martes, 13 de febrero de 2018

EL PÁNICO ESCÉNICO


El miedo o pánico escénico es independiente de la habilidad y la experiencia del protagonista. A pesar de haber actuado en numerosas representaciones e incluso sabiendo que el público lo ama, lo respeta y tiene conciencia de su virtuosismo, constituyen para el intérprete, circunstancias que no alcanzar para atenuar su angustia ante una sala colmada que lo aplaudió entusiasta al ingresar en escena.

Quienes sufren pánico escénico se encuentran muy cómodos actuando ante un grupo de amigos o en una sala de grabación, pero no soportan ser el centro de atención ante una gran audiencia. Un violinista que integra una orquesta, es excepcional que sufra de pánico escénico, porque su presencia se diluye junto con una docena de violinistas durante la ejecución de una sinfonía, pero las cosas son muy diferentes cuando se encuentra en primera línea junto al director como solista de un concierto.

Los dos personajes que se desarrollarán en esta exposición son intérpretes de instrumentos musicales como el piano y el cello o violonchelo.

VLADIMIR HOROWITZ

                                       Vladimir Horowitz  (1903-1989)

Concierto en el Carnegie Hall
Corría el año 1926 y en el Carnegie Hall de Nueva York hacía días que se habían agotado todas las entradas. La sala estaba colmada y no era para menos, esa noche tocaba por primera vez en Manhattan el pianista Vladimir Horowitz. Se esperaba una magnífica representación del Concierto Número 1 para piano de Tchaikovsky, que Horowitz interpretaría junto con la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

El público presente ignoraba que Horowitz necesitó dar varias vueltas alrededor de la manzana del teatro en la Séptima Avenida. Finalmente, hizo detener al asombrado conductor del taxi, le pagó y, no sin esfuerzo, traspuso las puertas del Carnegie Hall. Ahora sólo tenía que ingresar al escenario. La orquesta ya estaba ubicada y solo faltaban el director y él, totalmente indeciso, la frente sudorosa, la boca reseca y con un “nudo” en el estómago.

De pronto, el director, nada menos que Sir Thomas Beecham, empujándolo suavemente le dijo: “Adelante, Horowitz”. La sala estalló en aplausos. Horowitz saludó ceremoniosamente y se sentó frente al piano. Mientras se frotaba las manos, recobró el aplomo y le hizo una señal con la cabeza al director para que iniciara el primer movimiento. 

Apenas cesaron los cornos, Horowitz volcó toda su energía sobre el teclado; ahora se sentía seguro y sabía que todo iría bien. Al finalizar, el público lo ovacionó de pie, y debió salir a saludar varias veces hasta que se retiró aliviado. Al día siguiente, los diarios neoyorquinos elogiaron la magnífica velada.
No sería esta la última vez que Horowitz tendría estos episodios, entre 1936 y 1985 tuvo cuatro situaciones en que abandonó los escenarios debido a su trastorno e incluso en una ocasión, somatizó de tal forma el miedo escénico que tuvo un lapsus de memoria en plena actuación.

Un talentoso del piano
Vladimir Horowitz nació en Kiev, Ucrania, en 1903, y su primer maestro fue su propia madre, que era una eximia pianista. A los 22 años, escapó del comunismo e inició giras por Europa, en las que varias veces tocó bajo la batuta de Arturo Toscanini. A ambos los unió una profunda amistad y mutuo respeto profesional y Horowitz, finalmente se casó con su hija, Wanda Toscanini. En 1940, se radicó definitivamente en los Estados Unidos.

                         Con su esposa Wanda Toscanini

Horowitz había adquirido un estilo y una técnica musical considerados espléndidos, casi sobrenaturales; podía tocar con gran rapidez, pero con espíritu romántico y extremadamente elegante. Por momentos, hacía rugir el piano para luego seguir con un pasaje de suavidad exquisita. Se empezó a hablar del estilo “horowitziano” y fue uno de los concertistas que más grabó con distintos sellos musicales.

Sin embargo, el miedo escénico fue su peor enemigo y, en varias oportunidades, hubo que levantar la función y postergarla para nueva fecha, tal era el terror que ocasionalmente lo dominaba. A pesar de ello, su última grabación la hizo pocos días antes de morir de un ataque cardíaco el 5 de noviembre de 1989.

PABLO CASALS



                                   Pablo Casals (1876-1973)

El eximio violinista Isaac Stern al referirse a Pablo Casals manifestó “Toda mi vida reverencié a Casals quien reunía en sí mismo a dos personalidades imponentes: el mejor violonchelista de la historia y ser un filántropo ejemplar”. Son piezas de oro de la música las interpretaciones de los quintetos de Schubert y los sextetos de Brahms donde Stern y Casals forman parte del grupo musical.

Ascenso a la gloria
Pablo Casals nació en un pueblo cercano a Barcelona y desde su infancia se enamoró del cello, por su sonido grave y dulce y según dicen, el más parecido a la voz humana.
Pablo costeaba sus estudios tocando en un café donde en una noche se encontraba presente Isaac Albéniz, ya en el pico de su fama. El compositor y pianista quedó impresionado con la técnica del muchacho y se lo presentó a un noble, el conde Morphy que era protector de las artes. 

De esta manera Pablo consiguió un subsidio para estudiar en Madrid, pero al cabo de un tiempo sin bien había avanzado considerablemente, la escuela de Madrid no era suficiente. Pablo merecía perfeccionarse en los grandes centros de Europa y el conde Murphy le sugirió el conservatorio de Bruselas, uno de los más prestigiosos.

Aquí nos encontramos con una anécdota que muestra la línea de conducta que caracterizó a Pablo en todos sus actos y que es tan valiosa como su habilidad en el arte musical. Al presentarse a prueba en el Conservatorio, lo mandaron al fondo del salón en la clase de violonchelo, mientras tocaban los alumnos. Por fin el profesor le dijo con sarcasmo: "A ver, españolito, ¿quieres tocarnos algo? Y citó una larga lista de composiciones, todas las cuales Casals declaró saber. "¡Este chico lo sabe todo! comentó el maestro, y la clase rió a carcajadas. El catedrático indicó a Casals que tocara una pieza de muy difícil ejecución. Al terminarla, todos se quedaron mudos, maravillados, y el maestro le propuso:
- Obtendrás el primer premio si aceptas inscribirte en mi clase.
-No - replicó Pablo - . Me ha puesto usted en ridículo delante de sus alumnos.

A los 22 años de edad, se dirigió a París llevando en su bolsillo una carta de recomendación para el destacado violinista y director de orquesta Charles Lamoureux. El primer encuentro no fue nada entusiasta, ya que el músico lo recibió con frialdad y le dijo que volviera al día siguiente. Así lo hizo Pablo y Lamourex le ordenó que empezara a tocar mientras él escribía en su escritorio. Pero cuando el catalán empezó a tocar, el músico francés dejó caer la pluma y lentamente se volvió hacia Pablo mientras miraba atentamente los desplazamientos del arco sobre el instrumento. Terminada la pieza musical, se levantó y lo abrazó con entusiasmo mientras exclamaba: "¡Hijo mío! ¡Eres uno de los elegidos!

Músico y humanista
El virtuosismo de Pablo lo convirtió en figura internacional, y cobraba enormes sumas por tocar en público. Sin embargo, su espíritu humanista lo llevó a fundar en 1919 en Barcelona la Sociedad Obrera de Conciertos y la creación de la Orquesta Paus Casals, que pronto adquirió fama mundial. La sociedad llegó a tener 300 mil afiliados, que pagaban unos céntimos al año por las entradas. 

De esta manera, Pablo se aseguró que los humildes pudieran tener acceso a la música clásica. En los momentos en que la sociedad era deficitaria, ponía dinero de su propio bolsillo y se calcula que durante la existencia de esta institución, Pablo aportó cerca de un millón de dólares de su patrimonio personal.

La guerra civil española dio al traste con la Sociedad Obrera de Conciertos y con su orquesta. La noche del 18 de julio de 1936, los ejércitos del mesiánico dictador Franco, se encontraban a las puertas de Barcelona, en momentos en que Pablo se aprestaba a dirigir la Novena Sinfonía de Beethoven. Entonces se dirigió a los músicos diciéndoles: "no sé cuándo podremos reunirnos de nuevo; propongo que terminemos de tocar la sinfonía en calidad de adiós o hasta luego".

Nunca más volvió a España, así como rehusó todas las ofertas que le vinieron de las dictaduras de Mussolini y de Stalin. En cuanto a la Alemania de Hitler, altos jefes del nazismo lo buscaron en su casa de Prades, en los Pirineos franceses, para que tocara ante el Füher. Pablo no estaba dispuesto a que Hitler sacara rédito publicitario con su presencia y se negó, con lo que ingresó a la lista negra de los enemigos del régimen. Como señaló Thomas Mann, premio Nobel de Literatura, Pablo fue "uno de esos raros artistas que vienen a salvar el honor de la humanidad".

Vida privada y pánico escénico
Casals se casó tres veces: la primera en 1906, con una violonchelista portuguesa; la segunda, en 1914, con una cantante norteamericana. En 1957 volvió a contraer matrimonio, esta vez con Marta Montañez, joven y encantadora violonchelista puertorriqueña que había viajado a Prades para estudiar con él. Marta tenía 20 años de edad, y él 80. La pareja se mudó a Puerto Rico, donde Pablo reanudó el Festival Casals, que se ha venido celebrando todos los años a partir de 1957 en el teatro de la Universidad de Puerto Rico. Con frecuencia se trasladaba a Vermont en Estados Unidos donde daba cursos y dirigía el festival organizado por su amigo el famoso pianista Rudolf Serkin.

El pánico escénico estuvo a punto de arruinar su carrera. Estaba tan nervioso la noche de su presentación en Viena, que el arco del cello se le escapó de las manos y fue a caer entre el auditorio. En total silencio los espectadores pasaron el arco de una fila a la otra hasta que llegó de nuevo al músico. En otra ocasión se lastimó la mano izquierda en un accidente, al escalar una montaña. Tenía solo 24 años y estaba considerado como uno de los mejores cellistas del mundo. Acabada de dar un concierto para la Reina Victoria y tenía numerosos compromisos de capital importancia. Sin embargo, el accidente le produjo una reacción inmediata de alivio, al pensar que ya no tendría que tocar en público. "Solo pensar en un concierto ante una gran platea me da pesadillas", confesó en varias oportunidades. Por fortuna para la humanidad que ama la música clásica, su mano se curó en pocos meses y no le quedó más remedio que volver a los escenarios.

Para muchos intérpretes que sufren de pánico escénico, fallar en una nota puede ser catastrófico y desencadenar el trastorno. Pablo había pasado por esa situación en más de una oportunidad y solía dar el siguiente consejo a quienes tenían su mismo problema: “No hay que darle ninguna importancia a una nota mal dada, solo hay que prestar atención a las notas hermosas que producimos”.

En agosto de 1973 Isaac Stern se encontró con su amigo cuando ambos visitaron Israel. Recordaron sus reuniones y las numerosas grabaciones y presentaciones en público que hicieron juntos y que hoy son piezas de colección para los melómanos. Cuando se despidieron Stern lo siguió con la mirada mientras el anciano se alejaba lentamente y se dio cuenta que no volvería a ver a su amigo y compañero de funciones y de grabaciones. 

Entonces recordó las opiniones de Pablo sobre el envejecimiento: “Para mí no significa nada envejecer. Es solo cuestión de calendarios. "Mientras podamos admirar y amar seremos siempre jóvenes. No entiendo a quienes se lamentan de sus años. Una vez le dije a un amigo: no es que seas viejo. Lo que pasa es que fuiste joven hace mucho".


                                  Isaac Stern junto a un octogenario Casals
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 CD: Horowitz in Moscow. Concierto de piano interpretado por Vladimir Horowitz. 1986.
- Plaskin G. Biography of Vladimir Horowitz. Londres. Macdonald & Co. 1983. ISBN 0356091791.
Isaac Stern. El inolvidable Pablo Casals. Reader’s Digest, Junio de 1975, pag 35-39.
Joan Acocella. I can’t go on. What´s behind stage fright?. The New Yorker 03/08/2015.

Wesner RB, Noye R Jr, Davis TL. The occurrence of performance anxiety among musicians. J Affect Disord 1990;18:177-85.

Nagel JJ. Treatment of music performance anxiety via psychological approaches: a review of selected CBT and psychodynamic literature. Med Probl Perform Art 2010 Dec;25:141-8.
Clark DB, Agras WS. The assessment and treatment of performance anxiety in musicians. Am J Psychiatry 1991;148:598-605.


5 comentarios:

  1. excelente Ricardo! lo disfruté mucho!
    Gracias!

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  2. Oswaldo C de Maryland14 de febrero de 2018, 17:03

    Muy bien escritas e interesantes las historias del pánico de Horiwitz y Casals, Ricardo. Por algunos años, a pesar de no aparecer en proscenios, a mi también me daban ataques de pánico. Sin embargo yo creo que era un síndrome distinto.

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  3. Carissimo "AMIGAZO", ESTO ES UNA MARAVILLA!!!!!

    GRAZIE MILLE!!!!

    ABBRACCIONE!!!!!

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  4. Respuestas
    1. Gracias Paula, teniendo en cuenta tus conocimientos musicales, tu comentario tiene un valor agregado.

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