El día en que nació
el tango
Sobre
este episodio hay una fecha precisa, pese a que transcurrió más de un siglo. Ocurrió
un 25 de octubre de 1897 en el local de baile de María Rangolla, alias La Vasca, quien abrió su establecimiento
(y también su escote) en la calle Europa, hoy Carlos Calvo al 2700. El de La
Vasca, era uno de los sitios más destacados donde acudía la bohemia de Buenos
Aires de aquellos años. Mezcla de sala de baile, local de bebidas y prostíbulo,
recalaron allí compositores, cantantes y bailarines del 2 x 4. Es innegable que
La Vasca y sus salones, así como el de Hansen y el de Laura, hicieron un gran
aporte a la música ciudadana.
Ahora
veamos que ocurrió ese 25 de octubre cuando suponemos que alrededor de la
medianoche ingresó al salón un joven que tendría no más de 20 años, de tez
morena, rasgos delicados y bigote puntiagudo. Completaba su estampa de
compadrito el clásico pañuelo blanco, saco con solapas, pantalones a rayas y
taquito militar. Todos se acercaron a saludarlo, porque ese día tenía lugar la
reunión mensual del “Z Club”, constituido por alrededor de 40 amigos. En esas
ocasiones, el salón de La Vasca cerraba sus puertas a los extraños, excepto
para Enrique Otamendi, el comisario del barrio quien concurría diariamente a
visitar a cierta pupila jovencita que él consideraba su propiedad privada.
El
recién llegado, que no era otro que Rosendo Mendizábal, anunció que tenía en su
cabeza una melodía que quería mostrarles. Como era el pianista oficial del
lugar se sentó ante el instrumento y empezó a tocar.
La
vivacidad y la belleza de estilo canyengue que brotó del teclado deslumbró a la
concurrencia desde el primer compás. Algunos comprobaron que era un placer
bailarla y terminada la ejecución, uno de los bailarines se acercó al del piano
diciéndole: “Rosendo, ¿por qué no se lo dedica a Segovia?” El tal Segovia era
un hacendado oriundo de Entre Ríos que estaba disfrutando, gracias a su
generoso bolsillo, la noche de Buenos Aires. Entonces, Mendizábal le dedicó la
partitura y la tituló “El entrerriano”. A cambio recibió, del agradecido
ganadero, 100 pesos que en aquella época era mucho dinero.
Se
cree que “El entrerriano”, fue el primer tango trasladado a las partituras, en
una época en que los músicos eran intuitivos y las melodías se convertían en
canciones anónimas, o alguien se aprovechaba y les estampaba su firma. Su autor
figura como A. Rosendo y está considerada una de
las tres piezas iniciales que definieron la identidad musical del tango, los
otros dos fueron “Don Juan” de Ernesto Ponzio y “El choclo” de Ángel Villoldo.
Carátula de El Entrerriano
Fue
grabado por primera vez en 1913 por el quinteto “Tano Genaro”, bajo el sello Atlanta y ese mismo año por Eduardo
Arolas bajo el sello Odeon. Varios
poetas le agregaron sus propias letras, pero ninguna pegaba ni estaba a la
altura de la música. Por eso es que “El entrerriano” es una de las pocas piezas
del patrimonio tanguero que no se canta. A lo largo del tiempo se podría decir
que todas las orquestas lo incorporaron a su repertorio y actualmente tiene la
misma vigencia y atracción que esa primera noche en el salón de La Vasca.
Rosendo Mendizábal
Rosendo Mendizábal
(1868-1913). Es la única foto que se conserva.
Anselmo
Rosendo Cayetano Mendizábal era de ascendencia afroargentina y de familia con
buena posición económica. Su padre Horacio y su madre Petrona Escalada eran
ambos argentinos, pero había en el joven Rosendo rasgos que provenían de un
antepasado medianamente lejano, seguramente de algún esclavo traído de África.
Así lo delataba su cabello mota y su tez un tanto oscura.
Siendo
aún niño murió su padre, víctima de la epidemia de fiebre amarilla que asoló
Buenos Aires. Pocos años más tarde heredó de parte de su abuela una importante
fortuna logrando entre otros lujos, realizar los estudios de piano en su
domicilio. Este instrumento fue su pasión y durante la adolescencia obtuvo el
título de profesor de piano que pronto le permitió dar lecciones privadas a
gente de la sociedad porteña. A esto contribuyó el apellido de prosapia de su
madre.
Rosendo
era hombre de la noche, gustaba de las mujeres, las fiestas y los bailes y
encaró esa vida en forma tan desenfrenada que pronto dilapidó su herencia. A
partir de los veinte años se las arregló para vivir de las clases de piano y de
su otra fuente de recursos que consistió en amenizar con el instrumento los
bailes de los locales nocturnos de Buenos Aires.
Fue el pianista de El Tarana
(lo de Hansen), La Vieja Eustaquia, La parda Adelina, Laura Monserrat y María
La Vasca, donde estrenó el tango que lo transportaría a la inmortalidad. Actualmente
Rosendo está considerado como el pianista más virtuoso de la Guardia Vieja.
La
mayoría de los lugares que frecuentaba eran de dudosa reputación que incluían
habitaciones donde las prostitutas ofrecían sus favores. Es importante señalar
que entre los habitués se incluían señores de la sociedad porteña. Estos
personajes constituían otra de las fuentes de ingreso de Rosendo, quien solía
venderles sus partituras con dedicatoria, porque por entonces ya se lo
consideraba uno de los mejores y más hábiles pianistas. Es por eso que dentro
de su fecunda producción, la mayoría de las piezas tenían nombre propio (Don Enrique, Don Horacio, Don José María
y por supuesto El entrerriano).
En
lo de Hansen, que se encontraba en el parque 3 de Febrero de Palermo, solía
concurrir el mundo del turf y varios de los tangos de Rosendo tenían títulos de
caballos y yeguas famosas como Reina de
Saba, Don Padilla y Polilla.
Muchas de estas obras fueron buenas piezas de tango, sin embargo rara vez se
tocan, es como si El Entrerriano las hubiera desplazado con ímpetu avasallante. Hacer click aquí para escucharlo por la orquesta de Francisco Canaro
Rosendo
actuaba generalmente como solista y sus ingresos estaban condicionados a la
generosidad de los concurrentes. Cuando la importancia de la reunión lo exigía,
se formaba un trio con el agregado de un violín e incluso una flauta, porque todavía no había llegado el
bandoneón al Río de la Plata, que la desplazaría definitivamente.
La
vida tan poco convencional de Rosendo no le impidió casarse y tener siete
hijos, cuatro varones y tres mujeres, una de ellas Carmen, aportó bastante información
sobre su padre que en los últimos años estuvo muy enfermo, casi ciego y víctima
de una parálisis.
Murió en la pobreza el 30 de junio de 1913, fue el día en que
los pianos estuvieron de luto y se silenciaron los salones de baile.
Hector
Benedetti. María La Vasca. El tangauta.com. http://www.eltangauta.com/nota.asp?id=887
Tangos
al Bardo. El entrerriano. 13/01/2014 http://tangosalbardo.blogspot.com.ar/2014/01/el-entrerriano.html
Juan
Silbido. Semblanza de Rosendo Mendizábal. Rodo tango. http://www.todotango.com/creadores/biografia/621/Rosendo-Mendizabal/
José
Vicente Boesmi. Historia del tango. Rosendo Mendizábal. Monografías.com. http://www.monografias.com/trabajos101/historia-del-tango-rosendo-mendizabal/historia-del-tango-rosendo-mendizabal.shtml
Horacio
Salas. El tango. Breviario ilustrado. Editorial Planeta 2009, Buenos Aires.
Magnífica la historia del tango, Ricardo. Conozco El Choclo. Voy a buscar El Entrerriano y Don Juan en iTunes a ver si los puedo oir.
ResponderEliminarGracias por mantenerme en la lista de El Mordaz