viernes, 23 de septiembre de 2016

ELENA, LA MUJER QUE SABÍA DEMASIADO

Los dos grupos de poder
Durante la dictadura que ensombreció al país entre 1976 y 1982, había dos tipos de dirigentes que constituían, podría decirse, grupos antagónicos en la lucha por el poder. De un lado se encontraban el general Videla y sus secuaces que actuaban imbuidos de ideas mesiánicas y fundamentalistas, del lado de enfrente se hallaban unos pillos vulgares y ladrones cuyos principales objetivos eran poder, negocio y dinero. Este grupo estaba encabezado por el almirante Massera. En la búsqueda de sus objetivos ambos eran asesinos y mataban por sus respectivas razones.

En una declaración de soberbia e impunidad descontrolada, el general Ibérico Saint Jean había sentenciado: “primero mataremos a los subversivos, seguidamente mataremos a sus colaboradores, luego a sus simpatizantes, después a los indiferentes y finalmente a los tímidos”. Helena Holmberg no estaba en ninguna de estas categorías, pero la mataron lo mismo, porque pertenecía a una clasificación que había omitido mencionar Saint Jean: sabía demasiado. Quienes la asesinaron pertenecían al grupo de los pillos vulgares y ladrones, es decir de Massera y sus compinches.


                                           Emilio Massera e Ibérico Saint Jean

El Centro Piloto
En París la dictadura argentina había instalado en junio de 1977 una oficina llamada Centro Piloto. El gobierno de facto llevaba poco más de un año, pero ya los secuestros, desapariciones y torturas eran tantos que en Europa se había generado una pésima imagen sobre quienes gobernaban la Argentina. El Centro Piloto, además de seguir el rastro de los exiliados, tenía la función de contrarrestar el desprestigio reinante.

Elena Angélica Dolores Holmberg Lanusse, era una mujer de 48 años, elegante, inteligente y experta en diplomacia, su padre era el coronel Holmberg Mouján, médico, naturalista y oceanógrafo. Su madre Ernestina Lanusse, era tía segunda del ex presidente Alejandro Agustín Lanusse y por lo tanto Helena y el circunspecto general venían a ser una suerte de primos. Además, Elena por tradición familiar, era profundamente antiperonista y estaba plenamente consustanciada con la dictadura. 

Por lo tanto ejerció con profesionalismo, tenacidad y convicción su trabajo en el Centro Piloto. Con todo este bagaje estaba totalmente convencida de su seguridad personal y se creía impune, pero sabía demasiado y subvaloró la capacidad ilimitada de Massera para destruir a quien se interpusiera en sus ambiciones.

                    Elena Holmberg (1931-1978)

Pronto Elena detectó que la función del Centro se había desvirtuado para convertirse en un foco dedicado a la promoción política y personal del Almirante Massera. Si bien el director era el embajador Anchorena, en la práctica las oficinas estaban copadas por marinos de la ESMA, incluyendo entre ellos a los torturadores Pernía y Astiz. 

Se despilfarraban los recursos del Centro bajo la excusa de gastos reservados para pagar los viajes de Massera por Europa, con el objeto de establecer vínculos directos con figuras públicas que eventualmente respaldarían su ascenso hacia una futura presidencia. Se trataba de viajes no oficiales y que no quedaban registrados en los libros contables. Elena detectó que Massera hizo contactos con Licio Gelli y Propaganda Due y que el primero, junto con Firmenich, había tenido una entrevista con Massera en Villa Wanda, la residencia que Gelli poseía en Italia.

En boca cerrada…
El punto de inflexión donde empezó a correr el tiempo de descuento en la vida de Elena, ocurrió en una cena en la embajada de París cuando notó que Delia, la esposa del almirante, lucía un collar carísimo. Según los testigos, ella se aproximó a la mujer rozó la joya con sus dedos mientras le dijo en voz alta: “¡Qué lindo collar! ¿Este también se lo regaló Firmenich?” Se produjo un silencio mortal, mientras Elena se retiraba de la sala con paso elegante.

Massera no iba a tolerar que se difundiera que estaba en negociaciones, nada menos que con Firmenich, uno de los fundadores y principal dirigente de la organización Montoneros. Al poco tiempo el almirante pidió el traslado de Elena a Buenos Aires.

A esta altura de las circunstancias, Elena ya no se sentía tan segura, pero confiaba que si le entregaba al ejército los planes presidenciales de Massera, los uniformados además de protegerla, descabezarían al almirante. Fue su equivocación, las tres fuerzas armadas actuaban en forma independiente y ninguna destapaba el juego sucio de las otras. 

Pocos días antes de su secuestro, Elena se reunió con el diplomático Gregorio Dupont quien había sido compañero de ella en el Instituto del Servicio Exterior. La reunión se llevó a cabo en un bar de la Recoleta donde ella le informó que tenía pruebas, incluyendo fotos, de la reunión entre Massera y Firmenich. El comentario de Dupont fue tajante: “No hables más del tema Elena. Dejate de joder. Vos venís de afuera y no sabés lo que está pasando acá. La gente desaparece y por mucho menos de lo que vos conocés la matan. No hables más. Es peligrosísimo, te va la vida en eso”.
En otra reunión le hizo el mismo relato a su colega Gustavo Urrutia. Éste después de escucharla le dijo: “Eso no se lo podés contar a nadie. Te pueden matar.”

Secuestro y muerte
El 20 de diciembre de 1978, Elena llegó a su casa, se duchó y cambió para ir a cenar a la casa de un matrimonio amigo. Allí tenía previsto encontrarse con dos periodistas franceses de la revista París Match que estaban interesados en producir un artículo sobre Argentina, muy especialmente sobre la relación entre Massera y los montoneros, porque en el mundo no se conocían antecedentes respecto de una guerrilla cuyos jefes pactaban con sus verdugos.

Cuando salía con su auto ubicado en la cochera de la calle Uruguay 1055, tres hombres surgieron de un Chevy y la arrastraron al interior del vehículo. Hubo varios testigos, que escucharon gritos de socorro, pero en esos tiempos, episodios como aquél no llamaban la atención y por otra parte la gente tenía suficiente pánico como para no meterse a salvar a nadie.

El tipo de procedimiento, era característico de los grupos de tareas, pero en un primer momento la familia de Elena pensó que eran subversivos. Pronto descartarían esa hipótesis cuando los Holmberg, con la ayuda de Lanusse, fatigaron todos los contactos cercanos al poder. En todos los niveles los atendieron cortesmente, pero ninguno movió un dedo para develar el secuestro. El general Álvaro Harguindeguy, Ministro del Interior fue el más elocuente y en su estilo directo y vulgar les dijo: “esto es obra de ese negro hijo de mil putas de Massera”. Más tarde en los juicios, Harguindeguy negaría haber dicho esa frase.

Ojeda, el jefe de la Policía Federal, también sostuvo que se trataba de la Marina y responsabilizó directamente al contraalmirante Rubén Jacinto Chamorro, jefe de la ESMA y responsable militar de la región. Por su parte, el embajador Tomás de Anchorena, superior de Holmberg en Francia, afirmó que si se detuviera a tres marinos, que él conocía, el caso se aclaraba en menos de veinticuatro horas, pero todos se lavaron las manos.

Tres días después, el cuerpo de Helena fue encontrado mientras flotaba en el Río Luján, pero le fue entregado a la familia prácticamente irreconocible. Fue identificada porque tenía un anillo de oro con el sello familiar y un reloj con las iniciales EH.

Hacia fines de 1982, Gregorio Dupont se presentó ante los Holmberg y les relató el diálogo que había tenido con Elena poco antes de su muerte. La familia le preguntó si estaba dispuesto a declarar y Dupont aceptó diciendo: “no tengo nada que perder, no tengo hijos ni esposa”. Olvidó mencionar a su hermano Marcelo, quién días después de la declaración de Gregorio fue secuestrado y arrojado desde un edificio en construcción en el barrio de Palermo Chico.

 Graciela Marziotta, Mariano Hamilton. Mejor muertos, pag. 141-163. Editorial Planeta, Buenos Aires 2015
Periodistas Viajeros. Centro Piloto París, espionaje de la dictadura en Francia. http://periodistasviajeros.com/centro-piloto-paris-espionaje-de-la-dictadura-en-francia/
¿Por qué asesinaron a Elena Holmberg en 1978? La Nación 22/02/2001.
Rogelio Alaniz. Secuestro y muerte de Elena Holmberg. El Litoral 06/08/2014.
Omar Bello. Dupont: la masacre del publicista. La Verdad online.com. 26/12/2015. http://www.laverdadonline.com/noticia-26022.html


4 comentarios:

  1. Cuántas cosas voy conociendo gracias a "El Mordaz"!... Gracias Ricardo!

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  2. Oswaldo C de Maryland25 de septiembre de 2016, 9:27

    Historia muy tragica, Ricardo. Tales crimenes son comunes en las dictaduras de derecha y en las de izquierda.

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  3. Le preguntaría con todo respeto a Oswaldo de tipo régimen piensa es el del país que habita, puesto que aquella dictadura era ahijada de los EEUU. Cordialmente Juan Manuel Dominguez

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