El
encuentro entre esos dos hombres ocurre en 1938, uno de ellos es alto fornido y
se encuentra incómodo deseando que la reunión termine de una vez. El otro
personaje, es delgado de mediana estatura, con un bigotito que sale de su nariz
y llega hasta el labio superior. Irradia autoridad y su mirada dura está
clavada en los ojos del grandote.
-Herr
Schmeling -dice Hitler con tono imperativo – está en juego el honor de la
Alemania nacionalsocialista, usted es el mejor boxeador del mundo y es imprescindible
que derrote a ese negro de los Estados Unidos. Demuestre que ellos son una raza
inferior y usted es un ario puro, perteneciente a la estirpe que gobernará
Europa.
-Mein
Fuhrer – replica Schemling –yo soy un boxeador, toda mi vida la he dedicado a
este deporte. No mezclo la política con el boxeo-.
Fue
en este momento en que tercia en el diálogo un tercer personaje que se halla
también presente. Se trata de Joseph Goebbels, el Ministro del Reich para la
Ilustración Pública y Propaganda: -–Usted no parece entender
este asunto, Herr Schmeling, por esas cuestiones del azar, por esos avatares de
la historia, usted, ahora, es Alemania-.
La reunión se terminó y ninguno salió conforme, Hitler y Goebbels estaban
molestos y exasperados por la falta de entusiasmo que había mostrado Schmeling
por la causa, mientras que este se encontraba abrumado por la tarea que le
habían impuesto.
Durante
su regreso, fue haciendo un repaso de su vida. Cuando tenía 16 años vio un
combate de boxeo y ese momento definió su futuro. En solo tres años se
convirtió en campeón amateur de Alemania de pesos semipesados e ingresó en la
etapa profesional. A la edad de 22 ya era campeón de Europa en la categoría de
peso pesado y decidió probar fortuna en los Estados Unidos. Allí conoció a Joe
Jacobs, un entrenador de origen judío, quién constituyó una pieza fundamental
en el perfeccionamiento de la técnica de Schmeling.
Max Schmeling (1905-2005)
Después
de varias peleas exitosas, solo le faltaba enfrentar al campeón mundial Gene
Tunney, pero éste se retiró y el título quedó libre. En 1930 se organizó un
combate entre Schmeling y Jack Sharkey para dilucidad quien sería el nuevo rey
de los pesados del mundo. Fue una contienda polémica porque si bien Sharkey le
hizo besar la lona en el cuarto round, lo descalificaron por golpe bajo y el
título quedó para el alemán.
En
1936 llegó el momento en que Schmeling debió enfrentarse con el mítico Joe
Louis, quien hasta la fecha había disputado 23 combates sin perder ninguno. El
día de la pelea, el Yankee Stadium estaba abarrotado y nunca hasta entonces se
había movido tanto dinero en apuestas, la mayoría a favor de Joe Louis, no solo
por su exitosa trayectoria sino porque Schmeling era alemán y en su país había
descendido la sombra negra de la dictadura nazi. La gente suponía erróneamente
que él también era antisemita.
Joe
Louis estaba en su mejor momento, no así el alemán cuya capacidad boxística
había empezado a declinar. Sin embargo, Louis había subestimado a su
contrincante a tal punto que descuidó su entrenamiento para dedicarse a su
deporte favorito: el golf. Por el contrario, Schmeling se preparó
concienzudamente, observó las filmaciones de las peleas del negro y encontró su
punto débil: cada vez que lanzaba un directo, bajaba su mano izquierda y su
guardia quedaba al descubierto.
Apenas
comenzó el combate, Schmeling puso en práctica su táctica y en los tres
primeros rounds, ya había dejado desconcertado a Louis a base de golpes. En el
cuarto round lo tumbó y en el decimosegundo con dos derechazos le ganó por
knock out, algo que al afroamericano jamás le había pasado.
Jooe Louis pierde por
knock-out en el round 12
Ahora
estamos en 1938 y volvemos al comienzo del relato donde Hitler le ordenó a
Schmeling con oscuras amenazas que debía ganar. El pesado mandato era que el
vikingo germano tenía que derrotar a ese mono infrahumano.
El
14 de septiembre de 1923, tuvo lugar la pelea del siglo entre Luis Ángel Firpo
y Jack Dempsey. Y el 22 de junio de 1938 a las puertas de la Segunda Guerra Mundial,
donde ambos contendientes debieron soportar enormes presiones políticas, se
realizó lo que podría llamarse la segunda pelea del siglo.
El combate estaba
totalmente politizado y había varias diferencias entre ambos contendientes.
Schmeling era antinazi, no tenía prejuicios raciales y para nada estaba
incentivado en ganar la pelea, además, sentía un profundo respeto por Louis.
Tenía un público adverso que erróneamente lo consideraba un representante del
nazismo.
En
el otro rincón se encontraba Joe Louis, quién esta vez se había preparado a
fondo y quería el desquite.
Así como Hitler lo presionó al alemán, el negro fue
convocado por Roosevelt con la siguiente recomendación: “Joe, en tus puños está la fuerza de América. Esto es una guerra. Somos el
Bien, ellos el Mal. Si gana Schmeling se llevará mucho dinero de aquí. Con ese
dinero los nazis harán bombas para arrojar sobre nuestra democracia”. Por
razones de conveniencia, ni Hitler ni los norteamericanos, mencionaron que el
entrenador de Schmeling era judío y que el boxeador se había negado a que se lo
cambiaran.
En menos de dos minutos y medio, 124 segundos, Louis liquidó al gran Max,
quien en ese brevísimo tiempo recibió 31 golpes contra solo 2 del alemán.
Hitler no quiso ver a Schmeling, quien se convirtió en un paria dentro de su
país.
Pese a las desfavorables circunstancias en que vivía, tuvo el coraje de
rescatar y esconder a dos niños judíos en la tenebrosa Noche de los cristales rotos y a quienes después ayudó a escapar a
los Estados Unidos. Un gesto que por entonces, ya fuera por miedo o convicción
hacia la causa nazi, era totalmente atípico y de extrema peligrosidad para
quienes vivían bajo la férrea dictadura de la svástica. De haberse conocido el
episodio, el boxeador se habría podrido en alguna prisión de Alemania.
Cuando se desató la guerra Hitler lo mandó al frente donde, por no haber
defendido a la “raza superior”, fue incorporado a un batallón de paracaidistas
que debían realizar misiones suicidas. Pero Schmeling sobrevivió a la guerra y
los norteamericanos, que ahora conocían la verdadera personalidad del alemán,
lo fueron a buscar porque la Guerra Fría lo necesitaba. Le dieron un gran
puesto en la Coca-Cola y llegó a tener su propia planta embotelladora
convirtiéndose en un exitoso empresario.
En contrapartida, por esos comportamientos inexplicables que suele tener el
gobierno y la sociedad norteamericana, el destino de Joe Louis fue muy
diferente. Lo persiguieron con los impuestos y terminó hundido en la miseria.
Solo tuvo una persona que lo ayudó: Max Schmeling quien
cultivó una estrecha amistad con el negro. Cuando éste sufrió serios problemas
de salud (cardíacos y psiquiátricos ocasionados por la cocaína), el alemán le
costeó parte de los tratamientos. Cuando Louis murió en 1981 a los 66 años, Max
Schmeling, quien fue uno de los que llevaba la manija del féretro pagó
todo el funeral.
Joe Louis y Max
Schmeling
Así era Max un tipo íntegro de principios y convicciones sólidas, que
sobrevivió a la maquinaria nazi que quiso destruirlo. Una buena persona que falleció
un día de febrero de 2005. Tenía 99 años.
Busto de Max
Schmeling en el municipio de Hollensted, Hamburgo.
José
Pablo Feinmann. Max Schmeling contra Joe Louis. Página 12, 8/11/2015.
Edu
Casado. Max Schmeling: el campeón que no quiso entrar por el aro de Hitler.
Ángel
González. Max Schmeling: el perro nazi que salvó judíos. El Mundo.es.
08/02/2005. http://www.elmundo.es/elmundo/2005/02/04/obituarios/1107530632.html
Qué artículo! Muy buen ritmo, adecuado para el tema que trata. Muy buena la historia, también.
ResponderEliminarUn abrazo
Mauro
Gracias Mauro, viniendo de vos, tus elogios tiene doble valor
EliminarNota para el votante de Macri
ResponderEliminar1- Vos sabías que Macri es un mentiroso porque estando a cargo de la CABA dijo que haría 10 kilómetros de subte por año, arreglaría escuelas y hospitales. No cumplió nada.
2- Vos sabías que simpatizaba con la dictadura de Videla, porque su padre Franco empezó su carrera empresarial durante esa etapa. Además, jamás escuchaste que hiciera el más mínimo comentario crítico sobre los años de plomo.
3- Vos sabías que detestaba a las abuelas y madres de Plaza de Mayo porque dijo: “hay que terminar con el curro de los Derechos Humanos”. Fue a regañadientes a visitar el Parque de la Memoria y la Esma, simplemente para acompañar a Hollande ya Obama que sí deseaban hacerlo.
4- Vos sabías que es un inepto porque cuando dejó el cargo de la CABA, la deuda de la ciudad se triplicó.
5- Vos sabías que es un antidemocrático porque prometió cerrar programas que no eran de su agrado y porque vetó más de 100 leyes en la legislatura, incluyendo las producidas por sus propios legisladores.
6- Vos sabías que es un corrupto porque estaba procesado por espionaje y se salvó del juicio de SOCMA gracias a la mayoría automática de la corte menemista. También sabías que tapó la investigación de Iron Mountain donde murieron 10 bomberos. Además, le dio un montón de licitaciones a su amigo Caputo porque iban miti y miti.
7- Vos sabías que iba a pagar a los buitres en forma incondicional, también sabías porque lo dijo, que entraríamos al FMI.
8- Vos sabías que la cultura lo tiene sin cuidado porque cerró numerosos talleres de arte como jefe de la CABA.
SI SABÍAS TODO ESO, ME PODÉS DECIR POR QUÉ CARAJO LO VOTASTE?
A mi no me lo preguntes!
EliminarYo no lo voté, pero tengo que sufrir las consecuencias de quienes lo votaron
EliminarNo es la primera vez que en la Argentina hay comportamientos suicidas, recordemos le reelecciòn de Menem
ResponderEliminarMagnífia historia, Ricardo. No conocía tan importantes detalles. Gracias por mandar.
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