martes, 26 de febrero de 2019

BARTALI Y SU BICICLETA SALVADORA


En el año 2003 los hijos del judío Giorgio Nissim encontraron un diario de su padre que reveló datos hasta entonces desconocidos. El tal Nissim vivía en la ciudad de Pisa y había establecido una red de contactos, incluyendo la resistencia italiana, con el principal objetivo de salvar la mayor cantidad de judíos locales durante la Segunda Guerra Mundial. En las páginas del diario, surge repetidas veces el nombre de Gino Bartali, el ciclista que había ganado varios campeonatos antes y después de la guerra y que estaba considerado hasta entonces como el deportista del régimen de Mussolini. El diario se encargaría de demostrar todo lo contrario.

                            Gino Bartali (1914-2000)

Bartali vivía en Florencia y era conocido por todos los habitantes, porque era un héroe del deporte que había ganado el Tour de France en 1938 y dos veces el Giro de Italia en 1936 y 1937. Mussolini había tratado de usufructuar sus victorias para demostrar que el ciclista era un producto de los logros del régimen, pero obtuvo escasa respuesta de parte de Bartali.
Cuando iba por la calle lo saludaban y le pedían autógrafos, tanto la gente común como los uniformados fascistas de la fuerza de seguridad. Un día de otoño de 1943 llama a la puerta de su casa el cardenal Elia Dalla Costa, amigo de la familia, confesor y guía espiritual de Bartali. El purpurado se aseguró de que no había otra persona en la casa y expuso su plan. Podemos imaginar el siguiente diálogo:
            ─ Gino te conozco desde hace años, sé que eres un ferviente católico y que nos podrás ayudar en esta empresa de bien y de salvación de personas, será un acto de caridad que Dios te compensará con creces.
            ─¿En qué puedo servirle Monseñor? ─respondió Bartali, lleno de curiosidad.
            ─ Gino tengo el aval de Pío XII para salvar a judíos italianos que tenemos escondidos en varios monasterios. Tenemos que proveerlos de documentos falsos para que salgan del país, pero la imprenta clandestina no está aquí en Florencia sino en Asís. Concretamente necesitamos de alguien que transporte el papelerío y creemos que tú por la fama que te rodea y la confianza que te tiene el gobierno podrías desempeñar esta función de correo en forma desapercibida, aunque no exenta de riesgo.
Durante dos años con una frecuencia de una a dos veces por semana, Bartali pedaleó los 173 kilómetros de distancia que separaban a Florencia de Asís. Salía con las primeras luces del día y regresaba antes del toque de queda. Con su bicicleta Legnano escalaba montes, descendía a los valles, durante veranos de un sol insoportable o enfrentando el viento helado y la nieve del invierno. A veces entregaba la documentación en la antigua estación de Terontola cercana a la ciudad de Asís.
Depositaba la Legnano contra la pared y tratando de pasar desapercibido intercambiaba la documentación con un contacto. Saludaba a la gente y siempre decía “pasado mañana vuelvo”, mientras repartía saludos y firmaba autógrafos. Hacia Asís llevaba las fotos y todos los datos de cada persona y los entregaba a Luigi Briz, un socialista y antifascista rabioso que tenía una imprenta clandestina. Seguidamente regresaba a Florencia con los documentos del viaje anterior completados.
A todos les decía que se estaba entrenando para no perder el estado físico. En los puestos de control solían saludarlo y quienes no lo conocían le pedían que se identificara, lo palpaban y revisaban la cartuchera de su bicicleta. Nunca encontraron nada, porque todo el material iba cuidadosamente doblado e introducido ¡en los caños huecos de su Legnano!
Cuando finalizó la guerra había salvado la vida de 800 judíos o perseguidos políticos. Entonces volvió a las competencias, tenía acumulado tanto entrenamiento que en 1946 ganó el Giro de Italia y en 1948 se presentó nuevamente a la Tour de France. Apenas iniciado el torneo, un estudiante de Derecho en Roma había disparado al jefe del partido comunista, Palmiro Togliatti, justo cuando Italia vivía todavía en un clima de pobreza y agitación de posguerra. 
                   Palmiro Togliatti (1893-1964)

Cualquier acontecimiento como el ocurrido podía desatar una contienda civil entre italianos. Fue entonces que recibió un llamado del primer ministro rogándole que gane el Tour.
Alcide de Gasperi especuló con que un triunfo italiano uniría a la población y calmaría el clima tenso que se había generado. Los competidores ya habían recorrido las dos terceras partes de los 3400 kilómetros en las dos semanas previas. Quedaba una semana más y el primer clasificado, Louison Bobet, le había sacado 21 minutos de ventaja a Bartali.
Las últimas etapas se hicieron bajo un temporal de lluvia y viento que afectó a Bobet, pero no a Bartali que lo había sufrido en numerosas ocasiones cuando actuaba de correo. Atravesó primero la meta, recuperó la diferencia, ganó las dos siguientes etapas en los Alpes y entró en los Campos Elíseos con la histórica ventaja de 26 minutos. Italia se sumió en un delirio de alegría y festejos y sostiene la leyenda que Bartali con el triunfo evitó un enfrentamiento civil.

Bartali no solo no se jactó de sus hazañas sobre las vidas salvadas ni de que durante 10 meses había ocultado a una familia de judíos, sino que jamás habló con nadie de esos dos años de pedaleo que podían haberle costado la vida si lo descubrían. Su nieta solo recuerda que en una ocasión le dijo: “De mí hablarán más cuando esté muerto que en vida". Falleció el 5 de mayo de 2000 llevándose a la tumba su enorme secreto. Recién tres años después, cuando se encontró la agenda de Giorgio Nissim el mundo entero pudo conocer la hazaña del ciclista que dentro de los caños de su bicicleta llevaba la salvación para cientos de judíos.

Daniel Verdú. Gino Bartali, un ciclista contra los nazis. El País. El País Semanal, 14/04/2018.

Henrique Cymerman Benarroch. Gino Bartali, leyenda ciclista y héroe de Israel. La Vanguardia, 03/05/2018.

Rubén Rodríguez. El Giro e Israel homenajean a Gino Bartali, el mito que salvó a 800 judíos del Holocausto. El Confidencial, 04/05/2018.


5 comentarios:

  1. Oswaldo C de Maryland26 de febrero de 2019, 19:35

    Magnifica y conmovedora la historia de Bartali, Ricardo. Supongo que el cardenal que le pidió ayuda inicialmente era parte del esfuerzo de la Iglesia para salvar judíos en toda Europa, pero especialmente en Italia. Se calcula que sin ese esfuerzo unos 800,000 judíos más hubieran sucumbido.

    Abrazo,

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  2. Excelente relato! Noticias de la Historia que conmueven mi espíritu!Gracias Ricardo !

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  3. Podria ser causa del feriado largo, o bien simple censura, la falta de publicacion de mi comentario. No quisiera creer que El Mordaz se este clarinizando, no solo por por censura, sino tambien por la eleccion y presentacion de contenidos si bien casos reales, dudosos por el enfoque melodramático.

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  4. Hola Juan Manuel, yo no censuro ni me estoy clarinizando. Creo que tenés tendencias fundamentalistas y atacás con argumentos precarios todo lo que resulta diferente a tus ideas. Ya lo noté en el caso de Stalin, donde para vos es un personaje químicamente puro. No entiendo lo de melodramático y por lo tanto no hago comentarios al respecto. Si no contesté tus notas es porque ESTUVE FUERA DE BUENOS AIRES DURANTE UNA SEMANA.
    Un cordial saludo

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  5. La censura esta dada por la no pubicacion de mi nota, de manera clara ya esta impuesta. Si nembago mi fundamentalismo, corresponde a poner en su lugar la conducta de un lider que debio jugar con las cartas que le tocaron en suerte, en aquellos tiempos y evito el derrumbe de la Revolucion Rusa, cosa que directa e indirectamente hubiera tambien caido el autodenominado mundo libre a manos de los nazis. Se nota que la continuidad de este mundo libre lavo el cerebro de muchos que aun creen como ellos dicen que ganaron la 2da guerra mundial. Y mi objecion de censura, no era para publicarla, sino solamente mi comentario a secas, y que todos pudieran compatir y/o refutar de acuerdo a su leal saber y entender.

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