sábado, 22 de octubre de 2016

CAMPANAS DE MARINELLI

Yo las amo, yo las oigo, 
cual oigo el rumor del viento, 
el murmurar de la fuente 
o el balido de cordero. 
Rosalía de Castro. Las campanas

El tañer de las campanas suele estar asociado con adjetivos positivos: alegría, fervor, patriotismo, triunfo, cuando suena en forma repetida e insistente. Otras veces lo hace con lentitud acompañando una marcha fúnebre o señalando un evento aciago.

Si tengo que citar un ejemplo de la historia, sin duda recurro al momento de la liberación de París. Después de 5 años de ocupación del ejército de la Alemania nazi, entraron las fuerzas aliadas encabezadas por el general De Gaulle y liberaron la ciudad. Entonces, las gigantescas campanas de Notre Dame, se sacudieron las telarañas que las envolvían y empezaron a balancearse, lentamente, pero cada vez con más fuerza, hasta que los badajos golpearon los bronces y empezaron a tocar a rebato, mientras el pueblo se precipitaba a las calles.


      Entrada triunfal del general De Gaulle en París. Al fondo el Arco de Triunfo

Después de esta introducción es válido afirmar que fabricar campanas es una artesanía tan noble como la que realizan los luthiers cuando confeccionan un instrumento musical. Porque la campana es en realidad un instrumento de percusión.

Hablar de luthiers de campanas obliga a mencionar a la  Fonderia Pontificia Marinelli, la más antigua fábrica del mundo. El título de “Pontificia” le fue agregado en 1924 como reconocimiento del Vaticano, ya que la firma Marinelli aportó a través de los siglos el 90% de las campanas que posee San Pedro.


       Los hermanos Marinelli, actuales descendientes de la dinastía.

La fábrica tiene dos características que son únicas, data de 1339 y desde el principio no se movió de su ubicación original en la ciudad de Agnona, un poblado de estilo medieval que solo tiene 6000 habitantes y está situado a 80 kilómetros al noreste de Nápoles. El otro aspecto singular, y en esto la empresa no tiene rival que la iguale, es que sigue en manos de la misma familia. Los Marinelli formaron una dinastía, de no menos de 10 generaciones, que persiste hasta la actualidad.

Se puede agregar un detalle más: la técnica de fabricación es exactamente la misma que en el siglo XIV. El procedimiento ya era antiguo por entonces, puesto que fue desarrollado de manera independiente y paralela por sumerios, indios, chinos, mesoamericanos e incas. Se denomina “moldeo o fundición a la cera perdida” y sirve para obtener figuras en bronce y oro.

Para la fabricación de objetos con esta técnica, se utiliza un modelo en cera que es rodeado de una gruesa capa de material blando que se solidifica. Una vez endurecido, se mete en un horno, que derrite la figura de cera, saliendo ésta por unos orificios creados al efecto (de ahí su denominación) y, en su lugar, se inyecta el metal fundido, que adopta la forma exacta del modelo. Para extraer la figura es necesario retirar el molde.

Esta forma de trabajar el bronce, requiere un largo, costoso y complicado proceso junto con una perfecta y adecuada combinación de diversos oficios: para el proyecto general y la coordinación: los escultores, para los primeros pasos: los moldeadores, para la labor de horneado: los fundidores y para el acabado los cinceladores. Estos últimos son verdaderos maestros que le dan el toque artístico a la campana con figuras, inscripciones y frisos decorativos en bajo relieve.


                Modelo final que muestra la artesanía del decorado

Según el tamaño de la campana, el proceso puede llegar a durar hasta 10 meses, requiere mucho esfuerzo, coraje y concentración, ya que el mínimo error puede arruinar el trabajo. En la fundición de los Marinelli, la fabricación de cada campana incluye una breve ceremonia litúrgica: al inyectar el bronce fundido a 1200 grados de temperatura, el sacerdote del pueblo bendice el trabajo y los obreros rezan. A medida que el metal se enfría se expresan buenos deseos y se intercambian abrazos entre los presentes.

En la fundición trabajan 12 personas y la producción anual es de 50 campanas. En 1999 la fábrica inauguró un museo que exhibe campanas de múltiples tamaños y una explicación detallada de su elaboración. De más está decir que la Fonderia Pontificia Marinelli es la principal atracción que ofrece el pueblo de Agnona. El visitante se entera allí que la empresa se inició con Nicodemus Marinelli, llamado “Campanarus", por los habitantes del lugar. La primera campana que fabricó Nicodemus pesaba 200 kilogramos y se destinó a la iglesia de un pueblo vecino.

                               Museo Marinelli

El momento de mayor zozobra en la historia de la familia fue durante la Segunda Guerra Mundial. Las instalaciones fueron ocupadas por soldados alemanes que hicieron algunos destrozos incluyendo la fundición de campanas para producir material bélico. Esto se debió a que Agnona se encontraba en el medio de la línea defensiva alemana donde se produjo en 1943 la famosa batalla de Monte Cassino, cuando las fuerzas alemanas trataron de impedir el avance del ejército aliado hacia Roma.

Una de las consecuencias de la batalla fue la destrucción de la histórica abadía de los Benedictinos y fue la fundición de los Marinelli la que proveyó las nuevas campanas durante la reconstrucción del edificio.

Las campanas Marinelli se encuentran en conventos, iglesias y edificios de Europa, Asia y América.


Escudo de la casa


Jeff Matthews. The Marinelli Pontificial Bell Foundry and Museum. Sept 2014. http://www.naplesldm.com/bells.html

4 comentarios:

  1. Las campanas de la catedral de Buenos Aires también fueron fabricadas por los Marinelli.

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  2. Las campanas de la catedral de Buenos Aires también provienen de la fábrica Marinell

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  3. Oswaldo C de Maryland24 de octubre de 2016, 14:31

    Como siempre, Ricardo, escribes una fabulosa e interesante reseña histórica. Si tienes tiempo lée otra vez en inglés la poesía onomatopéyica "Las Campanas" de Edgar Allan Poe. Adjunto una foto vieja tomada en la torre de Notre Dame dentro de una de sus gigantescas campanas, por lo cual se ve todo oscuro. El tamaño se puede deducir por su badajo (creo que así se dice, pero no estoy seguro), sobre el cual mi hijo Andrés tiene la mano.

    Abrazos, también para Alicia.

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    Respuestas
    1. ¡Qué lindo sacarse una foto al lado de la campana de Notre Dame! No sabía que se podía subir a la torre.
      Badajo es correcto.
      Conozco el poema de Poe, pero no lo puse porque traducido del inglés me pareció que perdía belleza.
      Abrazo

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