miércoles, 9 de abril de 2014

LOS LINCHAMIENTOS Y LOS MEDIOS

   Linchamiento de negros en 1920, en el sur de Estados Unidos

Los linchamientos son tan antiguos como la existencia del ser humano y en el evangelio según San Juan, Jesús salvó a María Magdalena de ser lapidada, costumbre aberrante que aún perdura en algunos países árabes, por supuesto sobre mujeres, con el agravante que son linchamientos institucionalizados. El término es mucho más reciente que el relato bíblico, ya que se originó en el siglo XVIII cuando el rico hacendado Charles Lynch, del estado de Virginia lideró el asesinato colectivo de un grupo de detenidos que habían sido absueltos por un tribunal.

El linchamiento además de ser un homicidio agravado, es un acto de cobardía donde cada participante se escuda dentro del grupo y difícilmente se animaría a la agresión por cuenta propia.

En América Latina los linchamientos son relativamente frecuentes y en Argentina también los hay, aunque en grado mucho menor, pero adquirieron notoriedad por la enorme difusión de la prensa mediática que además intentó proteger a los autores suavizando los términos, ya que Clarín los denomina “palizas” y La Nación “golpizas a delincuentes”. El periodista Mariano Grondona, ex funcionario del gobierno de facto que justificó la tortura durante la dictadura, también los avaló.


            Mariano Grondona justificó los linchamientos

Sobre estos hechos fue esclarecedora la mesa redonda organizada por el segundo encuentro de la agrupación Justicia Legítima, en la Biblioteca Nacional el 4 de este mes. La procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó y el periodista Víctor Hugo Morales cerraron la jornada realizada en la Biblioteca Nacional. Los hechos de los últimos días sirvieron para poner bajo análisis a la Justicia y a los medios.

“Los que golpearon a David Moreira hasta matarlo ¿eran conscientes del delito que cometieron? ¿Habrán pensado que era mejor tener un ladrón menos que decenas de asesinos sueltos? Cuando el protagonista de un crimen es un joven de un barrio marginal, se habla de violencia homicida, y cuando es protagonizado por señores y señoras de barrios pudientes se pasa a hablar de ajusticiamiento o de palizas. ¿Es que acaso puede haber justicia cuando se parte de la idea de que algunas vidas no tienen valor?”, se preguntó Gils Carbó al cerrar. “Es inevitable asociar esos episodios brutales con una campaña que se desarrolló contra un anteproyecto del Código Penal, con eslóganes simplistas y falsos, que auguraban una liberación masiva de violadores o autores de crímenes violentos, que causaron miedo y rechazo en la población”, añadió la funcionaria en referencia a los cuestionamientos del diputado Sergio Massa al borrador de reforma del Código y a los ataques de grupos de personas contra presuntos ladrones.

Gils Carbó agregó “Es necesario generar los mecanismos para que todos podamos llevar adelante una vida digna, y combatir el delito con plena igualdad, porque la realidad es que las cárceles están llenas de pobres, la mayoría sin condena, y la respuesta de la Justicia para los grandes delitos económicos sigue siendo deficitaria”, tras lo cual fue aplaudida por el público que desbordaba el salón Jorge Luis Borges.



Alejandra Gils Carbó y Víctor Hugo Morales en la mesa redonda de la Biblioteca Nacional

Varias instituciones, políticos y analistas sociales, se dirigieron a los trabajadores y directivos de los medios de comunicación del país sobre la grave responsabilidad que tienen sus mensajes en la generación y repetición de actos delictivos que llegan hasta el homicidio, y que con gran negligencia son presentados y calificados como actos de “justicia por mano propia”.
El canal TN del monopolio Clarín, fábrica de malestar funcionando a pleno, pasó durante horas un mismo episodio repetido 24 veces. De esta manera, el mismo delito funcionó como si fueran 24, para habilitar la idea de una justicia ausente, y justificar que la gente la lleve a cabo por su propia mano. Los asesinados o molidos a golpes en los últimos días no eran una amenaza para la vida de nadie, no llevaban armas.

Aunque los hechos de los últimos días tienen causas diversas y de gran complejidad, todo emisor sabe que la acumulación y repetición sin descanso de un puñado simplificado de consignas alimenta la intranquilidad y el temor de la población, y promueve la intolerancia y la propensión a violar la ley.



                                   Cartel en un suburbio de Buenos Aires

Existe sin duda una relación causa/efecto entre la sucesión de episodios de linchamientos y las descabelladas e impúdicas declaraciones de Massa contra el proyecto de Reforma del Código Penal, amplificadas hasta el hartazgo por su partido político que es Clarín, con la colaboración del diario La Nación y, cuya gravedad es minimizada por los medios. Al fin y al cabo, los victimarios son gente como uno de clase media y la víctima es un portador de cara, es decir un “negro” como se los designa despectivamente.

El enemigo es, en este caso, un delincuente aunque no haya ninguna evidencia de que lo sea, o un comunista, o una bruja, un neoliberal, un periodista o un judío. Depende de la época y la situación, lo que cuenta no es si cometió un delito o no. Lo importante es que hay un grupo de personas que, por las razones que fueren, asumieron que existe el enemigo. Ese enemigo tiene un rótulo. Cuando queda etiquetado, se transforma en un agresor, en un blanco móvil, alguien a quien corresponde patearle la cabeza, porque es parte del enemigo.

En estos días los medios formadores de noticias introdujeron en la sociedad la noción de un aumento permanente y sin control de los actos delictivos, rara vez asentada en estadísticas serias, y por la afirmación, jamás sostenida en datos confiables, de que la única solución ante esta problemática son las políticas de “mano dura”, que ya fracasaron rotundamente en nuestro país y en muchos otros.

Sergio Massa en su insaciable búsqueda de notoriedad y protagonismo, estuvo en Estados Unidos donde no lo invitaron como dijeron algunos medios, sino que solicitó o imploró entrevistas donde aprovechó para juntarse con la extrema derecha de aquél país, como el Tea Party y el ex alcalde de Nueva York, el de la tolerancia 0.
                            Sergio Massa con Rudolph Giuliani

Su principal contrincante, el procesado jefe de la Ciudad acusó al gobierno, como lo hace habitualmente, de estos episodios y habló de un Estado ausente. Se olvidó que uno de los linchamientos ocurrió en pleno barrio norte donde la seguridad depende de su gestión. Seguidamente eructó una de sus típicas burradas afirmando que, como está “tan mal la situación” de la inseguridad, le dio “tranquilidad” que su hija se fuera del país. O sea que no cree ni en su propia policía. Conviene recordar que en 2007, en un programa de Susana Giménez pidió la libertad del comisario Carlos Sablich, procesado por torturas. Como broche de cierre se negó a que la Legislatura hiciera una declaración de repudio a los linchamientos. Podemos adivinar la respuesta que haría ante un periodista que le pida su opinión sobre el Ku Klux Klan.



El dislate expresado sobre su hija le abrió un flanco a Macri por donde se introdujo su archienemigo Massa: “Yo quiero a mis hijos viviendo acá y orgullosos de que todas las fuerzas políticas trabajen para que vivan en un país más seguro”, sentenció suelto de cuerpo el diputado de Clarín.

En pocos días toda esta retahíla de frases y discursos de simpleza en estado puro, van a desaparecer, en la medida que los medios elijan otro tópico antigobierno. Seguirán existiendo linchamientos, aunque ya no serán tapa de los diarios, pero los problemas de fondo sobre la seguridad permanecen sin solución. Son esos problemas que a la derecha no le importan, como una reestructuración global del sistema carcelario para que el delincuente una vez terminada su pena salga mejor de como entró y no peor y decidido a volcar sobre la sociedad su resentimiento y odio como consecuencia del mal trato carcelario. La reiterada frase de que hay que endurecer las penas, porque cuando el delincuente sale libre vuelve a delinquir, es de una simpleza sin atenuantes, porque no analiza las causas. El sistema carcelario es una asignatura pendiente que se arrastra desde que el país existe y ni el gobierno actual ni los provinciales lo han modificado. Por eso y mientras exista la inequidad social, las medidas recientemente adoptadas por Sicoli son de una eficacia muy relativa.

La reforma al Código Penal debe ser tratada ya, no como dicen algunos políticos que sostienen que no es el momento adecuado y cabe preguntarles ¿y cuando es el momento adecuado?




Eduardo Videla. De repudiar ni hablar. Página 12, 04/04/2014.

Claudia Perugino. Responsabilidad de los medios ante la violencia. CONSAVIG.

¿Pensarán que es mejor un ladrón menos que decenas de asesinos sueltos?. Página 12, 05/04/2014.

Ernesto Tenenbaum. Cuando nos sentimos víctimas. Veintitrés, 05/04/2014.

Horacio Verbitsky. Atentos y vigilantes. Página 12, 06/04/2014.

José Natanson. ¿Por qué linchamos? Página 12 06/04/2014.


Pablo Morosi. Declaró Scioli la emergencia en seguridad por la ola delictiva. La Nación, 06/04/2014. 

2 comentarios:

  1. La inseguridad...¿por dónde pasa? Las mujeres estamos inseguras en nuestras propias casas, donde se cometen la mayoría de los femicidios... pero de esas cifras Clarin no habla, y Massa tampoco. Los chicos de clases sociales menos afortunadas también se deben sentir inseguros, por portación de rostro y vestimenta. ¿Quién les va a brindar seguridad a ellos? .... Es cierto que las cárceles están llenas de pobres sin condena... ¿quién les asegura que no van a amanecer ahorcados en la celda, o violados y golpeados?....

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    1. Perfecto, Laura, esa es la verdadera inseguridad, de la que ni se habla. La Inseguridad sólo parece pasar por las clases altas.

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