domingo, 15 de septiembre de 2013

ESPÍA POR CONVICCIÓN

En la reunión de Postdam en agosto de 1945, a 9 meses de la rendición de Alemania, el mundo fue repartido entre Estados Unidos y la Unión Soviética, quedando bastante desplazada Inglaterra, pese a los pataleos de Churchill. En ese encuentro, el presidente Truman le confesó a Stalin que los Estados Unidos disponían de un arma terrible. Se sintió como asombrado, casi insultado al ver que el jefe soviético solo le respondió con un leve gesto de cortesía.

Truman ignoraba que los científicos soviéticos, estaban trabajando febrilmente en su propia versión de la bomba atómica. Hasta el más mínimo detalle de su fabricación había sido sustraído en forma solapada y sigilosa por el científico de nacionalidad inglesa Klaus Fuchs. Sin duda, el operativo de espionaje de mayor trascendencia en la historia de la guerra fría. 

Klaus Fuchs, un espía por convicción
Un individuo se hace espía por convicción o por mandato, en el segundo caso es contra su voluntad y un ejemplo típico fue llevado a la pantalla en la brillante película Espía por mandato de George Seaton, filmada en 1962, donde el protagonista (William Holden), es un empresario sueco, que evadió impuestos a su país y el servicio secreto inglés lo obliga a actuar como espía para Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, o de lo contrario informaría sus irregularidades financieras al gobierno de Suecia. Un chantaje necesario.

                          Afiche de la pelicula espia por mandato

No es el caso de Klaus Fuchs quién fue un espía por convicción, era de origen alemán, pero también por convicción adoptó la ciudadanía inglesa. Sin embargo, también por convicción, traicionó a los Aliados cuando decidió pasarle a los soviéticos los datos científicos para fabricar la bomba atómica.

                             Klaus Fuchs, 1911 1988

De alemán a ciudadano inglés
Klaus nació en 1911 en una villa próxima a Franckfurt, en el seno de una familia luterana de rígida disciplina moral. A los 16 años ingresó en la Universidad de Leipzig donde se inclinó por las matemáticas y la física, asombrando a sus profesores que lo consideraban un superdotado. Pero Klaus también tenía inquietudes políticas, detestaba ese movimiento nuevo de jóvenes uniformados que empleaban la violencia. Como reacción, se afilió al partido comunista para luchar contra el nazismo. En esos combates callejeros, cayó en manos de una patota de juventudes hitlerianas que lo molió a palos y lo arrojó al canal de Kiel. Sobrevivió de aquél episodio más convencido que nunca de luchar por sus ideales.

Cuando se produjo el incendio del Reichstag, Klaus tomó conciencia de que la atmósfera se había vuelto irrespirable y se exilió en Londres en 1933. Le llevó tan solo dos años como becario en la Universidad de Bristol para doctorarse en ciencias y en física teórica y a pesar de que el cónsul alemán de esa ciudad lo denunció como activo comunista, sus pares y profesores le tenían tanto aprecio y respeto que desatendieron la acusación.

Klaus se había enamorado de la sociedad inglesa y de la libertad que reinaba en ese país mientras en el suyo, Hitler ejercía una dictadura feroz. Se hizo ciudadano inglés y sus publicaciones científicas lo consolidaron como uno de los investigadores más destacados del Reino Unido. Fue entonces cuando recibió una carta del profesor Rudolf Peierls, otro refugiado alemán que lo convocó a Birmingham para un proyecto secreto que solo le informaría personalmente.

Resolviendo un dilema
Las bombas de la Luftwaffe caían despiadadamente sobre Londres cuando Klaus se entera que para ganar la guerra, Inglaterra que estaba sola, tenía que poner en práctica el uso de la energía nuclear condensado en una bomba poderosa y terrible que destruyera al enemigo. Transcurría el año 1941 y Klaus trabajaba intensamente con otros colegas en el proyecto atómico. Estaba de acuerdo en derrotar al que fuera su país de origen, porque el triunfo de Hitler sería catastrófico para la humanidad, pero ¿y después? Tras la guerra, los aliados occidentales se volverían contra la Unión Soviética y en lo íntimo de su ser Klaus era comunista. Su razonamiento, por cierto correcto, era que si dos países antagonistas poseían la misma arma destructora, habría un equilibrio, ya que ninguno se animaría a atacar al otro.

A partir de ese instante colaboró y puso toda su energía para que la bomba atómica se volviera realidad, pero al mismo tiempo se convirtió por decisión propia en espía soviético y comenzó a pasar información a los científicos rusos a través de un contacto en Londres llamado Simon Davidovitch Kremer.

En octubre de 1943, se produjo un acontecimiento decisivo en la vida de Klaus. Lo designaron integrante del grupo de sabios ingleses que se trasladarían a Estados Unidos para reunirse con los colegas de ese país con muchos más recursos financieros para llevar a cabo el arma atómica. 
Estaban por entonces trabajando cuatro centros de investigación situados en Nueva York, Chicago, Berkeley y Los Álamos. Eran decenas de miles quienes trabajaban en el proyecto llamado “Manhattan”.

Aparece en escena Harry Gold
El nuevo contacto fue el agente Harry Gold y el encuentro se realizó en una calle del East Side de Nueva York. Gold llevaba un libro de tapa verde y Klaus una pelota de golf, las consignas para identificarse. A partir de entonces, con regularidad constante Klaus le fue pasando a su contacto toda la información que surgía del proyecto Manhattan que Gold enviaba a su vez a los sabios rusos permitiéndoles ahorrar un tiempo precioso.

                                        Harry Gold

Klaus fue trasladado a Los Álamos y se puso a las órdenes del doctor Oppenheimer, la máxima autoridad del proyecto. Fueron los días más felices de su vida, disfrutaba del aire puro y seco del desierto y lo embargaba una gran exaltación ante la cercanía del momento final. Le pasó a Gold las últimas etapas de la construcción de la bomba incluyendo la fecha en que se haría la gran prueba en el desierto de Álamo Gordo el 16 de julio de 1945. Ese día Klaus estaba refugiado en unas casamatas a 30 kilómetros del lugar de la explosión. Un hongo enorme se alzó sobre el horizonte que se iluminó como si el sol estuviera allí, siguió un trueno aterrador y un viento huracanado se abatió sobre los observadores. Klaus fue el único que permaneció en pie, orgulloso de haber construido el arma absoluta que ocho semanas después explotaría sobre Hiroshima.

Fotos desclasificadas de los archivos secretos. Arriba se ve la primera bomba atómica de descomunales dimensiones que debió ser reducida antes de ser arrojada en Japón. Abajo la primera imagen de una explosión nuclear en Álamo Gordo.

De regreso en Inglaterra, Klaus fue nombrado Jefe del Servicio de Física Teórica en el nuevo centro atómico de Harwell. Transcurrieron 4 años de trabajo científico rodeado del respeto y la admiración de sus pares, hasta que en 1949, explotó otra bomba, pero esta vez fuera de Estados Unidos. El presidente Truman, anunció que los soviéticos detonaron por primera vez un artefacto nuclear y sentenció que alguien filtró la información necesaria para que los rusos se pusieran a la par de los norteamericanos.

Lentamente se fueron descartando los sospechosos hasta que finalmente quedó Klaus. Un funcionario de los servicios de seguridad recordó aquél viejo informe del cónsul alemán en Bristol, que lo había acusado de comunista. Pero Klaus hacia varios años que dejó de ser espía, estaba profundamente decepcionado del régimen stalinista, al que consideraba un nuevo imperialismo, gobernado por un psicópata sanguinario.

Para el servicio secreto inglés era imposible encontrar pruebas de culpabilidad en Klaus y se decidió una táctica que podría llamarse de seducción. Un especialista en espionaje llamado William Skardon, se introdujo en su vida privada, hábilmente ingresó en su intimidad mediante largas conversaciones de sobremesa, que giraban sobre recuerdos de la infancia y anécdotas de todo tipo. Transcurrieron los meses hasta que al final Klaus que no era ni cínico ni inescrupuloso, se quebró y confesó, más que nada para sacarse un peso de encima.

                                     William Skardon

En el juicio no lo condenaron a muerte porque había pasado información a un aliado y no al enemigo, hay que reconocer que los ingleses a veces tienen prurito. Pasó 9 años en prisión y le retiraron la ciudadanía inglesa y es probable que ese gesto le haya dolido más que los años de encierro.

Klaus Fuchs continuó sus investigaciones en la República Democrática y falleció en 1988. Sus últimos días seguramente los pasó recordando los tiempos felices en la campiña inglesa, en el desierto de Álamo Gordo en Nueva México y en los colegas y amigos, que lo amaron y admiraron y a quienes oportunamente traicionó, porque él siempre fue leal a sus principios, siempre actuó por convicción. 

Fuentes
Alain Decaux. La Historia Secreta de la Historia. Volumen 2. Editorial Altántida, Buenos Aires, 1988.
Allen Hornblum, The Invisible Harry Gold: The Man Who Gave the Soviets the Atom Bomb, Yale University Press, 2010.

Eric Pace. Klaus Fuchs, Physicist Who Gave Atom Secrets to Soviet, Dies at 76. The New York Times, 29/01/1988.



6 comentarios:

  1. Muy,pero muy interesante.....pero alguna vez vas a tener que volver a la política vernácula!!!!!Estoy casi seguro que no seras como todas las ratas que no saben por qu puerta abandonar el barco.Firme Ricardito hasta el final!!!! o rajaras también?Please(como diría Cristinita) no me desilusiones al final....

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  2. EXCELENTE RICARDO; COMO SIEMPRE
    ESTOY SEGURA Y LO SÉ, QUE JAMÁS ABANDONASTE LA POLÍTICA VERNÁCULA.....MUY POR EL CONTRARIO. SIN EMBARGO NO TODOS ESCRIBIMOS DE LO MISMO HASTA LA SATURACIÓN.LA CULTURA GENERAL Y LA HISTORIA DEL MUNDO NOS ENSEÑA PARA HACER MEJORES LECTURAS. LA POLÍTICA SE NUTRE DE IDEAS Y DE PRAXIS. SE CONSTRUYE, CON CALMA Y ALEGRÍA. LOS MONOS QUE NO VEN, NI OYEN NI HABLAN SÓLO SIRVEN DE COMPARSA.
    UN ABRAZO PERONISTA
    IQT

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    1. Guarda con el abrazo peronista Richie!!!!!!!!!Los ejemplos de brazos peronistas lo hacen ULTRA RIESGOSO....pensalo bien y pedi garantias

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    2. No te preocupes Anónimo, le vengo dando a mi viejo abrazos peronistas desde hace muchos años y jamás le pasó nada, excepto volverse cada vez más K. Como verás está vacunado. Y, como dice Capusotto: "El ser humano se va perfeccionando y se va haciendo peronista".

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  3. Dr Ferreira, sería muy interesante que publicara un artículo comentando la actividad que desarrolla en Mendoza el Dr Abel Albino, en su Organizacón CONIN, (ver http://www.conin.org.ar). Es una actividad que viene desarrollando hace ya varios años para atacar la desnutrición infantil y es algo muy positivo y no tiene ninguna bandería política. Gracias.

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  4. Juan Carlos:ud es un destituyente seguramente perteneciente al "circulo rojo".En la Argentina después de 10 anios de década ganada la desnutrición infantil es prácticamente inexistente!!!!!Albino es un asiduo concurrente a los programas de "la rata" en donde presenta estadísticas falsas con el único propósito de desacreditarla a Cristina.!No coma vidrio JC o se convierte en complice!!!!!

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