Viajando
por avenida del Libertador al pasar por el Hipódromo se ven las playas de
estacionamiento totalmente colmadas durante las 24 horas del día. Es que en
forma corrida y sin interrupción, funcionan alrededor de mil máquinas
tragamonedas. Muchas de las personas que frecuentan este casino, sufren un
estado compulsivo por el juego y me trajeron a la memoria la novela El jugador de Fiódor Dostoievski.
Fiódor Dostoievski
(1821-1881)
Un libro en siete días
Dostoievski
se pasea nervioso por la habitación mientras le dicta a su secretaria, Anna
Grigoryevna, su nueva creación literaria, que lleva por título El jugador. La ansiedad de Dostoievski
está plenamente justificada, debe completar la obra en tan solo una semana. ¿Por
qué tanta exigencia? El hecho es que Dostoievski había dilapidado su fortuna en
la ruleta y había contraído una deuda importante con su editor. Vencido el
plazo estipulado, éste podía enviarlo a la cárcel, experiencia que Dostoievski
no quería repetir.
Sus
amigos lo veían tan angustiado que se ofrecieron para escribir la novela en
conjunto, pero Dostoievski se negó rotundamente. Entonces, uno de ellos sugirió
que contratara a una amanuense y allí está ahora Anna Grigoryevna, cada día de
la semana, hasta bien entrada la noche, exhausta, después de largas horas de
escribir, tachar y enmendar a toda velocidad. Finalmente, el manuscrito puede
ser terminado justo a los siete días.
El
jugador: un
reflejo fiel del trastorno patológico del juego
El jugador,
además de ser una de las obras literarias escritas en menos tiempo, es la
expresión más acabada de un personaje trastornado por la compulsión al juego.
Es notable que, habiendo sido elaborada con tanta premura, no se trate de una
novela ligera ni de gestación forzada. Es tan meditada y profunda que, como las
demás producciones de Dostoievski, se introduce de lleno en los caracteres de
los personajes.
Sin
duda la obra está alimentada con experiencias vividas por el autor, ya que sólo
aquel que ha padecido la pasión por el juego puede describir con tanta objetividad
la excitación y el deseo incontrolable que surge ante una mesa de cartas o el
característico tintinear de la bola saltando en la ruleta. En la novela hay
muchos párrafos relatados en primera persona –probablemente el mismo
Dostoievski– que son verdaderamente elocuentes: "Aposté a los pares
veinte federicos de oro y gané, volví a poner y de nuevo gané. Y así dos o tres
veces. En unos cinco minutos había reunido casi cuatrocientos federicos de oro.
Era el momento de irme, pero una extraña sensación se apoderó de mí, algo así
como un desafío al destino, un deseo de burlarme de él, de sacarle la lengua.
Hice la máxima apuesta permitida, cuatro mil florines y los perdí. En un
arrebato saqué el resto, repetí la jugada y de nuevo perdí".
Al
final de la novela hay otra escena que describe claramente al jugador compulsivo:
"Salí
del casino, hurgué el bolsillo del chaleco y encontré un florín. Tendré con qué
comer, pensé, mas apenas hube dado cien pasos, cambié de idea y regresé a la
sala de juego. Puse aquel florín a pleno y puedo jurar que se experimenta una
sensación particular cuando uno que está solo, en un país extraño, lejos de la
patria, de los amigos, no sabiendo si va a comer aquel día, arriesga su último
florín".
Portada de una de las ediciones
en lengua española de El Jugador, La
figura de tapa representa el cuadro de Paul Cézanne Los jugadores de cartas.
Estas
escenas constituyen ejemplos perfectos del paciente que sufre de ludopatía, el trastorno
patológico del juego. En el primer fragmento, el personaje no puede dejar de
apostar pese a que el sentido común le está indicando que la suerte no es
permanente y que ya embolsó una ganancia sustancial; en el segundo, sabe que se
puede quedar sin comer si arriesga el último florín.
En
los relatos surgen nítidos varios aspectos característicos de la ludopatía: la
pasión incontrolable, la tendencia a apostar grandes sumas y una excitación y
energía producidas no tanto por el dinero que se puede ganar, sino por el juego
en sí mismo.
Anna Grigoryevna
La
amanuense devenida en esposa, fue para el escritor un apoyo invalorable que
soportó sus crisis epilépticas, la pobreza que permanentemente los rodeó, su
pasión descontrolada por el juego y la pérdida del primer hijo. También es
probable que, gracias a ella, Dostoievski no cayera en situaciones peores como
el robo, el suicidio y el crimen, que son los efectos colaterales de quienes
padecen ludopatía.
Anna Grigoryevna
Durante
los primeros años del matrimonio, la pareja se refugió en el extranjero escapando
de los prestamistas. Sin embargo, Dostoievski no abandonó la pluma y produjo
varias novelas, entre las que se destacan El
idiota, La vida de un gran pecador y Los
poseídos. Esta última tuvo gran éxito y constituyó un punto de inflexión
que se profundizó con Los hermanos
Karamázov.
Era
el año 1880 y Dostoievski, reconocido como celebridad nacional, comenzó a
recibir distinciones y membresías en sociedades literarias. Lamentablemente,
gozó poco tiempo del éxito, ya que falleció en 1881 a la edad de sesenta
años.
Actualmente,
Dostoievski se encuentra entre los autores más leídos, quizás porque dramatizó
en sus ficciones los problemas morales, religiosos y políticos que alteraron a
las generaciones entre las dos grandes guerras y las décadas siguientes.
Tumba de Dostoievski en San
Petersburgo
Fuentes
Brasol,
B. The diary of a writer, 2 vol.
(1949, reissued 1979).
Dostoievski, F. El Jugador. Unidad Editorial SA. 1999.
Encylopaedia Britannica. "Dostoyevsky". Macropedia. vol. 17, págs. 451-54.
Encyclopaedia Britannica Inc. 1995.
Folino,
J. O., Abait, P. E. "Pathological gambling". Curr Opinion Psychiatry. 2009;
22:477-481.
Koteliansky, S. S. Dostoievsky: Letters and Reminiscence. (1923, reprinted 1971).
Koteliansky, S. S. Dostoievsky: Letters and Reminiscence. (1923, reprinted 1971).
muy bueno el artículo! gracias por las reflexiones y las búsquedas bibliográficas!!
ResponderEliminarBienvenida a El Mordaz, Lila
ResponderEliminarExcelente información del Mordaz, así como muy buenas ilustraciones, como siempre. ¡Adelante Mordaz, sigue así!
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