sábado, 1 de septiembre de 2012

MEMORIAS DE UN CELLO


                                                         Cello Davidov-Stradivarius
  
Soy un violoncello, pero pueden simplemente llamarme cello, como popularmente se designa a este instrumento. Mi dueño actual es el brillante intérprete chino Yo Yo Ma, pero antes pasé por muchas manos ilustres, porque debo recodarles que acabo de cumplir trescientos años y sin embargo, las melodías brotan de mi caja tan frescas como el primer día.
                                          Yo Yo Ma con el famoso cello

Sí, muchos intérpretes me tuvieron, aunque de todos ellos quién más me marcó por la intensidad de su vida fue Jacqueline du Pré.

A diferencia de la mayoría de los cellos, yo tengo nombre propio: Davidov Stradivarius y en ese aspecto y sin pretender ser arrogante, soy único. Me fabricó Antonio Stradivarius de Cremona, allá por el 1712 y no necesito comentarles que fue el más prominente luthier italiano, lo que vale a decir del mundo. Por entonces, mi creador tenía 68 años o sea que al construirme, volcó sobre mí décadas de perfeccionamiento artesanal.

El otro componente de mi nombre es Davidov, por el destacado cellista ruso del siglo XIX. Su mecenas, patrono de las artes y admirador, el conde Wielhorski de la corte del Zar Alejandro II, me puso en las manos de Karl Davidov quién me hizo brotar sonidos celestiales. Yo fui una de las pocas pertenencias a las que echó mano cuando huyó de Rusia precipitadamente tras causar un sonado escándalo amoroso con una estudiante del conservatorio.

Sería tedioso relatar tantas anécdotas que recuerdo de los diversos dueños que me tuvieron y por eso me centraré en mi predilecta: Jacqueline du Pré, de ahora en más Jackie, como le decían sus íntimos.

Su madrina, Ismena Holland, me adquirió en 1964 por la irrisoria cifra de noventa mil dólares y debo decir que como inversión soy una excelente alternativa, ya que actualmente debo valer varios millones. Sin embargo, no fue especulativa la intención de aquella señora, porque acto seguido pasé como obsequio a manos de su ahijada.

En la familia de Jackie, la música era la reina del hogar, el piano sonaba todos los días tocado por su madre Iris Greep du Pré, una talentosa pianista que enseñaba en la Royal Academy of Music. Iris introdujo a sus dos hijas Hilary y Jackie, quién era la menor, en el mundo de la música. Hilary se desempeñaba brillantemente con la flauta traversa, pero pronto fue sobrepasada por Jackie, quién desde los 4 años se había enamorado del sonido del cello. Le compraron uno y demás está decir que era más grande que ella y necesitaba que alguien se lo llevara de un lugar a otro.

Las vitrinas del salón principal de la casa comenzaron a llenarse de galardones, medallas, diplomas y copas a medida que Jackie participaba en concursos musicales. A los 17 años hizo su debut como concertista en el Royal Festival Hall con el concierto de Cello de Elgar y dos años después, o sea en 1964, entré a formar parte de su vida.
Juntos practicamos lecciones con Pleeth y Rostropovich y juntos recorrimos el mundo tocando con las orquestas de Londres, Berlín, Israel, Los Angeles y New York, por sólo nombrar las que vienen a mi memoria.

Siempre me hizo sonar magníficamente, pero sin duda la historia la recuerda por el virtuosismo de su interpretación del concierto de Cello de Elgar y la mejor grabación de esa pieza es la que ella hizo conmigo para la orquesta de la BBC en el Carnegie Hall. Los más destacados directores la dirigieron, entre ellos Daniel Barenboim con quién se casó. A pedido de Daniel, la ceremonia fue bajo el rito judío y fue así como conocí Tel Aviv.

                                                   Jackie y Daniel Barenboim

Jackie, Daniel y yo éramos inseparables y debo decir que la relación de la pareja fue una de las más fructíferas en el mundo de la música, llegando algunos a compararla con la de Clara y Robert Schumann.

Hubo veces en que Jackie me trató mal; estando en Moscú me sacó afuera de la habitación y me puso en el balcón en una noche helada y otras veces me pateaba, ¡a mí! que siempre fui tratado con dulzura y Stradivarius me consideraba una de sus obras maestras.

Jackie era caprichosa y egocéntrica, a tal punto que en una gira lo plantó a Daniel, no cumplió con los compromisos que le aguardaban y juntos fuimos a la granja que su hermana Hilary y su esposo Christopher Finzi tenían en las afueras de Londres. Jackie, quizás por el exceso de trabajo, parecía estar al borde de un colapso nervioso, se puso insoportable y persuadió a su hermana de hacer un ménage à trois. La situación se volvió insostenible y al poco tiempo, cargándome al hombro abandonó la granja y afortunadamente retomamos las giras y los conciertos.

La vida y la armonía parecían encarrilarse nuevamente cuando en 1970 durante un ensayo el arco se desprendió de la mano de Jackie y cayó al suelo, algo que nunca había pasado. Por entonces no sabíamos que era el primer signo de la catástrofe que se avecinaba. Jackie me culpó de lo sucedido y me dijo que yo era impredecible y ya no había armonía entre nosotros. Ese mismo año me cambió por otro cello de calidad muy inferior. Nunca me sentí tan dolido y humillado.

Pareció que la separación desencadenó la enfermedad de Jackie; en alguna forma yo era también su amuleto que la protegía, pero ella me despreció y me reemplazó por un instrumento de segunda categoría.

Lentamente, la esclerosis múltiple comenzó a hacer estragos en su organismo. En 1972 dio su último concierto. Estaba en Nueva York junto al afamado violinista Pinchas Zukerman, ambos dispuestos a enfrentarse al Doble concierto de Brahms bajo la batuta de Leonard Bernstein.

Muy poca gente sabía la verdad: ya no sentía los dedos. Sin tacto, la música de Brahms se le transformó en un océano sin puntos de referencia y el mástil del instrumento en un intrincado rompecabezas donde tenía que calcular a ojo dónde iba posando las yemas. No podía calibrar el peso del arco y debía esforzarse para sostenerlo. Tomó conciencia de que esa sería su última aparición como cellista ante el público. Unos meses después le fue diagnosticada la irreversible dolencia.

Me enteré de su muerte estando con Yo Yo Ma y ambos lloramos. Mi relación con el chino es excelente, me hace producir sonidos maravillosos y me trata con ternura.
Y sin embargo…¡cómo extraño a Jackie!



11 comentarios:

  1. Muy buena evocación de esa trágica historia desde la voz del cello que la acompañó. Adelante!

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  2. Vivió aceleradamente.
    Se casó con el gran Daniel Barenboim a los 22 años, se efermó a los 28 y murió a los 42.
    Y Menem sigue vivo.....

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  3. No me quedó claro entre quienes era el ménage à trois.

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  4. Para ROMI: según la biografía escrita por su hermana Hilary "Un genio en la familia", Jackie presionó a su hermana para tener relaciones sexuales con su esposo. Menage a trois en este caso significa que las dos mujeres compartieron durante un muy breve período a Christian el esposo de Hilary.

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    1. No captaba si era ellas con Christian, con Daniel o con el cello. Gracias por la aclaración.
      Pobre Barenboim, no mereció esta traición.

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    2. Por favor, Jackie ya estaba enferma cuando todo esto sucedia, si no hubiese sido por su enfermedad jamas hubiera ocurrido tal cosa. Por otra parte Barenboim la dejo estando enferma para formar familia con otra mujer, la madre de sus hijos sin k jackie supiera nada. Ella lo descubrio sola.

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  5. QUERIDO RICARDO
    UN PLATO EXQUISITO. TODOS LO HAS ESCRITO Y LLEGA PROFUNDO. VER A ESTOS GENIOS TAN JÓVENES ME HACE SENTIR UNA GRAN MELANCOLÍA. EN FIN, TIENEN EL DON DE NUNCA MORIR
    MELÓMANA INVETERADA
    UN ABRAZO
    IQT

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  6. Eso del Menage a trois fue mentira, los hijos de Hilary la contradicen !!!!

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  7. Salvo que Yo YO MA es japonés y no chino...

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  8. Siempre he sido súper fan de Jacqueline Dupre, súper buena historia, felicidades!!!

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