martes, 15 de enero de 2013

NOSTALGIAS DE LA LÍNEA A



 http://www.larazon.com.ar/actualidad/FORMACIONES-LINEA-SUBTE-ANOS-ANTIGUEDAD_IECIMA20121226_0036_7.jpg

Perdonen que me ponga sensiblero y melancólico, pero sucede que para mí, a semejanza de millones de porteños el subte de la línea A era un patrimonio muy querido.

Las veces que lo subí me sentía trasladado a la belle epoque, entornaba los ojos y de pronto un caballero con bombín, cuello duro, bigotes a lo Palacios y polainas, se paraba, se descubría y le ofrecía el asiento a una dama elegante de gran sombrero con plumas.

Cuántos personajes del arte, la política y la literatura viajaron en la línea A. Borges, Lugones, Marechal, lo hicieron asiduamente y Roberto Arlt viajaba en forma casi cotidiana. Me imagino a Carlitos sentado junto con Razzano ojeando la partitura de un nuevo tango y a Discepolín mostrándole con gesto tímido a Manzi las letras de Yira yira.

Pero Rodríguez Larreta dice que el material de la línea A, sirve de fuego para un asado.


 Siempre me fascinó el interior de esos vagones, sus lámparas con tulipas, los espejos biselados y esa exquisita terminación de la madera que lo asemejaba a un pequeño salón vienés. “Me contaron que bajo el asfalto existe un mundo distinto”, rezaba la canción de Sandra Mihanovich y verdaderamente introducirse en el subte de la línea A era ingresar en un universo diferente. 


 A los turistas les fascinaba la línea A y constituía una de las excursiones preferidas, especialmente para los europeos. Varias veces les mostré con orgullo porteño, a holandeses, australianos y franceses, los encantos de este centenario medio de transporte y quedaban fascinados. Subir en Plaza de Mayo, bajar en la estación Piedras, caminar hasta el Tortoni y sorber una taza de café con medialunas en agradable compañía. ¿Qué más se podía pedir?

Pero Rodríguez Larreta dice que el material de la línea A, sirve de fuego para un asado.

            Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete de la Ciudad de Buenos Aires

Un poco de historia
El tramo Plaza de Mayo-Plaza Miserere del subterráneo fue inaugurado por Victorino de la Plaza el primero de diciembre de 1913. Al día siguiente fue habilitado al público, transportando a 170.000 pasajeros que pudieron disfrutar del primer subte de Sudamérica. Buenos Aires se convertía así en una de las primeras ciudades del mundo en contar con este medio de transporte.

        Victorino de la Plaza junto con el intendente de la ciudad el día de la inauguración

La línea contó desde 1914 con señales luminosas, algunas de las cuales fueron luego automatizadas. Además se instalaron los paratrenes de brazo mecánico, una medida de seguridad contra la violación del semáforo en rojo. En 1974  se modernizó el sistema de señales luminosas al instalarse en Primera Junta un Control de Tráfico Centralizado (CTC).
Sin embargo, el sistema de "paratrenes" mecánicos se mantuvo, brindando a la línea A una seguridad total.

Lss piezas de repuesto para estos trenes ya no están disponibles en el mercado por lo que tienen que ser hechas a medida por pedido del cliente en el taller Polvorín. Allí las unidades belgas La Brugeoise, son mantenidas y reparadas por personal altamente capacitado y calificado, verdaderos artesanos que como los del teatro Colón dejarán de existir. 

Según Metrovías, el operador privado del Subterráneo de Buenos Aires, cada 20 días las unidades se sometían a un chequeo de rutina, mientras que cada cuatro años se llevaba a cabo el mantenimiento mayor. En 2008, a pesar de sus 96 años de servicio ininterrumpido, los trenes La Brugeoise tenían uno de los promedios más bajos de falla mecánica en la red: 19 cada 100.000 km.

Un dato de interés es que el túnel, las nueve estaciones y túneles de servicio se completaron en 26 meses, mientras que el gobierno del procesado Macri, empleando tecnología de excavación mucho más avanzada, en 6 años de gestión, inauguró estaciones que se pueden contar con los dedos de una mano.

                   Construcción del subte hacia fines de 1912
 
Al ser eliminados los centenarios vagones, se pierde un pedazo de la historia de Buenos Aires. Se piensa exhibirlos en parques o utilizarlos como biblioteca o quizás sus maderas sirvan para hacer asado en la quinta de Rodríguez Larreta. 

Último viaje del tren con sus fantasmas
Cortesía de RAVEMAR para El Mordaz

Debería ser un otoño –me cuentan - entrados los años ´30, en que mis viejos nos llevaron, por vez primera, a viajar en subterráneo. A mis dos hermanas que conocerían Cabildo y la Plaza de Mayo. En tanto yo, sin edad para recordar siquiera la forma de la teta de la cual mamaba todavía, era portado en brazos por mi vieja. 

Me cuentan que un trajeado de sonrisa amplia y blanca, se levantó para cedernos el asiento. Los que lo acompañaban, portadores de enfundadas guitarras, imitaron el gesto para con mi viejo y mis hermanas. Que mi viejo rehusara -me contaron - interpretándolo más bravata que cortesía. Pronto brotó aire desafiante. El elegante de sonrisa blanca intervino,  bonachón y persuasivo: dejensé de macanear muchachos, que tenemos que guapear para cantar y no para discutir. Y bajaron para actuar en el Tortoni, según comentaban mientras se iban. 

Tiempo después sucedió el accidente y aquellas muertes en Medellín. Las fotos en los diarios, a mi vieja, le trajeron a la memoria al tipo de sonrisa blanca y amplia. Para mí era él, decía mi vieja. En cambio a mi viejo siempre le pareció que el Inmortal debió ser mucho más alto que aquel engrupido bien trajeado

El tren va entrando por última vez en el túnel, oscuro como nunca, del recuerdo o del olvido. Sentado estoy quizá en la misma madera de la anécdota que una y mil veces me contaron. Aunque mi testimonio no tenga validez, estoy seguro que mi vieja tenía razón.
 RAVEMAR






8 comentarios:

  1. Que tristeza que da,
    que un chanchuyo con sobreprecios, reemplace nuestras joyas más preciadas, la memoria de nuestra infancia,
    las anécdotas más risueñas de pibes, la ansiedad por llegar a Miserere y ver por la ventana, porque allí hay una bajada y el subte tomaba más velocidad y se ensanchaban el recorrido, o por la estación Perú y
    sus benditos andenes.
    Un idiota con todas las letras este Rodriguez Larreta!
    Es un elefante en un bazar.

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  2. Ricardo, comprendo tu nostalgia porque la comparto, nací a la vera del subte A, viajaba al club Gimnasia desde los 7 años hasta que me casé fue mi subte, en fin que son una belleza. Lucía tiene un pequeño video en los vagones del subte A haciendo acrobacias, filmado por un amigo australiano. Voy a ver si lo quiere compartir.
    Cariños
    Susana

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  3. excelente tu nota, Ricardo, no tiene desperdicios, la publiqué en Facebook, como otras tuyas, un abrazo!

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  4. La primera cosa que me viene al pensamiento es si acaso hay alguna relación de parentesco entre Horacio y los Enrique Rodriguez Larreta, dueño el padre del diario El País de Montevideo, colaborador el hijo de El Cronista de Bs.As., cuando lo dirigía Perrota, detenidos y torturados los dos por la dictadura. Los dos, detenidos por militares uruguayos dentro del sistema llamado Plan Cóndor, en Automotores Onetti, finalmente liberados y detenido y muerto Perrota en el Coti Martinez, donde también estuvo Jacobo Timmerman.
    Como sucedió en muchas familias llamadas “tradicionales”, o sea, conservadoras, un hijo salió “progresista” y eso era imperdonable para los militares hermanados en las garras del Cóndor. Padre e hijo disfrutaban de una inteligencia superior a la media y eso, más el amor paterno/filial, les permitió convivir con sus diferencias hasta compartir detenciones y torturas.
    Sin duda, Horacio Rodriguez Larreta, no tiene en común con ellos más que el o los apellidos. Nunca ha dado muestras de una inteligencia superior a la media y tampoco goza de la prestancia física que, se dice, era patrimonio de los dos Enriques El asalto al pensamiento, entonces, no tiene otra razón de ser que comprobar cómo de un mismo tronco, si lo es, pueden salir ramas tan dispares.
    JC

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    1. Es posible pensar que, después de cien años de rodaje, se hiciera necesario incorporar nuevos trenes a la línea A. Mantenerlo como un “tren histórico” podría ser atractivo, pero, considerando el caudal de pasajeros transportados diariamente, no parece muy razonable. Sin embargo, a mi modo de ver, se podrían hacer ambas cosas: mantener un cierto número de formaciones como “histórico-turísticas”, con horarios pre-establecidos de circulación, y hacer correr los nuevos. Con respecto a los vagones sobrantes, se me hace que hay muchos destinos útiles y simpáticos para ellos antes que el fuego de los asados.
      Es casi seguro que la nostalgia es un ingrediente importante en esta forma de ver el tema, no
      sólo por los muchos y largos años en que viajamos en este medio, también por los relatos de quienes asistieron a su inauguración y que alimentan nuestra nostalgia. Pero hay algo más.
      La Argentina, por razones que no es del caso analizar aquí, ha padecido de una fiebre iconoclasta que la ha privado de un patrimonio histórico notable. Baste citar como ejemplo de esa fiebre, al hecho de que en la década de los ‘30 se demolió la casa de la familia Belgrano, en la esquina de Santo Domingo, sobre la misma vereda, en la que nació, vivió y murió el más notable de los hombres de nuestra historia y eso para levantar el edificio de una empresa comercial.
      Entonces, de lo que se trata, es de conservar un testimonio de esa historia nuestra, el que nos dice que Buenos Aires tenía subte cuando solo tres o cuatro ciudades en el mundo ya lo poseían. Eliminar los testimonios físicos de la Historia es dejar el conocimiento de ella a los historiadores y algunos curiosos, porque se eliminan los estímulos para adentrarse en ella y, “last but not lest”, no se puede amar a lo que no se conoce.
      El asado es un dato de nuestra idiosincracia, pero no puede alimentarse su fuego con maderos que son Historia.
      JC

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    2. Horacito R. Larrata es un inimputable pato criollo que debiera moderar su verba.

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  5. “La ciudad de Buenos Aires debe conservar su patrimonio cultural, como lo hacen muchas ciudades en el mundo, constituido no sólo por estos coches históricos sino también por su funcionamiento, que constituye en sí mismo la vivencia histórica de nuestra identidad cultural. Los mismos pueden refaccionarse, adaptarse y funcionar, si no todos los días, al menos los fines de semana y feriados” M.Rachid

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  6. Es verdaderamente una lástima la pérdida de los vagones centenarios. Eran un atractivo a sumar al Subte de Buenos Aires. Esto no es más que una medida del Sr. Jefe de Gobierno para re-inaugurar con globos amarillos la Línea "A", con los vagones nuevos con aire acondicionado. Y de seguro en algún momento posterior, inaugurará las estaciones "Flores" y "San Pedrito" de esa misma línea, que ya estaban finalizadas en la gestión de Telerman; pero atribuyéndose el crédito de esa ampliación.

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