inspiró en otro genio de la técnica cinematográfica: la alemana Leni Riefensthal quien la utilizó en los juegos olímpicos de Berlin de 1938. Hacer click aquí para ver Elgenio diabólico de Leni Riefenstha

Otra creatividad fue el flashback o “escena retrospectiva” donde saltaba del presente al pasado y que a partir de entonces fue utilizada por la mayoría de los directores en todo el mundo. Se avisa al espectador del cambio volviendo borrosa la figura y en el cine color, se pasa al blanco y negro. Actualmente, se omiten esos artilugios, pero fue Welles el iniciador de la escena retrospectiva.

El ciudadano Kane fue una producción revolucionaria por el empleo de los recursos fotográficos mencionados y para lograrlo Welles llevó a California su propia compañía teatral, el Mercury Theatre. Sometió a Hollywood a la insólita prueba de una película sin ningún tipo de controles burocráticos, con actores desconocidos y donde él con solo 26 años fue director, guionista y actor. Tal vez ninguna otra película haya influido tanto ni despertado tantas vocaciones para el cine.

El argumento es original y estaba basado en personajes y hechos de candente actualidad social y política, donde dejó al desnudo, el poder y la falta de escrúpulos de William Randolph Hearst, dueño y señor de una gran cadena de periódicos y estaciones de radio, a semejanza de nuestra versión local: el mafioso señor Héctor Magnetto del monopolio Clarín. 

Hearst manipuló a la opinión pública y a la política de Estados Unidos en cuestiones tan trascendentales como forzar la guerra contra España, porque vislumbraba un aumento de circulación de sus diarios. Cargaba además con el estigma de simpatizar con el nazismo.



                    William Randolph Hearst (1863-1951)

La película comienza con un Kane anciano sentado en el sofá quien antes de morir dice “rosebud” mientras de su mano se desprende una bola de cristal que se estrella contra el piso. Todo se sabía sobre el magnate, menos el significado de la palabra “rosebud” y un periodista que en la película es el actor William Alland, se propone descifrar ese misterio y comienza a hurgar en la vida de Kane. Esto dio pie al empleo repetido del flashback que Welles manejó genialmente.

Gran parte de la película se desarrolla sobre la relación de Hearst con la joven actriz Marion Davis que en 1917 se transformó en su esposa. Para demostrarle su amor el magnate le dio todo su apoyo y poder, intentando convertirla en la mayor estrella de Hollywood. Con ese fin creó la compañía Cosmopolitan Pictures y puso su cadena de diarios y de radios a la tarea de promocionar a Davis. 

Lamentablemente la muchacha carecía de talento y nunca llegó a sobresalir. En la película Welles la presenta como una cantante de ópera donde Kane, contrata a los mejores profesores quienes pese a sus esfuerzos no logran sacarle una voz medianamente aceptable.


                                                  Escena de El ciudadano

Ya antes de su estreno, El ciudadano Kane puso al rojo vivo los ánimos. De los violentos ataques de la prensa de Hearst, se pasó a un silencio en las reseñas y en la publicidad, que perjudicó fuertemente la taquilla. Una columnista de espectáculos de la cadena del magnate, se encargó de atacar la película sistemáticamente. El propio Hearst ofreció a la compañía productora de cine RKO, pagarle una jugosa suma si le entregaba el negativo y todas las copias para destruirlas. La empresa tuvo la grandeza de negarse y gracias a esa decisión, seguimos gozando de esta obra de arte.

Vincent Canby. Orson Welles began an ongoing revolution. The New York Times 20/10/1985.
Tom Robey. Five ways Orson Welles changed cinema. The Telegraph 07/07/2015.
Brad Schwartz. The Infamous "War of the Worlds" Radio Broadcast Was a Magnificent Fluke. Snithsonian.com. 06/05/2015. http://www.smithsonianmag.com/history/infamous-war-worlds-radio-broadcast-was-magnificent-fluke-180955180/?no-ist
Read more: http://www.smithsonianmag.com/history/infamous-war-worlds-radio-broadcast-was-magnificent-fluke-180955180/#2YulpacpM8QsrCTg.99
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Luis Albarto Álvarez. 50 años de El Ciudadano Kane de Orson Welles: una obra maestra del cine mundial. Banco de la República Actividad Cultural. http://www.banrepcultural.org/node/32412.


sábado, 10 de junio de 2017

MADAME LYNCH

Elizabeth (Elisa) Alicia Lynch nació y vivió su infancia en la ciudad de Cork en Irlanda donde su familia, con veleidades de nobleza, la proveyó de una excelente educación, pese a la paupérrima situación que vivía el país bajo el dominio inglés. A la edad de 15 años, emergió del pequeño entorno en que vivía gracias a las relaciones del comodoro Crook, un pariente político de la joven, que la llevó a Londres.

                                 Elizabeth (Elisa) Lynch (1833-1886).

Allí participó en un baile de gala del Almirantazgo inglés, la institución naval más poderosa del planeta. En las grandes salas se cruzaban embajadores, ministros, políticos y destacados hombres de negocios. Aunque Elisa aún lo ignoraba, acababa de ingresar en forma definitiva en el gran mundo de la alta sociedad europea.

Durante la reunión se le acercó un hombre de unos 40 años, quien se presentó como el doctor Javier de Quatrefages del Ejército francés y le confesó que estaba fascinado por su belleza. De esa reunión surgió una relación que terminó en matrimonio cuando ella tenía solo 15 años. Se instalaron en París, pero como Quatrefages no había registrado su casamiento en Francia, ante la sociedad francesa y para la historia, ella pasó a ser conocida como Madame Lynch.
                     Elisa a la edad de 20 años en París

Por razones de trabajo se trasladaron a Argel donde el esposo le consiguió a Elisa un puesto en la enfermería del hospital. Esta experiencia sería muy valiosa y la aplicaría años más tarde sobre los heridos de guerra durante el conflicto de la Triple Alianza. En las horas libres le gustaba hacer salidas a caballo montando a horcajadas como los hombres, un estilo que había introducido George Sand en París y que escandalizaba a las francesas que se hallaban en Argel.

Quatrefages carecía de la vitalidad que Elisa reclamaba tanto en la cama como en la vida cotidiana y la relación con su esposo se fue enfriando lentamente. Por entonces ocurrió un episodio que seguramente contribuyó a la separación definitiva. Su belleza atraía a los hombres como las moscas a la miel y dos de sus admiradores, el coronel D’Aubry del ejército francés y el oficial ruso Mikail Alexandrovich Meden, se la disputaron entablando un duelo de pistola donde el francés quedó gravemente herido y falleció pocos días después. Los rumores convergieron en la persona de “la inglesa que monta con las piernas a los costados del caballo” y este episodio, más el distanciamiento que ya tenía con Quatrefages, culminó en una separación amistosa, facilitada por la ausencia de hijos.

Elisa regresó a París y estando en una reunión social escuchó un vozarrón que la saludaba, giró la cabeza y encontró la gigantesca figura de Mikail quién le sonreía a través de sus negros y espesos bigotes. Si en el corazón de ella, todavía quedaba algún rastro de lazo sentimental hacia Quatrefages, éste se terminó de romper esa noche en que se inició un romance apasionado donde ambos recorrieron los mejores hoteles de Europa, hasta que estalló la guerra de Crimea y Mikail tuvo que regresar a Moscú.

Sin embargo, estaba próximo a surgir la persona que marcaría su futuro para siempre. Ese hombre se llamaba Francisco Solano López, Ministro Plenipotenciario de la República de Paraguay.


                       Mariscal Francisco Solano López (1827-1870).

Antes de continuar con la historia de Elisa, es preciso que haga una referencia sobre la situación de ese país durante la primera mitad del siglo XIX. Mientras Brasil todavía tenía esclavitud, Uruguay comenzaba a desperezarse y Argentina vivía una verdadera anarquía por el conflicto entre Buenos Aires y las provincias, Paraguay se había transformado en la nación más desarrollada de América del Sur. Fue la primera en tener altos hornos y líneas ferroviarias. Poseía una industria pujante, de sus astilleros se botaban buques de mediano porte que surcaban las aguas del Paraná y comerciaban con el mundo. 

No tenía casi analfabetos y un dato no menos importante es que carecía de deuda externa, no solo no estaba comprometido con la red financiera internacional centrada en Londres, sino que otorgó préstamos a varios países. En Europa, Paraguay era considerada una nación solvente y respetada.

Este notable crecimiento de un territorio, que ni siquiera tenía acceso al mar, fue el resultado de los gobiernos de José Gaspar Rodríguez de Francia y su sobrino Carlos Antonio López, el padre de Francisco, quienes durante 46 años condujeron con mano férrea los intereses de la nación. Ambos eran dictadores, pero a diferencia de la versión cipaya uniformada que tuvimos en Argentina, ellos trabajaron para el engrandecimiento de su país.

Cuando Solano López conoció a Elisa en un baile en las Tullerías, estaba firmando acuerdos económicos con los países europeos y tratados sobre la incorporación de ingenieros y científicos para el desarrollo industrial de Paraguay y fundamentalmente, la compra de material bélico para transformar a su país en la primera potencia bélica de América del Sur. Existen evidencias que durante esas transacciones jamás aceptó comisiones “por debajo de la mesa”.

Elisa y Solano López se sintieron de inmediato mutuamente atraídos. Él era un hombre elegante y culto, manejaba el francés correctamente y además tenía muchísimo dinero como para pasearla por los mejores restaurantes, teatros y salones de París y ocasionalmente, cuando el protocolo lo permitía, ella lo acompañaba a los encuentros que tenía con las más altas autoridades de Europa. Entre estas figuraba el emperador Napoleón III, la reina Victoria y el rey Vittorio Emanuele de Italia. Todos deseaban tener buenas relaciones con el representante de un país en pujante crecimiento. Durante el tiempo que vivieron juntos, ella quedó embarazada y con esto quedó roto el último lazo que la ligaba a Francia.

En las damas paraguayas, la llegada de esta rubia llamativa, de grandes ojos azules, vestida a la última moda parisiense, produjo sentimientos encontrados. Un sector importante de la sociedad la consideraba una cortesana y una oportunista, el término “yegua”, aún no existía, habría que esperar 150 años más. En cambio en la clase media y en el pueblo era respetada y admirada por dar muestras de una gran libertad, y exhibiendo como un desafío su cultura, su dominio de varios idiomas y su intuición política. Mientras la sociedad de Asunción estaba plagada de hábitos madrileños y rígidos códigos de moral formal, Elisa irrumpió avasallante trayendo todas las costumbres avanzadas de París. Los once años de paz que vivió junto a Solano López, fueron seguramente los más felices de su vida y durante ese período le dio 6 hijos.
Fuera del Paraguay existía un periódico que detestaba a esta pareja, fiel a su filosofía liberal, con la cual fue coherente a todo lo largo de su trayectoria, el diario La Nación, no soportaba la existencia de un presidente popular y progresista que ejercía una economía basada en fomentar el desarrollo industrial, limitando la importación de productos manufacturados que pudieran competir con la producción local. El periódico de Bartolomé Mitre, utilizaba los términos “déspota” y “tirano”, para referirse a Solano López y a Elisa la consideraba una frívola que dilapidaba el dinero en joyas y costosos vestidos. Nunca resaltó los logros realizados durante su presidencia. Sin duda alguna La Nación influenció en la sociedad porteña para que le tomara aversión al gobierno paraguayo y contribuyó a generar el ambiente de hostilidad que sería en parte el caldo de cultivo de la guerra.

Guerra de la Triple Alianza
La Guerra de la Triple Alianza, uno de los episodios menos memorables de nuestra historia, fue el resultado de la intransigencia, ceguera e incapacidad de negociar y zanjar desavenencias y malentendidos de todos los participantes. Ninguno de los responsables de los tres gobiernos imaginó las consecuencias devastadoras que pudieron ser evitadas a través de la vía diplomática. Comencemos diciendo que no fue un enfrentamiento entre Paraguay y Argentina sino entre aquella nación y la burguesía porteña de Buenos Aires. El resto del país se mantuvo indiferente y en algunas provincias como Santa Fe y Corrientes, el desacuerdo con la guerra fue notorio y se resistieron a enviar soldados.

El gobierno argentino ya miraba con malos ojos y desconfianza al presidente paraguayo, los porteños se habían olvidado que gracias a la intermediación de Solano López se llegó a un cese de hostilidades entre Buenos Aires y las provincias mediante el Pacto de San José de Flores firmado el 11 de noviembre de 1859, cuando él todavía era ministro plenipotenciario. Pacto que un tiempo después sería violado por la propia Buenos Aires.

Como el presente relato se refiere a Madame Lynch y debido a que la Guerra de la Triple Alianza ofrece suficiente material para escribir un libro, haré un esfuerzo de síntesis para describir este conflicto.

Si bien ocurrieron escaramuzas, pretensiones territoriales y desplantes diplomáticos, previamente ya existía entre las partes una gran desconfianza. Cuando Brasil envió fuerzas que penetraron en Uruguay para respaldar a terratenientes brasileños que se quejaban de los altos impuestos que estaban pagando, Solano López, ahora devenido en Mariscal, consideró la maniobra como casus belli. Su criterio no era desacertado porque Uruguay en manos de Brasil podía constituirse en un tapón para las naves paraguayas en su comercio con el mundo. Mitre debió haber exigido, o al menos sugerido al gobierno de Río de Janeiro que se retirara de territorio uruguayo, en su lugar adoptó una pasividad total.

La diplomacia no era el fuerte de Solano López, carecía de los principales atributos que la componen: persuasión, pragmatismo, oportunidad y sensatez. En lugar de negociar, le declaró la guerra a Brasil, y pudiendo hacer pasar su ejército a través de Misiones que era un territorio indefinido, le pidió autorización al gobierno de Buenos Aires para atravesar por Corrientes e invadir Brasil. O el Mariscal no tenía asesores esclarecidos o no los escuchó. Era obvio que el presidente Mitre denegaría la autorización, de hacerlo, entraba en conflicto con Brasil.

Solano López, ante la negativa y en un verdadero desatino, el 29 de marzo de 1865 le declaró oficialmente la guerra a la Argentina e invadió Corrientes. Si bien Paraguay tenía el mejor ejército, no podía nunca salir victorioso de una contienda contra las dos naciones más grandes de América del Sur. Mitre creyendo que sería un conflicto breve convocó a la ciudadanía mediante una arenga que pasó a la historia: “En veinticuatro horas en los cuarteles. En tres semanas en la frontera. ¡En tres meses en Asunción!”. Pero la guerra duró 5 años, gran parte de la juventud de Brasil y de Buenos Aires, murió en la contienda a la que hubo que agregar las sucesivas epidemias de cólera en las zonas de combate. 

Terminada la guerra, un nuevo castigo le esperaba a Buenos Aires, una epidemia de fiebre amarilla, traída a su regreso por los combatientes, diezmó gran parte de la población. Las economías de Argentina y de Brasil quedaron en bancarrota.


Cándido López. Batalla de Curupayty. Fue el desastre más grande que sufrió la Triple Alianza, después del cual, el general Bartolomé Mitre, que entre los generales y almirantes de las tres fuerzas, era el estratega más mediocre, se retiró del conflicto.

Durante la guerra, Elisa asumió el cargo de Mariscala y con uniforme militar recorría las fortalezas de Curupayty, Humaitá y las zonas de combate, atendiendo a los heridos con los conocimientos que había adquirido en Argelia. Los paraguayos pelearon junto a Solano López hasta que no quedaron más que niños y mujeres. El que otrora fuera el país más floreciente de América del Sur fue totalmente destruido y nunca más pudo recuperarse.

Sin embargo, como en toda guerra, estaban los que sin luchar se beneficiaron: fueron los terratenientes de la pampa húmeda que le vendieron ganado y trigo a los ejércitos de la Triple Alianza a un precio como si fuera el enemigo y no sus compatriotas. A sus bolsillos fueron a parar los préstamos que Argentina solicitó a Londres. En cuanto al tratado de paz, fue leonino y denunciado hasta por gobiernos extranjeros. Salvo el diario La Nación, que lo aprobó sin reservas, el resto del mundo lo consideró ignominioso.

Los ejércitos de la Triple Alianza ingresaron en Asunción el 5 de enero de 1869, al son de clarines y tambores y pronto se dedicaron a realizar un verdadero saqueo en la ciudad. Uno de los primeros actos del Gobierno Provisorio fue decretar fuera de la ley “al desnaturalizado paraguayo Francisco Solano López…como asesino de su patria y enemigo del género humano”. Al Mariscal le quedaban dos opciones: suicidarse o morir luchando. Si se entregaba lo matarían inmediatamente, o peor aún corría el riesgo de ser paseado semidesnudo y con un bonete por las calles de Buenos Aires o de Río de Janeiro, encadenado como una bestia peligrosa.

Siguiendo a su jefe, los habitantes que quedaban y el resto de las fuerzas paraguayas iniciaron un largo exilio hacia el norte. Elisa no se despegó de su compañero, a lo largo de todo el conflicto y durante el éxodo recorría a caballo junto a su hijo Panchito la extensa columna formada por soldados en harapos, heridos transportados en carretas, mujeres, niños y ancianos, todos agotados, flacos y sin fuerzas. La escena semejaba una doliente caravana de espectros.

Esta etapa de lento desplazamiento y continuos enfrentamientos contra las avanzadas enemigas duró un año, hasta que el primero de marzo de 1870 en Cerro Corá a 400 kilómetros al norte de Asunción, Solano López, lanceado y con múltiples heridas murió peleando contra una partida de soldados brasileros. Ese día también terminó la guerra.

Última imagen del Mariscal Solano López tomada pocas semanas antes de su muerte. Se percibe en su rostro el cansancio y desaliento que lo embargaba.

Elisa se salvó de ser violada, golpeada y probablemente asesinada, gracias a que extrajo de su ropa un banderín inglés que siempre llevaba consigo y lo agitó ante la turba de soldados gritando que era ciudadana inglesa.

A duras penas logró embarcarse para Buenos Aires vía Inglaterra con sus cinco hijos, el mayor apodado “Panchito”, había muerto tratando de defender a su madre cuando intentaron violarla. Llevaba consigo muchas joyas y piedras preciosas y seis lingotes de oro. En Paraguay poseía numerosos inmuebles y grandes extensiones de tierra.

En los puertos en que paraba: Buenos Aires, Río de Janeiro y Lisboa, nubes de periodistas y curiosos se acercaban al barco para conocer a la famosa Madame Lynch, y como la prensa de esos países fue demoledora con su imagen, no escasearon los insultos, los gestos y las miradas furiosas.

Desde Londres Elisa se trasladó a París, pero la ciudad no era la misma que había dejado veinte años atrás. Francia había perdido la guerra francoprusiana, Napoleón III fue derrocado y el ambiente era de pesimismo y depresión.

Pasó gran parte de su vida restante litigando para recuperar sus posesiones en Paraguay y de esta forma fue empeñando sus joyas. Con la salud muy deteriorada, la muerte la sorprendió en la pobreza a la edad de 53 años.

Alicia Dujovne Ortiz. Bella, feroz y aguerrida: Eliza Lynch, la dueña del Paraguay. La Nación, 28,02,2014.

Fernando Baptista. Madame Lynch. EMECÉ Editores, Buenos Aires 1987.
Felipe Pigna. Los mitos de la historia argentina. Tomo 2. Planeta 2005.
López, Francisco Solano. Encyclopaedia Britannica. Tomo 7 1995, Chicago.