domingo, 19 de julio de 2015

DIOSA DEL PIANO


                       El Centro Cultural Néstor Kirchner

 Del otro lado de la Avenida Leandro Alem, se alzaba solitario el edificio del Correo Central, uno de los más espectaculares palacios de la ciudad, pero deshabitado, silencioso y postergado, esperando que alguien lo despertara de su letargo. Primero Néstor Kirchner y luego Cristina, decidieron transformarlo en un centro cultural y vaya si lo lograron. Es el más importante de América Latina y el auditorio conocido como la Ballena Azul, es una maravilla arquitectónica. Estuve tres veces asistiendo a conciertos y puedo decir que su acústica es excelente. El Centro Cultural Néstor Kirchner además ofrece gratis todas sus funciones, lo que permite el acceso de aquellos que no se pueden dar el gusto de sentarse en las butacas del Teatro Colón. Por primera vez en su historia, la sinfónica de Buenos Aires ha sido jerarquizada y elevada al plano que merecía, ahora tiene su propia sede y su director, dice que desde entonces los músicos tocan mejor.

El viernes 17 de julio en una función histórica y ante una sala colmada, se presentó Martha Argerich. Aprovecho la oportunidad para hablar de esta talentosa mujer.

La beca peronista
-¿Y a dónde querés ir ñatita?, le pregunta el hombre a la jovencita de 12 años que lo miraba fijo y sin amedrentarse. –Mi deseo es poder ir a Viena para aprender con Friedrich Gulda- le contestó.

                        Niña prodigio

Así comenzó el diálogo entre el general Juan Domingo Perón y aquella adolescente que no era otra que Martha Argerich. La noche anterior había dado un concierto en el Teatro Colón, con la asistencia del Presidente de la República, quien la había citado a la Residencia de Olivos. Martha fue acompañada por su madre, que en un gesto de obsecuencia sugirió que su hija podría dar una función en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). Perón captó inmediatamente el gesto atónito de Martha y al mismo tiempo que le seguía el juego a la madre, le hizo un guiño a la muchacha mientras le decía que no con el dedo.
Como resultado de esa entrevista, la adolescente consiguió la beca necesaria para estudiar con Gulda, uno de los mejores profesores de piano de Europa. Su padre fue ubicado como agregado económico en Viena y la madre en un puesto de la embajada.

Martha pertenecía a ese grupo exclusivo de genios considerados como niños prodigio. A los 8 años interpretó el concierto para piano número 20 de Mozart. Su maestro en Buenos Aires fue Vicente Scaramuzza, quien también formó, entre otros a Bruno Gelber.


 En 1957, una vez completada su formación musical de 18 meses con Gulda, Martha se lanzó decidida a tocar en los grandes escenarios, haciendo una carrera meteórica de continuos éxitos bajo la batuta de los más prestigiosos directores y recorriendo los principales teatros de Europa, Asia y América. En el Teatro Colón nos deleitó en varias oportunidades hasta que en 2005, debido a un conflicto interno del personal que afectó su programación, juró no volver a pisar más nuestro coliseo. Sin embargo, 7 años después volvió de la mano de Daniel Barenboim y en el 2015 ambos vuelven a repetir el éxito que tuvieron en 2013.

Sucede que Martha no puede ofenderse con lo que le ocurrió en aquella oportunidad, porque debido a su temperamental comportamiento hizo lo mismo en teatros de Europa y Asia. Estas actitudes de suspender actuaciones en forma intempestiva, le hubieran cerrado las puertas a cualquier otro intérprete, pero el talento y virtuosismo de Martha es tan grande que todo se le perdona.

Un caso emblemático fue su actuación en Japón donde la formalidad y el cumplimiento de los compromisos son temas sagrados. Sirva como ejemplo que cuando el pianista Benedetti Michelangeli no se presentó el día de su actuación, le confiscaron el piano y lo declararon persona no grata de por vida. Martha hizo lo mismo, con el agravante que esa noche asistiría el emperador. Había tenido una feroz discusión con su segundo esposo, el director de orquesta Charles Dutoit y no supo o no pudo desligar aquel conflicto de su actividad profesional. Se tomó un avión y se fue a Alaska sin avisar a nadie. Entonces tenía 30 años, era sumamente bella, sugestiva, cautivante y por sobre todo poseía un talento único. Los organizadores y el público japonés, no solo la perdonaron, sino que deliraron cuando al año siguiente regresó y dio 14 conciertos seguidos. En 2005, el hermano del Emperador le entregó el “Premio Imperial”, el máximo galardón que se otorga en Japón a los artistas.

Sus cancelaciones e interrupciones son famosas, la primera fue a los 17 años para “ver que se sentía”. Tres años después interrumpió su exitosa carrera y se recluyó durante otros tres años en un departamento de Nueva York donde pasó el tiempo mirando televisión. A pocas cuadras de allí vivía Vladimir Horowitz a quién ella admiraba. Ambos tenían en común lo que se conoce como “trastorno de pánico escénico”, que obligó a Horowitz a recibir sesiones de electroshock. En el caso de Martha, los episodios eran mucho más leves, ya que bastaba un empujoncito para hacerla entrar en escena, pero detestaba ser la única en el escenario. Es por eso que recién en el 2000, cuando ya tenía 59 años, tocó como solista por primera vez y lo hizo en el Carnegie Hall de Nueva York. Daniel Barenboim, que la admira, sentenció en una ocasión: “Martha ha hecho lo imposible para arruinar su carrera, pero no lo puede lograr”

.
Es que organizadores y público también saben que ella tocó en circunstancias donde cualquier otro habría suspendido la función, porque ¿quién es capaz de concentrarse en la partitura y tocar pasionalmente un concierto de Mozart, Schumann o Beethoven, sufriendo al mismo tiempo fuertes dolores de lumbago o de muelas?

Su vida privada es igualmente desordenada y tormentosa, porque es difícil para estos artistas, sometidos a constantes ensayos y compromisos, cumplir con las funciones hogareñas. Martha contrajo matrimonio en tres oportunidades: con el violinista chino Robert Chen, el director de orquesta Charles Dutoit y el pianista Stephen Kovacevich. Con cada uno de ellos tuvo una hija, la mayor, Lyda Chen siguió los pasos de sus padres y en un principio se dedicó al violín, para después optar por las notas más cálidas de la viola. Como concertista la tuvimos en Buenos Aires en varias oportunidades, donde considera que están sus raíces. También realizó giras por el interior del país.

Su segunda hija Annie Dutoit es profesora de letras en una universidad de Estados Unidos, pero sigue a su madre a todos los conciertos que puede. Finalmente, está Stéphanie Argerich hija del matrimonio con Kovacevich. Ella lleva el apellido materno ya que sus padres estuvieron juntos poco tiempo. Cuando Stephanie era adolescente, Martha le regaló una cámara filmadora y la joven comenzó a filmar escenas familiares con las que armó la película documental “Bloody Daughter” que ofrece pinceladas de la compleja relación de Stéphanie con sus progenitores, sobre todo con su madre, una persona alejada de la prensa, que en el film aparece en situaciones de desnudez emocional.

El documental también muestra facetas desconocidas de la célebre artista, como su trastorno de pánico escénico. O cuando, en pijamas mientras toma el primer café del día, confiesa su miedo a que el envejecimiento de su cuerpo influya de manera negativa en su interpretación musical. Pero quizás el momento más duro de Bloody Daughter es el relato que hace Stephanie de la historia de su hermana mayor Lyda, quién creció en un orfelinato hasta que a los ocho años fue a vivir con su padre. A Martha Argerich le cuesta articular una respuesta cuando Stéphanie le pregunta por qué su hermana no vivió con ellas.

Cuando describe a Martha, Stephanie admite que tiene una personalidad tan fuerte que “chupa” la energía de quienes la rodean, pero así como ejerce por momentos una dura crítica de Martha, también destaca sus facetas positivas. Una de ellas, quizás la más importante, es la enorme ayuda que ofrece a jóvenes músicos que quieren hacer carrera. Juan Forn relata que en una de las giras a Japón llevó a uno de estos jóvenes y lo sentó a su lado para que girara las páginas de la partitura. Se trataba de un angoleño que usaba una túnica sin mangas poniendo al descubierto el abundante vello de sus brazos. Esa exhibición de pilosidad masculina es muy mal vista en aquel país, pero una vez más el público nipón no protestó, porque allá, Martha es una especie de diosa.

Y ahora la tenemos aquí, en Buenos Aires, deleitándonos con su arte magistral. A pocos metros de donde tocó Martha se yergue majestuosa la imagen en bronce de Juana Azurduy inaugurada recientemente por la presidenta Cristina junto con Evo Morales. Un aire fresco de arte y de resurgimiento de los verdaderos protagonistas de nuestra historia, le dio vida a un sector hasta entonces apagado de la ciudad.

                                          En la Ballena Azul

Pablo Gianera. Regreso magistral: Barenboin y Argerich en un concierto memorable. La Nación 04/07/2014.
EMOL Cultura y espectáculos. Pianista Martha Argerich recibe "sorprendida" el premio imperial de artes de Japón. 18/10/2005. http://www.emol.com/noticias/magazine/2005/10/18/198718/pianista-martha-argerich-recibe-sorprendida-el-premio-imperial-de-artes-de-japon.html
DW. Actualidad. Bloody daughter: el misterio de Martha Argerich continúa. http://www.dw.de/el-misterio-de-martha-argerich-contin%C3%BAa/a-17241327
Juan Forn. Trece maneras de decir Martha. Página 12, 20/02/2015.
Victoria Reale. Stephanie Argerich: mi madre es un monstruo, chupa la energía alrededor. Revista de cultura Ñ. 08/11/2013.


7 comentarios:

  1. El Centro Cultural Kirchner es espectacular y es uno de los legados de Cristina y Néstor para muchas generaciones futuras. Seas fanático K o rabioso antiK, no podés dejar de conocerlo. La visita guiada vale la pena, porque descubre aspectos que de otra manera no conoceríamos.
    Con respecto a Martha Argerich, está todo dicho.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el interesante artículo, Ricardo. No conocía a esa famosa pianista.

    Saludos para tí y para Alicia.

    Oswaldo C de Maryland

    ResponderEliminar
  3. Julito de Laferrere20 de julio de 2015, 7:16

    Cambio, cambio, cambio…No señores, no se trata de un arbolito de la calle Florida, hablo de Macri que se la pasó diciendo durante meses esa palabra y anoche en un discurso forzado y cierta crispación en el rostro después de la ajustadísima e inesperado victoria del Guazón, se guardó en el bolsillo la palabra cambio. Parecía un discurso kirchnerista, decidió que mantendría todos los logros de los últimos 10 años, los mismos logros que atacó reiteradamente: jamás estatizaría Aerolíneas, es una barbaridad estatizar YPF, etc, etc.
    Sucede que solo el 15% de la población, según una encuesta, quiere cambios. Entonces dio una vuelta de campana a su proyecto. ¡Hombre de principios este Macri!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias a vos me entere que dijo el imbécil, por que yo no tengo la paciencia de escucharlo, y verlo significa que puedo atentar contra el televisor

      Eliminar
  4. El ¿ingeniero? está triste, ¿qu´le pasará al ingeniero? Quizás, como la paloma, se equivocó, creyó que el sueño era realidad, que la derecha era la izquerda, que el sur era el norte, y el sueño se desvaneció.
    Pero, a diferencia de la paloma, no voló a lo alto de una rama, sino que se puso a picotear en campo ajeno, tratando de hacer creer que lo que es, no es, y lo que no es, a lo mejor puede ser. "Ser o no ser", ése es el dilema ingenieril, que la facultad no le ayuda a definir, ya que, como ingeniero no pasa de dirigente futbolero.
    Si alguna cualidad se le podía reconocer, era su coherencia ideológica, ya no defiende como un Cid Campeador las posturas del egoísmo neo-liberal, sino que sostiene que siempre le simpatizaron las políticas del populismo nacional. Lo que parecía coherencia, resultó ausencia de convicciones, sólo la mediocridad es la que permanece.
    ¿Qué puede PROmeter o meter el PRO en el escenario político, cuando ignora lo que es, lo que tiene, lo que piensa y lo que quiere? Pero, esto, como Menotti, "es triste", porque marca la profunda decadencia de las dirigencias políticas, aquí, allá y acullá. La derecha, a partir de su centro, necesita de un partido que la canalice, que la ubique en el juego de la democracia representativa y la aleje de las tentaciones de los golpes, marciales, de mercado, mediáticos, duros o blandos.
    Ya que ganó por barrido en la comuna de la Recoleta, convendría que se dieran una vuelta por el cementerio y buscaran inspiración en tantas tumbas ilustres que podrían brindársela.
    JC

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. BUENÍSSSIMO!!!

      Eliminar
    2. EXCELENTE¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡.......lo voy a difundir.cristina deluca.-

      Eliminar