domingo, 26 de mayo de 2013

LA DÉCADA GANADA






El flaco que vino del sur
Cuando Néstor Kirchner asumió el poder en 2003, la Argentina no existía, concepto  no  vertido por mí, sino por políticos y observadores extranjeros. El país era una imagen geográfica vacía en los mapas, estaba devastado moralmente, económicamente y socialmente. Muchos ciudadanos parecen haberse olvidado de aquellos años, uno de los defectos de los argentinos es su escasa memoria. Son los mismos que se olvidaron que con la misma rabia con la que hoy golpean las caceloras, en 2001 lo hacían en las puertas de los bancos para recuperar los ahorros que Cavallo les había confiscado. 


 Parecía imposible que ese larguirucho desconocido, con un ojo desparejo que venía del sur profundo y que encima asumía el cargo con apenas un poco más del 20% de los votos, pudiera encarrilar a un país desquiciado. Además, excepto la corporación militar que estaba totalmente desacreditada por sus asesinatos, la destrucción de la economía y una aventura bélica loca y desastrosa, el resto de los grupos de poder: Iglesia, medios, terratenientes y empresas que medraron con la dictadura, estaban intactos.
Alfonsín con el apoyo de la mayoría del pueblo lo había intentado. Los militares amagaron y le cercenaron sus proyectos de juicio y condena a los genocidas, pero no tenían cuerda para ejercer mayor daño. 

Alfonsín pudo evitar el golpe militar, pero no tuvo tela para hacer lo mismo con las fuerzas del mercado. Las demás corporaciones se unieron y con el apoyo de Clarín, diario ante el cual su hijo fallido Ricardito coquetea temeroso, generaron una hiperinflación brutal que lo obligó a entregar el poder prematuramente. Ese episodio y años más tarde el gobierno del autista, hicieron que el partido radical se desinflara como un globo pinchado a una mínima expresión, desde la cual lucha sin éxito y sin conductores, para no caer en la banquina de la historia.

 La recuperación de la esperanza
Esa era la situación cuando Néstor Kirchner inició su gobierno. Sabía que lo más inmediato era eliminar el escepticismo y recuperar la esperanza en la población. En ese sentido, su discurso de asunción se caracterizó por frases innovadoras que no habían sido dichas por presidentes anteriores: “Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad para la transformación, para el cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio, es el nombre del futuro”, “Vengo a proponerles un sueño”, “Sabemos a dónde vamos y sabemos a dónde no queremos ir o volver”, “No he venido para dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Si uno se toma el trabajo de releer el discurso inaugural de Néstor Kirchner comprobará que cumplió todas sus promesas, aspecto hasta entonces desconocido en la larga lista de quienes se sentaron en el sillón de Rivadavia.

Muy pronto el flamante presidente empezó a detectar quienes serían sus adversarios. Claudio Escribano, el “bastonero” de los periodistas de La Nación se introdujo en su despacho con ese desparpajo que caracteriza a los que siempre se consideraron que imponían las condiciones. Portaba una carpeta de recomendaciones sobre cómo debería ser su gestión. Según relata Néstor Kirchner, entre las propuestas se incluía el alineamiento incondicional con los Estados Unidos, abandonar toda revisión sobre la lucha contra la subversión y reivindicar el desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico que les tocó actuar. Era volver al pasado que había hundido al país. Escribano se retiró refunfuñando y decidido, a que a partir de ese momento, el diario de los Mitre se opondría sistemáticamente a todas las medidas que adoptase el gobierno.


                    Claudio Escribano, "bastonero"del diario La Nación

Para gobernar con cierta holgura, Kirchner se dio cuenta que debía desprenderse del cerrojo asfixiante del FMI y los acreedores externos, resultado de las desastrosas políticas de los economistas neoliberales. Negoció magistralmente basándose en el concepto de que “los muertos no pagan”. Superada esa carga agobiante, impidió con ayuda de Chavez y Lula que el país se alineara con el ALCA en una jugada dialéctica que dejó a Bush descolocado para regresar a la Casa Blanca con las manos vacías.

¡Proceda Bendini!
Las agrupaciones de los Derechos Humanos encabezadas por las madres y abuelas de los desaparecidos, jamás fueron escuchadas por los presidentes que sucedieron a la dictadura. Pronto se dieron cuenta que Kirchner era diferente, un individuo de principios y dispuesto a hacer justicia. La señal más emblemática fue el histórico gesto que pasará a la posteridad durante los siglos venideros cuando ordenó descolgar los retratos de Videla y Bignone del salón de Colegio Militar. A partir de entonces, los genocidas se empezaron a vestir con trajes a raya.


En 2009, la presidenta Cristina enfrentó a una oposición mayoritaria que fue incapaz de marcar agenda, pero que además cometió la canallada de no aprobarle el presupuesto nacional, hecho inédito en la historia del Congreso de la Nación. Los dirigentes opositores son una doliente anemia comandada por un grupo mediático que posee un mínimo grado de honestidad intelectual.

Principales medidas
La presidenta Cristina profundizó la política de inclusión soberanía y bienestar que inició su esposo y durante esta década se pueden mencionar los logros más importantes:
  • clausura del negocio especulativo de las AFJP y la recuperación del sistema de seguridad social;
  • la estatización de YPF y Aerolíneas, desguazadas por el menemato y que jamás debieron privatizarse.
  • la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, poniendo las reservas al servicio de la Nación y no de intereses foráneos;
  • la Asignación Universal por Hijo y la repartición de millones de computadoras a escolares;
  • el formidable impulso a la industria y el descenso de la desocupación a niveles similares a los países escandinavos;
  • el apoyo irrestricto al CONICET y la educación;
  • la ley de matrimonio igualitario.
La ley Audiovisual merece un capítulo aparte porque es el enfrentamiento a los monopolios mediáticos que intentan marcar agenda con un lenguaje surgido de las letrinas amarillistas, donde todo vale, a pesar de lo cual pretenden inyectar en la población de que hay persecución a la libertad de prensa. En realidad, ningún gobierno en la historia argentina fue atacado con tanta vileza como lo hace el monopolio Clarín incluyendo mentiras grotescas e insostenibles de las que jamás se retractan. Tiene el apoyo irrestricto de jueces corruptos y de su socio el diario La Nación, con el que comparte la usurpación y arrebato de Papel Prensa. ¿Será una lucha contra los molinos de viento, o será David lanzándole un certero y mortal guijarro a la cabeza de Goliat/Magnetto?

Estuve en el acto de ayer y me considero fogueado en experiencia sobre manifestaciones a lo largo de décadas. Excepto la festividad del Bicentenario, nunca vi tanta gente como en esta oportunidad, cada agrupación alegremente al ritmo de sus bombos, tan lejano del cacofónico ruido de cacerolas histéricas sin líderes ni objetivos. Para desazón del monopolio mediático no se produjo un solo acto de violencia.

Junto con la muchedumbre, canté con sentimiento el himno nacional que otrora los militares nos habían robado.



6 comentarios:

  1. Alcachofa Peroncha26 de mayo de 2013, 15:10

    ¡700.000 choripanes! ¡700.000 tetras!, ¡700.000 planes sociales! ¿Y dónde está mi combo por haber ido a la plaza, éh? Voy a pedirle a Lanata que investigue. Seguro que mi chori quedó adentro de la bóveda de Cristina. ¿Y a esto lo llaman Justicia Social?

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  2. En la plaza se vio pasión, militancia, alegría, emoción y un sentimiento de comunidad y pertenencia. Nada de esto logró hasta la fecha ningún partido político, movimiento ni líder, fuera del Peronismo y del Frente para la Victoria.

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  3. Falta mucho, en educación, salud y transporte, sobre todo. Pero yo también creo que fue una década ganada. Y algunos logros se van perfeccionando, como incluir la perspectiva de género a la hora de pagar la AUH y las asignaciones familiares.
    Estuve en la plaza y me acordé de lo que escribió Hugo Pratt en una de sus historietas: "siempre sentí pena por los que escuchan una gaita sin ser escoceses" (Corto Maltés: Las Etiópicas). El sábado en la plaza fui muy feliz, y sentí un poquito de lástima por quienes se declaran gorilas.

    http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-220910-2013-05-27.html

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  4. Yo también estuve en la plaza ¡Fue una fiesta! Coincido con Anónimo en que había alegría y un sentimiento de comunidad.
    También coincido con Mordaz y con Laura en que fue una década ganada. ¡Sin duda! Basta con pensar de dónde veníamos y cómo estábamos cuando asumió Néstor.

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  5. http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=H-oHFsbRV84

    Paso a compartir el video con los comentarios de Wainfeld sobre el acto del 25. Como siempre, muy interesante su análisis.

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  6. Hay imbéciles que se toman 50 minutos tratando de denostar a los Jueces de la Corte Suprema y el Juez Fayt necesita tan solo una corta frase para responder la agresión.
    Es que hay imbéciles de 50/60 años y mentes brillantes de más de 90.
    También hay imbéciles que, por obediencia debida, tratan de defender a los imbéciles anteriores.
    Saludos a la cornuda consciente.

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