sábado, 3 de noviembre de 2018

FEDERICO, BUENOS AIRES Y EL TANGO


Tuvimos a Federico García Lorca en Buenos Aires entre octubre de 1933 y marzo de 1934 donde el pueblo que lo admiraba, la intelectualidad y todo el mundo artístico se deleitó con su presencia. Se alojó en el Hotel Castelar de la Avenida de Mayo, tan parecida a Madrid que se sintió como si se hubiera quedado en España.


                                Federico García Lorca (1898-1936)
        
          Fue recibido con el estreno de Bodas de sangre interpretada por Lola Membrives, a solo 6 meses de su debut en Madrid. La obra, una de las más sobresalientes de Federico y que está inspirada en un hecho real, llegó a tener más de 150 representaciones en Buenos Aires. También durante esa época se estrenaron de su autoría Mariana Pineda y La zapatera prodigiosa.

                                 
                                          Con Lola Membrives

           El poeta conocía el tango, porque en la década de 1920, tanto Carlos Gardel como Francisco Canaro y seguidamente el trío Irusta, Fugazot, Demare, se desempeñaron con éxito notable en la península. Federico siempre se interesó por los ritmos locales, cuando estuvo en Nueva York se enamoró de los blues y spirituals de Harlem y en La Habana vibró con el son caribeño.
           En el estreno de Bodas de sangre, subió al escenario y dijo estas breves palabras cargadas de estilo poético: “En el comienzo de mi vida de autor dramático, yo considero como un fuerte espaldarazo esta ayuda de Buenos Aires, que corresponde buscando su perfil más agudo entre sus barcos, sus bandoneones, sus finos caballos tendidos al viento, la música dormida de su castellano suave, los hogares limpios donde el tango abre en el crepúsculo sus mejores abanicos de lágrimas”.
            De la mano del tango vino el lunfardo, que fascinó a Federico y en esto, contribuyó mucho sus encuentros con el periodista y poeta Carlos de la Púa, conocido también como el Malevo Muñoz, autor de La Crencha Engrasada, la máxima expresión de la lunfardía. La temática que desarrollaba de la Púa encantaba a Federico plagada de malevos, prostitutas, ladrones y cafisios. 
          Según relata el escritor y ensayista Ricardo Ostuni y también lo hace el periodista César Tiempo, una noche invitaron al poeta del Romancero Gitano a que presenciara el ensayo general de la obra “El teatro soy yo”. A la salida del teatro Smart, más tarde llamado Blanca Podestá, salieron a caminar por Corrientes. Ya era medianoche cuando surgió Gardel quien los abrazó con su eterna sonrisa. El “Zorzal” los invitó a su departamento y allí desgranó con su guitarra Caminito, Claveles Mendocinos, La tropilla y Mis flores negras.                
        Tanto Federico como Gardel se encontraban en el apogeo de sus carreras, pero con poco más de un año de diferencia, el destino les tenía planeado una muerte violenta, al primero bajo las balas de la dictadura franquista y al segundo con la tragedia aérea en Medellín.
          Sobre este y otros encuentros, Federico escribiría: “Buenos Aires tiene algo vivo y personal, algo lleno de dramático latido, algo inconfundible y original en medio de sus mil razas, que atrae: el tango, toda Buenos Aires late con el tango”.
          Otro lugar que frecuentó fue el café Tortoni, sitio emblemático de Buenos Aires donde recalaban, y lo siguen haciendo, poetas, escritores, políticos, músicos y hombres de la noche, tanto locales como extranjeros. Seguramente se encontró allí en más de una oportunidad con Enrique Santos Discépolo.


                                          Café Tortoni

             Se conocieron en los primeros meses 1934 y se volvieron a encontrar en 1936 en España en ocasión del viaje de Enrique y su esposa Tania a la península. Tania recuerda: "En ese tiempo español con nubarrones de la guerra civil que se desataría a poco de nosotros dejar la península, conocimos a mucha gente... Ninguno nos dejó la impresión indeleble de Federico García Lorca, el bueno, genial y desdichado Federico. Dos años antes Enrique había simpatizado a mares con él en Buenos Aires e incluso había compartido nuestra mesa en el departamento de la calle Cangallo. De ese conocimiento en España, resultó una amistad fraternal. Federico y Enrique caminaban y conversaban largas horas". Discépolo fue uno de los primeros a quienes leyó el poema “Llanto por la muerte de Ignacio Sanchez Mejía”, mucho antes de ser editado.


                                Enrique Santos Discépolo (1901-1951)
               
No hay evidencias de que Homero Manzi se haya encontrado con Federico, pero es indudable que algunas de sus poesías muestran la influencia que éste ejerció sobre el autor de Malena. Un claro ejemplo de ello son las primeras estrofas de “Milonga triste”:
           Llegabas por el sendero,
          delantal y trenzas sueltas,
          brillaban tus ojos negros,
          claridad de luna llena.
          Mis labios te hicieron daño
         al besar tu boca fresca
         castigo me dio tu mano,
         pero más golpeó tu ausencia…

        Los párrafos del tango “Ninguna”, también evocan el estilo del gran poeta español:
          No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
          ninguna con tu piel ni con tu voz.
         Tu piel, magnolia que mojó la luna.
         Tu voz, murmullo que entibió el amor.
         No habrá ninguna igual, todas murieron
         en el momento que dijiste adiós….

        Federico conoció por primera vez a Pablo Neruda en Buenos Aires. Se vieron en dos ocasiones, la primera en el Pen Club donde ambos, en sendos discursos, destacaron la necesidad de que la ciudad debería homenajear con una escultura a Rubén Darío. La segunda ocasión constituye una anécdota jugosa. Ocurrió en “Villa Los Granados”, el palacio que tenía el magnate Natalio Botana en Don Torcuato.


                                  Pablo Neruda (1904-1973)
             
Después de una cena, Federico, Neruda y una atractiva poeta salieron al jardín y Neruda relata: “García Lorca iba adelante y no dejaba de reír y de hablar. Estaba feliz. Ésa era su costumbre. La felicidad era su piel”. De allí se dirigieron al torreón del castillo y los tres subieron los escalones lentamente. Vale la pena describir esta parte tal como la cuenta Neruda en su libro Confieso que he vivido.
           ”Arriba los tres, poetas de diferentes estilos, nos quedamos separados del mundo”…”La noche encima de nosotros estaba tan cercana y estrellada que parecía atrapar nuestras cabezas…”
          “Tomé en mis brazos a la muchacha alta y dorada y, al besarla me di cuenta de que era una mujer carnal compacta, hecha y derecha. Ante la sorpresa de Federico nos tendimos en el suelo del mirador, y ya comenzaba yo a desvestirla, cuando advertí sobre y cerca de nosotros los ojos desmesurados de Federico, que nos miraba sin atreverse a creer lo que estaba pasando”.
         -Largo de aquí! Ándate y cuida de que no suba nadie por la escalera! -le grité. Descendió las escaleras tan apresuradamente que rodó por los escalones oscuros de la torre. La cojera le duró quince días”. (Fragmentos de “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda).

                            La muerte fue en Granada
            Había comenzado la Guerra Civil y Federico buscó refugio en Granada en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales, donde se sentía más seguro ya que dos de sus hermanos, en los que confiaba, eran destacados falangistas. A pesar de ello, el 16 de agosto de 1936, se presentó allí la Guardia Civil para detenerlo. Según el historiador Ian Gibson, se acusaba al poeta de «ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual». Seguramente también lo mataron porque amaba la vida, escribía poesías y no era fascista. Fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de Viznar donde pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.
         La fecha exacta de su muerte ha sido objeto de una larga polémica, pero parece definitivamente establecido que fue fusilado a las 4:45 h de la madrugada del 18 de agosto, a escondidas, con la cobardía que caracterizó siempre a la derecha. Su cuerpo permanece enterrado en una fosa común anónima en algún paraje de Granada.

            Se le vio, caminando entre fusiles,
            por una calle larga,
            salir al campo frío,
           aún con estrellas, de la madrugada.
           Mataron a Federico
           cuando la luz asomaba.
           El pelotón de verdugos
           no osó mirarle la cara.
           Todos cerraron los ojos;
           rezaron: ¡ni Dios te salva!
           Muerto cayó Federico.
          -sangre en la frente y plomo en las entrañas-.
          …Que fue en Granada el crimen
           sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada
Raúl González Tuñón

Instituto Cervantes. Federico García Lorca. Biografía. Disponible en: http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/tokio_federico_garcia_lorca.htm
Ricardo Ostuni. García Lorca y el tango. Tango Reporter, número 153, Febrero 2009.
Neruda. Confieso que he vivido. Memorias. Losada, Buenos Aires 1974.


4 comentarios:

  1. Con buen criterio un lector me hizo una observación sobre la autoría de la obra "El teatro soy yo", que adjudiqué erróneamente a Ostuni, cuando pertenece a César Tiempo. Se realizó la corrección

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  2. Oswaldo C de Maryland4 de noviembre de 2018, 11:09

    Siempre magnífico el blog sobre García Lorca y las coneccniones con Argentina, el tango, Gardel, etc. Tienes un gran talento para descurbrir anécdotas importantes pero poco conocidas de personajes famosos.

    Abrazo

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  3. Excelente entrada, Ricardo, me interesa muchísimo la trayectoria de Federico y me ha interesado especialmente todo lo que compartes aquí. Lo mataron porque amaba la vida..., ay, qué afirmación tan rotunda y triste. Saludos afectuosos.

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  4. Muy bueno.
    gracias por esta invitación tan amorosa
    me acordé mucho de Américo, que admiraba a todos lo0s personajes de la primera nota
    un beso enorme

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