El niño Felipe
Lo
llaman Felipe, pero también le dicen Felipito o Felipillo, según el grado de
humor de sus dueños: el conquistador Pedro de Valdivia y su fiel amante Inés
Suárez. En realidad su verdadero nombre es Lautaro que en idioma mapuche
significa “carancho veloz”, pero cuando tenía 11 años fue capturado en una
redada que hicieron los españoles y fue puesto al servicio de Valdivia, el
gobernador de Chile y jefe del fuerte de Santiago. Desde 1541 el militar
español y sus hombres tratan infructuosamente de dominar a los mapuches a
quienes llamaban araucanos.
Pedro de Valdivia
(1497-1553)
Felipe
es un “yanacona”, término equivalente al de auxiliar o ayudante, pero en
realidad los yanaconas son prisioneros esclavos encargados de todas las tareas
pesadas en la pequeña comunidad, incluyendo el transporte de la logística
durante las expediciones que Valdivia lleva a cabo para exterminar a los
mapuches.
Sin
embargo, Felipe goza de un trato especial, es sumiso y obediente y pronto
aprende el idioma castellano y registra en su mente los hábitos y costumbres de
los conquistadores. Es un muchacho contemplativo y silencioso capaz de pasarse
horas inmóvil en profunda meditación. “Es flojo como todos los de su raza”,
decían de él los soldados.
Los
criados tienen prohibido montar los caballos bajo pena de azote, pero con
Felipe se hace una excepción, ya que él los alimenta y es capaz de domarlos sin
violencia. Pronto aprende a cabalgar, se pega sobre el animal hasta formar una
unidad entre el hombre y la bestia. No usa montura ni espuelas, guía al caballo
con una leve presión de sus rodillas y lleva las riendas en la boca de manera
de tener las manos libres para usar el arco y las flechas. Puede montar a la
carrera y hacer toda clase de piruetas sobre el lomo del animal, ante la mirada
asombrada de los españoles que tratan infructuosamente de imitar sus
habilidades.
Felipe
es capaz de echarse sobre sus espaldas más peso que cualquier hombre adulto.
Invierno y verano se baña en las aguas heladas del río Mapocho y los españoles
que huyen del agua como del fuego, suelen treparse a la empalizada y cruzar
apuestas sobre su resistencia en el río.
En
más de una ocasión, Felipe es testigo de los escarmientos a los que Valdivia
somete a los derrotados mapuches, mutilando a los prisioneros y liberándolos
después, sin nariz y sin una mano, como ejemplo para evitar futuras rebeliones.
En el interior del muchacho se empieza a gestar el proyecto de vengar a su
pueblo de estos invasores que se quieren apoderar de sus tierras, de sus alimentos
y de sus mujeres.
Nace Lautaro
Una
mañana, uno de los vigías del fuerte informa que Sultán, el alazán preferido de
Valdivia había sido decapitado y su cabeza clavada en una pica. La simultánea
desaparición de Felipe lo transformó en el culpable inmediato del asesinato del
caballo, algo que resultaba inexplicable ya que el muchacho tenía especial
cariño por el animal.
Felipe
deja toda su ropa y parte desnudo hacia la selva, lo del caballo fue sin duda un
rito, un acto de separación definitiva de ese mundo que no es el suyo sino el
de los enemigos de su raza. Corre por la ribera del Mapocho, oculto en la
vegetación de cañas y helechos, cruza a nado el río que lo lava por dentro y
por fuera dejándolo limpio del olor de los huincas. Cuando surge en la otra ribera
se transforma en Lautaro el joven de 19 años, mientras que atrás quedó para
siempre el Felipe que fuera capturado cuando era niño. Se presenta ante los
suyos y éstos inmediatamente se dan cuenta que será el líder que los conducirá
a la victoria.
Busto de Lautaro en Cañete,
Chile
Lautaro demuestra sus naturales dotes
de conductor innato, le enseña a su gente no solo a perder el miedo a las
cabalgaduras, sino a montarlas y a utilizar el caballo como un ser entero,
tomándolo como una extensión corpórea para combatir. Convoca reuniones a campo
abierto y les explica las artes marciales diseñando tácticas como el abandono
del ataque masivo para reemplazarlo por pelotones que actúan separados y en
forma de oleadas sucesivas. Nada escapa a su nueva doctrina de la guerra,
consistente en emboscadas de guerrillas, el empleo de boleadoras para
inutilizar los caballos y nuevas armas que sean más eficaces contra las
armaduras de los españoles. De ahora en adelante, el terreno para los combates
lo eligirá él y con ese fin, monta un sistema de espionaje para conocer en
forma permanente la ubicación del enemigo.
De esta manera, teniendo la autoridad
de su pueblo es elegido toqui, jefe
máximo en estado de guerra para dirigir una serie de sublevaciones contra los
españoles, quienes hasta el momento se paseaban victoriosos en todo el ámbito del
Biobío.
Continuamente
arenga a sus guerreros con discursos elocuentes: “Nuestra ventaja es el número
y el conocimiento del bosque. Los huinca no son invencibles, duermen más que nosotros,
comen y beben demasiado y necesitan esclavos que les trasporten sus pertrechos
porque los agobia el peso de sus armaduras. Se comportan como demonios, en el
norte quemaron vivas a tribus enteras. Pretenden que aceptemos a su dios
clavado en una cruz, dios de la muerte, que nos sometamos a su rey, que no es
de estas tierras y que no lo conocemos. Vamos a molestarlos sin tregua, seremos
como avispas y tábanos. Yo les digo hermanos que nunca seremos sus prisioneros.
Moriremos peleando.”
Pedro
de Valdivia es atrapado en una emboscada
A mediados de diciembre de 1553
Valdivia se dirige hacia el sur a controlar el fuerte Tucapel. Sus movimientos
son observados por los espías mapuches que siguen la columna desde las alturas
de los cerros. Valdivia se extraña de no recibir noticias del fuerte y de no
ser hostigado en el camino.
El día 24 de diciembre, decide tomar rumbo a
Tucapel, esperando encontrar allí a Gómez de Almagro. La tranquilidad y los
espóradicos avistamientos de indígenas a lo lejos le despiertan sospechas y
envía una avanzada a cargo de Luis de Bobadilla con cinco hombres para que
exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. Nunca más los
vuelve a ver.
El día de Navidad inicia temprano la
marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el silencio absoluto
reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte de Tucapel, solo encuentra
restos humeantes. Súbitamente del bosque surgen los mapuches lanzando sus
alaridos de guerra. Con mucho valor y resolución los españoles logran descomponer
la carga mapuche y los indios después de varias horas de lucha encarnizada desaparecen
en la selva. Por un instante Valdivia cree que la victoria estaba de su lado, pero
recibe la desagradable sorpresa de nuevos escuadrones de indígenas que se presentan
al combate y nuevamente los agotados soldados tienen que rearmar líneas y cargar
con la caballería. Valdivia, al ver perdida la batalla, dispone la retirada
pero el propio Lautaro le cae por el flanco produciendo el desbande. Es justo
lo que Valdivia no desea y los indios surgen como oleadas sobre los españoles
aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que montan muy buenos caballos,
logran tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, se empantanan los
animales y son capturados.
Sobre la muerte de Valdivia hay
distintas versiones, desde que lo mataron de un mazazo hasta la que relata que
fue llevado al campo mapuche donde le dieron muerte después de tres días de
atroces torturas. Esta segunda versión es probablemente la más ajustada a la
realidad. El odio mutuo que había entre ambas partes es infinito y los
prisioneros son sometidos a todo tipo de suplicio ya fuesen indios en manos de
los españoles o éstos cuando son atrapados vivos por los mapuches.
Durante
los cuatro años siguientes Lautaro y sus huestes atacan a los conquistadores en
numerosas oportunidades, venciéndolos en la mayoría de las ocasiones. Se dice
que fue entonces que dijo su famosa frase: “Yo soy Lautaro, que acabé con los
españoles; yo soy el que los derroté en Tucapel y en la cuesta. Yo maté a
Valdivia, y puse en huida a Villagrán. Yo les maté sus soldados; yo abrasé la
ciudad de Concepción”.
La
serie sucesiva de triunfos hizo que Lautaro descuide su seguridad y el 30 de
abril de 1557 su campamento es atacado por sorpresa pereciendo en el combate. Fue sucedido por Caupolicán, valiente e intrépido, pero sin la capacidad estratégica de Lautaro. En uno de los encuentros con los españoles fue hecho prisionero y ajusticiado mediante empalamiento.
El Legado de Lautaro
La Logia Lautaro creada en el siglo
XIX en Londres por Francisco de Miranda, lleva su nombre por el ejemplo de
resistencia ante los españoles. Es considerado como un gran estratega en la
guerra de guerrillas al saber aplicar los conocimientos que adquirió en la
lucha contra Valdivia. Se especula que si los imperios Inca y Azteca hubieran
tenido conductores militares como Lautaro, la conquista española se hubiera
demorado un par de siglos más.
Así comienza el poema que le dedicó
Pablo Neruda en su Canto General:
Lautaro era una flecha delgada.
Elástico y azul fue nuestro padre.
Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
También lo elogió Alonso de Ercilla en
su obra La Araucana
Fue Lautaro industrioso, sabio, presto,
de gran consejo, término y cordura,
manso de condición y hermoso gesto,
ni grande ni pequeño de estatura;
el ánimo en las cosas grandes puesto,
de fuerte trabazón y compostura;
duros los miembros, recios y nervosos,
anchas espaldas, pechos espaciosos.
Caupolicán
Es algo
formidable que vio la vieja raza:
robusto
tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y
aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el
brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco
sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal
guerrero, de Arauco en la región,
lancero de
los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar
un toro, o estrangular un león.
Anduvo,
anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la
tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el
tronco de árbol a cuestas del titán.
«¡El Toqui,
el Toqui!» clama la conmovida casta.
Anduvo,
anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,
e irgióse la
alta frente del gran Caupolicán.
Ruben Darío. Libro Azul
Isabel Allende. Inés del alma mía.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires 2006.
Biografías y vidas. Lautaro. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lautaro.htm
Biografía de Lautaro. Historia
Universal. http://www.historiacultural.com/2010/07/lautaro-guerrero-mapuche.html
Como siempre, Genial Ricardo
ResponderEliminarMuy interesante historia, que no se enseña en los colegios, creo, no sé en Chile. Lautaro un grande.
ResponderEliminarLautaro murió a los 23 años.
ResponderEliminarA esa edad otros todavía les están pidiendo plata a los padres.
Muy ilustrativa nota.
Buenísima reseña Ricardo, y bella. Gracias.
ResponderEliminarPensé en la guerra. Esa tiene nobleza y a pasar de tánta muerte se vé la vida.
Hoy, y con el agregado de la hiper sofisticada y el negocio de la tecnología armamentística, es imposible, que aunque sea por un instante a la guerra la ganen los pobres y los indefensos.
Cariños Edith.
Lautaro me emociona. Su valentía, fuerza y sabiduría me inspira a tener esperanza en los jóvenes, son muchos Lautaros, aunque los medios se empeñan en mostrar esta juventud como una calamidad.
ResponderEliminarTengo Fe en Ellos, como lo tuve con mi Padre que llevaba ese hermoso nombre Lautaro.