El grito
El grito. Óleo
y pastel sobre cartón 91 x 73,5 cm. Edvard Munch 1893.
En
la Galería Nacional de Oslo se exhibe El
grito, una pintura que al observador le deja una sensación de inquietud y
cierto grado de angustia. Arriba de un puente y en un primer plano se encuentra
una figura de aspecto andrógino, cabeza redonda y tan calva que semeja una bola
de billar, la nariz es solo un par de orificios en el rostro. Se cubre las
orejas con las manos y con gesto aterrado lanza un grito desgarrador.
Sin
duda el mayor logro de la obra es haber retratado un sonido, porque cualquiera
que la observe deduce inmediatamente que el extraño personaje, de aspecto
extraterrestre, está gritando. Hay quienes interpretan que el hombrecillo oye
un grito o un alarido y se tapa los oídos con ambas manos para no escucharlo. Me
quedo con la primer idea.
El cielo se presenta de gruesos trozos anaranjados
con vetas de azul y amarillo y el puente y el resto del paisaje iluminados por
una luz semioscura, aumentan la sensación siniestra del conjunto. La obra está
catalogada como precursora del movimiento expresionista que surgiría con fuerza
en Alemania pocas décadas más tarde. Para los académicos Munch con El grito sentó las bases del
expresionismo.
¿Está señalando la figura la angustia existencial
del hombre moderno en el momento de transición entre dos siglos, o es la
expresión del alma atormentada del artista? En el fondo, se pueden apreciar dos
figuras con sombrero ajenas a lo que ocurre con la figura principal que sí
parece percibir las catástrofes que trae el siglo XX.
Munch se
inspiró para pintar esta obra una tarde en que paseaba junto con dos amigos por
un mirador de la colina Ekeberg, desde donde se podía apreciar el paisaje de
Oslo. En 1891, en su diario Munch relata que ese día experimentó terribles
sensaciones que las describió de esta manera: “iba por la calle con dos amigos
cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un
estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho…Lenguas de fuego
como sangre cubrían el fiordo negro y azulado. Mis amigos siguieron andando y
yo me quedé allí temblando de miedo y oí que un grito interminable atravesaba
la naturaleza.”
Melancolía
El grito fue pintado durante la última década del siglo XIX,
etapa en que Munch estaba pasando por un período depresivo porque pintó en
forma sucesiva varios temas que tienen el mismo hilo conductor: la
desesperanza, la tristeza y el tema de la muerte. En Melancolía la figura central es un hombre todo de negro, uno de los
colores favoritos del artista, que sentado apoya la cabeza sobre su mano con
gesto de tristeza. Da la impresión que no espera nada de la vida.
Hay tres
cuadros de velatorios: Junto al lecho de
muerte, Muerte en la habitación y Madre
muerta con niña, donde se ve a los familiares con gesto de resignación y
tristeza alrededor del pariente fallecido. Incluso el cuadro Atardecer en el paseo Karl Johann, está
lejos de ser una escena animada como caracteriza a los pintores impresionistas
cuando recrean los boulevards
parisinos. La escena es realmente deprimente porque la gente está caminando con
una expresión de tristeza y resignación, como si se avecinara una catástrofe
inevitable.
Atardecer
en el paseo Karl Johann 1892.
Colección Rasmus Meyer, Bergen
Finalmente
está La desesperación, con el mismo
fondo ambiental que El grito, pero en
este caso la figura es un hombre con galera apoyado sobre la baranda del puente
sin que se vea su rostro.
Es que Munch no tuvo la resiliencia suficiente para
superar varios traumas de la infancia relacionados con la enfermedad y la
muerte de sus seres queridos. Solía decir de sí mismo que así como Leonardo da
Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionado cuerpos, el intentaba
diseccionar almas. El problema es que lo hacía desde su propia perspectiva, su
visión pesimista de la vida y de la sociedad. Él mismo lo sugirió al afirmar:
“La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y
me siguieron durante toda mi vida.”
El grito y
su mensaje obsesionaron a Munch, quizás porque percibió que constituía la mayor
expresión de su alma y esto lo motivó a realizar 4 versiones, la más famosa
terminada en 1893, se encuentra en la Galería Nacional de Oslo,
Noruega; otras dos versiones figuran en el Museo Munch de la misma ciudad.
En 1994
fue robada la versión más famosa, dos hombres se introdujeron por una ventana
del museo de Oslo y en menos de un minuto cortaron el cable que unía el cuadro
a la pared y se lo llevaron. Tuvieron la cortesía de dejar una nota de humor
irónico que rezaba: “gracias por la falta de seguridad”. La obra fue recuperada
pocas semanas después, pero en 2004 ingresaron ladrones en el Museo Munch y se
apoderaron de una de las versiones que recién después de 2 años se pudo
recuperar.
El grito se ha
convertido en un símbolo cultural y es una de las imágenes más difundidas en
todo el mundo. Sobre la figura del personaje se han hecho copias, imitaciones y
parodias de todo tipo.
Edvard Munch (1863-1944)
En
Cristianía, hoy conocida como Oslo, la capital de Noruega, nació quien sería el
padre del expresionismo, un movimiento que al ser demasiado adelantado para su
época no fue apreciado por sus contemporáneos. La infancia de Munch no fue
feliz, una hermana sufría de trastornos mentales, su madre murió de
tuberculosis cuando él tenía 5 años y durante su adolescencia la misma
enfermedad, que en Noruega hacía estragos, se llevó a su hermana con quien
tenía una entrañable relación.
La niña enferma. Galería Nacional de Oslo
Esta
muerte impactó de tal forma en su vida que uno de sus primeros cuadros se llamó
La niña enferma, una adolescente
sentada en la cama y apoyada en una gran almohada, vuelve el rostro hacia un
lado donde, casi a sus pies, hay una mujer sentada o arrodillada. La mujer
tiene la cabeza inclinada y no se puede reconocer su cara. En una época del
arte donde el detallismo era primordial, el cuadro de Munch parecía inacabado.
Munch
presentó su obra en 1886 durante la Exposición de Otoño en Cristianía y causó
revuelo e indignación, por la impertinencia de exponer un cuadro cuyos
elementos principales eran solo esbozos. La mano izquierda de la enferma tiene
los dedos sin terminar y la mujer a su lado se esfuma en una negrura total que
impedía asegurar si estaba sentada o arrodillada.
El
escándalo y el rechazo de la obra fue de tal magnitud que en varias
oportunidades tuvo que ingresar la policía para impedir que se dañara la obra.
Sorprendido Munch no comprendía que una pintura pudiera causar tanto alboroto.
En realidad el ataque al cuadro era en gran parte una excusa de aquella
sociedad conservadora contra la “bohemia de Cristianía”, un movimiento de
anarquistas radicales, entre los que se encontraba el artista, que se oponían a
la hipocresía de una falsa moral y criticaban despiadadamente, todas las
costumbres de la época.
Munch
no modificó su técnica en absoluto, pertenecía a esos artistas profundamente
convencidos de que su estilo era renovador y genial y que algún día el mundo lo
reconocería y aceptaría. Había visitado París y quedó impactado con los
impresionistas, pero estos amaban los colores mientras que Munch, aparentemente
un depresivo con cierto componente bipolar, no era adicto a los efectos de la
luz en sus pinturas y prefería los tonos oscuros, especialmente el negro.
Fue
el pintor que más autorretratos hizo. El hecho de haberse pintado más de 50
veces sugiere un afán obsesivo y psicótico por la necesidad de tener certeza de
su propia existencia. Es muy sugestivo que en ninguno de estos cuadros su
rostro esboce una sonrisa o una sensación placentera. La realidad es que a
semejanza de Van Gogh, Munch era un enfermo con trastornos mentales que debió
internarse en varias oportunidades en instituciones psiquiátricas entre 1905 y
1909 por alcoholismo, asociado a episodios alucinatorios, depresión e ideación
suicida.
Autorretrato
Sin
embargo, durante las dos primeras décadas del siglo XX, Munch empezó a ser
reconocido y tuvo cierto bienestar económico, recibió encargos para decorados
teatrales, el friso para un teatro de Ibsen en Berlín, así como pedidos
particulares. Muchas de sus pinturas estaban expuestas en galerías de Berlín y
Hamburgo y cuando se impuso el régimen nazi, fueron consideradas decadentes y
retiradas junto con las obras de los impresionistas y los expresionistas
alemanes.
Durante
la Segunda Guerra Mundial estuvo temporariamente en Nueva York donde fue ampliamente
reconocido y agasajado, pero ya se encontraba anciano y enfermo y finalmente a
los 80 años falleció el 23 de enero de 1944 en su casa de campo rodeado de gran
número de sus cuadros.
Setenta y tres años después El grito se vendió a un particular en la subasta de Sotheby a 119
millones de dólares, el precio más caro en la historia de la pintura.
Referencias
Mercedes
Pérez Bergliaffa. Vida y obra de Edvard
Munch, el pintor que cambiaba cuadros por zapatos. Clarín, Revista Ñ.
09/06/2013.
Origen
y curiosidades sobre El grito de Munch. Errores históricos. 09/09/2015. http://www.erroreshistoricos.com/curiosidades-historicas/arte/912-origen-y-curiosidades-sobre-qel-gritoq-de-munch.html
Ulrich
Bischof. Munch. Editorial Taschen, Alemania.
Marcelo Miranda C, Eva Miranda C, Matías
Molina. Edvard Munch: enfermedad y genialidad en el gran artista
noruego. Rev. Méd. Chile 2013;141, junio.