San Ignacio de Loyola (1491-1556).
En
1549, solo nueve años después de fundar la Orden, San Ignacio de Loyola envió a
Manuel de Nóbrega y seis compañeros a Brasil. Trabajando desde Sao Paulo, se
adentraron en las junglas para evangelizar a los nativos.
En
1604 Roma constituyó la región del Paraguay como una "provincia"
aparte para los jesuitas. Este territorio incluía los territorios actuales de
Argentina, Chile, Bolivia, partes de Brasil y Paraguay. Una extensión semejante
al tamaño de Europa occidental.
Los
indios de la región eran los guaraníes, un pueblo primitivo de nómadas y los
Jesuitas comprendieron que para protegerlos había que hacer comunidades
separadas de las zonas colonizadas por los europeos. Allí podrían vivir con
libertad y dignidad, aunque tuviesen que pagar tasas a la Corona. Así llegaron
a establecer y administrar 30 pueblos de la zona del río Paraná hasta su
expulsión en 1768 por orden de Carlos III rey de España.
Carlos III de España (1716-1788)
Es sorprendente y sólo puede explicarse por
la enorme habilidad de los jesuitas para acercarse a los nativos e
incorporarlos a su sistema, de que por 150 años, un grupo de sólo 50 a 60
sacerdotes gobernaron a más de 100.000 indios impartiéndoles el Evangelio, y lo
más rescatable de la cultura europea. Lo
hicieron sin obtener ventajas materiales. Hombres de una profunda vida
espiritual sólidamente fundamentada en las ideas de San Ignacio de Loyola, dispuestos
y bien entrenados, a sufrir lo necesario para "mayor gloria de Dios y el
bien de las almas".
Rara
vez algún indio abandonó las Reducciones mientras los Jesuitas las gobernaron,
y no hay registros de ningún jesuita muerto a manos de los nativos. Tampoco
hicieron intentos de rebelión, algo muy extraordinario entre las instituciones
humanas.
Sistema
de Vida
El
amor a Cristo, a la Iglesia y la moral cristiana era el ideal que se enseñaba. Se
basó en comunidades libres. Cada indio tenía su vida privada familiar y
propiedades personales, pero compartían bienes comunes.
La
planificación de los pueblos se centraba alrededor de una gran plaza. Junto a esta,
la Iglesia era la construcción principal. También junto a la plaza estaba la
escuela donde se impartía la formación religiosa y humana.
Había
una "casa de resguardo" para los huérfanos y viudas, talleres para
tallar piedra y madera para fabricar instrumentos de todo tipo, incluso
musicales, escuelas de pintura, huertas, ganadería y finalmente un cementerio,
lugar que para los indios era considerado sagrado.
Los
Jesuitas respetaron la cultura guaraní y al mismo tiempo la enriquecieron con
las cosas rescatables de la cultura europea. En las Reducciones se enseñaba el
castellano, pero se permitía hablar el guaraní lo cual estaba prohibido por la
corona española.
El gobierno
de cada reducción estaba a cargo de un corregidor indio, nombrado por el
gobernador después de consensuar con los misioneros, y un cabildo, formado de
la misma manera que los de las ciudades españolas y compuesto también por
indígenas. Los españoles no tenían ninguna participación en dicho gobierno; se
trataba de evitar con esta medida los abusos que frecuentemente se cometían.
Les estaba prohibido residir en las reducciones, pero podían ser alojados si
estaban de paso. La justicia era ejercida por los misioneros que aplicaban, por
lo general, castigos de azotes.
Los dos
sacerdotes que estaban al frente de cada pueblo constituido por 3000 a 4000
indios, se encargaban del gobierno espiritual y la organización de la vida
indígena. Las tareas diarias comenzaban y terminaban con oraciones y cantos. La
base de la instrucción fue el catecismo. Las fiestas religiosas eran celebradas
con particular entusiasmo y realce.
Misión
jesuítica de San Ignacio Miní en Misiones
Política y economía
Los jesuitas
no cambiaron radicalmente los usos indígenas, sino que los canalizaron para
darles un nuevo sentido. Reconocieron la importancia de los caciques, a los que
dieron una situación de privilegio entre los suyos. Reunieron varios cacicazgos
en un solo pueblo y fomentaron la antigua solidaridad tribal con el nuevo
impulso religioso. Dicha solidaridad se manifestó en todos los aspectos de la
vida, tanto en la organización interna como en la defensa contra sus enemigos:
los encomenderos y los bandeirantes paulistas.
La tutela
ejercida por los jesuitas sobre sus gobernados tenía como finalidad que los
indios aprendieran el correcto uso de su libertad y de sus bienes. Para proveer
al sustento de cada familia se le daba en propiedad una parcela de tierra, los
instrumentos de labranza, las herramientas para artesanías y las armas para
cazar y pescar. La cosecha, de la cual los indios eran totalmente dueños, se
guardaba en graneros y les era suministrada periódicamente para evitar que la
malgastaran. Todos debían trabajar y producir para la comunidad. Cada indio,
independientemente de su rango y función en la misión, tenía que trabajar la
tierra en determinado período. En el caso del algodón, los hombres araban, los
niños cosechaban y las mujeres hilaban.
Con el
producto obtenido pagaban el tributo al rey, compraban las herramientas y
materiales necesarios, mantenían a viudas, huérfanos y enfermos, construían
iglesias y talleres y atendían las comunicaciones y la defensa. El sistema era
de autosuficiencia total ya que las misiones se cerraron al resto del mundo
colonial.
La ganadería,
dirigida por los misioneros, servía para alimento, transporte y vestimenta. La
lana era repartida y tejida por las nativas; los bueyes eran prestados a las
familias para que los campos fueran arados. Realizaban el comercio por trueque
entre los diversos pueblos y con los colegios jesuitas de Asunción, Santa Fe y
Buenos Aires.
En 1599 los
jesuitas se establecieron en Córdoba. En esta zona tuvieron tres estancias,
destinadas a mantener la Universidad: Jesús María, Santa Catalina y Alta
Gracia.
Cultura en
las misiones
Los niños
aprendían, junto con la doctrina, letras y ciencias. A los hijos de caciques y
principales les enseñaban la lengua española y el latín; además, se los
preparaba para los puestos dirigentes. Produjeron libros en sus propias
imprentas a partir de 1700, mucho antes que en las ciudades españolas del Río
de la Plata.
El poseer
buenas bibliotecas fue otra preocupación de los Misioneros. Cada pueblo contaba
con la suya. La de Santa María la Mayor contenía 445 volúmenes; la de los
Santos Mártires, 382; la de Nuestra Señora de Loreto, 315; la de Corpus
Christi, 460; pero la de Candelaria, asiento oficial de los Superiores
Jesuitas, atesoraba 4.725 volúmenes.
Las
Reducciones, en San Cosme y Damián, contaban además con un Observatorio
Astronómico levantado por el P. Buenaventura Suárez, criollo oriundo de Santa
Fe.
Asentamientos jesuitas
Los 30
pueblos misioneros sumaron, en 1702, una población de 115.000 habitantes. Merece
citarse entre ellos el pueblo de Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú,
fundado en 1627, famoso por su escuela musical. En él nació San Martín en 1778,
treinta y nueve años antes de que los portugueses lo incendiasen y destruyesen
definitivamente. La misión de San Ignacio Miní que el P. Ruiz de Montoya había
trasladado desde el Guayrá, se estableció en 1631 y los portugueses la
destruyeron en 1819. Tiene ya celebridad por sus notables ruinas, que se están
restaurando y que han sido declaradas monumento histórico nacional.
Combates
contra los bandeirantes
Bandeirante
Los bandeirantes eran descendientes de los portugueses
y desde su ubicación original en la actual ciudad de Sao Paulo se fueron
desplazando hacia el sur con varios objetivos. Uno de ellos era extender el
dominio portugués en América del Sur más allá de lo establecido por el Tratado
de Tordesillas. Pero no menos importante era apoderarse del abundante ganado de
la zona de la Mesopotamia y capturar indígenas para el comercio de esclavos. Se
los podría definir como verdaderos filibusteros o piratas de tierra. Así los
designaban los misioneros y los españoles.
Ante la amenaza de los bandeirantes, los misioneros
prepararon a los indios en el uso de armas de fuego y tácticas de combate. El
primer enfrentamiento importante ocurrió en marzo de 1641. Se lo recuerda como
el combate de Mbororé, hoy municipio de Panambí en la provincia de Misiones.
Una flota de 300 canoas con bandeirantes que avanzaban lentamente por el río
Uruguay arrastradas por la corriente, hacia los saltos del Moconá, fue
sorprendida por 4200 indios que desde la costa y en balsas dispararon una
lluvia de flechas, tiros de arcabuces, mosquetes y piedras contra los
invasores.
El encuentro fue frontal y terrible y los
bandeirantes tuvieron que desembarcar huyendo por la selva. Fueron perseguidos
durante varios días por los indios que realizaron una matanza despiadada.
Constituyó ese el primer triunfo de las misiones.
Batalla
de Mborobé
En 1640 se
separaron las coronas españolas y portuguesas y fueron las misiones guaraníes
las que resguardaron la frontera y alertaron a las autoridades españolas. La
firme defensa en la zona del alto Paraná y Uruguay hizo que la expansión
portuguesa se dirigiera hacia el noroeste y hacia el sur, atraída a esta última
región por la abundancia de ganado cimarrón. Si no fuera por las misiones
jesuitas, la provincia de Misiones y una porción de Corrientes estarían actualmente,
formando parte del Brasil.
Expulsión
de los jesuitas
A semejanza
de otros gobiernos europeos, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios,
por Real Cédula del 27 de febrero de 1767. Fue una decisión irracional que
precipitó a los 30 pueblos jesuíticos en un empobrecimiento y despoblación que
los condujo a su ruina; cerrándose así un ciclo de pujanza inigualada, que la
Compañía de Jesús había logrado en 160 años.
Pese a los
esfuerzos realizados por la administración hispánica, la decadencia de los
pueblos misioneros fue irremediable. Aquellos que se habían presentado como
salvadores de los indígenas sometidos durante décadas a un supuesto despotismo
jesuítico, en la práctica se convirtieron en los más crueles verdugos.
Organización
de las misiones jesuíticas en América. http://www.portalplanetasedna.com.ar/jesuitas3.htm
Misiones
jesuíticas. El Rincón del Vago. http://html.rincondelvago.com/misiones-jesuiticas.html
Esteban
Ángel Snibur. El Universo Misionero Guaraní. Golden Company, 2007
La
primera imprenta en las misiones de los guaraníes. Territorio digital. http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=4170181863837014