martes, 23 de octubre de 2012

SEMBLANZA DEL DIARIO LA NACIÓN

Orígenes
El primer número del diario La Nación apareció el 4 de enero de 1870 en la modesta imprenta que tenía Bartolomé Mitre en su casa de la calle San Martín 336. No se le puede negar que por sus páginas pasaron las mejores plumas nacionales y extranjeras, así como el exitoso crecimiento y prestigio adquirido con el correr del tiempo hasta llegar al emporio mediático que hoy representa.

También hay que admirar su coherencia meridiana, ya que en ninguna circunstancia se desvió del carril conservador y ultraliberal. Apenas nacida se transformó en portavoz de la Sociedad Rural Argentina fundada cuatro años antes por un grupo de terratenientes bajo la dirección de Alfredo Martínez De Hoz, el antepasado del tristemente célebre ministro de economía en la última dictadura. A partir de entonces, La Nación se constituyó en el órgano oficial de esta sociedad, ya que comulgaba con sus principios de fomentar una economía basada esencialmente en la producción de materias primas al servicio de un solo cliente: Inglaterra.

Simpatía por las dictaduras militares
Todos estos lineamientos podrían ser relativamente aceptables si no fuera por dos aspectos que cubren con una pátina negra la historia del periódico: su simpatía por las dictaduras militares y su seducción por las políticas de potencias extranjeras, la mayoría de las veces en detrimento de nuestra soberanía económica.



La dictadura más siniestra de la Argentina, tuvo el silencio cómplice del periódico, que en ninguna circunstancia se animó a objetar su actuación genocida. Además del motivo ideológico, existía una buena razón para adoptar esa postura funcional al proceso. Junto con el grupo Clarín, se hizo dueño de Papel Prensa mediante una maniobra extorsiva a la familia Graiver, que no hubiera sido posible sin el apoyo del dictador Videla. En ninguna parte del mundo se da la situación de que dos diarios sean dueños de la totalidad del papel que se produce. En retribución, ambos periódicos miraron distraídos hacia otro lado mientras la dictadura ensangrentaba el país.

                                Mitre y Magneto, los dueños de Papel Prensa

Cuando Néstor Kirchner subió al poder con sólo el 22% de los votos, era muy vulnerable, circunstancia que aprovechó Claudio Escribano, uno de los directores del diario de los Mitre para imponer condiciones al nuevo gobierno.

Escribano se apersonó en la Casa Rosada ante el flamante presidente, quién apenas había tenido tiempo de sacarse la banda presidencial. Portaba una carpeta de recomendaciones sobre cómo debería ser su gestión. Entre las propuestas se incluía el alineamiento incondicional con los Estados Unidos, abandonar toda revisión sobre la lucha contra la subversión y reivindicar el desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico que les tocó actuar. Kirchner estaba en las antípodas de esa cosmovisión política y se lo hizo saber. A partir de entonces y hasta la fecha actual, el diario no dejó de atacar un solo día a las gestiones de Néstor y de Cristina.

 
                                  Claudio Escribano

Simpatía por las políticas de potencias foráneas
Fiel a su ideología anti estatal y del libre mercado sin restricciones, aunque fuera contra los intereses del país, el diario se opuso encarnizadamente a la recuperación de YPF y de Aerolíneas Argentinas. No se detuvo a considerar que la primera, a través de Repsol, estaba sufriendo una política de vaciamiento de la empresa y que Aerolíneas había sido totalmente desguazada por el grupo español Marsans.

Criticó en varias editoriales el control del Estado sobre la adquisición de grandes extensiones de tierra por particulares y empresas extranjeras, un tema de soberanía y seguridad nacional que defienden a rajatabla todas las naciones del mundo.

Festejó la reactivación de la cuarta flota de los Estados Unidos para que ejerza su función de gendarme en el Atlántico Sur y observa con beneplácito cuando un juez extranjero legisla a favor de los fondos buitre, entidades a las cuales el diario se refiere con el afectuoso término de “fondos de inversión”.

Ley de Comunicación Audiovisual
La Ley de Comunicación Audiovisual, sancionada hace tres años y frenada hasta la fecha por medidas cautelares del grupo Clarín, tiene entre otros objetivos eliminar el monopolio audiovisual, limitando a las empresas a no más de 25 canales de televisión, radios y señales. Clarín tiene más de doscientas y no está dispuesto a ceder su patrimonio. El tema es trascendental, porque este grupo mediático pretende ubicarse por encima de los tres poderes de la Nación, constituyéndose así en un estado dentro del estado. Al gobierno del pueblo canalizado a través de sus representantes mediante el voto, se quiere imponer el del gobierno de un monopolio empresario.

El diario de Bartolo lo acompaña en esta cruzada, no por razones económicas sino por principios ideológicos. A través de sus medios y el batallón de periodistas sumisos, hicieron todos los esfuerzos posibles para desinformar a la opinión pública, utilizando como eslogan la mentira de un ataque a la libertad de prensa.

              Jorge Lanata: ayer acérrimo crítico de Clarín. Hoy sumiso soldado de Magnetto

Recientemente, el director de La Nación, Fernán Saguier logró arrancarles declaraciones a los conglomerados mediáticos de América Latina. Bajo el título catástrofe: “La prensa americana en alerta máxima”, los directores de 14 grupos monopólicos se explayaron a gusto, contra la Ley Audiovisual. Son los mismos que en Chile voltearon a Allende, lo intentaron hacer con Correa y Morales en Ecuador y Bolivia y en Venezuela con Chávez. Todos ellos forman parte de la SIP, institución carente de respaldo moral que dice servir a la libertad de prensa, pero que sólo trabaja para los intereses de sus miembros.

Como lo desenmascaró la recopilación de cables secuestrados por Assange en Wikileaks, estos grupos son funcionales a las respectivas embajadas de los Estados Unidos. La aplicación de la ley Audiovisual en Argentina sería un pésimo antecedente para sus intereses monopólicos con el riesgo de que se desencadene un efecto dominó.

Para el país del norte, que ve cómo el control de los países americanos se le escapa de las manos, significaría un mayor fortalecimiento del Mercosur y un adiós definitivo al ALCA.

5 comentarios:

  1. Chapeau por la coherencia sin desviaciones!!!

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  2. Se podría afirmar que Mitre sentía desprecio por todo lo que olía a “interior” a “provincia” y que la antinomia sarmientina de “civilización y barbarie” se identificaba, para él, en “Buenos Aires e Interior”.
    En Buenos Aires estaba la cultura y la gente culta dominaba a Buenos Aires. Y la crema de la cultura reefinada tenía su sede en el local de la SRA. Era natural, entonces, que el nuevo diario volcara su apoyo a esa élite, como una forma más de afirmar la supremacía de la provincia/capital.
    Una manera inteligente de desempeñar el papel asumido por el diario, fue abrirse a la colaboración de personalidades descollantes en cualquiera de las disciplinas que integran el saber, sin condicionamientos ideológicos. Y digo que fue una manera inteligente de actuar, porque este aluvión intelectual impactó fuerte en la clase media argentina que identificó al diario con esos colaboradores y aceptó la consagración de la consigna de que el diario era “una tribuna de doctrina”. El pensamiento de la clase media argentina estuvo muy condicionado por lo que se leía en La Nación.
    De allí el desprecio por los distintos proyectos de industrialización que impidieron que la Argentina no llegara a los niveles de industria que alcanzaron otros países.
    En resumen, el diario que fundó Mitre, al que le dio una clara ideología conservadora y elitista, ha sido siempre obediente y fiel al mandato de su fundador y ese es su mérito, que no tiene por qué coincidir con lo que uno hubiera deseado. El problema reside sobre todo en los lectores del diario.
    Y es que el problema argentino, en este y en otros muchos casos, es el del “medio pelo” que llamaba Jauretche. Algo así como querer y no poder y renunciar a ser cabeza de un sector, para aceptar ser la cola de una élite que jamás se ha molestado en pensar en la clase media, a no ser para destruirla.
    Y esto ya no es una “zoncera” de manual sino una inveterada estupidez.

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    1. Le debe haber caído muy bien a Bartolo la carta que le envió Sarmiento en tiempos de guerra: "No ahorre sangre de gauchos. Es lo único humano que tienen y es preciso derramarla para abono de los campos"

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  3. Si bien todos los diarios, de una u otra ideología, dan información sesgada, ayer recorrí 3 veces las páginas de la "tribuna de doctrina" porque no podia creer que no hubieran publicado una sola palabra sobre los 35 años de Abuelas de Plaza de Mayo. Con este motivo hubo un acto importante en un teatro, con la presencia de muchos de los 107 nietos recuperados y la palabra, siempre mesurada, de Estela Carlotto. Me indignó que en La Nación no hubiera ni una mención a esto.

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  4. Hola Lucía: La Nación no es un diario mentiroso como Clarín, pero es muy sesgado en la información y omite lo que no le interesa o que está contra sus ideales neoliberales. También omite sistemáticamente noticias sobre el gobierno de la ciudad, pero en este caso las que pueden perjudicar al procesado Macri

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