viernes, 7 de agosto de 2015

DANY EL ROJO

Si uno dedicara las 24 horas del día sin alimentarse ni dormir para asistir a la disponibilidad cultural y artística de Buenos Aires, probablemente no alcanzaría a ver ni la décima parte, tan rico y variado es el abanico de ofertas y eso sin incluir las salas de cine.



Recientemente tuvo lugar el Cuarto Festival BAN (Buenos Aires Negra), esencialmente dedicado a la literatura negra. El género se asocia a un tipo de novela policial en la que la resolución del misterio no constituye el objetivo principal. Los argumentos suelen estar cargados de violencia y la división entre buenos y malos entra en una nebulosa, mientras pasan a primer plano protagonistas derrotados y decadentes, a veces en busca de la verdad y otras veces sin futuro ni esperanza alguna.

Asistí a la primera reunión en la parte cultural del Teatro General San Martín en una sala para 150 personas donde abundaban periodistas, escritores de literatura negra y fundamentalmente sus lectores. Hubo varias ponencias, todas muy interesantes, pero sin duda la que más me cautivó fue la de “Dany El Rojo”, un catalán de 53 años, corpulento, de un metro noventa y aspecto mafioso, que escribió tres novelas de delincuentes, en las que simplemente se limitó a relatar su biografía, ya que en las obras están volcadas sus propias experiencias. El relato que sigue, por lo tanto es en primera persona.


Yo provenía de una familia de clase media, que no era disfuncional y en realidad nada me faltaba. Sin embargo, y sin que pueda explicar las razones, a la edad de 13 años me introduje en el mundo de la droga y poco tiempo después, las había probado a casi todas. Lógicamente, para mantener este tren de vida, necesitaba dinero y empecé robándo a mi padre que me echó de casa. Entonces enfoqué mis actividades delictivas a robar negocios, especialmente farmacias. Me gustaba tener mucho dinero y vivir bien, hasta que conocí a un grupo que se dedicaba a robar bancos.

Sin pretender justificar esta nueva actividad, estoy seguro que en esta sala son muchos a los que les hubiera gustado atracar un banco y no van a negar que sintieran placer cuando los diarios hablan de un robo sustancial a una de estas entidades (risas y aplausos). Ni hablar de la admiración que suscita el episodio de un grupo de boqueteros que se mandan un túnel de cien o más metros para desembocar exactamente debajo de la sala de caudales, son verdaderos científicos.



Yo no sentía ningún remordimiento por atracar un banco donde el robo era cubierto por una compañía de seguros. Considero que es malo robar un banco, pero mucho peor es ser el dueño o el gerente de esa institución, especialmente en la actualidad cuando vemos el comportamiento inhumano y despiadado que tienen con aquellos clientes cuando no pueden levantar sus hipotecas (ovación del público).

Como les dije, conocí a un grupo dedicado a robar bancos que me enseñaron sus tácticas. Los robos los hacía solo o con cómplices, al principio con una pistola de fogueo y más tarde con una 38 especial que conseguí de un lote del País Vasco. En aquellos tiempos, robar un banco era mucho más sencillo que ahora ya que probablemente, como consecuencia de mis propios asaltos, aumentaron las guardias y los sistemas de seguridad, porque yo llegué a robar 150 instituciones bancarias.


En varias ocasiones pensé en dejar de delinquir y una vez trabajé de portero en una discoteca de dudosa fama hasta que un santo, es decir alguien que pasa datos para un robo me tentó y volví atracar. Me ocurrió lo mismo que con el jugador que tomó la decisión de abandonar las carreras de caballos, pero cuando le pasan una fija vuelve a comprar boletos en la ventanilla. Aquel día me cargué con 11,8 millones de pesetas. Era una época en que me había habituado a tener mucho dinero. Me compré un Omega de oro, una pintura de Dalí, una cadena de Cartier, una Benelli 500 y un Lancia Beta 2000 y tenía una gran mansión en las afueras de Barcelona.

El dinero también lo invertí abriendo varios casinos con un grupo de delincuentes organizados de aquella discoteca. Llegamos a tener seis timbas en toda la ciudad. Entre la adrenalina y todo lo que nos metíamos, dormía tres horas a la semana. No quiero que suene pedante ni a falsa modestia, pero yo era un crac. He hecho atracos de todas las formas posibles. Un buen atraco es estar poco rato, no molestar a nadie y llevarse todo el dinero posible. Solía ir solo y no me iba sin ese dinero. Por eso me pusieron lo de “El Millonario” en 1989. Nunca ejercí la violencia. Siempre intenté hacerlo muy suave, sin gritar idioteces como “todo al suelo” para que te acaben viendo desde fuera y te pillen. 

Hay que asustar a la gente, pero que no tengan miedo. De la violencia solo se saca violencia y reacciones imprevisibles. Si alguna señora estaba embarazada la hacía sentar, le preguntaba si ya le habían dado su dinero y decía que lo suyo no se tocaba. Ese era mi método.

Estuve encarcelado tres veces cumpliendo penas entre 3 y 5 años y cada vez que salía lo hacía con nuevos conocimientos, porque la cárcel es una especie de universidad donde se aprenden nuevos métodos. Pero la última vez que me soltaron tomé conciencia que con ese tren de vida, sino me mataba la droga lo haría la policía, además, me habían diagnosticado SIDA con un pronóstico de un año de vida. Mi primera decisión fue abandonar el paco, y el último tiempo en la cárcel sin él me demostró que podía prescindir de las toxicomanías. También por primera vez, tomé la decisión de trabajar. Hice de todo y hasta llegué a ser guardaespaldas de Lionel Messi.

Dos personas que me ayudaron mucho fue la mujer que conocí y con la cual me casé y tengo mellizos. La otra persona fue un amigo de la adolescencia José María Sanz Beltran, es decir Loquillo, el famoso cantante de rock. Él me introdujo al mundo del espectáculo donde también conocí y trabajé para el cantautor argentino Andrés Calamaro. Mis actividades con ellos consistían en hacer de secretario y colaborar con los múltiples aspectos que rodean a los famosos. 

Conozco casi todas las bandas argentinas y me parece estupendo que canten en castellano, o argentino si se quiere. Considero una estupidez el intérprete que canta en inglés (aquí lo aplaudí yo).

Solía contar mis aventuras entre los amigos hasta que uno de ellos me dijo ¿por qué no las escribes? Y es así que ingresé a este género de la novela negra y hoy me encuentro hablando frente a ustedes en el Festival BAN. Con respecto a los demás escritores del género, tengo la ventaja de que no necesito investigar nada ni poner en juego al cerebro para generar creatividad. Simplemente relato episodios de mis atracos donde el protagonista soy yo con otro nombre y algunos agregados novelados y en eso se destaca mi secretaria que es una argentina que pasa mi material a la computadora, corrige el estilo y encima agrega detalles de su propia imaginación.



Ahora, a los 53 años y veinte años después de que le dieran 12 meses de vida, Dany el Rojo el gánster devenido en escritor es autor de tres novelas que prácticamente son sus memorias: Confesiones de un gánster de Barcelona, El Gran Golpe del Gánster de Barcelona y Mi Vida en Juego.

Dany termina su disertación diciendo: “Cuando me preguntan si me arrepiento de mi pasado, les contesto que no. Sé que suena mal, pero es que la palabra es muy católica. He aprendido de mis errores. Uno es lo que ha vivido, y ahora soy una persona feliz como consecuencia de todo eso. Además, solo robé a bancos y aseguradoras, justo los que nos roban ahora.

Un caluroso aplauso cierra su disertación, al fin y al cabo, como dice el refrán: “el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón”.

Material tomado de la conferencia de Daniel Rojo el viernes 31/07/2015 en el área cultural del Teatro San Martín.
Otras fuentes:
Inma Zamora. Daniel Rojo, el terror de Barcelona reconvertido a escritor. ABC Edición Cataluña 10/05/2014.
Daniel Verdú.
No quiero que suene pedante, pero yo era un crac atracando bancos. Diario El País, suplemento Cultura, 12/07/2014.
Matías Néspolo. Dany el Rojo. Tengo una moral personal; sin código no se puede vivir ni dentro ni fuera de la cárcel. Diario La Nación. Cultura. 30/07/2015.



13 comentarios:

  1. Dany El Rojo es un verdadero sobreviviente, pudo haber muerto en manos de la policía, por la droga o por el SIDA. Me alegro que haya cambiado tan radicalmente su forma de vivir

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    1. ¿Po el SIDA? ¿Era trolo? Lástima, se me cae un héroe.

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    2. Julito de Laferrere8 de agosto de 2015, 21:05

      No Gomez, Dany no es trolo, está casado y en los períodos de libertad solía hacer bacanales con prostitutas de alto nivel. Y si fuera trolo ¿por que se te va a caer, o sos de los que tienen prejuicios contra ellos?

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  2. Lo de Dany es técnica y moralmente incorrecto, pero los bancos son los principales causantes del desastre que tuvimos en 2001 y de la situación que está viviendo actualmente Europa. Aplaudo al catalán

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  3. El comentario de Dany sobre los intérpretes locales que cantan en inglés me pareció apropiado. Los veo como personajes que no están integrados a nuestra sociedad y se deslumbran con espejitos de colores foráneos. Pero personalmente no concozco a ninguno, aunque debe haber algún principiante que lo haga.

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  4. excelente Ricardo, comparto!
    Un abrazo!

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  5. Que regio Ricardo!, les voy a contar a las chicas en el Face.

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  6. Julito de Laferrere10 de agosto de 2015, 22:11

    Conversaciones de pitucas del barrio norte:
    Pituca 1: Scioli obtuvo un truinfo categórico
    Pituca 2: no puedo creer que haya tanta gente que quiere que Mirtha Legrand se vaya del país

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    1. Esperemos que la Legrand cumpla lo prometidos y se vaya de una vez

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    2. estimado ricardo, BUENISIMO¡¡¡¡¡¡¡¡¡.......la "señora" como le dicen, se puede ir prontamente.....somos muchisimos los que no lloraremos por su ausencia. cariños cristina deluca.-

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  7. Oswaldo C de Maryland11 de agosto de 2015, 8:01

    Hola, Ricardo:

    Cuando fuí al correo hoy encontré tu magnífico libro Onirica. Gracias por mandarlo y por la cariñosa dedicatoria. Lo mantendré con orgullo junto a tu libro sobre cardiología que me diste cuando tuve el placer de visitarlos.

    Es hora que hagan planes para venir a Washington. Recuerden que el único gasto es el de los pasajes. Acá vienen a su casa.

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  8. Julito de Laferrere13 de agosto de 2015, 22:04

    María Eugenia Vidal se puso un par de botas pitucas amarillas, se fue a uno de los pueblos inundados, se paró sobre un charquito y se hizo filmar y sacar fotos desde todos los ángulos, que fueron pasadas por el multimedio Clarín. Después hizo un mohín de disgusto y se retiró. Esa fue la contribución del PRO a la inundación

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  9. No creo que las codutas de señores como Dany y la de los bancos puedan ser admitidas en una Revolución, como tampoco la de los medios que lucran haciendo lo negro blanco.

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