Eduardo
Galeano (1940-2015)
Murió Eduardo Galeano y no
voy a mencionar la palabra “intelectual” porque le producía aversión, sino que
me limitaré a decir que lo admiraba y respetaba por su intachable línea de
conducta y por sobre el grado de esclarecimiento que tenía sobre América Latina,
su política, su historia y su vapuleada economía.
Hay tantas y tan buenas
semblanzas sobre Galeano que sería ocioso agregar una más, pero me limitaré a
discurrir mi relación con el libro que lo hizo famoso: Las venas abiertas de América Latina.
Creo que lo adquirí muy poco
después de que salió a la venta, es decir entre 1971 y 1972. Con estilo
sencillo me abrió el cerebro sobre temas de la historia que no estaban
incluidos en los programas escolares. Los conquistadores españoles no eran lo
que yo creía: caballeros armados que a machete limpio recorrieron las selvas
de nuestro continente fundando ciudades en el nombre de Dios y de Carlos V. Lo
que no se agregaba es que en su mayoría se trataba de aventureros, muchos de
ellos analfabetos, pero todos soberbios, despiadados y con una avidez
insaciable por el oro. Consideraban a los indios infrahumanos y bajo el nombre
de la cruz y la codicia realizaron un genocidio que quizás fue el más grande en
la historia de la humanidad.
El libro también me enseñó
que los imperialismos, primero el británico y después el norteamericano,
reemplazaron con bastante más elegancia, un poco de pudor y mucha hipocresía a
la avidez de poder de los conquistadores. También aprendí gracias a Galeano que
el Combate de la Vuelta de Obligado fue un hecho real que frenó a una flota
franco inglesa que pretendió introducirse por el río Paraná.
De historia de América Latina
en la escuela, poco o nada nos enseñaron y como los medios informativos
estuvieron siempre dependientes de agencias extranjeras, nunca supimos con
claridad cómo la política de Washington desequilibró gobiernos y generó golpes
de estado para que sus empresas pudieran actuar con total libertad.
Centroamérica fue el
subcontinente más afectado; muy vagas eran las noticias que nos llegaban del
golpe sangriento que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala, las luchas de
Sandino en Nicaragua, la dictadura de Trujillo en República Dominicana. “Es un
hijo de puta”, señaló un senador y el entonces presidente Roosevelt le
contestó: “Efectivamente es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Los
Estados Unidos siempre miraron para otro lado ignorando el grado de corrupción
y riqueza que atesoraron sus “hijos de puta” como Trujillo, Somoza, Noriega y
otros tantos impuestos tras los desembarcos de marines en los respectivos
países, para después soltarles la mano cuando ya no servían a los intereses de Washington.
Todos esos episodios los
conocí leyendo el libro de Galeano, que también me enseñó que el imperio del
norte no actúa si no cuenta con el núcleo necesario de cipayos locales. Que el
FMI y el Banco Mundial trabajan para Estados Unidos y que la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), constituida por los dueños de los grandes medios no
emite jamás una denuncia por la muerte de periodistas que delatan los abusos de
intereses y capitales foráneos.
Ya en nuestro continente, Galeano
cita en su libro los movimientos que derrocaron a Goulart en Brasil e
instauraron la dictadura en Uruguay, recurriendo al nuevo mecanismo de golpes
blandos, donde se destacó el torturador de la CIA Dan Mitrione.
Las
venas abiertas de América Latina en la cuarta edición de 1973
Durante los años de plomo vi por
TV al coronel Gorleri, transmitiendo en cadena, que se aprestaba a realizar una
quema purificadora de los “libros malditos” que dañaban el prístino ideario
occidental y cristiano, según el retorcido entendimiento de los uniformados. Gorleri
estaba sentado y en una mesa había un pilón de libros que señaló diciendo en un
fundamentalismo desbocado: ”estos libros se queman por Dios, patria y hogar”.
Los fue tomando de a uno y mostrando la tapa ante la cámara mencionaba el
título.
Dos de ellos estaban en mi biblioteca: Las venas abiertas de América Latina y Los condenados de la tierra de Franz Fanon. El primero lo resaltó
como si se tratara del demonio y lo tiró con desprecio al suelo y así siguió
hasta que se interrumpió el programa porque daba para varias horas, tantos eran
los textos considerados malditos.
Ese mismo día retiré
todas las obras sospechosas de mi biblioteca y las metí en una caja. Con
suspiros de alivio, porque en cualquier momento una patrulla podía detenerme
para revisar el auto, llegué al departamento de unas tías y les dije que traía
unos libros que quería guardar bien escondidos. Ellas comprendieron y me
señalaron el altillo. Ya durante el gobierno de Alfonsín, recuperé nuevamente aquél
tesoro y miré con cariño los textos que salvé de las llamas del odio, la ignorancia y el fanatismo. Los acaricié uno por uno, especialmente la tapa de la primera
edición de Las venas abiertas de América
Latina y los reubiqué nuevamente en la biblioteca de donde nunca debieron
haber salido.
En 2009, en una reunión de
UNASUR en Puerto España, el presidente Chávez de Venezuela, le regaló a Barack
Obama un ejemplar de Las venas abiertas
de América latina. Le dijo que era importante y que lo leyera ante el gesto
de sorpresa del presidente norteamericano. Seguramente no lo
leyó, en gran parte porque no le interesa la historia, como lo hizo saber en la
última Reunión Cumbre de las Américas y que mereció, días después, un
comentario irónico por parte de la presidenta Cristina quien señaló con la
retórica impecable que la caracteriza, que a ella le gustaba mucho la historia
y que nos enseña a evitar los errores del pasado.
Hugo
Chávez le entrega a Barack Obama un ejemplar del libro
Osvaldo Bayer, uno
de sus entrañables amigos lo despidió de esta manera: “Cuando me enteré de su muerte salí a la calle y dije en voz alta: murió el mejor de todos. Tenía
tantas cualidades, sabía expresarse tan bien y lo hacía en un idioma llano para
que lo entendieran todos. Su libro que para mí es la Biblia latinoamericana,
dice las cosas más profundas. Ese era Galeano, un hombre del pueblo, que
escribía para el pueblo y quería más justicia social. Su libro debería figurar
en los programas de enseñanza escolar”.
Eduardo Galeano en
sus últimos años pudo darse el gusto de ver que los países más grandes de
América Latina eran conducidos por líderes esclarecidos que con políticas
sociales y económicas contracíclicas estaban revirtiendo el inmenso daño sufrido
durante siglos y que él describió con sencilla claridad en Las venas abiertas de América Latina.
gracias Ricardo, comparti en redes sociales!
ResponderEliminarUn abrazo!
¡Parece mentira que hayamos vivido una época semejante a la Alemania nazi!
ResponderEliminarQuemar libros es una insensatez de los necios
Cómo estás Ricardo,
ResponderEliminarEspero que bien. Te escribo para contarte que leo todos tus artículos siempre tan interesantes.
Estoy haciendo un programa de radio los viernes de 9-11 hs.
Mañana vamos a hacer un especial dedicado a Galeano y elegimos tu artículo para leer en la radio y comentarlo, espero que no te moleste.
También pasamos hace ratos, un radioteatro llamado Las venas abiertas, espero que lo puedas escuchar.
Me encantaría que vengas a la radio como invitado.
Pensalos.
Besos
Nancy
Hola Nancy:
EliminarTe felicito por el emprendimiento. Un programa de radio bien hecho es una brisa cálida para los oídos y la mente, saturados por tanto periodismo mediocre, mercenarios de medios hegemónicos como el del clarinete.
Por supuesto que me encanta que utilices el artículo que escribí sobre Galeano y de paso mencioná la fuente. Co poner en Google El Mordaz, es el primero que aparece.
Lamentablemente recién siendo las 22 horas pasadas recogí tu mensaje, pero ya habrá otra oportunidad. De paso decime la dirección de la radio.
Cariños
Hola Ricardo
ResponderEliminar¿Qué opinas sobre las críticas que hizo Galeano de su propio libro?
Hola Edith:
EliminarDesde que Galeano escribió el libro hasta el momento en que hizo esos comentarios poco elogiosos de su obra, han pasado más de 40 años, tiempo en el cual maduró como escritor y mejoró su estilo literario.
La venas abiertas de América Latina parece haber sido escrito con mucho fervor, algo apurado y sin recabar la solidez de algunos episodios. Personalmente detecté algunos errores.
De todas maneras no deja de ser una obra esclarecedora, que a mí y a millones más nos sirvió muchísimo y nos abrió las mentes.
Cariños
Ricardo
Si Ricardo, opino como vos.
EliminarFue muy lamentable y casi ruin alguna nota que leí. A partir de sus declaraciones
les vino bien interpretar y llevar agua para su molino, de tal modo que lo sacaron
de su posición y lo pusieron del lado de Vargas Llosa, con las loas correspondientes.
Beso. Edith.
Acuerdo con Bayer en que Las Venas... deberia leerse en todos los colegios secundarios.
ResponderEliminarNo esperes una decisión semejante por parte del procesado jefe de la ciudad
EliminarConsultado sobre la desaparición física de Néstor Kirchner, el escritor uruguayo Eduardo Galeano señaló que “según me dijeron en la costa colombiana, un hombre viejo, pobre, pescador negro pudo subir al alto cielo y desde el alto cielo vio la tierra.
ResponderEliminar“A la vuelta contó y dijo que los humanitos somos un mar de fuegos, hay fuegos grandes, fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
“Ningún fuego es igual a otro fuego. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros fuegos arden la vida con tantas ganas que no se pueden mirar sin parpadear y quien se acerca se enciende.
“Néstor Kirchner fue uno de esos fuegos y será difícil apagarlo
Y se hizo justicia diría si viviera Eduardo Galeano respecto de la decisión del juez De Luca al enterrar definitivamente el mamarracho de la denuncia de Nisman, un fiscal que con el dinero de nuestros bolsillos, en lugar de investigar el caso AMIA se la pasó entre gatos en hoteles y restaurantes de lujo y viajando en primera con su favorita de turno a las playas del Caribe.
ResponderEliminarMe imagino el rictus de odio de ultraantikirchnerista fiscal Moldes. Le salió el tiro por la culata
´Me encantó tu testimonio personal acerca de tu relaciòn con el libro de Galeano en la época infame
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