Después de Altamira, todo
parece decadente
Pablo
Picasso
El hombre de Cromañon
En
el paleolítico superior entre veinte y cuarenta mil años antes de Cristo,
existía el hombre de Cromañón que ya dominaba el fuego y utilizaba
herramientas. Sin embargo estaba muy atrasado respecto de las primeras
civilizaciones, como los sumerios, que milenios después, surgieron a orillas de
los ríos Eufrates y Tigris. No había desarrollado la agricultura y su
vocabulario era muy elemental. Tampoco construía viviendas, su hábitat era la
caverna donde se guarecía del frío y de los depredadores.
Todos
los investigadores que forman parte de las distintas líneas que estudian a
nuestros antepasados lejanos, se preguntan cómo y porqué hace trescientos
siglos estos hombres pintaban en las paredes de sus cuevas, imágenes de una
belleza y plasticidad singular, perfectamente equiparables a las obras de arte
contemporáneas. Tenían un lenguaje primitivo carente de verbos que se limitaba
a señalar peligros, amenazas, la necesidad de alimentos, la caza de otras
especies y algunos sentimientos básicos.
A duras penas les permitía evocar
recuerdos y menos aún el pensamiento abstracto. Por esas razones, cuando alguien
relató el hallazgo de estas pinturas nadie le creyó.
Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888).
En
1879 el noble caballero Marcelino Sanz de Sautuola, aficionado a la
arqueología, se introdujo en las cuevas de Altamira próximas a Santillana del
Mar, su pueblo natal, en la zona de Cantabria. Buscaba utensilios y restos del
hombre prehistórico y se encontró con las pinturas. Publicó sus hallazgos
afirmando que pertenecían al Homo sapiens
del Paleolítico. No solo no le creyeron, dos arqueólogos franceses
ridiculizaron su artículo en un Congreso de Paleontología en Lisboa. Recién en
1900 su descubrimiento fue reconocido y reivindicado, pero Sautuola ya no
estaba para celebrarlo, había fallecido cuatro años antes.
Las pinturas de las cuevas de Altamira fueron las primeras en ser descubiertas, décadas más tarde se encontraron dibujos similares en Lascaux, Francia y en otras partes de Europa de aproximadamente la misma antigüedad. Lo que indica que el arte de pintar no fue exclusividad de un grupo tribal.
Bisonte de Altamira
Como
tantos otros aspectos de nuestros antiguos ancestros, el fenómeno de las pinturas
rupestres está envuelto en una nebulosa informativa. Ignoramos porqué y cómo lo
hacían. La mayoría de las figuras son representaciones de bisontes, caballos,
ciervos, renos, así como animales que actualmente están extinguidos como el
mamut. Recreaban escenas de cacerías, donde las figuras humanas son mucho más
simples que las elaboradas y policromáticas representaciones de los animales.
Se ha especulado que son ofrendas a los dioses o para tener buena suerte en la
caza. Quizás y usando el sentido común, simplemente lo hicieron como
entretenimiento, tal como lo vinieron realizando todos los que se dedicaron a
la pintura desde tiempos remotos hasta la actualidad.
Estos
eximios artistas supieron utilizar pigmentos vegetales y animales, mezclados
con metales para lograr la combinación de colores y tonalidades en una misma
figura y también para que se conservaran indelebles a través de los milenios.
Los animales, especialmente los bisontes, están pintados con gran exactitud,
con sensación de movimiento y muchas veces aprovechando los contornos naturales
de la caverna para lograr un efecto tridimensional.
Se
supone que pintaban con las manos, con algún pincel rudimentario, hecho con el
pelo y cola de animales y también lanzaban la pintura en forma de aerosol a
través de una caña hueca o soplando un hueso largo perforado. Los pigmentos
creados resultaron más que buenos, ya que permanecieron impecables durante un
mínimo de veinte mil años. Por lo tanto nos preguntamos ¿cómo estarán las
pinturas del renacimiento y las actuales dentro de la misma cantidad de tiempo?
Curiosidades y misterios de
las obras
No
sabemos si quienes pintaban las cuevas era uno solo o eran varios, si lo hacía
en forma aislada o si tenía ayudantes, ni tampoco en que momento del día se
dedicaba a grabar en las paredes esas magníficas figuras. ¿Cazaba junto con los
demás o estaba exceptuado de esa tarea en compensación por su arte? Como no
sabían escribir, las obras no tienen firma y muchas veces dejaban la marca de
la mano para señalar la autoría, pero todas las manos son parecidas, excepto en
las cuevas de Chauvet en el sur de Francia. Allí uno de los artistas dejó una
mano que lo identifica respecto de las demás.
Según
el escritor Henning Mankell, observador agudo de todo lo que lo rodeaba, la
mano de este artista tiene la peculiaridad que uno de sus dedos está torcido lo
que le otorga identidad. Parece también que este artista fue muy prolífico ya
que su mano lesionada aparece en varias cuevas de la misma zona de Francia, y
aquí surgen nuevas especulaciones. Jamás sabremos si pertenecía al mismo grupo
tribal que cambiaba de residencia, o se trataba de un pintor itinerante
“contratado” por otras tribus que evidentemente apreciaban su arte. En ese caso
lo único que podían darle a cambio era comida, que sin duda era una buena paga
por sus obras, ya que la caza era una tarea que exigía muchas horas e incluso
días.
Las
pinturas rupestres no dejan de brindarnos sorpresas, en una cueva de Chauvent,
existe un búfalo de características únicas: tiene ocho patas. La figura del
animal posee todos los detalles de forma y color que presentan otras imágenes
similares. La única diferencia es el hecho curioso de que el animal tiene ocho
patas.
En
este caso el pintor fue más allá de lo convencional, su intención fue expresar
dinamismo. Treinta mil años antes de que surgiera el arte cinematográfico,
trató de captar el movimiento del animal mientras huía de los cazadores. Es muy
probable que sus compañeros se hayan quedado atónitos contemplando aquella
figura y con gestos y miradas interrogantes le habrán pedido explicación al artista.
¿Habrá podido éste trasmitirles la sensación de movimiento que quería darle al
bisonte? No sabemos si lo logró, pero el hecho es que fue aceptado por la
comunidad ya que la pintura no fue borrada ni tiene tachaduras.
Hay
muchas cosas que nunca se podrán esclarecer y el pensamiento vuela imaginando
al hombre primitivo pintando las paredes de la caverna, pero hay un hecho
cierto y es que la expresión artística nació junto con el ser humano.
Rafael García
del Valle. Marcelino Sanz de
Sautuola en Altamira. Historia de un calvario científico. The Cult.es. http://www.thecult.es/tercera-cultura/marcelino-sanz-de-sautuola-en-altamira-historia-de-un-calvario-cientifico.html. Subido el 14/12/2017.
Arte
rupestre franco-cantábrico. Paleolítico superior. http://www.cossio.net/actividades/pinacoteca/p_01_02/altamira.htm
Altamira
Cave paintings.
Henning Mankell. Arenas
movedizas. Tusquets. Buenos Aires 2015.