lunes, 16 de enero de 2017

MARY Y SU CRIATURA


A la edad de 17 años, la escritora Mary Wollstonecraft Godwin se enamoró del poeta Percy Shelley, quién por entonces era un hombre casado. El romance fue lo suficientemente fuerte para la sociedad londinense de principios del siglo XIX, como para que Mary y Percy huyeran de Londres y se refugiaran en París. A partir de entonces ella adoptó el apellido de su esposo y pasó a conocerse en la posteridad con el nombre de Mary Shelley.

La pareja recorrió Europa en condiciones económicas precarias, pero felices y se puede decir que la mayor parte de sus vidas la pasaron viajando. En una ocasión se trasladaron a Suiza y visitaron a un amigo de ambos en su casa veraniega de Ginebra.

Mary Shelley (1797-1851) y Percy Shelley (1792-1822)

El tal amigo era nada menos que Lord Byron, cuyas poesías lo habían llevado a la fama. Otra fama muy distinta también acompañaba al genial poeta inglés, porque Byron no estaba en Ginebra disfrutando de unas vacaciones, sino que había huido de su país después de escandalizar a la aristocracia inglesa por su rebeldía ante la moral y las rígidas convenciones imperantes en Inglaterra.

Los Shelley no estaban en mejor situación, así que los tres compartían las mismas afinidades. Al grupo se agregaron dos personajes más: Claire Clermont, la media hermana de Mary quien por entonces era también la amante de Byron, y el escritor y médico John Polidori. En una noche de tormenta, entre truenos y relámpagos, que se prestaba a relatos macabros e historias del más allá, Byron los desafió a que escribieran una novela de contenido truculento y rayana con el terror.


                   Lord Byron (George Gordon Byron 1788-1824)

De todo el grupo, Mary sin tener conciencia de ello, era la más preparada para encarar la apuesta con que los enfrentó Byron. Además de ser muy ilustrada, porque recibió una educación muy avanzada para su época, ya que ambos padres eran escritores, Mary tuvo una infancia un tanto peculiar. Desde su ventana, lo que veía esencialmente eran tumbas y cadáveres. Desde pequeña su vida estuvo asociada a los cementerios, porque era la época de los ladrones de tumba, que en la clandestinidad desenterraban a los muertos para proveer de cuerpos a médicos y estudiantes. El gran promotor de esta costumbre macabra era el cirujano del rey, Sir Astley Cooper, destacado médico y anatomista quien había sentenciado: “La ley no impide que obtengamos el cuerpo de cualquier individuo que consideramos necesario. No hay persona, sea cual sea su situación, cuyo cuerpo no podamos conseguir para diseccionar”.

Como todos los niños, Mary tenía su lugar favorito para aislarse y evadirse, tanto de los adultos como de compañeros indeseables, y para ella ese sitio era el cementerio de Saint Pancras donde estaba enterrada su madre. Sentada sobre una lápida aprendió a leer los clásicos y las obras de su época.

Pasaron varios días y a Mary, las musas no parecían ayudarla, ¿quedaría sin poder satisfacer el desafío de Byron?, pero una noche tuvo una pesadilla, donde sin duda alguna vinieron a su mente aquellos recuerdos de la infancia sobre cementerios y cadáveres. Soñó sobre un muerto al cual un científico le dio vida. Cuando se despertó sobresaltada se dijo a si misma: “si a mí me aterrorizó, también puede hacerlo con los demás”. Fue en aquella mansión de Byron que nació la idea que se plasmó en una de las obras más populares para todas las generaciones que la leyeron hasta la actualidad sin que el paso del tiempo le arrebatara el más mínimo valor.

Mary se abocó a lo que en un principio debía ser un cuento breve, pero estimulada por Shelley, terminó escribiendo una extensa novela que quedó con el título de Frankenstein y un subtítulo: El moderno Prometeo, que con el tiempo pasaría al olvido. La novela trataba de un científico alemán llamado Victor Frankenstein quién en sus estudios universitarios desarrolló una técnica secreta para impartir la vida a organismos muertos. En su laboratorio ensambló partes de cuerpos humanos formando un ser gigantesco de aspecto siniestro. 

Así nació aquel personaje que nunca tuvo nombre, porque en la obra es designado como “la criatura”, “el monstruo” o “el demonio.” Con el transcurso del tiempo, para el común de la gente Frankenstein y la criatura se volvieron sinónimos y el monstruo quedó identificado como Frankenstein. 

En la novela, la vida de este humanoide es totalmente desgraciada, rechazado por el pueblo y por su propio creador vive huyendo y cometiendo crímenes y fatalmente termina con la muerte de ambos. El personaje infunde tanto horror como tristeza.

Además de su temática original, la obra está escrita con excelente estilo teniendo en cuenta que por entonces Mary solo tenía 19 años. Percy Shelley merece un crédito importante, ya que la idea original de ella era escribir un cuento de pocas páginas, pero él consideró que la temática era brillante y la estimuló para que la transformara en una novela.


                          Primera edición de Frankenstein

La primera publicación se produjo en marzo de 1818 con 500 copias de tres volúmenes y Mary la firmó como anónimo. En el público tuvo escasa recepción, pero Sir Walter Scott, el autor de Ivanhoe, detectó el valioso legado que la novela aportaría a la literatura universal y no le retaceó elogios: “se trata de una obra impresionante por la idea genial del autor que le otorgó un gran poder de expresión”, señaló.

Pocos años después, el argumento fue trasladado al teatro y subió a escena bajo el nombre de El destino de Frankenstein, que tuvo mucha repercusión y dio pie a que en 1822 saliera una segunda edición en la cual esta vez Mary Shelley figuraba como la autora. Pero ese año también fue la muerte de su amado Percy en un naufragio. Su cadáver fue encontrado en la orilla de una playa desfigurado por el mar.

Shelley fue enterrado allí mismo porque las leyes sanitarias de Italia así lo exigían, pero poco después sus amigos lo desenterraron y realizaron un ritual casi tribal al cual también asistió Lord Byron quien tenía un afecto profundo por Shelley. Mientras el cuerpo se consumía uno de los asistentes consiguió arrancarle el corazón al muerto y se lo entregó a Mary.

Ella murió a la edad de 53 años el 1 de febrero de 1851, su hijo Percy Florence Shelley la enterró junto con su amado y con el corazón que ella había conservado toda la vida. No podía ser de otra manera.

Además del clásico film de 1931 dirigido por James Whale y que volvió famoso a Boris Karloff, quien nunca más pudo ser superado en el papel de la criatura, se realizaron 53 proyecciones cinematográficas donde el personaje del monstruo, encarnado por diferentes actores figura en el guión bajo distintas interpretaciones.
El actor Boris Karloff y su magistral personificación de la criatura

Mary Shelley escribió, novelas cuentos y manifiestos feministas, porque fue una activa defensora de los derechos de las mujeres, pero pasó a la historia con Frankenstein, novela del género gótico, considerada por muchos como uno de los ejemplos más tempranos de ciencia ficción. A partir de entonces, la literatura gótica y la distópica, se convirtieron en territorios donde los escritores de lengua inglesa carecen de rivales.

Gisela Antonuccio. Mary Shelley: vida y misterio de una autora macabra. Suplemento Ñ de Clarín, 08/10/2013.
El busto de Palas. Curiosidades que desconoces sobre Mary Shelley. http://elbustodepalas.blogspot.com.ar/2010/05/curiosidades-que-desconoces-sobre-mary.html
Neil Gaiman. My hero Mary Shelley.The Guardian 18/10/2014.

Valentine. Frankenstein by Mary Shelley. A review. The Guardian 06/08/2014.

3 comentarios:

  1. Acabo de leérselo a mis compañeras de trabajo. Muy interesante!

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  2. excelente tu nota Ricardo!! un abrazo!

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  3. Oswaldo C de Maryland17 de enero de 2017, 7:50

    Como siempre son magníficos tus blogs, Ricardo. Tu relato sobre Mary Shelley es un típico ejemplo. Muchos de los detalles no conocía. Algún día tenemos que visitar Roma juntos. Allí, en el cementero para los no católicos, están las cenizas del famoso esposo de Mary, y la tumba de por lo menos uno de sus hijos que murieron de niños.

    Abrazos para tí y para Alicia.

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