miércoles, 22 de abril de 2015

EL LÍDER DEL GUETO

El 19 de abril de 1943 se produjo el levantamiento del gueto de Varsovia, la última reacción desesperada de supervivencia de los judíos allí encerrados. El gueto fue creado por el ejército alemán en 1940 como campo de tránsito de las deportaciones hacia la solución final. En un principio vivieron allí 400.000 judíos en condiciones de hacinamiento infrahumano y para los últimos días solo quedaban alrededor de 50.000.

Soldado alemán inspeccionando a un grupo de hombres en el gueto de Varsovia

En esa situación límite donde diariamente sus habitantes morían de fiebre tifoidea, tuberculosis, desnutrición o enviados en los trenes de la muerte para ser gaseados por los alemanes en Treblinka, cada uno trataba de sobrevivir como podía. Muchos adoptaron una actitud pasiva y se limitaron a esperar la muerte en sus diversas formas. 

Otros perdieron todos los principios y en su desesperación por salvarse se convirtieron en judenrats, consejos formados por los nazis y que se encargaban de diversas tareas, como censar a la población judía, inventariar sus bienes para facilitar su confiscación por los nazis, elaborar las listas de personas que debían ser deportadas hacia los campos de exterminio y perseguir a quienes huían o se escondían. Formaron parte de una estructura diabólica y siniestra creada por las fuerzas de ocupación alemanas para descargar parte de la culpabilidad en los propios judíos. Tarde o temprano, a pesar de la sumisión al ejército enemigo, casi todos los Judenrats terminarían en las cámaras de gas de Treblinka o asesinados por los propios judíos.

Finalmente, estaban los que en situaciones extremas se convierten en imprescindibles, son aquellos que piensan poco en la salvación de sí mismos y ponen todo su esfuerzo en la de los demás. A esta estirpe pertenecía Mordejai Anilevich.


               Mordejai Anilevich (1919-1943)

Los padres de Anilevich habían emigrado de Galitzia, una región de los Cárpatos en Europa del Este y se habían instalado en una ciudad al norte de Polonia que llevaba el impronunciable nombre de Wyszków. Allí nació Anilevich en 1919 y la familia luego se trasladó a Varsovia. 

Tanto en el poblado de su nacimiento como en la capital del país, Anilevich tuvo que convivir con el fuerte antisemitismo que siempre predominó en la sociedad polaca. Los insultos y peleas con vecinos y compañeros de escuela fueron una constante durante su infancia y adolescencia. Mordejai los enfrentaba, incluso en desventaja numérica o ante muchachos mayores que él. Por su bravura, más de una vez le dijeron “¡No pareces judío!“. También aprendió a tenderles celadas.

Ese ambiente hostil le fortaleció la idea de apoyar al grupo Betar, organización fundada por el judío ruso Vladimir Jabotinsky uno de los principales precursores del sionismo. Más tarde, Anilevich formó su propio grupo y cuando se instituyó el gueto de Varsovia, se las ingenió para escapar en varias oportunidades y recabar información sobre lo que acontecía afuera. Lo lógico y lo que hubiera hecho cualquier individuo común hubiera sido no volver jamás al gueto, pero Anilevich regresó para concientizar a sus habitantes y advertirles de lo que les esperaba si no ejercían alguna resistencia. Es importante destacar el contexto de desinformación en el cual los judíos pasaban sus días. Pocas noticias entraban al gueto provenientes de afuera y era imposible constatar lo que ocurría del otro lado de los muros.

             Gente del gueto marchando hacia los trenes de la muerte

Paralelamente a sus campañas de información, Anilevich mediante contactos con grupos de resistencia, logró introducir diversas armas cortas dentro del gueto. Después de la deportación masiva de 1942, se incorporó al grupo judío de resistencia conocido como ZOB. Cuando en enero de 1943 los alemanes intentaron un nuevo traslado de 30.000 judíos, los guerrilleros salieron de sus bunkers, se mezclaron con el rebaño y atacaron a los alemanes empuñando las escasas armas que les había provisto la resistencia polaca, rescatando a varios miles que pudieron huir.

La inesperada resistencia opuesta por las organizaciones judías de combate tomó de sorpresa a los alemanes, obligándoles a interrumpir temporariamente las deportaciones y buscar medios y formas de apresar a sus víctimas. Anilevich aprovechó la tregua para una nueva reorganización y fortaleció la capacidad de lucha de los grupos. Se ocupó de adiestrar a los jóvenes y a proveerles de armas.

El 19 de abril de 1943, siendo el aniversario del nacimiento de Hitler, los nazis pretendieron festejar su cumpleaños realizando una nueva deportación masiva. En ese preciso día comenzó aquella epopeya conocida como el Levantamiento del gueto de Varsovia. La consigna de Anilevich para participar del movimiento era: “el que quiere sobrevivir, que no forme parte. Aquí los que peleamos sabemos que vamos a morir”. La resistencia luchó fieramente y lograron repeler a los soldados alemanes sorprendidos ante la violencia del ataque, causándoles numerosas bajas. Sin embargo, la desigualdad de fuerzas hizo que los judíos terminaran refugiándose en los distintos escondrijos de las casas. Los altavoces de los alemanes les exigían que salieran, pero nadie se hizo visible. Entonces decidieron incendiar el gueto quemando y asfixiando a los habitantes.


                                          Quema del gueto de Varsovia

El 8 de mayo, tras semanas de confrontación, los alemanes finalmente ingresaron al bunker de la calle Mila 18 en el que se encontraban Anilevic y Mila Fuchrer su novia y compañera de lucha. El bunker cayó ese mismo día y el levantamiento fue finalmente reprimido. Anilevich murió junto con gran parte de los que lo acompañaban. Según algunas fuentes cayó en combate, mientras que otras señalan que se suicidó.

En un extracto de la que se supone su última carta, el joven Mordejai Anilevich, que sólo tenía en ese momento veinticuatro años escribió la siguiente nota: “Es imposible poner en palabras lo que hemos pasado. Una cosa es clara, lo que aconteció excedió nuestros sueños más osados. Es imposible describir las condiciones en que viven los judíos del gueto. Sólo unos pocos podrían mantenerse firmes. El resto morirá tarde o temprano. Su destino está decidido”. “Gracias a nuestro transmisor escuchamos un maravilloso reportaje sobre nuestro combate en la radio Shavit. El ser recordados más allá de las murallas del ghetto nos alienta en la lucha. Que la paz sea contigo, amigo. Quizá nos volvamos a encontrar.”

En el informe del 13 de mayo de 1943, el general Jurgen Stroop decía: “180 judíos, bandidos y subhumanos han sido aniquilados. El sector judío de Varsovia ya no existe. Las operaciones a gran escala finalizaron a las 20:15 horas al hacer explotar la sinagoga. El número total de judíos con lo que se actuó fue: 56.065, incluyendo judíos capturados y judíos cuya exterminación puede ser probada”.

Me pregunto qué pensaría Anilevich ante el Israel actual con el que tanto soñó. Con Benajmin Netanjahu como presidente y su canciller Avigdor Lieberman, ambos de la más rancia ultraderecha. ¿Se pondría del lado de la política de Israel o su simpatía se volcaría hacia los palestinos cuya situación guarda varias semejanzas con el gueto por el cual luchó?

                     Monumento en homenaje a Mordejai Anilevich en Israel

Ezequiel Eiben. Mordejai Anilevic, el héroe. 30/12/2009. http://ezequieleiben.blogspot.com.ar/2009/12/mordejai-anilevich-el-heroe.html

Elina Malamud. La rebelión de los judíos. Página 12, 19/04/2015.



5 comentarios:

  1. ¿A los dirigentes de la DAIA, los podemos llamar judenrats?

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  2. Llamamiento a Encuentro de Argentinos de Origen Judío

    Viví un momento maravilloso y mágico en FOETRA
    Sentí que mi voz es la misma voz de muchos.
    Que mi sentir es el sentir de muchos
    Que no estaba tan equivocada
    Que no estaba tan sola
    Que somos muchos más de los que creía
    Que hay mucha buena gente
    Que pude reivindicar a mis antepasados , a mis abuelos “ gauchos judíos “ que laburaban el campo, trabajaban en cooperativas y tomaban del mismo mate con los peones “ negritos “
    Que la lucha de ellos no fue en vano
    Que no todos los judíos somos iguales
    Que hay que comprometerse, que el compromiso con hace sentir más nobles y mejores personas.
    Que no hay que ser cómplices con el silencio
    Que queremos la paz
    Que somos muchos que queremos la PAZ
    Que somos muchos que queremos la verdad
    Que DAIA no nos representó nunca, que siempre fue cómplice de las peores atrocidades de la historia de nuestro país
    Por todo esto me siento orgullosa de haber participado hoy de este encuentro que marca un antes y un después y que nada volverá a ser igual
    No en MI NOMBRE .
    Llamamiento a Encuentro de Argentinos de Origen Judío

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  3. Roberto Perez Llana29 de abril de 2015, 0:52

    Un pueblo que elige corruptos no es víctima, ES CÓMPLICE ! ! !

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    1. Julito de Laferrere29 de abril de 2015, 7:39

      ¿Te referís a Macri o a Netanyauh?

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