Sabina
Spielrein camina junto con sus dos hijas y un grupo de prisioneros hacia la
sinagoga de Rostov bajo la mirada vigilante de soldados del ejército alemán.
Sabe que va hacia la muerte; ese pelotón de la Wermacht está formado por
soldados embrutecidos por el frío, el hambre y los largos meses de pelear en
las estepas rusas viendo y cometiendo toda clase de atrocidades. Sabina tiene,
además, el agravante de ser judía.
Por
su mente desfila toda su vida, intensa y pasional, su infancia con un padre
perverso y sádico, su adolescencia internada en un psiquiátrico, su
recuperación convirtiéndose de paciente en amante de su psiquiatra, nada menos
que el profesor Carl Jung, quién pasaría a la historia como fundador de la
escuela de psicología analítica. Recuerda los años como médica y el privilegio
de haber sido una de las primeras mujeres que practicó el psicoanálisis. Sus
años de fama, sus conferencias magistrales y la admiración que le profesaban
los psiquiatras de Moscú. Nada de eso vale para el oficial alemán, el captián
Fritz Neuman, quien pronto dará la orden de fusilamiento.
Sabina Spielrein (1885-1942)
Infancia
Sabina
Spielrein nació en Rostov el 7 de Noviembre de 1885. Fue la hija mayor de un
matrimonio judío de clase alta que tendría cuatro hijos más. A los cinco años
comenzó sus estudios en un internado de Varsovia y a los 6 ya sabía alemán,
francés y latín. Según su diario íntimo, pero fundamentalmente según su
historia clínica, que el Dr. Jung elaboró en forma detallada, Sabina tuvo una
infancia que distaba de ser convencional. Su padre era un sádico, que
descalificaba a sus hijos y solía aplicarles castigos corporales. Es aquí donde
surgen los primeros datos de que Sabina tenía una personalidad perturbada, con
conductas bizarras.
Internación en Burghöltzli
En
1904, cuando Sabina tenía 19 años, su tío la internó en el hospital
psiquiátrico Burghöltzli, en Zurich. Ingresó llevada a la rastra entre varias personas
porque estaba totalmente psicótica. La historia clínica realizada durante su
admisión expuso el siguiente cuadro: “Joven de 19 años con diagnóstico
de esquizofrenia. Rompe su blusa, arranca su corpiño y muestra de manera
obscena sus pechos. Se desnuda totalmente y gritando disparates sale a la
calle. Se entierra desnuda en la nieve. Se masturba públicamente y hace alarde
de gestos asquerosos. Tiene alucinaciones. Ve monstruos que se le meten adentro
y a veces está convencida que tiene el cuerpo de un perro y comienza a gatear.
En otras ocasiones cree que es un diablo con dos cabezas y un largo pene que le
sale de la espalda".
Magnífica representación de Sabina por la actriz Keira Knightley en la película Un método peligroso, dirigida por David Cronenberg (2011).
Después
de esta descripción, que al término de sólo un año Sabina, aún internada, se
haya matriculado para ingresar a la Facultad de Medicina, nos habla de la
atención humanitaria en la institución y de la eficacia del tratamiento
recibido. En otro asilo europeo no se hubiera recuperado jamás.
Carl Gustav Jung (1875-1961)
Desde
el primer día de su internación Sabina quedó bajo la atención terapéutica de
Jung y fue la primera paciente tratada por él con el “método analítico”. Un
tratamiento heterodoxo, aplicado en momentos en que la técnica psicoanalítica
distaba mucho de estar consensuada y depurada.
El terapeuta y su amante
Jung
tenía por entonces 29 años, diez más que Sabina. Era alto, atractivo y seductor
y pronto quedaría fascinado con la inteligencia y la sagacidad de su paciente.
Cuando empezó a tratar a Sabina, inició un intercambio epistolar con Sigmund Freud
pidiéndole su opinión sobre el caso. En una de las primeras cartas le
manifestó: “Tomé en análisis a una joven rusa de veinte
años que se expresa como una persona mala y pervertida hasta la médula. Por eso
no puede estar entre la gente. No obstante, parece ser poseedora de una gran
sensibilidad.” La carta sigue abundando en detalles de las conductas aberrantes
de Sabina y termina diciéndole que estaría muy agradecido si le diera su
opinión sobre el caso.
Cuatro
años después Sabina registra en su diario la siguiente nota: “Hablamos sin
cesar. Jung me escuchó con arrobamiento, luego me enseñó su artículo todavía
sin publicar, una carta al Prof. Freud y su respuesta. Me los mostró porque
estaba muy impresionado por los paralelos en nuestros pensamientos y
sentimientos”.
Dos escenas de Sabina (Keira Knightley) y Jung (Michael Fassbender), cuando ya son amantes.
Observando el tenor de ambas
cartas, es evidente que en esos cuatro años corrió mucha agua bajo el puente.
No sólo la mejoría de Sabina fue espectacular, sino que se trasformó en amante,
inspiradora y musa de Jung, compartiendo con él los trabajos científicos. Jung
estaba casado con Emma Rauschenbach, proveniente de una familia acaudalada con
la cual tuvo varios hijos. Para la época, por lo tanto, esta relación entre el
médico y su paciente era de una transgresión total y aparentemente surge por
primera vez el término “transferencia”, que figura en una de las cartas de Jung
a Freud.
En beneficio de Jung conviene
señalar que, pese a su hábito mujeriego, en este caso, durante un tiempo trató
de hacer oídos sordos a los cantos de sirena de su paciente. Un acontecimiento
quebraría esta resistencia. Fue cuando se internó en Burghöltzli,
Otto Gross, psiquiatra, psicoanalista y anarquista austríaco, quién con sus
ideas de liberación sexual, destrabó los tenues lazos que aún le impedían a
Jung entregarse a Sabina.
A
esta altura de los acontecimientos, Sabina se carteaba directamente con Freud.
No hay que olvidar que ya era médica y se situaba en la posición de colega ante
el padre del psicoanálisis. Es así que en 1911 se dirige a Viena y se
entrevista con Freud y varios de sus colegas para exponer de igual a igual su
tesis de graduación: “Sobre el contenido psicológico de un caso de
esquizofrenia”, y su último trabajo: “La destrucción como causa del devenir”.
Así
como el caso de Sabina inició entre Jung y Freud una relación de amistad y de
trabajo, se especula que ella fue motivo de la ruptura entre los dos.
Jung, Sabina y Freud; un trio tormentoso
La brillante carrera de
Sabina Spielrein
En
1911, Sabina se licenció con la lectura de su tesis “El contenido psicológico
de un caso de esquizofrenia”, bajo la dirección de Bleuler y en colaboración
con Jung. Este trabajo tuvo la particularidad de ser el primer texto académico
en que surgió el término esquizofrenia.
A
partir de aquí comenzó un periplo por distintas capitales europeas practicando
el psicoanálisis y publicando artículos sobre psicología infantil, que fue el
centro de sus investigaciones. El romance con Jung ya formaba parte del pasado,
no así su amistad y su relación científica con su antiguo terapeuta. Estando en
Berlín se casó, en 1912, con Paul Scheftel, con el que tuvo dos hijas, Renata y
Eva, y del que se separó en 1915.
En Berlín perteneció a la Asociación
Psicoanalítica y en Ginebra organizó la Sociedad Psicoanalítica de la ciudad y
fue profesora de psicoanálisis en el Instituto Rousseau. En Moscú, las autoridades del partido
comunista la recibieron como una eminencia y le dieron todo tipo de
facilidades, pero con el advenimiento de Stalin al poder, el sistema
bolchevique se anquilosó totalmente en lo que hace a las nuevas ciencias y,
dentro de ellas, el psicoanálisis. La práctica de la especialidad fue prohibida
a partir de 1936.
Por entonces, Sabina ya se había trasladado a Rostov donde se
dedicó a la construcción y dirección de un hogar para lactantes y niños. Se
sabe poco de ella hasta 1942 en que cayó en manos de los invasores alemanes que
la ejecutaron junto con sus hijas el 12 de agosto de ese mismo año.
Bibliografía
·
Fuentes
Barco M, Martínez Alonso B, Piñeiro García S, Angosto Saura T. Biografía de
Sabina Spielrein (1885-1942): una historia de los primeros años del psicoanálisis.
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq 2008;28:109-117.
·
Volnovich
JC. Sabina Spielrein: expropiación
intelectual en la historia del psicoanálisis. 2002,
http://psicomundo.com/foros/genero/sabina.htm.