Llevaron
unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos, pero los
discípulos reprendían a quienes los llevaban. Entonces Jesús dijo: “Dejad que
los niños vengan a mí” (Mateo 19:13-15).
Estas
palabras de Cristo fueron interpretadas en forma curiosa y perversa por muchos
sacerdotes y obispos, en todos los países donde la Iglesia Católica tiene
cierto peso. Convencieron mediante distintos artilugios para que los niños
fueran a ellos, pero no para acariciarlos en la cabeza o la mejilla, sino en
otras partes del cuerpo y someterlos sexualmente, cometiendo el horrible delito
de la pedofilia.
Estados
Unidos es el país que más casos ha tenido, aunque considero que no se debe a
que allí los miembros de la Iglesia sean más corruptos, sino que son muchos más
los que se animaron a denunciar los actos de pedofilia y el Poder Judicial no está
corrompido como en nuestro país.
En 2002 el nuevo director del diario Boston Globe de Massachusetts, convocó a
varios del plantel de periodistas a que investigaran las denuncias de pedofilia cometidas por el sacerdote John Geoghan. En
un principio, el tema no pareció entusiasmar al grupo. En ese momento ignoraban
que estaban por develar para la opinión pública el caso más resonante en la
historia del Boston Globe, que les valdría un premio Pulitzer y que
desencadenaría una catarata de reacciones de todo tipo. La nota trascendió los
límites del país, llevó a la bancarrota a varias arquidiócesis de Estados
Unidos y por sobre todas las cosas demostró las secuelas psicológicas que
arrastraron de por vida la mayoría de los afectados y que oscilaron desde la
depresión hasta el suicidio. Ver El caso de los sacerdotes pedófilos de Boston
El grupo Spotlight del Boston Globe
El operativo del Boston Globe, conocido como Spotlight, porque ese es el nombre del
grupo de periodistas abocados a detectar hechos de resonancia, al término de 5
meses, desenmarañó el entramado secreto ocultado por la Iglesia. El resultado superó
todas las expectativas, el total de sacerdotes involucrados llegó a la
escalofriante cifra de 1200. Cinco prelados debieron renunciar, entre ellos el
cardenal Law, quien puso todos los obstáculos posibles para que los casos de
pedofilia no salieran a la luz. El acontecimiento dio origen a la película Spotlight que en Argentina se la conoció
como Primera Plana.
Cardenal
Law
Según un artículo reciente de
Washington Uranga en Página 12, en Pensilvania estalló otro caso de pedofilia
masiva cometida por más de 300 sacerdotes sobre un número superior a mil niños
y niñas durante las últimas décadas. A
modo de ejemplo se señala que, en una de las diócesis, un cura confesó haber
cometido ochenta violaciones anales y orales a por lo menos quince
niños, uno de ellos de solo siete años.
Según
un reporte de un jurado investigador, los sacerdotes pedófilos del estado de
Pensilvania para tocar, abusar y violar a menores, emplearon rituales
religiosos, símbolos de la fe y la amenaza de una eternidad en el infierno, conducta que el principal fiscal del estado calificó de "armamentización de la fe".
El
informe judicial detalla la existencia de una suerte de “manual para ocultar la
verdad” que incluyó desde eufemismos para referirse a las violaciones (hablar
de “contacto inapropiado” en lugar de violaciones), hasta iniciar
investigaciones internas formales confiadas a personas no idóneas para hacerlo.
Incluye también, el habitual recurso de trasladar a otro destino a los curas
descubiertos como abusadores y denunciados ante la comunidad. El blindaje
corporativo fue enorme y solo en pocos casos la Iglesia y sus autoridades
trasladaron a la justicia ordinaria la información sobre los delitos.
Ni
Jesús ni sus apóstoles hablaron de celibato entre sus miembros y seguidores.
Esta fue una invención del papa Gregorio VII (Hildebrando Aldobrandeschi
[1020-1085]), en plena Edad Media. El clero tenía numerosas propiedades e
inmuebles y el objetivo era impedir de que a la muerte de algún miembro de la
Iglesia, los hijos o la viuda pudieran heredar sus bienes y se perdieran para
la institución.
Gregorio
VII fue un papa autoritario que en 1075 publicó el Dictatus Pape, una serie de axiomas destinada a esclarecer la
relación del Sumo Pontífice con los poderes terrenales, particularmente el
emperador del Sacro Imperio Romano. Entre los axiomas se destacaba que el papa es
señor supremo del mundo, todos le deben sometimiento, incluidos los príncipes,
los reyes y el propio emperador y para despejar toda duda, munido de una
soberbia mesiánica, añadió que la Iglesia Romana no erró ni errará jamás.
En las antípodas de Gregorio VII
se encuentra el actual papa argentino Francisco a quien, por razones de
simpatía, de ahora en adelante lo llamaré Bergoglio. Algunas de sus
declaraciones son revolucionarias. Recientemente en Argentina hubo
movilizaciones masivas de millones de personas a favor del aborto legal y
contra el aborto clandestino, que llevó a la tumba a tantas mujeres
embarazadas. Bergoglio, obviamente se manifestó en contra, pero dijo algo muy
importante: “no voy a excomulgar a quienes estén a favor del aborto”.
Sin embargo, sus declaraciones más
sobresalientes fueron las denuncias contra el neoliberalismo y el
enriquecimiento descontrolado de unos pocos a costa de la pobreza de miles de
millones. Varias de sus reflexiones fueron tiros por elevación contra la
política económica del gobierno de Cambiemos, la falta de seguridad jurídica,
la dependencia de Estados Unidos, la desocupación, la pobreza y la existencia
de más de 40 presos políticos, hecho inédito en la historia de la democracia
argentina. La poca simpatía de Bergoglio por Macri se evidenció cuando le
concedió a él, su esposa y su hija 17 minutos de audiencia, mientras que con la
ex presidenta Cristina estuvo dos horas, almuerzo incluido.
Relación
forzada versus encuentro ameno y placentero
Cuando Bergoglio asumió el
papado, La Nación, el ultraconservador diario del Opus Dei y órgano oficial de
la Sociedad Rural Argentina, le dedicó durante semanas páginas enteras de
panegírico. Al ver que sus ideas progresistas no concordaban con las del actual
gabinete y los grandes terratenientes, sus loas fueron menguando discretamente
y desde hace meses nuestro papa está ausente en las páginas del canónico
diario.
Respecto de la pedofilia,
Bergoglio la calificó de gravísima y agregó que se trata de la “lepra de la
Iglesia” y sostuvo que el 2% de los curas son pedófilos, pero por lo que salió
a la luz en Estados Unidos, el porcentaje puede llegar a triplicarse. Según el
último censo vaticano de 2017 el número de clérigos en el mundo asciende a
466.215. Si aplicamos esta hipótesis del 2%, la cantidad de sacerdotes
pedófilos superaría los 8000, lo que sugiere un daño incalculable sobre decenas
de miles de niños y niñas.
Bergoglio realizó ingentes
esfuerzos para combatir la pedofilia y no son pocos los sacerdotes expulsados
durante su gestión, pero esto no es suficiente. Los sacerdotes deben casarse y
formar una familia como el resto de los seres humanos. El matrimonio está
permitido en las otras religiones y son rarísimos los casos de pedofilia. La
eliminación del celibato sería una solución que reduciría sustancialmente el
número de estos delitos. Por sus principios avanzados y por su enorme
popularidad, Bergoglio sería el personaje indicado para resolver este crimen
que significa un enorme estigma para la Iglesia y una verdadera tragedia para
los que la sufren.
David Osborne. La investigación que
desnudó la pedofilia en la Iglesia. Página 12, 29,01,2016. The Independent de Gran
Bretaña. Especial para Página/12.
David Mizner. Reportear una verdad
explosiva: Boston Globe y los abusos sexuales en la Iglesia Católica. The Journalism School Knight Case Studies
Initiative. Columbia University.