viernes, 7 de junio de 2019

GONZALO GUERRERO: ESPAÑOL Y MAYA


Corría el año 1517 cuando una expedición al mando de Hernández de Córdoba llega a Cabo Catoche en el golfo de México en la parte más septentrional de la península de Yucatán. La fuerza expedicionaria inicia un avance cauteloso a través de una selva tupida con plantas desconocidas entre chillidos de loros y los aullidos de los monos que hacen estremecer a los soldados porque semejan gritos humanos.
Agobiados por el calor y el peso de las armaduras alcanzan un descampado donde hay numerosas chozas de indios, aparentemente deshabitadas. Súbitamente surge de la maleza una nube de flechas lanzadas por manos invisibles. Varios españoles caen, algunos heridos otros muertos, mientras que los restantes ven como desde varios sitios surgen indios con formación semejante a las falanges griegas que se lanzan sobre ellos. Habían caído en una emboscada donde los indios emplearon tácticas que para los conquistadores eran desconocidas.
El capitán malherido junto con los escasos sobrevivientes ven surgir una figura alta y robusta, ante la cual los indios le abren paso respetuosamente. Está vestido, tatuado y adornado como el resto, pero hay algo que llama la atención, una particularidad inexistente entre los indios: aquel hombre tiene barba. Se dirige al jefe español y le ordena que junto con los suyos regresen a sus naves. “Aquí no van a encontrar oro y tampoco estamos dispuestos a trabajar como esclavos”, les manifiesta con voz autoritaria y termina diciendo: “soy Gonzalo Guerrero”.
Gonzalo era oriundo de Huelva y de joven se embarcó en las expediciones hacia las “Indias”. En 1511 durante el viaje de regreso la nave naufragó cerca de las costas de la península de Yucatán, un territorio hasta entonces desconocido por los españoles. Las crónicas son inciertas respecto a los detalles. Algunas hablan de 20 sobrevivientes y otras de solo 10 que alcanzaron exhaustos aquellas playas.
Pronto aparecieron numerosos indios cocomas que formaban parte de la civilización maya y la recepción estuvo lejos de ser acogedora. Se entabló una lucha donde los escasos españoles que aún permanecían vivos fueron capturados para ser esclavizados. Recorrieron varios días con una de las manos atadas a un tronco con cuerdas de bejuco. Entre ellos estaban Guerrero y Gerónimo de Aguilar, quienes con el tiempo fueron los únicos que sobrevivieron a las penurias de la esclavitud y las enfermedades.
Aguilar era un fraile muy religioso que desde el comienzo de su vida en cautiverio, puso una barrera entre él y los indios que le resultaban salvajes y fue impermeable a sus costumbres. Por el contrario, Guerrero pronto aprendió el idioma y se adaptó a la cultura de los cocomas. Participó en enfrentamientos con los pueblos enemigos y se destacó entre ellos por su astucia y sus dotes militares. En este aspecto no era un improvisado, había participado en las guerras contra los moros y fue testigo de la rendición de Granada donde Boabdil, el emir derrotado, le entregó a la reina Isabel, las llaves de la ciudad.
Después de trabajar un tiempo como esclavos, Aguilar fue enviado a otra tribu y solo volvería a encontrarse con su compañero 8 años más tarde en situaciones muy diferentes. Guerrero al poder comunicarse fluidamente con los cocomas, se integró rápidamente a sus costumbres y estos pronto supieron valorar su capacidad para el combate. El español les trasmitió tácticas de guerra, les enseñó formaciones de ataque y defensa, con relevamiento de las cargas para evitar el agotamiento, los ataques por sorpresa y la agrupación en falanges macedonias.
Siempre dentro de la condición de esclavo, pero en una categoría superior y sin realizar trabajos forzados, su dueño, el cacique Na Cha Cam, lo regaló al jefe guerrero Nacom Balam. En una ocasión en que al cruzar un río, este fue atacado por un caimán, Guerrero lejos de huir mató al animal y le salvó la vida. Nacom Balam le otorgó la libertad después de dos años de cautiverio. Guerrero ya formaba parte activa de la tribu y se hizo los tatuajes y las perforaciones propias de su rango militar. Como jefe indiscutido llevó todos los combates a la victoria contra otras tribus y contra los españoles. Se casó con la princesa Zazil Ha y tuvo tres hijos.
En 1519 llegó a Cozumel parte de la expedición de Hernán Cortéz y se enteraron de la existencia de españoles que vivían con los indios. El general decidió hacer contacto con los caciques y el relato que sigue corresponde al diario de viaje de Bernal Díaz del Castillo a quien le debemos el conocimiento que tenemos de la conquista de México: “Mandó el general llamar a los caciques, y por lengua del indio Melchor (que ya sabía algún poco de la castellana, y la de Cozumel es la misma que la de Yucatán) se les preguntó si tenían noticia de europeos. Todos en una conformidad respondieron, que habían conocido unos españoles en esta tierra, y daban señas dellos, diciendo que unos caciques los tenían por esclavos, y que los indios mercaderes de aquella Isla los habían hablado pocos días había, que estarían de distancia la tierra adentro, andadura y camino de dos soles”.
Cortéz persuadió a unos indios para que hicieran de correos y les confió cartas firmadas y selladas por él para que las entregaran a los españoles cautivos. Después de dos días de marcha una de las misivas llegó a manos de Gerónimo de Aguilar quien lleno de alegría se dirigió al pueblo donde sabía que estaba Guerrero. Le costó reconocerlo, su amigo y compañero de viaje estaba vestido con el taparrabos de los indios, tenía el cuerpo tatuado, un aro en la nariz, las orejas perforadas con adornos y del cuello le colgaba un collar de redondas semillas. Solo la barba lo identificaba como europeo.
Ante el pedido de Aguilar de regresar juntos a España, Guerrero le contestó de la siguiente forma según como lo relata Bernal Díaz del Castillo: “Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras. Id vos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¿Qué dirán de mí cuando me vean esos españoles ir, de esta manera? Y ya veis estos mis hijicos cuán bonicos son”.
Se especula que Cortéz tendría más interés en rescatar a estos hombres para disponer de intérpretes entre él y los indios que por un acto de humanidad y reintegrarlos a España y su familia. Si esta fue su principal razón, la logró ampliamente con Aguilar que hablaba español y finalmente había logrado aprender maya. Por su parte Cortéz tenía a su concubina, la famosa Malinche que hablaba el nauathl, la lengua de los aztecas, pero también conocía el maya. Se estableció una cadena de comunicación que le fue muy útil al conquistador de México. Malinche se comunicaba en Nauathl con los aztecas y le trasmitía en maya la información a Aguilar, quien a su vez se la pasaba a Cortéz en español.
Actualmente, para una parte de la población de México La Malinche es el arquetipo del traidor, o traidora en este caso, pero para otros, fue la víctima por excelencia del choque cultural que se produjo. Una tercera línea de analistas sostiene que ella fue la madre simbólica de la nueva cultura mestiza que surgió como resultado de la fusión forzada de dos razas.
Después de aquella despedida con Aguilar, Gerrero pasó 17 años más con los indios mayas, siempre como conductor indiscutido en las luchas contra otras tribus y contra los españoles hasta que en 1536 murió en combate enfrentando a las tropas del capitán Lorenzo de Godoy en el valle inferior del río Ulúa en la actual Honduras. Recibió un tiro de ballesta que le atravesó el abdomen, seguido de un disparo de arcabuz. Sus hombres le sacaron del campo de batalla y le escondieron detrás de unas palmeras. Durante la noche, algunos de los guerreros indios rescataron su cuerpo y como postrero homenaje, lo lanzaron al río Ulúa, para que la corriente lo llevara hasta el Océano de donde vino.
En España, durante algunos siglos Guerrero estuvo considerado como el renegado que traicionó a su patria y su religión. En México representa el padre del mestizaje y una recorrida por el Paseo Montejo en la ciudad de Mérida, perteneciente a la provincia de Yucatán, México, muestra una hermosa estatua de Guerrero junto a su esposa y sus tres hijos.



La historia de Gonzalo Guerrero, el español que se volvió maya. MATADOR, Network, 03/06/2016.
Jesús G Barcala. Gonzalo Guerrero, padre de los primeros mestizos. Ciencia Historia, http://www.cienciahistorica.com/gonzalo-guerrero-padre-de-los-primeros-mestizos/
Bernal Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Editorial Linkgua Ediciones.

3 comentarios:

  1. Oswaldo C de Maryland7 de junio de 2019, 14:27

    Cada vez mejores tus relatos, Ricardo. Gracias por mandar.

    Abrazos para ti y para Alicia

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  2. Como siempre encontrando y compartiendo trozos de historia desconocidos al menos para mí. Es un gusto leer cada publicación de tu blog

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  3. Uno no deja de aprender nunca en esta vida, y debo agradecerte por hacernos llegar momentos historicos, que seguramente de otra manera no lo conocería. Muchas gracias. El amigo rosarino de Arnoldo.

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