lunes, 21 de abril de 2014

GABO, EL NOBEL Y VARGAS LLOSA

La vida no es lo que uno vivió, sino lo que recuerda y cómo la recuerda para contarla.
Gabriel García Márquez

                                              Gabriel García Márquez (1927-2014)

Disquisiciones sobre el Premio Nobel de literatura
En octubre de 1980 Gabriel García Márquez, de ahora en más “Gabo”, por afecto y para hacerlo más corto, escribió en el diario El País una nota brillante donde hacía un análisis sobre el Premio Nobel de literatura. Debo aclarar que si en esa ocasión no citó a Borges ni a Vargas Llosa, fue porque ambos estaban vivos y se suponía que en algún momento recibirían el galardón. El comité del Nobel fue esquivo con el primero, que falleció en 1986, mientras que Vargas Llosa lo recibió en 2004.

Por respeto a la figura gigantesca de Gabo transcribo su nota como él la redactó, haciendo solo unos pequeños cortes.

“Se ha dicho muchas veces que los más grandes escritores de los últimos ochenta años se murieron sin el Premio Nobel. Es una exageración, pero no demasiado grande. Leon Tolstoi, cuya novela Guerra y paz es, sin duda, la más importante en la historia del género, murió en 1910, a la edad muy nobiliaria de 82 años, cuando ya el Premio Nobel se había adjudicado diez veces. Su obra cumbre llevaba ya cuatro años y medio de gloria, con numerosas traducciones y reimpresiones en el mundo entero, y ningún crítico dudaba de que estaba destinado a existir para siempre”.

                 León Tolstoi (1828-1910)

“En cambio, de los diez escritores que obtuvieron el Premio Nobel mientras Tolstoi vivía, el único que permanece vivo en la memoria es el inglés Rudyard Kipling. El primero que lo obtuvo fue el francés Sully Prudhomme, que era muy famoso en su tiempo, pero cuyas obras solo se encuentran en librerías muy especializadas. Otro de los diez primeros laureados fue el polaco Henryck Sienkiewicz, que se había colado de contrabando en la gloria con su ladrillo inmortal, Quo Vadis. Figura también uno de los dramaturgos más deplorables que parió la madre España: don José Echegaray, ilustre matemático a quien Dios tenga en su santo reino”.

“En los dieciséis años siguientes murieron sin obtener el premio otros cinco de los grandes escritores de todos los tiempos: Henry James, en 1916; Marcel Proust, en 1922; Franz Kafka, en 1924; Joseph Conrad, en el mismo año, y Rainer Maria Rilke, en 1926. También durante esos años estaban sentados en el escaño de los genios nadie menos G. K. Chesterton, que murió sin su premio en 1936, y James Joyce, que murió en 1941, cuando su Ulysses había cambiado el curso de la novela en el mundo, diecinueve años después de su publicación”.

“En cambio, de los catorce autores que lo obtuvieron en esa mala época, sólo cuatro perduran: el inglés Maurice Maeterlink, los franceses Romain Rolland y Anatole France, y el irlandés George Bernard Shaw. El indio Rabindranat Tagore, a quien debemos tantas lágrimas de caramelo, fue arrastrado por los vientos de la justicia del carajo. Knut Hamsun, el noruego que obtuvo el premio en 1920 en el apogeo de la gloria, ha corrido la misma suerte, aunque menos merecida. Dos años después, la Academia Sueca sufrió su segundo accidente mortal en lengua castellana: el inefable don Jacinto Benavente, a quien Dios tenga lo más cerca posible de don José Echegaray hasta el fin de los siglos. Con mayores o menos méritos, ninguno de los premiados de este lapso lo merecieron tanto como los que se murieron mereciéndolo”.

También Marcel Proust murió sin conocer su gloria. Pero hay que ser justos: sólo un poder adivinatorio real hubiera podido prever lo que sería el espléndido monumento literario de este siglo: A la búsqueda del tiempo perdido, sólo publicada en su totalidad después de la muerte del autor”.

                Vargas Llosa y Gabo en los tiempos de gran camaradería

Gabo y Vargas Llosa (crónica de una enemistad anunciada) 
Gabo y Vargas Llosa estaban unidos por una gran simpatía y mutuo respeto del talento literario del otro. Ambos empezaron sus carreras como periodistas, como suele acontecer con tantos escritores, y estaban guiados por un profundo compromiso con la realidad de sus países, canalizando sus preocupaciones a través de la escritura. Sus obras revolucionaron la literatura contemporánea irrumpiendo en el momento en que los ojos del planeta se posaban sobre América Latina. Desde la Revolución Cubana de 1959 en adelante, se sucedieron movimientos, revueltas y conflictos políticos inéditos, que contrastaban con la quietud que se vivía en Europa y los Estados Unidos.

Gabo y Vargas Llosa se conocieron en 1967, en Venezuela, cuando distinguieron al peruano con el premio Rómulo Gallegos por su libro La Casa Verde. Desde entonces fueron amigos entrañables, Vargas Llosa dedicó al estudio de Cien años de soledad su tesis doctoral en la Universidad Complutense. El trabajo, publicado en 1971, se titulaba García Márquez: historia de un deicidio.

En los primeros años de la década de los 70, ambos vivían en Barcelona y se reunían con frecuencia. Se veían con sus esposas, sus hijos se habían hecho muy amigos y el colombiano apadrinó al segundo de Vargas Llosa.

En 1976, nueve años después de haberse conocido, la relación se cortó bruscamente. Se habló de una escena de pugilato entre ambos, por problemas íntimos que ninguno de los dos quiso ventilar a la prensa amarilla. Sin embargo, una de las razones más importantes fue el derrape ideológico que se produjo en Vargas Llosa.

Hasta entonces, ambos profesaban una abierta tendencia hacia la izquierda, e incluso Vargas Llosa había militado en el partido comunista. Pero algo estalló en el cerebro del peruano que fue virando en forma indeclinable hacia una derecha cada vez más recalcitrante. Adoptó una postura neoliberal a ultranza, se volvió pro norteamericano y comenzó a criticar en forma pertinaz a los gobiernos progresistas de América Latina.

Sin conocer a fondo la problemática de la Argentina, siendo ávido lector del diario La Nación, se nutrió de sus comentarios sin analizarlos ni cuestionarlos. Es uno de esos casos donde la ideología es tan fuerte que obnubila al razonamiento. El periódico de los Mitre lo recibió alborozado y con cierta regularidad, el peruano incursiona con notas políticas que tienen la peculiaridad de estar huérfanos del brillante estilo que vuelca en sus libros.

 Asistió a jornadas político-literarias donde se codeó con personajes como Mauricio Macri, José María Aznar y Marcos Aguinis que no le llegan ni a los tobillos. Sin embargo, Vargas Llosa tuvo el buen tino de separar la política de sus novelas, que siguen manteniendo su belleza literaria y no parecen estar escritas por un ultraderechista.

En contrapartida, Gabo mantuvo su coherencia ideológica, a la que sumó un apoyo incondicional a Fidel Castro y a la Revolución Cubana. Fidel, además de ser un gran lector es un excelente crítico literario, a tal punto que Gabo le enviaba los manuscritos de algunas de sus obras para conocer su opinión, antes de publicarlas, como hizo con Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos de cólera.


                                                       Gabo con Fidel

Es importante señalar que a pesar del alejamiento abismal social y político, entre el colombiano y el peruano, ambos mantuvieron un profundo respeto profesional hacia el otro. Al fallecer Gabo, Vargas Llosa lo despidió diciendo: “Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua. Sus novelas le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier".

Todo comenzó en Buenos Aires
Después de intentos frustrados con varias editoriales, Gabo y su esposa Mercedes recibieron noticias provenientes del Río de la Plata. El matrimonio estaba haciendo malabarismos para sobrevivir con mínimos recursos durante los 18 meses que Gabo se encerró en su escritorio para escribir una obra que sería un punto de inflexión en la literatura. La noticia fue un soplo de esperanza y de aire fresco para la pareja, Cien años de soledad había sido aceptada por la editorial Sudamericana, donde su director Francisco Porrúa, supo apreciar que había caído en sus manos una novela que revolucionaría la literatura del siglo XX.


                    La clásica portada de la primera edición en 1967

Gabo acababa de crear un nuevo estilo literario: “el realismo mágico”. El escritor pasó de la pobreza extrema en que se hallaba, al podio de los universales, ya que Cien años de soledad, lleva más de 50 millones de ejemplares vendidos, fue traducido a 27 idiomas y junto con sus otras obras le significó el Premio Nobel de Literatura.


                         Gabo recibe el Premio Nobel de literatura en 1982

Fuentes

Garcia Marquez. El Premio Nobel de Literatura. El País, 09-10-1980.


Tomás Eloy Martínez. Cien años de soledad y el viaje a Buenos Aires que hizo historia. La 
Nación, 30/05/2007.

Sergio Wischñevsky. Columna sobre García Márquez. Gente de a pie. Radio Nacional 21,04,2014.

6 comentarios:

  1. He leído con verdadero placer este articulo tuyo.
    Creo que el abordaje de estos temas , librados de filosidad aunque con punción justa, te calzan mejor. Sobre todo para la salud de las partes. Gracias por mandármelo.

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  2. Son muy interesantes las reflexiones de García Marquez sobre los Premios Nobel. Es difícil saber cuáles pueden ser los parámetros que los jurados suecos utilizan para premiar o denegar premio a literatos de tan variados orígenes.
    Como "perla" debo señalar que no sé si el error es original del Gabo o encuentra su fuente en tu anglofilia, pero, el autor de La vida de las abejas, La inteligencia de las termitas, La vida de las hormigas, entre las más conocidas, o sea, Maurice Maeterlinck, no era inglés sino belga, de habla francesa, nacido en Gante y muerto en París y uno de los grandes nombres de la literatura en esa lengua.
    Finalmente creo que lo que le pasó a Vargas Llosa con su ideología, es lo que les pasa a muchos: no se trata de tener una ideología sino una postura social. Como "bien nacido" e intelectual además, ser "progre" cuando todo está bien conservado, es elegante y da rédito. Cuando el progresismo intenta, y a veces logra, avanzar, la alarma de clase se enciende y entonces se vuelca el prestigio hacia lo que antes parecía que se combatía. Hizo pública su renuncia a su condición de peruano, como quien se quita un forúnculo purulento, muy lejos de quien simplemente saca otro pasaporte para afrontar mejor su vida.
    Es lamentable, pero no está solo.
    JC

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  3. Obviamente tiene razón JC en cuanto a los datos biográficos y el idioma en que escribió Maurice Maeterlinck, pero el error proviene del mismísimo Gabriel García Márquez,quien el jueves 9 de octubre de 1980 escribió en el diario El País el artículo "Los grandes que nunca fueron" ,atribuyéndole esa nacionalidad a Maeterlinck.
    Quede a salvo el Mordaz, no se trató de un caso de anglofilia.

    Parece increíble, pero ver:
    http://elpais.com/diario/1980/10/09/cultura/339894004_850215.html

    MVL es un forúnculo purulento en sí mismo.
    Gracias por el cómo.
    atte
    E

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    Respuestas
    1. Mario Vargas Llosa: "Venezuela se equivocó con Chávez como Alemania con Hitler"
      Pasa de categoría: de forúnculo a sorete.

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