Escudo de la casa Habsburgo
El
19 de junio de 1867 Maximiliano I, emperador de México, enfrenta el peor
momento de su vida. La mañana es atroz y verdadera, mientras el pelotón de
fusilamiento carga sus armas y espera la orden de fuego, por su mente los recuerdos
se suceden en ráfagas vertiginosas. Surgen en su memoria imágenes de la
infancia en los palacios de Viena rodeado de tutores y maestros. Una rígida
disciplina educativa de numerosas horas diarias, que lo convierte en la persona
más culta de la nobleza europea, llegando a manejar con fluidez siete idiomas y
poseer conocimientos en numerosas ciencias. Todo ese bagaje es ahora superfluo
para eludir su sentencia a muerte. ¿Le faltó tacto político o la fatalidad de
las circunstancias lo llevó a esta situación en el lugar equivocado a miles de
kilómetros de su querida Viena?
Recuerda
sus tiempos de gloria cuando fue comandante en jefe de la marina austríaca, a
la que incorporó innovaciones y flamantes unidades con una de las cuales dio la
vuelta al mundo en una expedición científica. Fue la primera vez que una nave
de su país circunnavegó el globo. Junto con su hermano, el emperador de Austria
Francisco José, participó en numerosas campañas para pacificar el imperio.
Maximiliano y Carlota
Su
recuerdo se detiene en el fastuoso casamiento con su prima Carlota de Bélgica. Pero
ella no está para acompañarlo en el momento en que más necesita su afecto, se
fue a Europa a solicitar ayuda para su esposo y la noticia de su fusilamiento
le haría perder el juicio que nunca más recuperó.
Ahora
los recuerdos de Maximiliano retroceden ocho años y se detienen en el momento
fatídico en que una comisión de la aristocracia mexicana, los cipayos
vernáculos de aquél momento, le fueron a solicitar que asumiera el trono como
emperador de México. Presionado por las veleidades imperiales de Napoleón III
sobre ese país, el apoyo del Vaticano y la presencia de un importante ejército
francés, Maximiliano finalmente accede cometiendo la decisión más funesta de su
vida.
Comisión mexicana le pide en
Trieste a Maximiliano que acepte ser emperador de México
Recuerda
la partida desde Trieste, con su puerto embanderado y las bandas militares que
lo saludan con honores. Su embarcación es escoltada por naves austríacas y
francesas y al pasar por el estrecho de Gibraltar, la reina Victoria ordena que
los cañones le lancen salvas de despedida. Infatuado por las circunstancias,
arriba a Veracruz en 1864 sin saber que a su reinado y a su propia vida sólo le
restan 3 años.
Su
primer desencanto fue la recepción, sólo están presentes los aristócratas que
lo visitaron en Europa, el pueblo salvo algunos curiosos brilla por su
ausencia. México está convulsionado, las armas republicanas de Benito Juárez
tienen enfrentamientos permanentes con las fuerzas francesas, que superiores en
número y armamento, las obligan a continuas retiradas para contraatacar
nuevamente.
Maximiliano junto con Carlota y su séquito se radican en el
castillo de Chapultepec, carece del boato y la pompa de los palacios vieneses o
de su mansión de Trieste, pero es lo mejor que hay en México.
Benito Juárez (1806-1872),
la figura más importante en la historia de México
Mientras
tanto, Benito Juárez desplaza su magro gabinete de una ciudad a otra, escapando
de ser arrestado por los franceses que cuentan con el aval de la indigna
aristocracia local desconforme con las leyes progresistas de Juárez.
Maximiliano proveniente de una dinastía de siglos, nada menos que la del Sacro
Imperio Romano, no percibe que se encuentra en el momento y lugar inadecuados y
subestima a ese mestizo de baja estatura que se empecina en seguir siendo
presidente. Juárez es de una conducta y tenacidad inquebrantables que no se
alteran aunque tenga que estar huyendo continuamente en diligencia o a caballo
cubierto por el polvo de los caminos.
En
cuestión de meses, el azar se torna desfavorable para el Emperador, finaliza la
guerra de Secesión en Estados Unidos y el gobierno de Washington empieza a preocuparse por
México. El país del norte no está dispuesto a que potencias europeas se
inmiscuyan en lo que considera su área de influencia. Presiona a Napoleón III,
quien decide retirar sus fuerzas. En contrapartida Estados Unidos le facilita
armas a las fuerzas republicanas. El emperador queda solo y sitiado y
finalmente es hecho prisionero. Una corte marcial lo condena a muerte, Juárez
no hace concesiones, Maximiliano había hecho fusilar a muchos de sus hombres y
además quiere dar una lección a las potencias europeas para que no se
entrometan con la soberanía de México.
El
ruido de las armas cargándose, ahuyenta sus pensamientos y lo devuelve a la
terrible realidad. El impacto de los proyectiles lo arroja hacia atrás y mancha
de rojo su camisa de fina seda. La imagen pasa a la historia en el famoso óleo
de Edouard Manet: La Ejecución del
Emperador Maximiliano, pintado dos años más tarde.
Edouard Manet. La ejecución
del Emperador Maximiliano (6 de julio de 1832)
Ocaso de la dinastía
Habsburgo
Rodolfo,
el hijo de Francisco José y sobrino de Maximiliano quién debía suceder en el
trono a su padre, se suicidó en 1889 junto a su amante la baronesa María
Vetsera en la residencia de caza de Mayerling, tenía sólo 31 años. El cadáver
de la joven fue retirado a escondidas la noche siguiente para evitar el
escándalo y el edificio es transformado en un convento de Carmelitas. La madre
de Rodolfo la muy hermosa y espigada Isabel que inspiró la serie de Sissi, con
Romy Schneider como protagonista, nunca se pudo recuperar de la muerte de su
hijo. Estando de paseo por Ginebra, Suiza, fue apuñalada mortalmente por un
anarquista.
Con
la muerte de Rodolfo el trono de Austria pasó a manos de su sobrino el
archiduque Francisco Fernando, cuya mayor pasión era la caza y se vanagloriaba
de haber matado alrededor de 5000 ciervos. Los animales tuvieron su venganza ya
que un extremista mató al archiduque y su esposa durante su visita a Sarajevo.
Fue en 1914 y constituyó la chispa que generó la Primera Guerra Mundial. Terminado
el conflicto, también fue el fin de la monarquía de la casa Habsburgo.
Maximiliano, Rodolfo, Isabel
y el archiduque Francisco Fernando, cuatro muertes violentas en menos de 50
años
Maximiliano
I. Biografías y vidas. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maximiliano_i.htm
La
ejecución del Emperador Maximiliano. Artehistoria. http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/22.htm
Biografía
de Maximiliano de Habsburgo. Historia Universal. http://www.historiacultural.com/2011/05/biografia-maximiliano-de-habsburgo.html
Muy bueno el artículo y aprovecho para decirte que leí con mucho placer y sumo interés tu libro Onírica, es un extraordinario trabajo repleto de detalles de buen gusto y con un concepto integrador muy poco frecuente. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarGracias Daniel, viniendo de vos tu comentario tiene un valor agregado. El laboratorio tiró 10.000 ejemplares y piensan en una reedición. Me gustaría que saliera del ámbito de los médicos hacia el público, pero por ahora está restringido a los profesionales de la salud
EliminarSaludos
Siempre me impresionó la historia de este triste personaje, desde que escuché, tal vez por primera vez, su relato en un programa de radio que usaba de cortina , el segundo movimiento del Concierto No.2 de Rachmaninov, (¿Hace 70 años?), sin olvidar la película protagonizada por Paul Muni con Bette Davis como Carlota. Finalmente, además de la literatura y el cine, tuve la suerte de visitar en Trieste, el palacio Miramare, pensado, "a quién se le ocurre salir de aquí para irse a ninguna parte"!
ResponderEliminarJC
Lo que quise resaltar en este artículo es que la venida de Maximiliano no fue por decisión de Austria ni de las potencias europeas sino que fueron los cipayos vernáculos de turno que en patota lo fueron a buscar. Algo parecido a lo que hizo Florencio Varela cuando fue a Inglaterra a pedir ayuda a los ingleses para derrocar a Rosas. El resultado fue el combate de la Vuelta de Obligado que le mostró a la esucala anglofrancesa que aquí no los queríamos.
EliminarPor ese motivo San martín le donó su sable a Rosas que ahora gracias a la presidenta Cristina descansa en el lugar que le corresponde.