El
19 de abril de 1943 se produjo el levantamiento del gueto de Varsovia, la
última reacción desesperada de supervivencia de los judíos allí encerrados. El
gueto fue creado por el ejército alemán en 1940 como campo de tránsito de las
deportaciones hacia la solución final. En un principio vivieron allí 400.000
judíos en condiciones de hacinamiento infrahumano y para los últimos días solo
quedaban alrededor de 50.000.
Soldado alemán
inspeccionando a un grupo de hombres en el gueto de Varsovia
En
esa situación límite donde diariamente sus habitantes morían de fiebre
tifoidea, tuberculosis, desnutrición o enviados en los trenes de la muerte para
ser gaseados por los alemanes en Treblinka, cada uno trataba de sobrevivir como
podía. Muchos adoptaron una actitud pasiva y se limitaron a esperar la muerte
en sus diversas formas.
Otros perdieron todos los principios y en su
desesperación por salvarse se convirtieron en judenrats, consejos formados por los nazis y que se encargaban de
diversas tareas, como censar a la población judía, inventariar sus bienes para
facilitar su confiscación por los nazis, elaborar las listas de personas que
debían ser deportadas hacia los campos de exterminio y perseguir a quienes
huían o se escondían. Formaron parte de una estructura diabólica y siniestra
creada por las fuerzas de ocupación alemanas para descargar parte de la
culpabilidad en los propios judíos. Tarde o temprano, a pesar de la sumisión al
ejército enemigo, casi todos los Judenrats
terminarían en las cámaras de gas de Treblinka o asesinados por los propios
judíos.
Finalmente,
estaban los que en situaciones extremas se convierten en imprescindibles, son
aquellos que piensan poco en la salvación de sí mismos y ponen todo su esfuerzo
en la de los demás. A esta estirpe pertenecía Mordejai Anilevich.
Mordejai Anilevich
(1919-1943)
Los
padres de Anilevich habían emigrado de Galitzia, una región de los Cárpatos en
Europa del Este y se habían instalado en una ciudad al norte de Polonia que
llevaba el impronunciable nombre de Wyszków.
Allí nació Anilevich en 1919 y la familia luego se trasladó a Varsovia.
Tanto
en el poblado de su nacimiento como en la capital del país, Anilevich tuvo que
convivir con el fuerte antisemitismo que siempre predominó en la sociedad
polaca. Los insultos y peleas con vecinos y compañeros de escuela fueron una
constante durante su infancia y adolescencia. Mordejai los enfrentaba, incluso en desventaja
numérica o ante muchachos mayores que él. Por su bravura, más de una vez le
dijeron “¡No pareces
judío!“. También
aprendió a tenderles celadas.
Ese ambiente hostil le fortaleció la idea de apoyar
al grupo Betar, organización fundada por el judío ruso Vladimir Jabotinsky uno
de los principales precursores del sionismo. Más tarde, Anilevich formó su
propio grupo y cuando se instituyó el gueto de Varsovia, se las ingenió para escapar
en varias oportunidades y recabar información sobre lo que acontecía afuera. Lo
lógico y lo que hubiera hecho cualquier individuo común hubiera sido no volver
jamás al gueto, pero Anilevich regresó para concientizar a sus habitantes y
advertirles de lo que les esperaba si no ejercían alguna resistencia. Es
importante destacar el contexto de desinformación en el cual los
judíos pasaban sus días. Pocas noticias entraban al gueto provenientes de
afuera y era imposible constatar lo que ocurría del otro lado de los muros.
Gente del gueto marchando
hacia los trenes de la muerte
Paralelamente
a sus campañas de información, Anilevich mediante contactos con grupos de
resistencia, logró introducir diversas armas cortas dentro del gueto. Después de la deportación masiva de 1942, se incorporó al
grupo judío de resistencia conocido como ZOB. Cuando en enero de 1943 los
alemanes intentaron un nuevo traslado de 30.000 judíos, los guerrilleros
salieron de sus bunkers, se mezclaron con el rebaño y atacaron a los alemanes
empuñando las escasas armas que les había provisto la resistencia polaca,
rescatando a varios miles que pudieron huir.
La
inesperada resistencia opuesta por las organizaciones judías de combate tomó de
sorpresa a los alemanes, obligándoles a interrumpir temporariamente las
deportaciones y buscar medios y formas de apresar a sus víctimas. Anilevich aprovechó
la tregua para una nueva reorganización y fortaleció la capacidad de lucha de
los grupos. Se ocupó de adiestrar a los jóvenes y a proveerles de armas.
El
19 de abril de 1943, siendo el aniversario del nacimiento de Hitler, los nazis
pretendieron festejar su cumpleaños realizando una nueva deportación masiva. En
ese preciso día comenzó aquella epopeya conocida como el Levantamiento del gueto
de Varsovia. La consigna de Anilevich para participar del movimiento era: “el
que quiere sobrevivir, que no forme parte. Aquí los que peleamos sabemos que
vamos a morir”. La resistencia luchó fieramente y lograron repeler a los
soldados alemanes sorprendidos ante la violencia del ataque, causándoles
numerosas bajas. Sin embargo, la desigualdad de fuerzas hizo que los judíos terminaran
refugiándose en los distintos escondrijos de las casas. Los altavoces de los
alemanes les exigían que salieran, pero nadie se hizo visible. Entonces
decidieron incendiar el gueto quemando y asfixiando a los habitantes.
Quema del gueto de Varsovia
El
8 de mayo, tras semanas de confrontación, los alemanes finalmente ingresaron al
bunker de la calle Mila 18 en el que se encontraban Anilevic y Mila Fuchrer su
novia y compañera de lucha. El bunker cayó ese mismo día y el levantamiento fue
finalmente reprimido. Anilevich murió junto con gran parte de los que lo
acompañaban. Según algunas fuentes cayó en combate, mientras que otras señalan
que se suicidó.
En un
extracto de la que se supone su última carta, el joven Mordejai Anilevich, que
sólo tenía en ese momento veinticuatro años escribió la siguiente nota: “Es
imposible poner en palabras lo que hemos pasado. Una cosa es clara, lo que
aconteció excedió nuestros sueños más osados. Es imposible describir las
condiciones en que viven los judíos del gueto. Sólo unos pocos podrían
mantenerse firmes. El resto morirá tarde o temprano. Su destino está decidido”.
“Gracias a nuestro transmisor escuchamos un maravilloso reportaje sobre nuestro
combate en la radio Shavit. El ser recordados más allá de las murallas del
ghetto nos alienta en la lucha. Que la paz sea contigo, amigo. Quizá nos
volvamos a encontrar.”
En el informe del 13 de mayo de 1943,
el general Jurgen Stroop decía: “180
judíos, bandidos y subhumanos han sido aniquilados. El sector judío de Varsovia
ya no existe. Las operaciones a gran escala finalizaron a las 20:15 horas al
hacer explotar la sinagoga. El número total de judíos con lo que se actuó fue:
56.065, incluyendo judíos capturados y judíos cuya exterminación puede ser
probada”.
Me pregunto
qué pensaría Anilevich ante el Israel actual con el que tanto soñó. Con
Benajmin Netanjahu como presidente y su canciller Avigdor Lieberman, ambos de
la más rancia ultraderecha. ¿Se pondría del lado de la política de Israel o su
simpatía se volcaría hacia los palestinos cuya situación guarda varias
semejanzas con el gueto por el cual luchó?
Monumento en homenaje a Mordejai Anilevich en Israel
Ezequiel
Eiben. Mordejai Anilevic, el héroe. 30/12/2009. http://ezequieleiben.blogspot.com.ar/2009/12/mordejai-anilevich-el-heroe.html
Elina
Malamud. La rebelión de los judíos. Página 12, 19/04/2015.
¿A los dirigentes de la DAIA, los podemos llamar judenrats?
ResponderEliminarSiiiiiiiii!!!!!
EliminarLlamamiento a Encuentro de Argentinos de Origen Judío
ResponderEliminarViví un momento maravilloso y mágico en FOETRA
Sentí que mi voz es la misma voz de muchos.
Que mi sentir es el sentir de muchos
Que no estaba tan equivocada
Que no estaba tan sola
Que somos muchos más de los que creía
Que hay mucha buena gente
Que pude reivindicar a mis antepasados , a mis abuelos “ gauchos judíos “ que laburaban el campo, trabajaban en cooperativas y tomaban del mismo mate con los peones “ negritos “
Que la lucha de ellos no fue en vano
Que no todos los judíos somos iguales
Que hay que comprometerse, que el compromiso con hace sentir más nobles y mejores personas.
Que no hay que ser cómplices con el silencio
Que queremos la paz
Que somos muchos que queremos la PAZ
Que somos muchos que queremos la verdad
Que DAIA no nos representó nunca, que siempre fue cómplice de las peores atrocidades de la historia de nuestro país
Por todo esto me siento orgullosa de haber participado hoy de este encuentro que marca un antes y un después y que nada volverá a ser igual
No en MI NOMBRE .
Llamamiento a Encuentro de Argentinos de Origen Judío
Un pueblo que elige corruptos no es víctima, ES CÓMPLICE ! ! !
ResponderEliminar¿Te referís a Macri o a Netanyauh?
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