Escolazo:
término lunfardo, muy utilizado en el tango, conque se designan los juegos de
azar
José
Gobello, Marcelo H Oliveri. Curso Básico de Lunfardo. Academia Porteña del
Lunfardo.
Las
letras de tango hablan de los conflictos de la vida con una fuerza y un
realismo que están fuera del alcance en otros géneros musicales. Un ejemplo es
el caso de la ludopatía o la adicción compulsiva a los juegos de azar.
Ignoramos por qué el tango está plagado de poemas que abarcan este tema cuando
en el bolero, el folklore y las canciones mejicanas su presencia es pobrísima.
Indagar
la razón es tarea para los expertos en ciencias sociales, e ignoro si alguien
lo hizo. El origen prostibulario del tango donde abundaban los juegos de naipes
y los dados caían sobre las mesas con su ruido característico, explican en gran
parte la abundancia de poesía timbera.
Cezzane Jugadores de cartas
El
hecho es que las historias de individuos que sucumben a esta adicción son
verdaderos casos clínicos relatados con un realismo que no lo lograrían los
mejores tratados de psiquiatría en la materia.
Por culpa del escolazo,
rico en terminología lunfarda es una muestra muy bien lograda de la decadencia
progresiva del individuo atrapado por el juego.
Por culpa del escolazo
Me quedé bien en la vía,
Las cosas que ¡Mama mía!
Me tuve que apechugar.
Ya no podía empilchar,
Andaba misho de fasos,
Y al no gustarme el pechazo
Ni los grupos pa´ filar,
Para poder escabiar
Del whisky me fui al quebracho.
La letra
describe como el protagonista, por falta de dinero, se fue desprendiendo
paulatinamente de sus placeres, alejándose de los amigos, del café y
reemplazando el whisky por vino ordinario. Se trata de un caso acentuado de
ludopatía hasta el punto de sacrificar a las mujeres por el juego, como lo
señalan las siguientes estrofas:
Ya no aporté más al feca
Ni a la barra de la esquina,
Le rajaba hasta a las minas
Por si había que garpar…
…Empeñé el zarzo y el bobo,
Refundí hasta la marroca,
Del centro me fui a la Boca
A vivir en un altillo.
El aire de conventillo
Me fue ganando de apuro,
A fuerza ´e marroco duro
Ya no podía tirar,
Y al no poderme aguantar
Me hice amigo del laburo.
Música
de Roberto Grela y letra de Mario Cecere (1976).
El tango Escolazo de Francisco García Jiménez con
música de Anselmo Aieta surgido en 1953, fue cantado exclusivamente por Edmundo
Rivero y es muy difícil encontrar grabaciones en el mercado. Esto constituye
una pena porque, abundando en términos lunfardos perfectamente posicionados en
el poema, representa una descripción perfecta del deterioro progresivo del
jugador hasta terminar en la miseria.
En
descartes pensativos
se entreveran por mi frente
fulerías del presente
con primores del ayer.
¡Era linda la que quise!
¡Tuve resto en el bolsillo!
Puro lujo, puro brillo,
puro dar... sin recoger.
Yo perdí el amor sincero,
yo apuré mi vida en copas,
yo vestí de ricas ropas
la coqueta desnudez.
Y pensar que condenado
por la ley del escolaso,
juego igual... ¡si el mismo
mazo me lo tiran otra vez!
En las últimas
estrofas el protagonista considera al juego como una ley, un fatalismo al cual
está irremediablemente condenado, es decir algo que está obligado a cumplir y
del que no puede escaparse ya que juega igual si otra vez le tiran el mismo
mazo. Hacer click aquí para escuchar el tango
El vicio
descontrolado lo vemos también en el tango Mala
entraña escrito en 1927 por Celedonio Flores con música de Enrique Maciel:
Malandrín
de la carpeta,
te
timbeaste de un biabazo
el caudal
con que tu vieja
pudo vivir
todo un mes,
impasible
ante las fichas,
en las
noches de escolaso…
Música de
Enrique Maciel y letra de Celedonio
Flores (1927).
Por una cabeza
Obligado
a realizar una selección muy estricta por cuestiones de espacio, me limitaré a
tres tangos. Uno de ellos es Palermo,
de 1929, escrito por Juan Villalba y Hermido Braga, y musicalizado por Enrique
Delfino:
¡Maldito seas, Palermo!
Me tenés seco y enfermo,
mal vestido y sin morfar,
porque el vento los domingos
me patino con los pingos
en el Hache Nacional.
Pa' buscar al que no pierde
me atraganto con la Verde
y me estudio el pedigré
y a pesar de la cartilla
largo yo en la ventanilla
todo el laburo del mes.
Me tenés seco y enfermo,
mal vestido y sin morfar,
porque el vento los domingos
me patino con los pingos
en el Hache Nacional.
Pa' buscar al que no pierde
me atraganto con la Verde
y me estudio el pedigré
y a pesar de la cartilla
largo yo en la ventanilla
todo el laburo del mes.
Berretines que tengo con los pingos,
metejones de todos los domingos...
Por tu culpa me encuentro bien fané...
¡Qué le voy hacer, así debe ser!
Ilusiones del viejo y de la vieja
van quedando deshechas en la arena
por las patas de un tungo roncador...
¡Qué le voy hacer si soy jugador!
El
otro tango, que fue motivo de fondo musical de varias películas de Hollywood,
es Por una cabeza, de Gardel y Le
Pera, que termina diciendo:
Basta de carreras,
se acabó la timba.
¡Un final reñido ya no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero. ¡Qué le voy a hacer..!
Quienes
escribieron estas letras, seguramente conocían casos de jugadores compulsivos,
de otra manera no se puede describir en forma tan precisa la sintomatología del
individuo presa del impulso irreprimible hacia el juego y las apuestas.
¿Produce adicción el baile
del tango?
La
respuesta está en un artículo publicado por un grupo de investigadores
franceses, quienes evaluaron a 1129 aficionados al baile del tango y utilizaron
el criterio del DSM-IV sobre el capítulo de adicciones.
Encontraron que la tasa
de dependencia es del 45,1% y que el síndrome de abstinencia es del 20%, por lo
tanto llegaron a la conclusión de que el baile del tango y su música produce
adicción, pero los efectos positivos superan largamente a los efectos
negativos.
Es que el tango como baile posee cualidades
especiales, imprescindiblemente requiere la participación de un hombre y de una
mujer que generalmente bailan estrechamente enlazados. La danza exige
concentración y por lo tanto no se habla lo que permite gozar del contacto con
la pareja.
Los movimientos son sensuales, elegantes y atractivos conformando
una estética agradable a los ojos del espectador. El baile tiene una
característica adicional única: nunca se termina de aprender, tantos son los
pasos y las variaciones que lo constituyen.
La sumatoria de todos estos aspectos explica
por qué bailar tango produce adicción.