El
miedo o pánico escénico es independiente de la habilidad y la experiencia del
protagonista. A pesar de haber actuado en numerosas representaciones e incluso
sabiendo que el público lo ama, lo respeta y tiene conciencia de su virtuosismo,
constituyen para el intérprete, circunstancias que no alcanzar para atenuar su
angustia ante una sala colmada que lo aplaudió entusiasta al ingresar en
escena.
Quienes
sufren pánico escénico se encuentran muy cómodos actuando ante un grupo de
amigos o en una sala de grabación, pero no soportan ser el centro de atención
ante una gran audiencia. Un violinista que integra una orquesta, es excepcional
que sufra de pánico escénico, porque su presencia se diluye junto con una
docena de violinistas durante la ejecución de una sinfonía, pero las cosas son
muy diferentes cuando se encuentra en primera línea junto al director como
solista de un concierto.
Los
dos personajes que se desarrollarán en esta exposición son intérpretes de
instrumentos musicales como el piano y el cello o violonchelo.
VLADIMIR HOROWITZ
Vladimir
Horowitz (1903-1989)
Concierto en el Carnegie Hall
Corría
el año 1926 y en el Carnegie Hall de
Nueva York hacía días que se habían agotado todas las entradas. La sala estaba
colmada y no era para menos, esa noche tocaba por primera vez en Manhattan el
pianista Vladimir Horowitz. Se esperaba una magnífica representación del Concierto Número 1 para piano de
Tchaikovsky, que Horowitz interpretaría junto con la Orquesta Filarmónica
de Nueva York.
El
público presente ignoraba que Horowitz necesitó dar varias vueltas alrededor de
la manzana del teatro en la
Séptima Avenida. Finalmente, hizo detener al asombrado
conductor del taxi, le pagó y, no sin esfuerzo, traspuso las puertas del
Carnegie Hall. Ahora sólo tenía que ingresar al escenario. La orquesta ya
estaba ubicada y solo faltaban el director y él, totalmente indeciso, la frente
sudorosa, la boca reseca y con un “nudo” en el estómago.
De
pronto, el director, nada menos que Sir Thomas Beecham, empujándolo suavemente
le dijo: “Adelante, Horowitz”. La
sala estalló en aplausos. Horowitz saludó ceremoniosamente y se sentó frente al
piano. Mientras se frotaba las manos, recobró el aplomo y le hizo una señal con
la cabeza al director para que iniciara el primer movimiento.
Apenas cesaron
los cornos, Horowitz volcó toda su energía sobre el teclado; ahora se sentía
seguro y sabía que todo iría bien. Al finalizar, el público lo ovacionó de pie,
y debió salir a saludar varias veces hasta que se retiró aliviado. Al día
siguiente, los diarios neoyorquinos elogiaron la magnífica velada.
No
sería esta la última vez que Horowitz tendría estos episodios, entre 1936 y
1985 tuvo cuatro situaciones en que abandonó los escenarios debido a su
trastorno e incluso en una ocasión, somatizó de tal forma el miedo escénico que
tuvo un lapsus de memoria en plena actuación.
Un talentoso del piano
Vladimir
Horowitz nació en Kiev, Ucrania, en 1903, y su primer maestro fue su propia
madre, que era una eximia pianista. A los 22 años, escapó del comunismo e
inició giras por Europa, en las que varias veces tocó bajo la batuta de Arturo
Toscanini. A ambos los unió una profunda amistad y mutuo respeto profesional y
Horowitz, finalmente se casó con su hija, Wanda Toscanini. En 1940, se radicó
definitivamente en los Estados Unidos.
Con su esposa Wanda
Toscanini
Horowitz
había adquirido un estilo y una técnica musical considerados espléndidos, casi
sobrenaturales; podía tocar con gran rapidez, pero con espíritu romántico y
extremadamente elegante. Por momentos, hacía rugir el piano para luego seguir
con un pasaje de suavidad exquisita. Se empezó a hablar del estilo
“horowitziano” y fue uno de los concertistas que más grabó con distintos sellos
musicales.
Sin
embargo, el miedo escénico fue su peor enemigo y, en varias oportunidades, hubo
que levantar la función y postergarla para nueva fecha, tal era el terror que
ocasionalmente lo dominaba. A pesar de ello, su última grabación la hizo pocos
días antes de morir de un ataque cardíaco el 5 de noviembre de 1989.
PABLO CASALS
Pablo Casals (1876-1973)
El eximio violinista Isaac Stern al referirse a Pablo Casals
manifestó “Toda mi vida reverencié a Casals quien reunía en sí mismo a dos
personalidades imponentes: el mejor violonchelista de la historia y ser un filántropo
ejemplar”. Son piezas de oro de la música las interpretaciones de los quintetos
de Schubert y los sextetos de Brahms donde Stern y Casals forman parte del
grupo musical.
Ascenso a
la gloria
Pablo Casals nació en un pueblo cercano a Barcelona y desde
su infancia se enamoró del cello, por su sonido grave y dulce y según dicen, el
más parecido a la voz humana.
Pablo costeaba sus estudios tocando en un café donde en una
noche se encontraba presente Isaac Albéniz, ya en el pico de su fama. El
compositor y pianista quedó impresionado con la técnica del muchacho y se lo
presentó a un noble, el conde Morphy que era protector de las artes.
De esta
manera Pablo consiguió un subsidio para estudiar en Madrid, pero al cabo de un
tiempo sin bien había avanzado considerablemente, la escuela de Madrid no era
suficiente. Pablo merecía perfeccionarse en los grandes centros de Europa y el
conde Murphy le sugirió el conservatorio de Bruselas, uno de los más
prestigiosos.
Aquí nos encontramos con una anécdota que muestra la línea de
conducta que caracterizó a Pablo en todos sus actos y que es tan valiosa como
su habilidad en el arte musical. Al presentarse a prueba en el Conservatorio, lo
mandaron al fondo del salón en la clase de violonchelo, mientras tocaban los
alumnos. Por fin el profesor le dijo con sarcasmo: "A ver, españolito,
¿quieres tocarnos algo? Y citó una larga lista de composiciones, todas las
cuales Casals declaró saber. "¡Este chico lo sabe todo! comentó el maestro,
y la clase rió a carcajadas. El catedrático indicó a Casals que tocara una
pieza de muy difícil ejecución. Al terminarla, todos se quedaron mudos,
maravillados, y el maestro le propuso:
- Obtendrás el primer premio si aceptas inscribirte en mi
clase.
-No - replicó Pablo - . Me ha puesto usted en ridículo
delante de sus alumnos.
A los 22 años de edad, se dirigió a París llevando en su
bolsillo una carta de recomendación para el destacado violinista y director de
orquesta Charles Lamoureux. El primer encuentro no fue nada entusiasta, ya que
el músico lo recibió con frialdad y le dijo que volviera al día siguiente. Así
lo hizo Pablo y Lamourex le ordenó que empezara a tocar mientras él escribía en
su escritorio. Pero cuando el catalán empezó a tocar, el músico francés dejó
caer la pluma y lentamente se volvió hacia Pablo mientras miraba atentamente
los desplazamientos del arco sobre el instrumento. Terminada la pieza musical, se
levantó y lo abrazó con entusiasmo mientras exclamaba: "¡Hijo mío! ¡Eres
uno de los elegidos!
Músico y
humanista
El virtuosismo de Pablo lo convirtió en figura internacional,
y cobraba enormes sumas por tocar en público. Sin embargo, su espíritu
humanista lo llevó a fundar en 1919 en Barcelona la Sociedad Obrera de Conciertos y la creación de la Orquesta Paus Casals, que pronto
adquirió fama mundial. La sociedad llegó a tener 300 mil afiliados, que pagaban
unos céntimos al año por las entradas.
De esta manera, Pablo se aseguró que los
humildes pudieran tener acceso a la música clásica. En los momentos en que la
sociedad era deficitaria, ponía dinero de su propio bolsillo y se calcula que
durante la existencia de esta institución, Pablo aportó cerca de un millón de
dólares de su patrimonio personal.
La guerra civil española dio al traste con la Sociedad Obrera de Conciertos y con su
orquesta. La noche del 18 de julio de 1936, los ejércitos del mesiánico dictador Franco,
se encontraban a las puertas de Barcelona, en momentos en que Pablo se
aprestaba a dirigir la Novena Sinfonía
de Beethoven. Entonces se dirigió a los músicos diciéndoles: "no sé cuándo
podremos reunirnos de nuevo; propongo que terminemos de tocar la sinfonía en
calidad de adiós o hasta luego".
Nunca más volvió a España, así como rehusó todas las ofertas
que le vinieron de las dictaduras de Mussolini y de Stalin. En cuanto a la
Alemania de Hitler, altos jefes del nazismo lo buscaron en su casa de Prades,
en los Pirineos franceses, para que tocara ante el Füher. Pablo no estaba
dispuesto a que Hitler sacara rédito publicitario con su presencia y se negó, con
lo que ingresó a la lista negra de los enemigos del régimen. Como señaló Thomas
Mann, premio Nobel de Literatura, Pablo fue "uno de esos raros artistas
que vienen a salvar el honor de la humanidad".
Vida
privada y pánico escénico
Casals se casó tres veces: la primera en 1906, con una
violonchelista portuguesa; la segunda, en 1914, con una cantante
norteamericana. En 1957 volvió a contraer matrimonio, esta vez con Marta
Montañez, joven y encantadora violonchelista puertorriqueña que había viajado a
Prades para estudiar con él. Marta tenía 20 años de edad, y él 80. La pareja se
mudó a Puerto Rico, donde Pablo reanudó el Festival Casals, que se ha venido
celebrando todos los años a partir de 1957 en el teatro de la Universidad de
Puerto Rico. Con frecuencia se trasladaba a Vermont en Estados Unidos donde
daba cursos y dirigía el festival organizado por su amigo el famoso pianista
Rudolf Serkin.
El pánico escénico estuvo a punto de arruinar su carrera.
Estaba tan nervioso la noche de su presentación en Viena, que el arco del cello
se le escapó de las manos y fue a caer entre el auditorio. En total silencio
los espectadores pasaron el arco de una fila a la otra hasta que llegó de nuevo
al músico. En otra ocasión se lastimó la mano izquierda en un accidente, al
escalar una montaña. Tenía solo 24 años y estaba considerado como uno de los
mejores cellistas del mundo. Acabada de dar un concierto para la Reina Victoria
y tenía numerosos compromisos de capital importancia. Sin embargo, el accidente
le produjo una reacción inmediata de alivio, al pensar que ya no tendría que
tocar en público. "Solo pensar en un concierto ante una gran platea me da
pesadillas", confesó en varias oportunidades. Por fortuna para la
humanidad que ama la música clásica, su mano se curó en pocos meses y no le
quedó más remedio que volver a los escenarios.
Para muchos intérpretes que sufren de pánico escénico, fallar
en una nota puede ser catastrófico y desencadenar el trastorno. Pablo había
pasado por esa situación en más de una oportunidad y solía dar el siguiente
consejo a quienes tenían su mismo problema: “No hay que darle ninguna
importancia a una nota mal dada, solo hay que prestar atención a las notas
hermosas que producimos”.
En agosto de 1973 Isaac Stern se encontró con su amigo cuando
ambos visitaron Israel. Recordaron sus reuniones y las numerosas grabaciones y
presentaciones en público que hicieron juntos y que hoy son piezas de colección
para los melómanos. Cuando se despidieron Stern lo siguió con la mirada mientras
el anciano se alejaba lentamente y se dio cuenta que no volvería a ver a su
amigo y compañero de funciones y de grabaciones.
Entonces recordó las opiniones
de Pablo sobre el envejecimiento: “Para mí no significa nada envejecer. Es solo
cuestión de calendarios. "Mientras podamos admirar y amar seremos siempre
jóvenes. No entiendo a quienes se lamentan de sus años. Una vez le dije a un
amigo: no es que seas viejo. Lo que pasa es que fuiste joven hace mucho".
Isaac Stern
junto a un octogenario Casals
-
CD: Horowitz in Moscow. Concierto de piano interpretado por Vladimir Horowitz. 1986.
- Holland B. "Vladimir Horowitz, Titan of the Piano,
Dies". The New York Times. November 6, 1989. Disponible en: http://www.nytimes.com/1989/11/06/obituaries/vladimir-horowitz-titan-of-the-piano-dies.html
Isaac Stern. El inolvidable Pablo Casals. Reader’s Digest, Junio de 1975,
pag 35-39.
Joan Acocella. I
can’t go on. What´s behind stage fright?. The New Yorker 03/08/2015.
Wesner RB, Noye R Jr, Davis TL. The occurrence of
performance anxiety among musicians. J Affect Disord 1990;18:177-85.
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Clark DB, Agras WS. The assessment and treatment of performance anxiety
in musicians. Am J Psychiatry 1991;148:598-605.
excelente Ricardo! lo disfruté mucho!
ResponderEliminarGracias!
Muy bien escritas e interesantes las historias del pánico de Horiwitz y Casals, Ricardo. Por algunos años, a pesar de no aparecer en proscenios, a mi también me daban ataques de pánico. Sin embargo yo creo que era un síndrome distinto.
ResponderEliminarCarissimo "AMIGAZO", ESTO ES UNA MARAVILLA!!!!!
ResponderEliminarGRAZIE MILLE!!!!
ABBRACCIONE!!!!!
Muy lindo, Ricardo, muchas gracias!
ResponderEliminarGracias Paula, teniendo en cuenta tus conocimientos musicales, tu comentario tiene un valor agregado.
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