Para
iniciar este relato es importante situarnos en el tiempo y en el espacio. Por
razones administrativas el emperador romano Teodosio I, llamado el grande,
dividió al imperio a fines del año 300, de la era Cristiana en una parte occidental y otra oriental.
Los hechos de esta historia ocurrieron en la parte oriental que se llamó
Imperio Bizantino.
Pasados
casi 150 años de aquella división, Justin, emperador de Bizancio, estaba
recorriendo con su séquito las calles de Constantinopla. En una de las plazas
se había reunido un público numeroso que picó su curiosidad. Era habitual la
presencia de juglares, titiriteros y actores que solían entretener a los
habitantes de una de las ciudades más importantes de occidente.
Al
ver a Justin la gente le abrió paso mientras se inclinaba ante su autoridad. En
el centro había una joven que muy ligera de ropas ejecutaba el baile del caño.
Su cuerpo esbelto se contorsionaba con gracia y sensualidad y su oscura
cabellera se movía de un lado a otro con el ritmo de la danza y los giros de su
cabeza. La adolescente le lanzó a Justin una mirada furtiva y provocadora y sin
inmutarse siguió con su actuación. El emperador, además de sentirse atraído por
su belleza, percibió que tenía una fuerza interior que emanaba de su mirada y de
su actitud desafiante y decidió presentársela a su sobrino Justiniano, que era
soltero y por entonces libre de las exigencias protocolares a las cuales
Justin, por su investidura, estaba sometido. Si Justin actuó por intuición no
se equivocó; aquella jovencita estaba destinada a jugar un papel de enorme
relevancia en la historia del Imperio Bizantino.
Retrocedamos
un poco en el tiempo para identificar a la muchacha que tanto impactó al
emperador. La mayor parte de la vida de Theodora se conoce gracias al
historiador Procopius de Cesarea a través de sus siete volúmenes llamados Historias de las guerras de Justiniano.
Hay un tomo adicional llamado Anekdota
o Historia secreta, dedicado casi
exclusivamente a Theodora y que se puede encuadrar dentro del género de
literatura erótica.
Theodora
nació alrededor del año 500. Su padre era cuidador de osos y otros animales en
el hipódromo de Constantinopla, un equivalente del Coliseo Romano. Debemos
presumir, sin riesgo de equivocarnos, que era analfabeto y de pocas luces. Muerto
su progenitor la madre de Theodora que no estaba mejor dotada que su difunto
esposo, la introdujo en el ámbito artístico y de allí a convertirse en
prostituta fue cuestión de poco tiempo. Tuvo un amante llamado Hecebolus al que
pronto abandonó, pero es probable que fuera el padre del único hijo que tuvo la
muchacha. Por entonces se la conocía como “Theodora la del lupanar”. Conviene
aclarar que en esa época el ambiente del teatro se situaba en uno de los
niveles más bajos de la escala social.
Con
este precario y deslucido bagaje sobre sus espaldas, Theodora subió las
escaleras de mármol del palacio del emperador Justin, quién se la presentó a
Justiniano. No se trataba de un gesto espléndido ni generoso con su sobrino,
sino de la imposibilidad del monarca de apropiarse de Theodora por la enconada
resistencia que puso Euphemia, esposa de Justin y emperatriz del reino.
Euphemia alegó que no podía ingresar al palacio alguien que había sido actriz.
Sin embargo, Euphemia parecía olvidar que fue comprada como esclava por Justin,
cuando entonces se llamaba Lupicina, un nombre relativamente común entre las
prostitutas. Al casarse con Justin cambió su nombre por el de Euphemia, que era
más respetable, enterró su deslucido pasado y adoptó un comportamiento de
estricta moral.
Mosaico del Emperador
Justiniano en Ravena
Justiniano
y Theodora se enamoraron perdidamente desde el primer momento en que se conocieron,
pero la joven era una mujer de gran carácter y de firmes principios. Rehusó desempeñar
el papel de amante, se fue del palacio y retornó a su vida de pobreza. Pocos
años después Euphemia falleció, suponemos que de muerte natural y Justin
liberado de la presión de su esposa promulgó una ley mediante la cual toda
actriz que expresara verdadero arrepentimiento quedaba purificada de su pasado.
Theodora volvió a subir las escalinatas de mármol del palacio, inmaculada como
una virgen.
Justiniano
se casó con Theodora. A la muerte de su tío fue proclamado emperador del
Imperio Bizantino y ella se transformó en emperatriz. Él estaba
fascinado por las cualidades amorosas de su esposa en el lecho conyugal. Ella
le enseñó todas las artes del sexo en interminables noches de pasión, pero las aptitudes
de Theodora no se limitaban a la cama, era inteligente, tenía capacidad y
decisión política y un carácter indomable. El historiador Procopius afirma en
sus obras que Justiniano no tomaba ninguna decisión sin consultarla. En el
fondo, se trataba de una ginecocracia encubierta, el poder detrás del poder.
Theodora por Jean Joseph
Benjamin Constant. Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires
Muchas
leyes se decretaron gracias a la influencia de Theodora, como la eliminación de
la compra de cargos públicos, porque fomentaban la corrupción. También eliminó
los prostíbulos de Constantinopla y a través de su esposo promulgó una serie de
leyes que mejoraron sensiblemente el estado social de la mujer a un nivel hasta
entonces no alcanzado en occidente. Se puede afirmar que Theodora fue una
precursora del feminismo.
Quizás
el punto culminante que evidenció su gran capacidad de liderazgo fue durante la
revuelta Nika. Esta rebelión se originó cuando el conflicto entre dos facciones
los “verdes” y “azules”, en las carreras de carros del hipódromo tomó tal
envergadura que se transformó en un estallido popular. A pesar de la
intrascendencia de la causa originaria, los rebeldes bajo el grito “Niká”
(victoria en griego), alcanzaron un movimiento que puso en jaque al gobierno.
Justiniano reunió a sus ministros y secretarios en un consejo de urgencia y
sugirió abandonar la ciudad. Fue entonces cuando Theodora se levantó de su
trono, expresó en un impecable discurso la necesidad de combatirlos y
dirigiéndose a Justiniano le manifestó “si quieres abandonar Constantinopla
hazlo, yo me quedaré a enfrentarlos”. Justiniano le hizo caso, envió a dos de
sus generales con fuerzas leales y los revoltosos fueron masacrados en el
Hipódromo. Justiniano pensaba perdonar a los cabecillas, pero Theodora
manifestó que no se podía tener compasión con quienes habían puesto al régimen
en peligro y los mandó ajusticiar.
Otra versión de Theodora por
el mismo pintor
Durante
el reinado de Justiniano, el Imperio Bizantino recuperó su grandeza e incorporó
territorios perdidos del oeste del Imperio Romano. Edificó la iglesia de Santa
Sofía, que por su magnificencia y creatividad contribuyó a cambiar la historia
de la arquitectura. También se construyeron acueductos, puentes y asilos para
huérfanos y abandonados. Por su sabiduría como gobernante pasó a la historia
como Justiniano El Grande, pero es posible que hubiera sido casi ignorado si no
hubiera estado a su lado la fuerza e inteligencia de Theodora.
La famosímima actriz
francesa Sarah Bernhardt haciendo el papel de Theodora en la obra homónima de
Sardou
Fuentes
-James Allan Evans. Theodora
(wife of Jusntinian I). University of British Columbia. An online Encyclopedia
of Roman Emperors.
- Johnson Lewis. Empress
Theodora. About.com Women’s history. http://womenshistory.about.com/od/medbyzantempress/a/theodora.htm
-Theodora.
Encyclopaedia Britannica. Tomo 11. Edición 1995, Chicago.
-Gill NS. Justinian. About.com.
Ancient/classical history. http://ancienthistory.about.com/od/emperors/p/Justinian.htm
-Isabel
Barceló. Teodora, de prostituta a emperatriz. ArqueHistoria. http://arquehistoria.com/teodora-de-prostituta-a-emperatriz-de-bizancio-15687
BIZANCIO fue fundada en el año 667 a.C. por griegos y así fue denominada hasta el año 330.
ResponderEliminarAllí cambió su nombre a CONSTANTINOPLA (en 1453, la Caída de Constantinopla bajo dominio turco marca el final de la Edad Media)
A partir de 1930 la ciudad se conoce con su nombre actual: ESTAMBUL.
Buena aclaración, el artículo es muy interesante pero le faltaba saber el nombre actual de donde transcurrió, tan de moda por la telenovela.
EliminarMe gustó, je!
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