Los dos grupos de
poder
Durante
la dictadura que ensombreció al país entre 1976 y 1982, había dos tipos de
dirigentes que constituían, podría decirse, grupos antagónicos en la lucha por
el poder. De un lado se encontraban el general Videla y sus secuaces que
actuaban imbuidos de ideas mesiánicas y fundamentalistas, del lado de enfrente
se hallaban unos pillos vulgares y ladrones cuyos principales objetivos eran
poder, negocio y dinero. Este grupo estaba encabezado por el almirante Massera.
En la búsqueda de sus objetivos ambos eran asesinos y mataban por sus
respectivas razones.
En
una declaración de soberbia e impunidad descontrolada, el general Ibérico Saint
Jean había sentenciado: “primero mataremos a los subversivos, seguidamente
mataremos a sus colaboradores, luego a sus simpatizantes, después a los
indiferentes y finalmente a los tímidos”. Helena Holmberg no estaba en ninguna
de estas categorías, pero la mataron lo mismo, porque pertenecía a una
clasificación que había omitido mencionar Saint Jean: sabía demasiado. Quienes
la asesinaron pertenecían al grupo de los pillos vulgares y ladrones, es decir
de Massera y sus compinches.
Emilio Massera e
Ibérico Saint Jean
El Centro Piloto
En
París la dictadura argentina había instalado en junio de 1977 una oficina
llamada Centro Piloto. El gobierno de facto llevaba poco más de un año, pero ya
los secuestros, desapariciones y torturas eran tantos que en Europa se había
generado una pésima imagen sobre quienes gobernaban la Argentina. El Centro
Piloto, además de seguir el rastro de los exiliados, tenía la función de
contrarrestar el desprestigio reinante.
Elena
Angélica Dolores Holmberg Lanusse, era una mujer de 48 años, elegante,
inteligente y experta en diplomacia, su padre era el coronel Holmberg Mouján,
médico, naturalista y oceanógrafo. Su madre Ernestina Lanusse, era tía segunda
del ex presidente Alejandro Agustín Lanusse y por lo tanto Helena y el
circunspecto general venían a ser una suerte de primos. Además, Elena por tradición
familiar, era profundamente antiperonista y estaba plenamente consustanciada
con la dictadura.
Por lo tanto ejerció con profesionalismo, tenacidad y
convicción su trabajo en el Centro Piloto. Con todo este bagaje estaba
totalmente convencida de su seguridad personal y se creía impune, pero sabía
demasiado y subvaloró la capacidad ilimitada de Massera para destruir a quien
se interpusiera en sus ambiciones.
Elena Holmberg
(1931-1978)
Pronto
Elena detectó que la función del Centro se había desvirtuado para convertirse
en un foco dedicado a la promoción política y personal del Almirante Massera.
Si bien el director era el embajador Anchorena, en la práctica las oficinas
estaban copadas por marinos de la ESMA, incluyendo entre ellos a los
torturadores Pernía y Astiz.
Se despilfarraban los recursos del Centro bajo la
excusa de gastos reservados para pagar los viajes de Massera por Europa, con el
objeto de establecer vínculos directos con figuras públicas que eventualmente
respaldarían su ascenso hacia una futura presidencia. Se trataba de viajes no
oficiales y que no quedaban registrados en los libros contables. Elena detectó
que Massera hizo contactos con Licio Gelli y Propaganda Due y que el primero,
junto con Firmenich, había tenido una entrevista con Massera en Villa Wanda, la
residencia que Gelli poseía en Italia.
En boca cerrada…
El
punto de inflexión donde empezó a correr el tiempo de descuento en la vida de
Elena, ocurrió en una cena en la embajada de París cuando notó que Delia, la
esposa del almirante, lucía un collar carísimo. Según los testigos, ella se
aproximó a la mujer rozó la joya con sus dedos mientras le dijo en voz alta:
“¡Qué lindo collar! ¿Este también se lo regaló Firmenich?” Se produjo un
silencio mortal, mientras Elena se retiraba de la sala con paso elegante.
Massera
no iba a tolerar que se difundiera que estaba en negociaciones, nada menos que
con Firmenich, uno de los fundadores y principal dirigente de la organización
Montoneros. Al poco tiempo el almirante pidió el traslado de Elena a Buenos
Aires.
A
esta altura de las circunstancias, Elena ya no se sentía tan segura, pero
confiaba que si le entregaba al ejército los planes presidenciales de Massera,
los uniformados además de protegerla, descabezarían al almirante. Fue su equivocación,
las tres fuerzas armadas actuaban en forma independiente y ninguna destapaba el
juego sucio de las otras.
Pocos días antes de su secuestro, Elena se reunió con
el diplomático Gregorio Dupont quien había sido compañero de ella en el
Instituto del Servicio Exterior. La reunión se llevó a cabo en un bar de la
Recoleta donde ella le informó que tenía pruebas, incluyendo fotos, de la
reunión entre Massera y Firmenich. El comentario de Dupont fue tajante: “No
hables más del tema Elena. Dejate de joder. Vos venís de afuera y no sabés lo
que está pasando acá. La gente desaparece y por mucho menos de lo que vos
conocés la matan. No hables más. Es peligrosísimo, te va la vida en eso”.
En
otra reunión le hizo el mismo relato a su colega Gustavo Urrutia. Éste después
de escucharla le dijo: “Eso no se lo podés contar a nadie. Te pueden matar.”
Secuestro y muerte
El
20 de diciembre de 1978, Elena llegó a su casa, se duchó y cambió para ir a
cenar a la casa de un matrimonio amigo. Allí tenía previsto encontrarse con dos
periodistas franceses de la revista París
Match que estaban interesados en producir un artículo sobre Argentina, muy
especialmente sobre la relación entre Massera y los montoneros, porque en el
mundo no se conocían antecedentes respecto de
una guerrilla cuyos jefes pactaban con sus verdugos.
Cuando
salía con su auto ubicado en la cochera de la calle Uruguay 1055, tres hombres
surgieron de un Chevy y la arrastraron al interior del vehículo. Hubo varios
testigos, que escucharon gritos de socorro, pero en esos tiempos, episodios
como aquél no llamaban la atención y por otra parte la gente tenía suficiente
pánico como para no meterse a salvar a nadie.
El
tipo de procedimiento, era característico de los grupos de tareas, pero en un
primer momento la familia de Elena pensó que eran subversivos. Pronto
descartarían esa hipótesis cuando los Holmberg, con la ayuda de Lanusse,
fatigaron todos los contactos cercanos al poder. En todos los niveles los
atendieron cortesmente, pero ninguno movió un dedo para develar el secuestro.
El general Álvaro Harguindeguy, Ministro del Interior fue el más elocuente y en
su estilo directo y vulgar les dijo: “esto es obra de ese negro hijo de mil
putas de Massera”. Más tarde en los juicios, Harguindeguy negaría haber dicho
esa frase.
Ojeda,
el jefe de la Policía Federal, también sostuvo
que se trataba de la Marina y responsabilizó directamente al contraalmirante
Rubén Jacinto Chamorro, jefe de la ESMA y responsable militar de la región. Por
su parte, el embajador Tomás de Anchorena, superior de Holmberg en Francia,
afirmó que si se detuviera a tres marinos, que él conocía, el caso se aclaraba
en menos de veinticuatro horas, pero todos se lavaron las manos.
Tres días después, el cuerpo de Helena fue encontrado
mientras flotaba en el Río Luján, pero le fue entregado a la familia
prácticamente irreconocible. Fue identificada porque tenía un anillo de oro con
el sello familiar y un reloj con las iniciales EH.
Hacia fines de 1982, Gregorio Dupont se presentó ante los
Holmberg y les relató el diálogo que había tenido con Elena poco antes de su
muerte. La familia le preguntó si estaba dispuesto a declarar y Dupont aceptó
diciendo: “no tengo nada que perder, no tengo hijos ni esposa”. Olvidó
mencionar a su hermano Marcelo, quién días después de la declaración de
Gregorio fue secuestrado y arrojado desde un edificio en construcción en el
barrio de Palermo Chico.
Graciela
Marziotta, Mariano Hamilton. Mejor muertos, pag. 141-163. Editorial Planeta,
Buenos Aires 2015
Periodistas
Viajeros. Centro Piloto París, espionaje de la dictadura en Francia. http://periodistasviajeros.com/centro-piloto-paris-espionaje-de-la-dictadura-en-francia/
¿Por
qué asesinaron a Elena Holmberg en 1978? La Nación 22/02/2001.
Rogelio
Alaniz. Secuestro y muerte de Elena Holmberg. El Litoral 06/08/2014.
Omar
Bello. Dupont: la masacre del publicista. La Verdad online.com. 26/12/2015. http://www.laverdadonline.com/noticia-26022.html
Cuántas cosas voy conociendo gracias a "El Mordaz"!... Gracias Ricardo!
ResponderEliminarHistoria muy tragica, Ricardo. Tales crimenes son comunes en las dictaduras de derecha y en las de izquierda.
ResponderEliminarLe preguntaría con todo respeto a Oswaldo de tipo régimen piensa es el del país que habita, puesto que aquella dictadura era ahijada de los EEUU. Cordialmente Juan Manuel Dominguez
ResponderEliminarEscalofrío por la espalda
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