domingo, 4 de agosto de 2019

LA AGONÍA DE NICOLA Y BARTOLOMEO


El técnico electricista está inspeccionando el funcionamiento de una silla de madera simple, aspecto sólido y sin adornos de ningún tipo que posee dos electrodos. Uno se encuentra en una de sus patas, el otro pende del alto respaldo de la silla y tiene forma de plato con una concavidad que permite cubrir la parte superior de una cabeza humana. A la noche de ese día 23 de agosto de 1927, serán ejecutados tres hombres acusados de asesinato, solo uno de ellos, el portugués Celestino Madeiros es realmente un criminal, los otros dos, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, son inocentes, pero han sido sentenciados a muerte por el juicio más perverso, xenófobo, clasista y plagado de irregularidades en la historia del juzgado del estado de Massachusetts.



                               Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco en 1923

La habitación en que se encuentra la silla eléctrica es lúgubre y gris, sin ventanas y con espacio suficiente para que además del condenado se puedan sentar varias personas que según el reglamento serán designadas para presenciar que la ejecución se lleve a cabo de acuerdo con las reglas establecidas.
        El técnico electricista prueba varias veces el funcionamiento y cuando se produce la descarga, las luces de la prisión titilan y palidecen porque la magnitud de la electricidad generada debe matar a la víctima en forma instantánea, mientras todos los órganos de su cuerpo sufren un caos molecular y se destruyen por la alta temperatura recibida. Este aparato fue inventado en 1890 por un técnico de la empresa Edison, diseñado para causar una muerte rápida e indolora. Sin embargo el técnico electricista en una ocasión manifestó que si le tocara a él, preferiría cien veces más morir ahorcado.
Nicola Sacco había emigrado a los Estados Unidos proveniente de Italia a la edad de 17 años, se casó y tuvo dos hijos, uno adolescente llamado Dante y una hija de 7 años. Se empleó en una fábrica de zapatos del estado de Massachusets y en sus horas libres luchó como anarquista contra la explotación obrera del país formando parte de manifestaciones y reuniones del partido. En uno de esos actos conoció a Bartolomeo Vanzetti quien también había venido de Italia cuando tenía 20 años y trabajaba como pescador. Entre ambos nació una buena amistad. Ninguno había participado en acciones violentas y a juzgar por sus rostros y atuendos, se evidenciaba que eran humildes trabajadores dedicados a su familia, sencillos y de aspecto honrado y bondadoso.
El 15 de abril de 1920, en el pueblo de South Braintree el pagador Frederik Parmenter y su acompañante fueron asaltados por un grupo de hombres que los mataron y se llevaron 15.000 dólares destinados al pago de los empleados de una empresa. Ni Sacco ni Vanzetti se enteraron del hecho porque el primero estaba en Boston por un trámite de su inmigración y el segundo en ese momento vendía pescado en otra parte de la ciudad.
Algunos testigos presenciaron el crimen y declararon que se trataba de italianos. La policía hizo una razzia y veinte días después Sacco y Vanzetti, pese a que carecían de antecedentes policiales, fueron arrestados bajo el cargo de estar implicados por ser anarquistas y por tratar de recaudar dinero para las campañas de su partido.
         El juicio comenzó el 21 de mayo de 1921 y duró 14 semanas. Hubo falsos testigos que declararon haberlos visto introducirse en el auto de los asesinos. Una testigo hizo una descripción de las facciones y la ropa de los acusados con una precisión que no condice para una persona que los vio por solo unos segundos desde la ventana de un segundo piso. Otros testigos se contradijeron. Por parte de la defensa se presentaron varias personas que aseguraron haber estado con Sacco y Vanzetti a la hora del crimen.
             Los dos acusados tenían varios elementos que no les eran favorables: se trataba de inmigrantes italianos, que hablaban un inglés limitado, carecían de contactos sociales de influencia, y de elocuencia para defenderse. Además, eran anarquistas, pero por sobre todas las cosas, el juez estaba decididamente mal predispuesto contra ellos.                         Webster Thayer era un xenófobo con particular desprecio hacia los italianos y fuera del juzgado se refería a ellos como “bastardos anarquistas”. Pero incluso en una de las sesiones llegó a manifestar: "Este hombre, Vanzetti, aunque en realidad no haya cometido ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin duda culpable porque es un enemigo de nuestras instituciones". Esta escandalosa arbitrariedad fue más tarde borrada de las transcripciones del juicio.


                                                      Webster Thayer

Durante las semanas en que Sacco y Vanzetti debieron afrontar el proceso, se produjeron numerosas y multitudinarias manifestaciones en diferentes ciudades de Estados Unidos, tanto de anarquistas como de gente en general, muchas de ellas reprimidas por la policía en forma violenta. Las embajadas de Estados Unidos en la mayoría de los países de Europa, de América Latina y hasta de Japón, fueron rodeadas por manifestantes con pancartas pidiendo la libertad de Sacco y Vanzetti.


                                            Manifestación en París

Un frente de intelectuales levantó su bandera contra la pena de muerte decretada contra ambos. Escritores como Upton Sinclair, Bertrand Russell, John Dos Passos, George Bernard Shaw y hasta el famoso abogado y futuro juez de la Corte Suprema, Felix Frankfurter, pidieron la anulación del juicio. El dictador Mussolini le envió una carta a Warren Harding, el presidente de Estados Unidos, para que conmutara la pena, pero la nota no fue respondida.
El día de la ejecución el gobernador de Massachusetts tenía la agenda plagada de reuniones con abogados, periodistas, profesionales y dirigentes de organizaciones que con distintos argumentos le solicitaron la conmutación de la pena. También se presentó ante él Rosa, la esposa de Sacco, una hermosa mujer de rasgos delicados acompañada por la hermana de Vanzetti, recién llegada de Italia. Rosa le habló al gobernador con el corazón, le dijo que era totalmente incapaz de matar, que si encontraba una hormiga en la casa la levantaba y la depositaba en el jardín, porque era un ser con vida, también le dijo que su esposo jamás había estado en South Braintree.


                   Alvin Tufts Fuller, gobernador de Massachusetts

El gobernador que seguramente hubiera pisado a la hormiga, la escuchó atentamente, de la misma forma que hizo con todos los que ese día se presentaron en su oficina. Era un millonario, elitista para quien los dos condenados eran dos mugrientos agitadores, que hablaban mal el inglés y que se pasaron sus vidas tratando de derrumbar las magníficas estructuras de la sociedad norteamericana. Sin inmutarse en lo más mínimo a todos les contestó con frialdad, aunque sin perder la cortesía, que el caso había sido analizado exhaustivamente durante meses, que a los reos se les dieron todas las posibilidades y finalmente cerraba diciendo que había sido un juicio justo.
La noche antes de su muerte Sacco le escribió a su hijo una larga carta de la cual se destaca este fragmento: “[...] recuerda siempre Dante, que en el juego de la felicidad no tienes que usarlo para ti solo, sino mirar un paso detrás de ti, ayudar a los más débiles que piden ayuda, a los perseguidos, a las víctimas que son tus mejores amigos. Son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre y Bartolo, por la conquista de la alegría, de la libertad para todos y para los trabajadores pobres. En esta lucha por la vida encontrarás amor y serás amado”.
La energía eléctrica, un elemento destinado a dar luz, mover motores y dar confort en el hogar, en la noche del 23 de agosto de 1927, cuando el verdugo bajó la palanca, se usó para electrocutar a Sacco y Vanzetti. El juez Thayer, el gobernador de Massachusetts, los fiscales y socios de los distinguidos y exclusivos clubes del estado, no lograban entender la solidaridad de tanta gente para con dos sucios italianos anarquistas.
Hacer click aquí para escuchar la canción https://youtu.be/7oday_Fc-Gc
Los días siguientes a la ejecución explotaron bombas en el metro de Nueva York, en una iglesia de Filadelfia y en la casa del alcalde de Baltimore. Uno de los jurados perdió su casa por una bomba nocturna. Tampoco se salvó el hogar de Robert Elliot, el ejecutor que bajó la palanca. En 1932, hubo un intento de asesinato contra el juez Thayer que por el resto de su vida tuvo que vivir custodiado y refugiado en su selecto club de Boston.
Sobre el caso Sacco y Vanzetti, se hicieron películas, series televisivas, obras de teatro y se escribieron libros, siendo el más recomendable La pasión de Sacco y Vanzetti por Howard Fast.
Cincuenta años después, en 1977, el gobernador de Massachusetts Michael Dukakis, se excusó públicamente por las graves fallas cometidas durante el proceso a Sacco y Vanzetti, y proclamó su total y absoluta inocencia y pidió disculpas, salvando el” buen nombre y honor de los mártires”. Demasiado tarde para Nicola y Bartolomeo.


The Passion of Sacco and Vanzetti. Témpera de Ben Shahn. Whitney Museum of American Art.

Alfredo Serra. Odio y prejuicio en EE.UU.: hace 90 años ejecutaban a los anarquistas Sacco y Vanzetti. Infobae, bajado el 23/06/2018

Howard Zinn. Historia de Sacco y Vanzetti, el caso del juicio a los italianos anarquistas. Anarquismo en PDF, 13/10/2015.

Howard Fast. La pasión de Sacco y Vanzetti. Gobierno del Distrito Federal de México 2000.
Mauricio Kartun. Sacco y Vanzetti. Drama teatral.
Miniserie por Europa Europa. Nueva versión del caso Sacco y Vanzetti. La Nación, 24/11/2007.

4 comentarios:

  1. Oswaldo C de Maryland4 de agosto de 2019, 14:01

    Muy triste pero veridico el episodio de Sacco y Vanzetti.

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  2. Excelente recuerdo

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  3. Gracias Ricardo por tus envíos , son muy ilustrativos e interesante .
    Maria carlota PIAGGIO

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  4. GRAZIE MILLE CARISSIMO "AMIGAZO", MOLTO BUONO!!!!!
    ABBRACCIONE!!!!!

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