miércoles, 30 de marzo de 2011

Clarín, los políticos y la libertad de prensa

El monopolio Clarín

Caminan en fila india por los pasillos del Congreso, se desplazan mansamente igual que los equinos detrás del tan tan de la campana de la yegua madrina. La yegua madrina es el monopolio Clarín y ellos son la oposición. Carentes de proyectos, de personalidad y angustiados ante la incapacidad de reaccionar ante el avance monolítico e imparable de la Presidenta, van todos como la hacienda baguala al jaguel en la seca, en busca de los micrófonos de los medios para expresar en distintos términos más o menos lo mismo. Se ha mancillado, violado, atacado, cercenado (pónganle el adjetivo que más les guste) el derecho a la libertad de prensa.
Toda esta reacción es porque obreros que desde 2004 vienen luchando por sus derechos, agotados y empobrecidos, decidieron bloquear la distribución del diario por un día.
Llama la atención que estos políticos ni pestañearon cuando Clarín no cumplió con la ley antimonopolio, ni la distribución de la grilla, ni deja salir dos canales que no le son incondicionales. Hace pocos días en Misiones, un programa político que convocaba a todas las fuerzas tenía que renovar el contrato del Programa Debate sobre el Futuro. Su director observó con sorpresa que la última cláusula le prohibía criticar cualquier medio o periodista de Clarín. Se negó a firmarlo porque lo consideró una medida antidemocrática y que atentaba a la libertad de expresión y entonces, Cablevisión que depende del grupo Clarín, le levantó el programa. Ningún espectro de la oposición manifestó sorpresa y menos indignación.
Todas las fuerzas políticas de Misiones protestaron contra la medida, Proyecto Sur, la Coalición, el PRO, el FPV y los radicales. Sin embargo, las cabezas de esos partidos en Buenos Aires, siguieron las directivas de Clarín.
Un ejemplo lamentable es el de Ricardo Alfonsín quién se incorporó a la mansa columna de obsecuentes de Magneto y peor aún, no defendió ni apoyó al representante radical que en Chubut denunció el fraude de Das Neves.
Hipótesis de comportamiento 1) Alfonsín es perfectamente consciente de la situación con Clarín, pero lo necesita de su lado para las elecciones.
Hipótesis 2)  Alfonsín es perfectamente consciente de la situación en Chubut, pero prefiere que gane Das Neves para sacarle fuerza al gobierno.
Hipótesis 3) 1 y 2 son válidas.
Cito a Alfonsín porque representa al partido político más antiguo y que en una época solía tener hombres de envergadura. Nos encontramos, sin embargo con un patético remedo de su padre al cual quiere copiar hasta en la vestimenta, pero no le da el pignet ¿Qué les pasó radicales?

lunes, 28 de marzo de 2011

Libertad de prensa



Un grupo de trabajadores del diario Clarín, hartos de maltrato, de no ser escuchados, de ser perseguidos incluso con cámaras en las áreas donde trabajan y de negárseles todo tipo de actividad gremial, bloquearon la distribución del “Gran Diario Argentino” como se autotitula Clarín.
Clarín aúlla mientras La Nación se queja amargamente de la obstrucción y amenaza a la libertad de prensa. Para ello convocó a varias de sus plumas favoritas que inician sus columna con títulos catástrofe: “Un país que camina hacia el autoritarismo” de Joaquín Morales Solá, “Todos los derechos están en riesgo”, de Julio María Sanguinetti, “Inquina contra la libertad de prensa”, Beatriz Sarlo y por supuesto, la editorial del diario “Gravísimo e impune ataque a la libertad de prensa”. Esto va a seguir varios días más con el apoyo de los periodistas de los canales de Clarín.
La libertad de prensa reina en la Argentina en forma absoluta y es oosceno decir que esté afectada por un hecho puntual donde los trabajadores defienden sus derechos. La Nación se queja de que el gobierno no mandó la policía a reprimir. ¿Cuando desde el año 2003 hasta la fecha el gobierno reprimió un piquete? Menos lo va a implementar para favorecer a Clarín.
El diario Clarín mientras tanto, ha venido violando sistemáticamente las leyes aprobadas por el Congreso, principalmente la de antimonopolio que no la cumplió. Tampoco cumplió la redistribución de la grilla y a esto debemos agregar el hecho gravísimo de la forma en que Clarín se apoderó de Papel Prensa y que su dueña Ernestina de Noble y Magneto están bajo sospecha de apoderarse de dos hijos de desaparecidos. Aun no se pudo comprobar esto último por la sencilla razón que desde hace 10 años los abogados de Ernestina vienen obstaculizando todas las medidas adoptadas por distintos jueces para que se investigue a sus hijos “adoptivos”.
Si los médicos de un hospital declaran el paro y no atienden los pacientes como ocurrió en otras oportunidades, ¿no es acaso más grave que la suspensión por un día de la distribución del diario, que por otra parte se ha convertido en un pasquín político desinformante? Para Clarín, la huelga médica merecería unas pocas líneas en páginas interiores. Aquí se desató una histeria del monopolio mediático, con la SIP y ADEPA, respaldándolos, entidades conformadas por los propios dueños de los monopolios.
La Nación y Clarín que ahora cacarean sobre la libertad de prensa durante los años negros de la dictadura, callaron y la apoyaron. A ellos no los cerraron porque eran funcionales al proceso.
Estamos en un año de elecciones, la oposición está desorientada, dividida y sin proyectos. La prensa monopólica es la única carta que le queda a los intereses afectados para atacar diariamente al gobierno, distorsionando, ocultando y magnificando la información.
De todas maneras, creo que si bien la medida de los trabajadores es justa, política y tácticamente es inconveniente, porque la caja de resonancia la tiene el monopolio mediático no ellos.
En su columna Beatriz Sarlo relata ingenuamente la siguiente anécdota: “Me acerqué al kiosco y escuché que decían “Estamos peor que nunca” Dije lo que digo siempre en ese caso: "Peor estábamos con la dictadura militar". Mis interlocutores me miraron como si yo fuera marciana: "¿No sabe que no salió Clarín?". Lamentablemente, para un sector de la población de mentalidad fascista, que no salga el diario Clarín un día, es peor que los treinta mil desaparecidos, la rifa de la industria nacional, el corralito y la mordaza, persecución y desaparición de muchos periodistas que durante esos años intentaron expresarse con cierta libertad.

sábado, 26 de marzo de 2011

Ecos del 24




Alicia y yo hemos asistido fácilmente a más de 20 actos recordando la sangrienta fecha del 24 de marzo de 1976. Cada vez hay más gente y creo que en esta ocasión superaron holgadamente las 200.000 personas. Asimismo, crece exponencialmente el número de adolescentes que se unió al acto sin conocer en vida las atrocidades del proceso. Se evidencia una juventud pujante cada vez más participativa en la política.
No hubo un solo incidente, lo cual le quitó espacio a las columnas de La Nación y Clarín que no pudieron regodearse en ese aspecto. Lo compensaron diciendo que el kirchnerismo hizo una pegatina de carteles denostando a periodistas que fueron cómplices del proceso y por supuesto agregando toda la parafrenalia que agitan en estas ocasiones sobre “ataques” a la libertad de prensa. No comparto esta pegada de carteles, aunque se lo tenían bien merecido, que fue organizada por una entidad llamada La Poderosa, afín al oficialismo. El gobierno no puede controlar todo, teniendo en cuenta las docenas de movimientos que participaron el 24 y por lo tanto, su responsabilidad en la pintoresca pegatina es nula.
¿Vieron lo que dijo Buzzi, el líder de la Federación Agraria?, refiriéndose a la Sociedad Rural manifestó: “Ellos pusieron los funcionarios, nosotros los exiliados y los muertos”. ¡Qué sapo para Hugo Biolcatti, y que lejana está la imagen donde se los veía juntos en la Mesa de Enlace! Buzzi parece haber tomado conciencia que compartir el mismo hábitat con los dirigentes de la Sociedad Rural esfuma su imagen de representante del mediano y pequeño productor.

Eduardo Galeano recibe el Doctorado Honoris Causa

Eduardo Galeano, recibió en la ciudad de Mendoza el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo. En su discurso señaló que “se sentía orgulloso de obtener tal distinción en un país que está a la vanguardia de los derechos humanos en el mundo”.  Quizás haya sido un tiro por elevación hacia su patria, Uruguay que recibió una dura crítica de la Corte Internacional de Derechos Humanos por no dejar sin efecto la Ley de Caducidad que impide el juzgamiento a los represores de ese país.

Plácido y Virgina Tola en un duo la noche del 24

Hubo otro acto el 24 y fue el recital de Plácido Domingo junto con la exquisita soprano Virginia Tola, que también convocó una multitud. Multitud a la cual colaboró en su engrosamiento, muchas personas que del acto de la Plaza de Mayo pasaron a ver el recital. Desde el vamos, Plácido demostró su simpatía por los músicos de la filarmónica que fueron descalificados y despreciados por Macri, su ministro de cultura y el incapaz director del Teatro Colón García Caffi.
TN, el canal de Clarín, ninguneó sistematicamente el acto de Plaza de Mayo y se centró en el recital de Plácido. Este evento fue organizado por la Fundación Beethoven y no por Macri, aunque algunos medios trataron de mostrar lo opuesto, pero les salió mal ya que cuando el locutor mencionó al Gestor de lo Superfluo, hubo un abucheo masivo de la audiencia. Además, Plácido homenajeó a las madres y abuelas de Plaza de Mayo y a las organizaciones de derechos humanos y el público se puso espontáneamente de pie y aplaudió. Otro sopapo para Macri que ya debe tener una callosidad de varios centímetros de espesor en las mejillas.

jueves, 24 de marzo de 2011

Homenaje




Por Hugo Soriani (de Página 12)

No nombraré a ninguno porque estas líneas son para todos. Algunos ya no están porque murieron en estos últimos años, y otros murieron en prisión, fusilados por la represión o por la pena.
Voy a recordar a los presos políticos de la dictadura militar.
Eran más de diez mil personas que habían sido detenidas antes del nefasto 24 de marzo, luego ya no hubo presos políticos, solamente desaparecidos.
En esas cárceles convivieron durante nueve, diez, doce años, muchachos de veinte años, pocos más o menos, con hombres de cincuenta, a veces de sesenta, por los que los más jóvenes sentían devoción y respeto ya que venían de otras luchas, sobrevivientes de un país asolado por las dictaduras.
Ellos habían peleado contra la de Lanusse, y algunos contra la de Onganía, y contaban experiencias que los más jóvenes escuchaban con avidez, curiosidad e impaciencia.
No nombraré a ninguno porque fueron todos, los que hora tras hora, día tras día, año tras año, resistieron en conjunto la política de exterminio que se instrumentó para destruirlos. Los que inventaron un código para comunicarse en el silencio, los que violaron todas y cada una de las consignas y prohibiciones que los guardianes imponían a diario. Los que con valentía, ingenio y audacia inventaron las trampas necesarias para sobrevivir sin bajar sus convicciones.
Los que no firmaron ninguna nota de arrepentimiento, pese a las represalias.
Los que en la oscuridad de los calabozos de Rawson fueron golpeados hasta desmayarse y reanimados con agua helada en madrugadas con quince grados bajo cero, para luego dejarlos desnudos y repetir la historia al otro día, y al otro, y al otro.
Los que denunciaron sus torturas a monseñor Tortolo, en la cárcel de La Plata, y escucharon como respuesta que “Videla es oro en polvo” de los labios del monseñor. Los que escribieron minúsculas notas en finísimo papel de cigarrillos para comunicar al exterior lo que sucedía tras los muros.
Los que en días de hambre compartieron la poquísima comida.
Los que golpearon los jarros de metal contra las rejas festejando el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, en julio del ‘79, pese a los golpes y los gritos de los guardianes, que trataban de impedirlo.
Los que lloraron la muerte de John Lennon, en diciembre del ochenta, porque junto a él imaginaron que no eran los únicos soñadores.
Los que en la cárcel de Magdalena conocieron en persona la ferocidad del general Bussi, antes de que fuera el célebre carnicero de Tucumán.
Los que fueron rehenes en Córdoba durante el Mundial bajo amenaza de fusilamiento, mientras los genocidas se abrazaban con Menotti.
Los que fueron sacados del pabellón de la muerte en la cárcel de La Plata, y sabiendo que iban a ser fusilados, se despedían de sus compañeros gritando sus consignas.
Los que sobrevivieron en ese pabellón y denunciaron lo que estaba pasando, con riesgo de sus propias vidas.
Los que en el patio de la cárcel de Córdoba vieron estaquear y morir compañeros y no bajaron la mirada, como querían los guardianes para humillarlos.
Las mujeres presas en la cárcel de Devoto, que durante años resistieron las requisas vejatorias. Esas mismas mujeres que, enteras y dignas, ya libres, escribieron un libro imprescindible: Nosotras, presas políticas.
Los que en la cárcel de Caseros vivieron hacinados en celdas miserables, sin saber cuándo era de noche o cuándo de día.
Los que no perdieron el humor, sobre todo el humor negro, y se rieron de sus propias desgracias.
Los que en julio del ‘83, en la cárcel de Rawson, con más coraje que inteligencia, decidieron acompañar el ayuno que Pérez Esquivel realizaba en Buenos Aires, sin que nadie, pero nadie se enterara de lo que estaban haciendo. Y lo continuaron diez días más que él porque, debido al aislamiento al que estaban sometidos, no supieron que el Premio Nobel ya lo había levantado al conseguir sus objetivos.
Los que escribían poesías malas, pero fueron poetas.
Los que se sabían de memoria el Génesis o el Exodo, porque la Biblia fue la única lectura permitida. Y a veces ni eso.
Los que cantaron, dibujaron, soñaron y actuaron, inventando la manera de esquivar la muerte o la locura.
Los que en todas las cárceles, en todas, sólo tuvieron durante años una pared blanca a dos metros de distancia como único horizonte.
Los que durante nueve, diez, doce años no hicieron el amor ni tomaron un vaso de vino o una taza de café.
Los que no vieron crecer a sus hijos.
Los que salieron con lo puesto y sin tener una casa a dónde ir o un trabajo para mantenerse.
Los que fueron recibidos con desconfianza, porque eran sobrevivientes.
Los que sentían toda la culpa del mundo por ese mismo motivo.
Para todos ellos, presos políticos de la dictadura, que hoy, a treinta y cinco años del golpe militar son testigos de los juicios a los genocidas, militantes en sus barrios, delegados en sus trabajos, funcionarios comprometidos y trabajadores de la política en su sentido más noble, cualquiera sea el lugar donde los haya llevado la vida. Para ellos, estas líneas de recuerdo y de homenaje.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Qué podemos hacer?




El periodista de doble apellido y formador de opinión se rasca la calvicie y juguetea nervioso con su lapicera mientras reflexiona:
¿Qué podemos hacer?, con Mariano estamos sacando sistemáticamente notas descalificadoras sobre la gestión de Cristina, hemos desfigurado información y obviamente ocultamos los aspectos positivos de su gestión. Nuestro socio Clarín hace lo mismo, pensar que antes con 5 o 6 notas de tapa hacía tambalear a un gobierno, ya sacaron más de mil y no pasa nada.
La culpa es de la oposición, rejunte de ideas deshilachadas y sin proyectos. A Lilita no se si la voy a seguir invitando a mi programa, es un quemo, cada día está más desequilibrada.
En Catamarca la teníamos prácticamente ganada, fue Cristina unas semanas antes y dio vuelta las elecciones. Nos quedaba Chubut, el otro bastión antikirchnerista, donde Das Neves hizo una buena gobernación y después en su ambición personal como presidenciable le soltó la mano al Néstor y se jugó todo a que su delfín Buzzi ganara las elecciones para gobernador.
Das Neves (tendría que mejorar ese tono vulgar y campechano cuando habla), estaba muy optimista, se encontraba un 30% por arriba de Cristina, se creyó seguro y se mandó la fanfarronada de que renunciaba a la carrera presidencial si perdía. Eso fue unos días antes. Pero esta yegua de mierda, pasó por Chubut y bajó el porcentaje al 10%.
Cuando empezaron a surgir los primeros resultados se lo vió a Das Neves pasear pálido y nervioso por los pasillos y finalmente terminó ganando por un 0,6%. ¿Victoria a lo Pirro o directamente fracaso bochornoso?
Encima hubo una desprolijidad fenomenal, por darle un término piadoso, ya que realmente no se sabe quién es el ganador. No sólo hubo denuncias de fraude por parte del candidato del FPV sino de los radicales, e incluso el mismo vicegobernador dijo que se “equivocaron” en una mesa y en vez de poner 88 votos a su favor pusieron 888. Un pequeño desliz que no tiene importancia cuando la diferencia entre ambos candidatos se reduce a un puñado de votos.


Ahora viene un nuevo recuento y si llega a ser favorable al FPV, mejor que Das Neves se mude de país.
¿Se fijaron que cuando festejó el triunfo no estaba Buzzi presente? Claro, el tema no era su delfín sino que esas elecciones eran la plataforma de lanzamiento de su carrera presidencial, pero parece que después del despegue se va a precipitar en picada.
Además tengo un presentimiento horrible, si realmente llegara a ganar Buzzi, cosa que está muy en duda, en un mes se pasa al kirchnerismo.
¿Qué podemos hacer?, vuelve a repetir el periodista mientras sigue jugueteando nervioso con su lapicera.

domingo, 20 de marzo de 2011

El lobbista



Es bueno que Obama no haya venido a la Argentina y lo digo por dos razones: nos hubiéramos evitado las actitudes patoteriles de su multitudinario y complejo sistema de seguridad y en segundo lugar no sufrimos las presiones de imponernos negocios de dudoso beneficio para la Argentina.
Analicemos el primer aspecto: ayer los barrios exclusivos de Rio de Janeiro fueron sacudidos por el ruido y las vibraciones de una flotilla de helicópteros de la Fuerza Aérea de USA. Luego de aterrizar en la cancha del club Flamengo, el Premio Nobel de la Paz, inquieto e inseguro a pesar del galardón otorgado, se dirigió en una formidable comitiva de 15 vehículos blindados protegidos por un centenar de motociclistas a su hospedaje en un hotel de Copacabana.
Sergio Cabral, el gobernador de Río y Eduardo Paes el alcalde de la ciudad fueron informados de que no iban a poder acompañar a Obama en su visita al Cristo Redentor. Estamos hablando de las dos autoridades más importantes de Río de Janeiro. Tampoco iban a poder acompañar a Obama en su visita a la favela Ciudad de Deus. Finalmente recibieron el premio consuelo de almorzar con Obama.
En Brasilia las cosas no fueron mejor, en una muestra de grosería y prepotencia, los miembros del gabinete de Dilma Roussef fueron cacheados como si fueran los familiares que van a visitar a un presidiario. Una vez en el salón de 150 invitados cuyos nombres fueron previamente aprobados por el protocolo de la Casa Blanca, varios se negaron a saludar a Obama y al menos uno prefirió retirarse sin comer. El ex presidente Lula, olfateó el desagradable encuentro y se mandó el faltazo. No asistió a la recepción.
Obama, a semejanza de algunos emperadores romanos y señores feudales que temen ser envenenados, se trajo su propio cocinero. Durante la comida recibió un llamado telefónico y en ese instante, el Premio Nobel de la Paz ordenó “procedan” y empezó el bombardeo de la flota naval norteamericana sobre Libia, decisión de la cual el gobierno brasilero en el Consejo de Seguridad de la UN se había abstenido de votar la resolución de ataque a ese país.
Pasemos al segundo aspecto, Obama no visita un país con fines esencialmente diplomáticos, desde hace décadas, los presidentes norteamericanos hacen lobby para el Pentágono y la industria de armamentos de Estados Unidos. Digámoslo claramente, es simplemente un lobista del complejo industrial militar de su país. Este complejo industrial-militar es un gobierno aparte, o mejor dicho es el verdadero gobierno y Obama ha decidido ser su presidente.
Debemos decir que lo está haciendo muy bien, porque el Premio Nobel de la Paz superó a su antecesor, el belicoso Bush en la venta de armas de su país al resto del mundo. En este momento está presionando a Brasil para que compre menos armas a China y Rusia y sea más generoso con las fábricas de armamentos de USA. Un dato no menor: USA maneja el 30% de las ventas de armas en todo el mundo y otro dato que debería alarmar a los contribuyentes norteamericanos: 725.000 millones de dólares fueron aprobados por el Congreso para el Pentágono, más del doble del que aprobó Bush en el 2001.
Realmente es bueno que no nos visite el último Premio Nobel de la Paz.


                           Leon Ferrari: Civilización occidental y cristiana. Museo del Malba

sábado, 19 de marzo de 2011

Aquél Vargas



Aquel Vargas
Por Sandra Russo (extracto) ver el artículo completo aquí
Recuerdo una imagen desoladora de Mario Vargas Llosa un día después la primera vuelta electoral en la que el resultado lo obligaba a un ballottage con Alberto Fujimori. El hombre caminaba por una playa, con una sobrina. La foto robada lo mostraba de espaldas. Caminaba encorvado, con la cabeza gacha, sosteniendo el saco que se había sacado con una mano sobre su hombro. El viento le revolvía el pelo abundante. Las marcas en la arena daban cuenta de que arrastraba los pasos. Esa imagen que publicaron esa mañana los diarios peruanos nos dio a los periodistas que teníamos que mandar despachos urgentes el material necesario: Vargas Llosa estaba deprimido. Después de escuchar el resultado se había ido de Lima con rumbo desconocido. Eso se confirmaría con su derrota en el ballottage, un mes y medio después, y con su rápido abandono del país. Más tarde, con su renuncia a su ciudadanía.
Estuve en Lima en las dos vueltas electorales y aquélla fue la cobertura política más curiosa que me tocó en la vida. Había llegado al Perú con la certeza del triunfo de Vargas Llosa, como todos. El Sheraton, donde el escritor había ubicado su bunker de campaña, hacía un descuento del 50 por ciento a los periodistas acreditados, de modo que con una colega que conocí en el avión allí nos fuimos, a ver lo más cerca posible el espectáculo de una victoria. Alojarnos juntas también tuvo que ver con la tensión de Lima en esos años: había guerrilla y había paramilitares, había cortes de luz a cada rato, había atentados. Cuando llegamos al hotel nos impresionó la hilera de soldados de caras encapuchadas y armas largas que lo rodeaban. Adentro, en el centro de prensa del candidato escritor, todo era canapé, exquisitez y cierto exotismo refinado.
Apenas tres días antes de las elecciones, el nombre de Fujimori empezó a emerger entre el puñado de candidatos presidenciales. Nadie sabía quién era. Me llamaron del diario y me pidieron que ese mismo día mandara una nota sobre él. A todos nos pasaba lo mismo: las agencias internacionales habían difundido las últimas encuestas, y Fujimori, que hasta entonces casi ni figuraba, rozaba a Vargas Llosa.
Fujimori esa tarde improvisó una conferencia de prensa en la sala de un hotel que estuvo abarrotada. No había credenciales plastificadas, como en el Sheraton, sino cuadraditos de cartulina cortada a mano que los parientes de Fujimori nos prendían en los sacos con alfileres. Fujimori era un ingeniero mediocre que después hizo un gobierno desastroso, absolutamente a tono con la época. Viéndolo a la distancia, uno advierte que el FMI seguía con tranquilidad aquellas elecciones: en materia de política económica, ningún candidato era preocupante.
Sobre la relación entre los pueblos originarios y el escritor peruano, habla una carta abierta a Vargas Llosa que publicó en estos días la agencia Paco Urondo. La escribió a fines del año pasado el indígena peruano Hugo Blanco, en ocasión del Nobel, y tiene algunos párrafos notables, en las que el director de Lucha Indígena considera ese premio como “un golpe más del neoliberalismo a las poblaciones indígenas, ya que difícilmente podrá encontrarse mayor enemigo de ellas que su persona”.
Para ubicar a Vargas Llosa en ese contexto, Blanco da un par de ejemplos. Uno de ellos fue lo ocurrido el 5 de junio de 2009, Día Mundial del Medio Ambiente, cuando el gobierno de Alan García reprimió y masacró a 200 indígenas de la selva amazónica. Hubo fuertes protestas en Lima, y el gobierno debió retroceder cajoneando dos decretos reclamados por el ALCA, por los cuales, contra la legislación internacional vigente, se abría la Amazonia para nuevos negocios.
“¿Cuál fue la actitud de usted? Al contrario de la mayoría del pueblo peruano, escribió ‘Victoria pírrica’, manifestando que futuros gobiernos peruanos no osarán ‘volver a meter mano’ en la Amazonia para alentar la inversión privada y el desarrollo económico de esta región (...). No se detiene ahí, considerando a los habitantes amazónicos como retardados mentales, no concibe que la resistencia pueda haber sido pensada por ellos, dice que fueron instigados por Hugo Chávez y Evo Morales.”
El otro ejemplo que da Blanco para ubicar a Vargas Llosa en el marco de este tema es el Seminario “Las amenazas de la Democracia en América Latina: Terrorismo, Debilidad del Estado de Derecho y Neopopulismo”, un evento cuyo nombre exime de describir su orientación política, desarrollado en Bogotá entre el 19 y el 22 de noviembre de 2009. Blanco cita a Vargas Llosa, que dijo: “El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo (...). El socialismo, el nazismo y el fascismo son los fenómenos colectivistas del pasado. Hoy se expresa en América latina de una manera muy sinuosa y revistiéndose con ropajes que no parecen ofensivos sino prestigiosos (...). El indigenismo de los años ’20 que parecía haberse rezagado es hoy día lo que está detrás de fenómenos como el señor Evo Morales en Bolivia. El indigenismo en Ecuador, Perú y Bolivia está provocando un verdadero desorden político y social, y por eso hay que combatirlo”. Más adelante, con un cinismo a prueba de blindex, afirmó: “En el movimiento indígena hay un elemento profundamente perturbador que apela a los bajos instintos, a los peores instintos del individuo, como la desconfianza hacia el otro, al que es distinto”.
Le contesta Blanco a Vargas Llosa: “Es la sociedad que usted defiende la que aplasta la individualidad y exalta el individualismo, que es el egoísmo supremo.”.
A Vargas Llosa, por su racismo, que lo hace opinar que los pueblos originarios deberían abandonar sus tradiciones en pos del desarrollo, le han contestado ya líderes de muchos pueblos, cuyas voces se acallan, pero también intelectuales como José Saramago, que se hizo una pregunta cuyo eco sigue rebotando: “Que alguien haya podido decir que el movimiento indígena es un peligro para la democracia me parece algo increíble. ¿Cómo de una cabeza inteligente puede salir una afirmación tan monstruosa como ésa?”

jueves, 17 de marzo de 2011

Obama



Cuando subió Obama,  creo que la alegría de la gente trascendió las fronteras de los Estados Unidos y hubo un suspiro de alivio en el mundo. Se iba el peor presidente en la historia de ese país, un patán que sobre sus espaldas cargaba con los estigmas necesarios para alterar la paz mundial, el ecosistema del planeta y el bienestar de los norteamericanos.
Lamentablemente, creo que pecamos de exceso de optimismo. Parece que Obama sólo posee un barniz que mejora la estética deplorable de su antecesor, pero hasta el presente la desilusión va en aumento al ver una gestión que no realizó cambios sustanciales.
La vergüenza de Guantánamo continúa, así como el bloqueo a Cuba y las guerras en Medio Oriente. En el caso de Egipto, Obama siguió la política clásica hacia los dictadores que le son afines. Lo sostuvo hasta que la situación de ese país se volvió incontrolable y entonces le soltó la mano a Mubarak, mientras le hacía un guiño a Israel como diciéndole: no te preocupes vamos a cambiar los hombres, pero trataremos de que el resto siga igual. Discípulo de Lampedusa.
Hasta hace poco, pero muy poco, tenía relaciones con Khadafi, siguiendo el postulado que Washington viene sosteniendo desde décadas: “Si, Khadafi es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”



A Obama le otorgaron el Premio Nobel de la Paz, galardón que había perdido bastante seriedad y prestigio cuando se lo dieron a Henry Kissinger. Es probable que cuando Obama caminaba sobre la aterciopelada alfombra que lo acercaba al rey de Suecia quién lo esperaba con la medalla y el diploma, si tenía un poco de dignidad estaría pensando: ¿Qué estoy haciendo yo aquí, si hasta ahora no hice nada para merecer este honor?


Todo esto muestra que el Premio Nobel de la Paz es el resultado de presiones e intereses generalmente reñidos con el tema de la paz. Si tenemos en cuenta que para los Premios Nobel científicos se hace lobby a rabiar, que se puede esperar de un premio Nobel donde la política se mete por todos los resquicios.
Ahora bien, a mi me queda una duda, porque si bien Bush actuaba totalmente convencido de sus actos, da la impresión de que Obama lo hace a regañadientes ya que tiene el poder enormemente recortado. Porque quienes en realidad manejan el imperio, son el Pentágono, la industria de armamentos, el poder mediático y los grandes capitales, contra quienes nadie osa enfrentarse porque son los que financian las campañas políticas.
Pienso que los presidentes de USA son figuras decorativas que en algunas circunstancias gobiernan con comodidad porque ideológicamente son ultraconservadores como Reagan, Nixon y Bush, pero en otras lo hacen sintiendo sobre la nuca la respiración de algún gerente de grandes corporaciones o de un uniformado de alto rango tachonado de condecoraciones que le susurra al oído: “No flaco, eso vos no lo tenés que firmar”.
Todavía no tengo claro en cual de los dos lugares se posiciona Obama. Pero estoy convencido que de Washington no debemos esperar jamás un gobierno con ideas de mejorar el bienestar social y políticas internacionales pacíficas.

lunes, 14 de marzo de 2011

Triunfadores y derrotados



Quién ganó y quién perdió en Catamarca
Luisa Corpacci ganó la gobernación de Catamarca. Como mérito propio lo más destacable es su dignidad al haber renunciado al cargo de vicegobernadora cuando Eduardo Brizuela del Moral le soltó la mano a Kirchner y se plegó al triunfalismo de la 125. Brizuela del Moral no calculó que ese jolgorio campestre iba a ser tan efímero, tampoco calculó que la oposición en su apatía no pudo o no supo aprovechar esos meses de euforia. Menos aún calculó la increíble capacidad de reacción y rapidez de reflejos de Cristina.
Luisa Corpacci, en cambio renunció, mostró dignidad, término que no existe en el vocabulario ni en la pobreza mental del Cleto Cobos, pero también ganó porque detrás de ella estaba la imagen de la Presidenta. Una vez que esté en el poder se verá su capacidad de gobernar.
Eduardo Brizuela del Moral perdió por anquilosamiento de su gestión, se creía seguro, eterno, pero las últimas semanas olfateó peligro y empezó con prebendas que los radicales creen que son exclusivas del peronismo. Para retener el poder en la provincia apeló a un decreto otorgando el 82% móvil a los jubilados, otro decreto equiparando los salarios de los empleados públicos contratados con los de planta permanente y finalmente una dádiva que recibieron alumnos de escuelas públicas locales. Nada de eso alcanzó.
De Buenos Aires volaron raudos a apoyarlo el Cleto y Sanz con la ilusión de nacionalizar un posible triunfo. Pero el pueblo de Catamarca conoce al primero que está universalmente rotulado como traidor, mientras que apenas tiene idea de la existencia del segundo.
En cuanto a la hermana de Barrionuevo, el pueblo veía la imagen siniestra del hermano, el mismo que quemó las urnas hace unos años y sacó lo que merecía: un insignificante 2%.
La gente quiere cambios, no quiere inoperantes y el recuerdo del helicóptero de De la Rúa y de “que se vayan todos”, es una sombra que empieza a descender pesadamente sobre los radicales. Macri comienza a evaluar si no será mejor reelegirse en la ciudad de Buenos Aires, idea angustiante para millones de porteños.

domingo, 13 de marzo de 2011

Revolviendo la historia

Si, matar al tirano
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania (extracto) ver artículo completo aquí)
Nunca hubiera imaginado que el destino me llevara a ser testigo de un hecho pleno de las fantasías que siempre contiene la realidad humana. En Bad Bramstedt, una pequeña ciudad del norte alemán, se llevó a cabo un acto de homenaje a Kurt Gustav Wilckens. Sí, nada menos. ¿Quién fue Kurt Gustav Wilckens? El obrero alemán que, en enero de 1923, mató al teniente coronel Varela, en Palermo, frente a los regimientos 1 y 2 de Infantería. El teniente coronel Varela había sido el ejecutor del fusilamiento de centenares de peones patagónicos en las huelgas rurales de 1921-22, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
Wilckens, para cometer el hecho, usó el principio de “Matar al tirano” que sostenían los anarquistas. “Cuando en un país no hay justicia, el pueblo tiene el deber de llevarla a cabo”, sostenían. En el caso de Varela, Wilckens señaló que los obreros debían ejecutarlo porque, si no, volvería a cometer crímenes similares.
Después de su acción, Wilckens fue detenido, llevado a la cárcel y, allí, asesinado por un pariente de Varela que se hizo pasar por guardia penitenciario –con aprobación de las autoridades–, que lo mató mientras dormía en su celda.

                                                 Kurt Gustav Wilckens

Bad Bramstedt está orgullosa de que Wilckens haya nacido allí. Los diarios locales y de la zona publicaron páginas enteras en recuerdo a él. Wilckens pertenecía a una antigua familia –ese apellido está entre los fundadores de la ciudad– que vivía justo en la plaza principal. Fui invitado a hablar en el acto que se realizó en el castillo histórico, en un amplio salón, y la concurrencia fue principalmente de docentes, periodistas y antiguos vecinos de la ciudad que conocieron a la familia Wilckens. También se hizo presente un buen número de estudiantes. Y la iniciativa partió nada menos que de dos libreros, Ralph y Hans, de la librería Hans, el Feliz.
En la Argentina siempre se ninguneó el hecho de Wilckens. Se silenció todo. En el célebre debate sobre los crímenes oficiales cometidos contra las peonadas patagónicas, la bancada mayoritaria –los radicales– negó la investigación, abandonando el recinto a la hora de votar.
Al sepelio del militar fusilador fueron todos, desde el presidente Alvear y el ex presidente Yrigoyen, con todos sus ex ministros, hasta miembros de la Sociedad Rural, por supuesto.

                                    Teniente Coronel Benigno Varela

Al militar fusilador nunca nadie se atrevió a hacerle después homenajes, ni siquiera a recordarlo. En su tumba en el panteón militar, hasta hace poco había sólo una placa que decía: “Los británicos en el territorio de Santa Cruz a la memoria del teniente coronel Varela, ejemplo de honor y disciplina en el cumplimiento del deber”. Está todo dicho.
La historia del mundo está sembrada de reacciones así. Tenemos el ejemplo del armenio Soghomon Tehlirian, quien el 15 de marzo de 1921 mató a Taleat Pachá, en Berlín, de un tiro. Taleat Pachá había sido ministro del Interior del gobierno turco que ordenó la masacre del pueblo armenio, que comenzó en 1915.
Nunca los gobiernos turcos reconocieron ese genocidio, sino que han tratado siempre de “mirar hacia adelante”. El joven Tehlirian, a quien le habían matado a toda su familia, tomó la decisión de “matar al tirano” en la figura del ministro del Interior turco responsable de las masacres, que se encontraba en 1921 en Berlín, Alemania. En la calle le pegó un solo tiro que fue mortal.
El juicio que la Justicia alemana le hizo al vindicador Soghomon Tehlirian fue ejemplar. Justamente fue eso, los jueces consideraron que había hecho uso de ese principio: matar al tirano y que, cuando no hay justicia, el pueblo tiene derecho a hacer justicia por su propia mano.
Por unanimidad del jurado, el autor del hecho, Soghomon Tehlirian, fue dejado de inmediato en libertad. Una resolución que conmovió al mundo.
La versión en español que se editará ahora de este juicio lleva un prólogo del juez, miembro de la Corte Suprema de la Nación Argentina, doctor Eugenio Raúl Zaffaroni. Desarrolla ahí un concepto que hará historia. Con una profundidad y una amplitud de mira humanista dice, por ejemplo: “La impunidad de Taleat Pachá frente a la magnitud tan formidable de la injusticia cometida contra el pueblo armenio hacía que el Derecho penal perdiese la fuerza ética necesaria para sancionar al que le diese muerte. La impunidad de la masacre condenaba a Taleat y determinaba la absolución de Tehlirian. Taleat había dejado de ser considerado persona. La impunidad del genocida lo deja en condición de no persona, pues le retira la cobertura jurídica. Quien lo ejecuta no puede ser condenado, aunque nadie lo confiese y aunque se fuercen los argumentos y argucias jurídicos para no condenarlo. Se lo declarará inimputable, se acudirá a la ficción del acto de guerra o se buscará algún pretexto de forma procesal, pero un tribunal imparcial no lo puede condenar”.
El otro caso es el del alemán Georg Elser, el humilde obrero que atentó contra Hitler en 1939. Sabiendo que Hitler iba a presidir un acto en la célebre cervecería de Munich, con todo su escuadra mayor, Elser preparó una bomba que colocó en el interior de una columna del salón, justo al lado del podio donde iba a estar el dictador. Días y noches pasó Elser en ese lugar, haciendo el boquete. Lo tuvo listo justo la noche anterior al acto y preparó la bomba para que estallara justo en el momento en que estaba anunciado el acto donde iba a hablar el dictador, el 8 de noviembre de 1939. Pero el atentado fracasó. Hitler adelantó el acto por un problema de traslado a Berlín y se fue 13 minutos, justo 13, antes de que explotara la bomba que destruyó todo el ámbito donde había hablado Hitler. Si se hubiese quedado, la historia del mundo habría cambiado completamente.
El obrero Georg Elser pagó caro su propósito de matar al tirano. Fue detenido en la frontera con Suiza, estuvo preso en el campo de concentración de Dachau hasta que fue ejecutado por las SS el 9 de abril de 1945.
Hoy, Elser tiene cinco monumentos en Alemania: en Berlín, en Heidenheim, en Freiburg y en Konstanz. En Munich existe la Georg Elser–Platz, con un monumento en el cual se prende todos los días una luz a las 21.20, hora en que explotó la bomba que depositó él contra el genocida. Se han escrito sobre él ya once biografías y dos novelas y se han rodado cinco films donde se lo consagra como héroe del pueblo.
Matar al tirano. No como regla ni como costumbre. Sólo como llamado de atención a los del poder omnímodo: ninguna violencia de arriba es gratuita. Siempre se va a volver contra el que la inició. Tampoco la venganza es una solución, pero es algo incontenible, humano. Una reacción de los generosos que dan su vida para acabar con los crímenes de los que ejercen el poder. Algo para aprender.

Pepe Soriano y Luis Brandoni en una escena de La Patagonia Rebelde. Brandoni representó a Antonio Soto.

Antonio Soto Canalejo, el "gallego Soto", originario de La Coruña, quién encabezó la resistencia de los peones de la Patagonia. Logró escapar a Chile. En El Ferrol, España hay una calle y un monumento a su memoria

viernes, 11 de marzo de 2011

David Viñas y la escena más sublime de la historia argentina



Un intelectual irreverente

Por Silvina Friera (extracto)  Ver artículo completo aquí

La calle Corrientes ya no será la misma sin el viejo David Viñas, obstinado insuperable y voz entrañable, que murió ayer a los 83 años, a raíz de una neumonía que derivó en una septicemia. El gran escritor, crítico y polemista inigualable deja a varias generaciones en ese doloroso desamparo llamado orfandad. Muchos han tenido el inquietante placer de verlo subrayar con malicia y ferocidad el diario La Nación en el café Losada, en La Paz o los bares que frecuentaba. Cuántos escritores y lectores de a pie han devorado sus novelas y ensayos y lo adoptaron, sin vacilar, como modelo y maestro, aunque por su formación “más bien anárquica”, su estilo visceral, a contrapelo de todo aquello que oliera a biempensante, no perdía la ocasión para aclarar que no le gustaban los títulos ni las consideraciones. Lo exasperaba que lo consideraran un pedagogo, pero a través de sus páginas y sus clases formó a varias generaciones de intelectuales. Roberto Fontanarrosa solía comentar que su primer enganche con la literatura había sido a través del autor de Un dios cotidiano y Hombres a caballo. “Los personajes de sus novelas –decía Fontanarrosa– hablaban como mi viejo. No hablaban de tú. Y puteaban.”
La memoria es un engranaje fallido que no respeta la cronología cuando hay que escribir, con urgencia y tristeza, una necrológica. Lo primero que irrumpe en el manojo de recuerdos no es meramente literario, es un gesto político que alborotó al mundillo cultural de la Argentina. Sus resonancias aún persisten. En 1991 Viñas rechazó la Beca Guggenheim. “Fue un homenaje a mis hijos. Me costó veinticinco mil dólares. Punto.” Así nomás, sin muchos artilugios: contundente y demoledor. Sus hijos, María Adelaida y Lorenzo Ismael, conviene agregar para calibrar más y mejor las dimensiones de esa decisión, fueron secuestrados y desaparecidos por la dictadura militar. Pero antes de exiliarse y dar cátedras magistrales de literatura en California, Berlín, Dinamarca, Roma, México y Venezuela, habría que repasar su formación. Nació en Buenos Aires, en la esquina de Talcahuano y Corrientes, en 1929. Estudió en una escuela de curas, ingresó en el colegio militar, pero fue dado de baja, según escribió, en 1945, por insubordinación ante la tropa armada. Hay una foto que registra un momento memorable de principios de la década del ’50: el joven Viñas (tenía entonces 23 años) le tomó el voto a Evita, que agonizaba en el Hospital de Lanús. “Mi familia no era gorila –advertía por las dudas que lo confundieran–; éramos contreras, que no es lo mismo. Los gorilas despreciaban al pueblo, los contreras criticaban al peronismo sin ningunear sus bases.”
Viñas fundó la revista Contorno, cuyas páginas combinaron altas dosis de marxismo y existencialismo. En esa emblemática revista se releyó el peronismo, a Mallea, Marechal y Arlt. Parafraseándolo, porque la tentación es fuerte, fue un intelectual irreverente que se subió al caballo de la historia por la izquierda. Y se bajó, siempre, por la izquierda. Nunca cedió un ápice de su posición frontal, combativa. Ni en sus mejores páginas. Ni en su vida cotidiana. Uno de los ejes de la obra del autor de Los dueños de la tierra (1958), Cuerpo a cuerpo (1979) e Indios, ejército y frontera (1982) ha sido la constante indagación sobre las formas de la violencia oligárquica y sus múltiples manifestaciones en distintos planos de la historia nacional, como observó Ricardo Piglia. Ganó el premio Gerchunoff en 1957 por su novela Un Dios cotidiano. Un año antes, en 1956, Dar la cara había recibido el Premio Nacional de Literatura, que volvió a ganar en 1971 por su libro Jauría. En una entrevista con Página/12 en 2006 decía que le interesaba más Evo Morales, por su “mayor nitidez y latinoamericanismo”, que el entonces presidente Néstor Kirchner. “Lo mejor de Kirchner fue cuando le dijo al teniente general Bendini: ‘Proceda’. Ese fue el mejor momento del gobierno de Kirchner, no me lo voy a olvidar. Bendini tuvo que poner un banquito y sacarlos”, afirmaba.
Nota de Ricardo: Personalmente creo que la escena del general Bendini retirando el cuadro del dictador Videla fue el momento más sublime de toda la historia argentina.
Concuerdo que hay una diferencia entre el contrera y el gorila. El primero no está de accuerdo con el gobierno peronista, el segundo tiene fuertes elementos de antiargentinidad y es el típico cipayo vernáculo.



miércoles, 9 de marzo de 2011

Incendio en el mundo musulmán y el bombero imperial

                                  Khadafi cuando era funcional al imperio


No abandonar a los pueblos árabes
Por Atilio Borón (extracto)  Ver aquí el artículo completo


La inesperada rebelión en el mundo árabe tomó a todos por sorpresa. Las satrapías del Magreb y Medio Oriente quedaron tan pasmadas como sus amos imperiales por la eclosión que se originó en un incidente relativamente marginal, más allá de lo terrible y doloroso que fue en el plano individual: la autoinmolación de Muhammad Al Bouazizi, un graduado universitario tunecino de 26 años que no encontraba trabajo y que se entregó a las llamas porque la policía le impedía vender frutas y verduras en la calle. El terrible sacrificio de su protesta fue la chispa que incendió la reseca pradera de una región conocida por la opulencia de sus oligarquías gobernantes y la secular miseria de las masas. O, para decirlo con las palabras siempre bellas de Eduardo Galeano, lo que encendió “la hermosa llamarada de libertad” que prendió fuego al mundo árabe y que tiene al imperialismo sobre ascuas.
No es casual, entonces, que los acontecimientos del mundo árabe hayan sumido en la confusión a buena parte de la izquierda latinoamericana. Daniel Ortega apoyó sin calificaciones a Khadafi; el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, a su vez, se declaró amigo del gobernante, aunque por cierto que aclarando que tal cosa no significa –en sus propias palabras– “que estoy a favor o aplaudo cualquier decisión que tome un amigo mío en cualquier parte del mundo”. Además, prosiguió, “apoyamos al gobierno de Libia, a la independencia de Libia”. Con sus declaraciones Chávez tomaba nota de la precoz advertencia formulada por Fidel no bien estalló la crisis libia: ésta podría ser utilizada para legitimar una “intervención humanitaria” de Estados Unidos y sus aliados europeos, bajo el paraguas de la OTAN, para apoderarse del petróleo y el gas libios.
Pero de ninguna manera esta sabia advertencia del líder de la Revolución Cubana podría traducirse en un endoso sin reservas al régimen de Khadafi. No lo hizo Chávez, pero sí lo hizo Ortega. Como era de esperar, la descarada manipulación mediática con la que el imperialismo ataca a los gobiernos de izquierda de nuestra región torció el sentido de las palabras de Chávez y de Fidel haciéndolos aparecer como cómplices de un gobierno que estaba descargando metralla sobre su propio pueblo.
En una esclarecedora nota publicada pocos días atrás en Rebelión, Santiago Alba Rico y Alma Allende argumentaron que un erróneo posicionamiento de la izquierda latinoamericana –y muy especialmente de los gobiernos de Venezuela y Cuba– “puede producir al menos tres efectos terribles: romper los lazos con los movimientos populares árabes, dar legitimidad a las acusaciones contra Venezuela y Cuba y ‘represtigiar’ el muy dañado discurso democrático imperialista”. “De ahí la gravedad de la situación actual, que exige transitar un estrechísimo sendero flanqueado por dos tremendos abismos: uno, el de hacerles el juego al imperialismo norteamericano y sus socios europeos y facilitar sus indisimulados planes de arrebatarles a los libios su petróleo; el otro, salir a respaldar un régimen que habiendo sido anticolonialista y de izquierda en sus orígenes, en las dos últimas décadas se subordinó sin escrúpulos al capital imperialista y abrazó y puso en práctica, sin reparos, las fatídicas políticas del Consenso de Washington y los preceptos de la “lucha contra el terrorismo” instituida por George W. Bush.
El Khadafi de hoy nada tiene que ver con el de los años setenta: su “tercera vía” degeneró en un “capitalismo popular” y las nacionalizaciones comenzaron a ser revertidas mediante un corrupto festival de privatizaciones y aperturas al capital extranjero que afectó a la industria petrolera y a las más importantes ramas de la economía. Hoy Khadafi no es Nasser sino Mubarak: abastecedor seguro de petróleo a Occidente, buen cliente de las transnacionales europeas y norteamericanas y fuerte inversor en las economías metropolitanas.
¿Qué debe hacer la izquierda latinoamericana? Primero, manifestar su absoluto repudio a la salvaje represión que Khadafi está perpetrando contra su propio pueblo. Solidarizarse con quien incurre en semejante crimen dañaría irreparablemente la integridad moral y la credibilidad de la izquierda. El reconocimiento de la justicia y la legitimidad de las protestas populares, tal como se hizo en los casos de Túnez y Egipto, tiene un único posible corolario: el alineamiento de nuestros pueblos con el proceso revolucionario en curso en el mundo árabe.

Segundo, será preciso denunciar y repudiar los planes del imperialismo norteamericano y sus sirvientes europeos. Y organizar la solidaridad con los nuevos gobiernos que surjan de la insurgencia árabe. Los propios rebeldes libios emitieron declaraciones clarísimas al respecto: si hay invasión de los Estados Unidos, con o sin la (poco probable) cobertura de la OTAN, los insurrectos volverán sus fusiles contra los invasores y luego ajustarán cuentas con Khadafi, responsable principal de la sumisión de Libia a los dictados de las potencias imperialistas. Lo que hoy se está jugando en el norte de Africa y en Medio Oriente no es un problema local, sino una batalla decisiva en la larga guerra contra la dominación imperialista a escala mundial.
El triunfo de la insurrección popular en Libia tendrá como correlato el fortalecimiento de las rebeliones en curso en Yemen, Marruecos, Jordania, Argelia, Barheim y la que hace tiempo se viene incubando en Arabia Saudita modificaría radicalmente la geopolítica internacional a favor de los pueblos y naciones oprimidas. Por eso, nuestra región no puede ni tiene el derecho a equivocarse ante un proceso cuyas proyecciones pueden ser aún mayores, y de otro signo, que las que en su momento tuvo el derrumbe de la Unión Soviética y cuyo desenlace revolucionario fortalecerá los procesos emancipatorios en nuestra región.
Abandonar a los pueblos árabes en esta batalla decisiva sería un error imperdonable, tanto desde el punto de vista ético como desde el más específicamente político. Sería traicionar el internacionalismo del Che y de Fidel y archivar, tal vez definitivamente, los ideales bolivarianos. No hay que perder esta oportunidad.
* Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales.

domingo, 6 de marzo de 2011

Vargas Llosa y la Feria del Libro


Compré el último libro de Mario Vargas Llosa con la certeza de que el contenido sería atrapante como me sucedió con sus otras novelas entre las que destaco La guerra del fin del mundo y La fiesta del chivo.
No me equivoqué, El sueño del Celta, quizás no sea su obra de mejor calidad literaria, pero el contenido es fascinante. Nuevamente aquí MVL realiza la historia novelada de un personaje real de fines del siglo XIX y principios del XX, el irlandés Roger Casement, idealista, aventurero, filántropo y revolucionario.
Como cónsul inglés en África elevó un exhaustivo informe de las atrocidades que la codicia de los europeos cometía sobre los nativos. El lugar es el vasto territorio del Congo Belga, adonde acudieron para enriquecerse con la explotación del caucho la peor calaña de Bélgica (con el beneplácito del rey Leopoldo II) y de los bajos fondos y lupanares de Europa.
Poco tiempo después Roger hizo la misma investigación, siempre protegido bajo el cargo de cónsul del Imperio Británico, sobre la explotación del caucho en la selva peruana, esta vez por una compañía inglesa.
Luego pasa a la etapa de revolucionario y decide liberar a Irlanda utilizando prisioneros irlandeses en Alemania durante la primera guerra y con apoyo de armas de ese país. Inglaterra lo consideró acto de alta traición y le cayó con todo su peso.
MVL realizó una profunda investigación para recrear a este personaje y las partes noveladas son exquisitamente creativas. Sin regodearse en detalles truculentos o morbosos sobre las vejaciones y torturas a que fueron sometidos los nativos, deja en el lector una imagen clara de la crueldad del ser humano.
Es notable el abismo que separa al MVL el escritor, con novelas que parecen ser escritas por una pluma casi alineada con la izquierda y MVL el sujeto devenido en político, provocador profesional y marketinero. Más de una vez ha tenido que salir por la puerta de atrás y con premura de algún evento como en Cartagena donde habló mal del Nobel Colombiano Gabriel García Márquez en su propio país.
A MVL le falta la sutileza y la ironía que le sobraba a Jorge Luis Borges, otro ilustre reaccionario, pero que jamás iba a caer en la pedantería y soberbia agresiva de MVL que para colmo cuando toca el tema de la política no tiene la menor idea de lo que dice.
Las autoridades del la Feria del Libro invitaron a MVL a inaugurar el evento. Cometieron un grave error o cayeron bajo la interesada sugerencia del grupo Clarín, principal auspiciante y dueño del stand más grande de la Feria. Sea como sea, es probable que con el galardón del Nobel, MVL venga más infatuado que nunca y se considere con derecho de volver a descalificar groseramente a nuestro país, a nuestro gobierno y a nosotros mismos.
Una invitación a que diera una conferencia magistral o presidiera una mesa junto con otras plumas notables, hubiera sido lo más sensato.
La presidenta Cristina le pidió a Horacio Gonzalez, el director de la Biblioteca Nacional que no interfiera la decisión de las autoridades de la Feria y deje que MVL inaugure el evento. Un gesto de grandeza que seguramente MVL no lo va a apreciar, lo va a ignorar o en su torpeza política ni lo va a comprender.