sábado, 3 de marzo de 2018

EL HOMBRE DE LAS ESTRELLAS


En 1948, se inauguró el telescopio de Monte Palomar en California, por entonces el más grande del mundo, con una lente de cinco metros de diámetro. El universo se amplió enormemente y se confirmó lo que desde 1920 venía diciendo el astrónomo Edwin Hubble: existen otras galaxias además de la Vía Láctea.

Sin embargo, en el siglo XVI surgió una mente brillante que, anticipándose 500 años, sostenía que en el universo había miles de galaxias. Esta afirmación, junto con otras de orden filosófico y religioso, estaba tan adelantada a su tiempo que le costó la vida. El sujeto en cuestión era Giordano Bruno. De su fecha de nacimiento solo se conoce que fue en 1548, pero sí se sabe con exactitud el momento de su horrible muerte a manos de la Inquisición el 17 de febrero de 1600.



                      Giordano Bruno (1548-1600)

A los 14 años se dirigió desde Nola, su pueblo, a Nápoles, donde recibió lecciones avanzadas de los filósofos árabes y de Aristóteles, que constituyeron la base de sus futuras ideas. Pocos años después ingresó en la orden de los dominicos y adoptó el nombre de Giordano. Pero el hábito de monje no estaba hecho para aquella mente que hasta cuestionaba la divinidad de Cristo. Cuando detectó que se iba a iniciar un juicio de herejía en su contra, en una época que podía equivaler a la sentencia de muerte, se desprendió de las prendas sacerdotales y trasponiendo las puertas del monasterio, enfiló a toda prisa hacia Roma.

Ávido lector no se privó de leer tratados que figuraban en el recientemente creado Index Librorum Prohibitorum, donde entre otros, se encontraban obras de Averroes, Erasmus y Copérnico. De este último defendió a rajatabla su teoría heliocéntrica, donde el Sol y no la tierra, era el centro del sistema solar. Señaló además que el universo era infinito y existían innumerables sistemas como el nuestro. Además agregó que la Biblia debía ser consultada por sus enseñanzas morales y no por sus implicaciones astronómicas. 

Tampoco se privó de difundir los conceptos del gran médico y filósofo andaluz Averroes quien consideraba que la religión estaba hecha para instruir y gobernar a la gente ignorante, mientras que la filosofía era la disciplina de los elegidos capaces de conducirse por sí mismos y gobernar a los demás. Todas estas afirmaciones eran demasiado avanzadas para ser toleradas en tiempos donde las religiones, y no solo la católica, tenían enorme poder.

Cuando huyó a Génova el Calvinismo también atacó sus ideas y congeló las simpatías que Giordano estaba acumulando hacia esa religión. La Reforma no le perdonó sus discursos y fue temporalmente encarcelado por las autoridades. Tuvo que retractarse para poder salir del país.

En 1581 recaló en París y allí finalmente encontró un clima más acogedor, donde los protestantes franceses o hugonotes resultaron ser mucho más tolerantes. Viajero incansable, ya sea para evadir persecuciones o para ampliar sus conocimientos, estuvo un tiempo en Oxford donde sus exposiciones fueron recibidas con críticas unas y con halagos otras, pero sin rechazos frontales como le ocurrió en el continente.

El lector ya se debe haber percatado que la diplomacia y la prudencia no eran el fuerte de Giordano. Tan convencido estaba de sus ideas que las manifestaba no exentas de arrogancia y una pizca de soberbia que molestaban a sus interlocutores. Además, cuando discutía con otros académicos los destruía con sus argumentos en forma despiadada, generando mucho odio. 

La lista de sus enemigos se iba acrecentando y más tarde, algunos de ellos ejercerían su poder para destruirlo, pero también era muy conocido en los ambientes académicos europeos y crecía el número de filósofos, pensadores y poetas que se sentían atraídos por su oratoria y conocimiento. Sin embargo, la balanza entre admiradores y detractores se estaba inclinando a favor de los segundos, que además tenían poder.

En 1585 regresó a París donde encontró un ambiente muy cambiado del que había conocido en su primer viaje. Enrique III ya no reinaba y los conflictos religiosos entre católicos y hugonotes se habían exacerbado. Lejos de adoptar un comportamiento prudente, Giordano discutió con Fabrizio Mordente, uno de los líderes del partido católico y lo ridiculizó en cuatro diálogos. El ser humano suele ser mal perdedor y más cuando es derrotado en temas de ciencias y conocimiento. El ambiente se tornó muy hostil y Giordano abandonó París y huyó hacia Alemania. Recorrió varias universidades polemizando en todas hasta que la iglesia Luterana lo excomulgó.

Estando en Frankfurt recibió una carta de un noble e influyente patricio veneciano llamado Giovani Mocenigo.  Existen versiones de que este personaje estaba al servicio de la Inquisición italiana, una especie de agente secreto cuya misión era dejar actuar a Giordano, comprobar que seguía con sus pensamientos “heréticos” y condenarlo. 

Como en aquel entonces la ciudad de los canales era la más liberal entre los estados de lengua italiana y además el fanático Papa Sixto V había muerto, Giordano se dirigió a Venecia sin imaginar la celada que le tendían.

En mayo de 1592, el filósofo decidió volver a Frankort para supervisar la impresión de sus obras. Mocenigo insistió en que se quedara y, tras una larga discusión Giordano, que ignoraba los planes de aquel, accedió a posponer su viaje hasta el día siguiente. Decisión fatal, ya que al despuntar el alba Mocenigo ingresó a su habitación junto con unos gondoleros que lo sacaron a la fuerza del lecho, lo engrillaron y lo encerraron en un sótano. La próxima vez que volvería a ver el sol sería el día en que subiría a la pira.

Giordano tuvo que comparecer ante la Inquisición Veneciana y logró defenderse con relativa solvencia a tal punto que existían las chances de recuperar su libertad o al menos pasar varios años en la cárcel, pero entonces llegó un pedido de la Inquisición Romana, famosa por su rigidez y terrible con las sentencias.

En Roma fue arrojado a las mazmorras del Santo Oficio, celdas oscuras y húmedas desde las cuales se podían oír los gritos de los prisioneros torturados y donde el olor a cloaca era insoportable. Cuando al cabo de 6 años compareció ante el tribunal, su aspecto era irreconocible, la barba que le llegaba a la cintura, junto con una pelambre sucia y enmarañada que surgía de su cabeza cubierta de piojos y costras, apenas dejaban ver los ojos hundidos en el rostro afilado, pero su mente y fuerza espiritual estaban intactas. 

Refutó todas las acusaciones y se negó a retractarse. El tribunal le dio 40 días para que se autoculpara, tiempo que se extendió a 9 meses. El 4 de febrero de 1600 le leyeron la sentencia: “Giordano Bruno, el Santo Padre Clemente VIII lo considera un hereje intransigente y junto con sus libros será quemado en la Plaza de San Pedro”. La respuesta de Giordano fue: “Creo que vuestro miedo en enjuiciarme es mayor que el mío en recibir la condena”.

El 17 de febrero de 1600 fue llevado al Campo de Fiori, al sur de la Plaza Navona. Iba montado en una mula, con las manos atadas a la espalda y el bonete de hereje en la cabeza. Su boca sangraba porque le habían colocado una mordaza metálica que le destrozó la lengua. Para sus enemigos era el arma más peligrosa de Giordano.

Cuando ya estaba atado al poste, un monje se inclinó y le mostró un crucifijo, pero él volvió la cabeza. Las llamas consumieron su cuerpo y sus cenizas fueron arrojadas al Tíber.

Se ha considerado a Giordano Bruno símbolo del pensamiento libre rebelado frente al dogma religioso. Su figura es la de un héroe resuelto a defender a costa de la vida y la tortura el derecho a pensar de acuerdo con una razón autónoma. Su pecado fue su imprudencia, pero por sobre todo haberse adelantado demasiado a su época.

Giordano Bruno. Biografía y vidas. La Enciclopedia Biográfica en Línea. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bruno_giordano.htm
Giovanni Aquilecchia. Giordano Bruno. Italian Philosopher. Encyclopaedia Britannica. 22/12/2016. https://www.britannica.com/biography/Giordano-Bruno
Giordano Bruno, el filósofo que desafió a la Inqusición. National Geographic, España. http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/giordano-bruno-el-filosofo-que-desafio-a-la-inquisicion_7273


6 comentarios:

  1. Estimado Ricardo Querría saber si Bruno fue un asiduo escritor de sus ideas o solo las comunicaba por charlas y conferencias.
    Cordialmente

    José Ruzzante

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  2. Estimado José:
    Generalmente cuando un individuo es condenado a la hoguera, por la Inquisición, sus obras forman parte de las llamas. Sin embargo, se han rescatado varios tratados de Bruno, probablemente impresos en los distintos países por donde anduvo.

    De todas maneras la tuya es una pregunta interesante.
    • Las obras que se conocen son: Expulsión de la bestia triunfante; Los heroicos furores; Las sombras de las ideas; El sello de los sellos ; Candelero; Mundo, magia, memoria; De la magia; De los vínculos en general.

    • Hay ediciones relativamente recientes que se pueden conseguir.

    Un cordial saludo y gracias por leer El Mordaz

    Ricardo

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  3. Muy bueno Ricardo te mando un cariño

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  4. Me llama la atención que en Caballito haya una calle que se llama Giordano Bruno. No te parece raro, en este lugar tan conservador???

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    1. Ignoraba que tuviera el nombre de una calle. Se merece un sitio más destacado. Así como avenida del Tejar fue arruinada por Ricardo Balbín. Coronel Díaz se podría llamar Giordano Bruno Cariños

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  5. Excelente como siempre Richard! Abrazos y felicitaciones. Fran.

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