Cuando
Yayoi Kusama puso pie en Nueva York y vio esa ciudad avasallante de movimiento
y creatividad, comprobó que había acertado con el lugar en el que quería
desarrollar su capacidad artística. Escapaba de un Japón que a trece años de
terminada la guerra se estaba recuperando dolorosamente, un país depresivo con
crisis de identidad, demasiado feudal y desdeñoso con las mujeres.
Kusama
estaba cristalizando un sueño que había comenzado cuando tenía 14 años
visitando una librería de usados donde encontró una biografía sobre la pintora norteamericana Georgia O’Keeffe, cultora
del arte preciosista. La niña quedó fascinada con esos dibujos de flores de
colores radiantes que surgían de las láminas del libro. En ese instante,
decidió que la pintura era la única forma de escapar de las alucinaciones que
la atormentaban desde temprana edad.
El estilo
preciosista de Georgia O’Keefe fue la inspiración inicial de Kusama
Ahora,
18 años después de aquél día en la librería, lo primero que hizo fue aferrarse
a la guía telefónica y sacar las direcciones de cuanta galería de arte se
encontraba en la Gran Manzana. Eran más de un centenar y las recorrió a todas,
pero lo que más la fascinaba era el Museum
of Modern Art (MOMA).
Al principio Nueva York fue hostil con la japonesita, durante
meses apenas tenía qué comer. Una cena podía ser un puñado de castañas
calientes, un resto de pescado encontrado en la basura o los desperdicios de
los restaurantes. Se inscribió en una escuela de arte, porque era una de las
exigencias para extender su visa, pero no simpatizaba con los movimientos de la
época. Por entonces reinaba Andy Warhol con su pop art y el expresionismo
abstracto del recién fallecido Jackson Pollock, pero no sentía atracción por
esas estéticas, tenía que encontrar su propio estilo.
Andy Warhol
(1928-1987)
Las alucinaciones fueron su musa, vinieron en torbellino, primero
en forma de puntos y comillas que llenaban los espacios que ella pintaba.
Pronto vinieron los lunares y su reproducción infinita y de la mano de los
lunares llegó también la fama. Al terminar una tela, Kusama sentía la compulsión
de seguir pintando: los muebles, las paredes, el techo. Se despertó una mañana
y vio que las comillas habían cubierto la ventana. Al tocar el vidrio, se le
subieron por el brazo. Una ambulancia se la llevó al Hospital Bellevue. Los
episodios se volvieron semanales.
Pero Kusama tenía gran capacidad de recuperación y además era
consciente de que pintando escapaba de su locura. También abusó de estructuras
amorfas que semejaban lombrices y penes, fláccidos, eréctiles, solitarios o
entrelazados como nidos de serpientes. Las formas fálicas crecían como hongos
que se desparramaban por toda la habitación, secuela del terror que le había
inculcados su trastornada madre sobre el sexo. Pero pronto volvió a los lunares
Cada vez que terminaba una obra, Kusama organizaba una sesión de fotos donde
posaba en el centro de su producción. Alguien señaló que ella formaba parte de
la obra y la mirada hermética e inalterable de la artista se volvió una marca
registrada.
Yayoi Kusama en
el medio de una habitación totalmente cubierta de lunares
No habían transcurrido diez años desde su llegada cuando ya era
famosa y no solo por sus pinturas, también por su actividad política contra la
guerra de Vietnam. Las demostraciones y protestas las hacía a su manera
mezclando arte, nudismo, consignas y carteles donde ella era la directora
rodeada de efebos desnudos cubiertos de lunares multicolores. Una de estas
exhibiciones públicas se llamó “Fiesta de explosión anatómica en el Central
Park”, bacanales que repitió en Wall Street, la Estatua de la Libertad y el
MoMA y que fueron tapa de los diarios y acrecentaron su fama y popularidad.
Yayoi Kusama en
la demostración de protesta “Fiesta de explosión anatómica en Central Park”
Pronto otros artistas empezaron a copiar su arte mientras Kusama
decía con sonrisa irónica: “todos imitan mi enfermedad”. Había uno que no la imitaba,
el legendario Joseph Cornell, un extraterrestre como ella, quién recluso en su
vivienda, en lugar de lunares hacía cajas compartimentadas, llenas de adornos,
fotos y cuanta cosa se le pasara por su mente. Formaba parte de un estilo
llamado assemblage. El y la artista
constituyeron una entrañable amistad asexuada, ella odiaba el sexo y él era
impotente.
Kosama
decidió explotar su creatividad y se lanzó al mercado con su flamante empresa
la Kusama Fashion Company, que
diseñaba, zapatos, anteojos, adornos y vestidos con coloridos lunares y con agujeros
para tener sexo sin desvestirse. Cuando la fama de esta singular artista no
tenía nada que envidiarle a la de Warhol, súbitamente abandonó admiradores y
detractores, negocios y proyectos y se volvió a Japón.
Yayoi Kusama y los productos
de su empresa de diseño
Pero este era otro Japón, también tenía rascacielos, con calles donde
hormigueaba la gente que se desplazaba en todas direcciones, apuradas, la
mirada fija en un horizonte inexistente. Huyó de Tokio buscando la paz y la
belleza de su pueblo natal, pero el río que corría alegre detrás de su casa
ahora era un pantano, las piedras blancas estaban ennegrecidas y un muro de
concreto se había levantado cerca de su jardín poniéndole límites a su
libertad, porque del otro lado estaban las fábricas del Japón industrializado. Por
decisión propia ingresó en 1977 en una clínica psiquiátrica y adquirió un
taller próximo al instituto. Hasta hoy, sus días transcurren entre esos dos
lugares.
Sin embargo, Japón pronto reconoció su talento y le concedió un
pabellón entero en la Bienal de Venecia. Desde entonces sus obras recorren las
galerías de todo el mundo y pasó por el MALBA de Buenos Aires donde cuadras de
cola esperaron horas para ver a la pintora de los lunares, la artista de 84
años, mejor pagada y una de las más famosas e influyentes del mundo.
Los jacarandá del MALBA
reciben con lunares la exposición de Kusama
Ángeles
García. Yayoi Kusama, un universo infinito de penes y lunares. El País
09/05/2011.
María Gainza. Luna Park.
Radar 16/06/2013
Germaine Greer. Yayoi Kusama's dot paintings are
obsessive, weird, inspired - why can't we see more of her? The Guardian
25/05/2009
Natividad
Pulido.ABC.es Cultura. Yayoi Kusma: alucinaciones desde el psiquiátrico.
09/05/2011
Estuve en esa exhibición del MALBA y me fascinó. Gracias pro recordármelo
ResponderEliminarEs muy frecuente que los creadores de nuevos estilos artísticos, especialmente si son muy audaces e innovadores, sufran de algún trastorno psiquiátrico. Parece ser un fenómeno muy asociado a la creatividad.
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