miércoles, 25 de septiembre de 2019

KLIMT



 Catalogar el estilo artístico de Gustav Klimt es un verdadero desafío para los amantes de encasillar a los pintores dentro de determinadas escuelas. El caso de Klimt es inédito, ya que no existen antecedentes que se le asemejen y tampoco sería una escuela, porque no ha dejado sucesores.
Para un historiador, la misma vida de Klimt también constituye un tema difícil de abordar porque no escribió un diario personal, ni publicó libros o informes sobre su técnica y solo se dispone de unas pocas cartas a su gran amiga Emilie Flögue, la hermana de la viuda de su hermano. La historia del artista se puede armar recogiendo datos y anécdotas de las numerosas personas con las que se contactó, sea por motivos de negocios, amistad o amoríos.

                               Gustav Klimt

La Viena que Klimt conoció gozaba de una época de esplendor difícilmente igualada por otras capitales como Londres o París. El imperio Austrohúngaro estaba gobernado por los Augsburgos, que los historiadores califican como los déspotas ilustres. Monarcas que durante su reinado fomentaron las artes y la cultura. En música Viena era imbatible, además de la figura gigantesca de Mozart que pertenecía al siglo anterior, salieron de sus escuelas Alban Berg, Gustav Mahler, Anton Bruckner y Arnold Schönberg. Compositores de origen alemán o italiano, como Beethoven y Salieri, vivieron y compusieron durante años en Viena. Las artes plásticas no se quedaron atrás y una de las principales figuras es Gustav Klimt a la cual se dedica este artículo.
En ese contexto de explosión de arte y cultura creció Klimt, pues nació en el año 1862, en Baumgarten, ciudad que formaba parte del distrito de Viena. Su infancia fue pobre y sí bien en la casa abundaban las láminas de oro, se debía a que su padre era orfebre y grababa en el dorado metal, pero estaba lejos de ser un artesano rico. En aquel entonces no había medias tintas, o se era rico o se era pobre y los Klimt pertenecían al segundo grupo.
A los 14 años las crónicas nos dicen que Klimt, gracias a una beca que le otorgaron, ingresó en la Escuela de Oficios y Artes de Viena donde adquirió los conocimientos de la técnica de la pintura y la decoración de interiores. Comenzó su actividad artística pintando interiores de edificios públicos y lo hizo tan bien que siendo un joven de 26 años recibió la Orden de Oro al Mérito y fue el emperador Francisco José quien le hizo entrega de la medalla y el diploma correspondiente en el palacio Belvedere.

                El árbol de la vida

El premio lo catapultó a la fama y le dio bienestar económico, hasta que pasados 6 años, recibió el encargo de crear tres pinturas para decorar el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena, pedido que señala la jerarquía artística a la que había llegado Klimt. El mural debía representar La Medicina, La Filosofía y La Jurisprudencia.
El artista se puso a trabajar con entusiasmo, pero cuando presentó los bocetos, ya muy avanzados, el comité encargado de la obra quedó escandalizado. Había desnudos femeninos en actitudes insinuantes. El clamor fue general: protestaron tanto políticos como personalidades relacionadas con el mundo del arte y la moral pública. En cuanto a la prensa fue implacable denunciando que las figuras eran abiertamente sexuales y de matices provocativos.
Su obra fue rechazada, pero la Universidad de Viena se quedó con los bocetos. Unos años después las pinturas fueron solicitadas por compradores de Estados Unidos, pero la Universidad se negó a entregarlas aduciendo que eran de su propiedad. El artista montó en cólera y se presentó en las oficinas estatales armado con una escopeta y dispuesto a recuperarlas por la fuerza si era necesario. Finalmente llegaron a un acuerdo y pasaron a manos de Klimt.
Aparentemente este episodio despertó en él nuevos horizontes en el enfoque de sus obras, de aquí en más la mayoría de las pinturas tendrían un contenido erótico cuya intensidad dependería de la temática o de la atracción que le despertaran sus modelos. Hizo del sexo una transgresión. Cuando lo acusaron de pornográfico, adhirió esa injuria a su máquina creadora. En este aspecto, sus mejores obras comenzaron a surgir a partir de 1900 como El beso, Judith, o Dánae, un personaje de la mitología griega.
                                 El beso

Klimt tenía un fuerte atractivo masculino y capacidad de seducción sobre las mujeres y sus hormonas masculinas estaban siempre en ebullición. Modelos no le faltaron nunca, las había de todos los tipos desde la riquísima Adele Bloch-Bauer, una hermosa y atractiva joven judía cuyo esposo Ferdinand era dueño de una industria azucarera, hasta muchachas jóvenes de la clase obrera, lavanderas e incluso prostitutas. Todas posaron para Klimt y compartieron su lecho, evidentemente lo hicieron de buena gana porque no se registran casos de violencia ni escándalos en la vida del pintor.
Era muy detallista y le llevaba meses acabar cada obra, sobre todo si se trataba de encargos que requerían grandes dimensiones. Le insumía un tiempo considerable la elaborada y compleja técnica de colocar pan de oro y de plata, junto con intrincados motivos decorativos. Así surgió la pintura de oro donde se alternaban imágenes clásicas de toques orientales, con retratos de personajes de la sociedad, pero su mayor producción estaba volcada sobre las primeras, produciendo figuras creativas inspiradas en sus modelos de posturas eróticas y actitudes relajadas. El resultado era siempre una imagen femenina atractiva y potente.
                           Judith

En el espacio creativo de Klimt siempre había dos o tres modelos a su disposición. Cuando no estaban siendo dibujadas, paseaban por allí desnudas o en ropa interior. Después de su muerte, nada menos que 14 personas declararon ser hijos del pintor y reclamaban los beneficios de su herencia.
Cuando Austria fue anexada por Alemania, con el beneplácito de muchos de sus habitantes, los nazis sentenciaron que las obras de Klimt eran decadentes e inmorales y quemaron varias de ellas entre las que se encontraban los estudios para el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena. Afortunadamente muchas se salvaron porque fueron escondidas o pertenecían a colecciones privadas. Dos de ellas, El beso y La dama de oro, merecen un comentario adicional.
Cuando en 1908 Klimt aún no había terminado de pintar El beso la obra fue adquirida por el Museo Belvedere. La institución pagó por ella la suma de 25.000 coronas, en una época en que el valor de los cuadros oscilaba en 500 coronas. El tiempo demostró que ese precio resultó ser una ganga ya que actualmente está valorado en no menos de 150 millones de dólares. La pintura representa a Klimt de la misma manera que El grito, está asociado con Munch o La Noche estrellada con Van Gogh. Con El beso, el artista inició su estilo de la aplicación de pan de oro.

                            La Dama de Oro

La dama de oro es el retrato de Adele-Bloch-Bauer, la joven acaudalada que Klimt pintó en 1907. Adele había muerto cuando los nazis en busca de judíos invadieron su casa y se apoderaron de todas los objetos de valor y obras de arte. De los familiares solo dos se salvaron de las cámaras de gas, uno de ellos era María Altmann quien por entonces tenía 22 años y era sobrina de Adele.
La obra no fue destruida por los nazis que olfatearon su enorme valor y fue a recalar a una mina de sal situada en el poblado de Merkel, en Alemania junto con muchas otras obras robadas a los países conquistados. Con la derrota de Hitler, La dama de oro fue incorporada al museo Belvedere, donde permaneció durante 60 años, hasta que apareció un testamento de Ferdinand, el esposo de Adele, donde figuraba que la obra pertenecía a los Bloch-Bauer.
María Altmann litigó durante 6 años contra el gobierno de Austria y su Ministerio de Cultura hasta que recuperó la pintura, pero el costo sideral del seguro la obligó a venderla en una de las subastas más mediáticas de la historia, donde La dama de oro fue comprada por la Neue Gallery de Nueva York en 135 millones de dólares.
Hoy constituye la principal atracción de ese museo de la Quinta Avenida para deleite de todo aquél que quiera admirar una obra maestra de la pintura universal: el retrato de Adele Bloch-Bauer, la tía de María Altmann.
Adele falleció de meningitis a la edad de 43 años, 7 años después de que falleciera Klimt. Ambos tuvieron la suerte de no llegar a presenciar la terrible tragedia que después de dos décadas caería como un manto siniestro sobre Europa.


Guillermina Torresi. Un siglo sin Gustav Klimt, el pintor por el que ansiaban desnudarse las mujeres. La Vanguardia 06/02/2018.

Laura Galdeano. El sensual estilo de Gustav Klimt que encolerizó a los nazis. Libertad Digital, 02/06/2018

Luciano Sáliche. Un siglo sin Gustav Klimt: historias, romances y una escopeta cargada. Infobae, 17,06,2018.

Graciela Cutuli. Viena, tiempo y arte. Página 12, 31/12/2017.
La asombrosa historia detrás de un cuadro de Klimt. Semana 02/03/2016.

7 comentarios:

  1. Gracias Ricardo; cómo siempre, interesante tus publicaciones.

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  2. Oswaldo C de Maryland26 de septiembre de 2019, 11:16

    Magnifica la historia de Klimt y sus pinturas, Ricardo.
    Gracias por mandar.

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  3. Me gusta mucho está historia, como todas las que compartía con nosotros, gracias amigo!

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  4. Bravo, me gustan todas tus opiniones ,comentarios e informes

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  5. Muy interesante. Modgliani y Klimt son dos de mis pintores favoritos.
    Sds cordiales
    Claudia

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  6. Ricardo.Muchas gracias. Muy instructivo y sumamente ameno
    Aquilino

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