sábado, 4 de octubre de 2014

LORD CARNARVON Y HOWARD CARTER

Cuando George Edward Stanhope Molyneux Herbert, el quinto conde de Carnarvon (de aquí en más lo llamaremos simplemente Carnarvon), tuvo un accidente de auto que lo dejó maltrecho, no se imaginó que gracias a este infausto episodio pasaría a la historia como coautor de uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos. Carnarvon poseía uno de los palacios más grandes de Inglaterra, llamado Highclere, en el condado de Hampshire, rodeado de un parque de 400 hectáreas. Al borde de la ruina, logró casarse con Almina, una hija ilegítima de la familia Rotschild que volcó una enorme dote y le permitió al conde seguir manteniendo su costosísima propiedad, el regimiento de personal de servicio y las fastuosas fiestas que gustaba organizar, en varias de las cuales asistió la monarquía inglesa.

                            Lord Carnarvon (1866-1923)

Aparece Howard Carter
El automovilismo fue una de las pasiones de Carnarvon y fue pionero en adquirir los primeros modelos de autos que surgieron a fines del siglo XIX, hasta que en 1901 tuvo el accidente que le cambió la vida. Los médicos le aconsejaron que por un tiempo abandonara el clima húmedo de Inglaterra y se radicara en alguna zona de Medio Oriente. Carnavorn se instaló en El Cairo y pronto desarrolló un ávido interés por la Egiptología. Decidió investigar ruinas arqueológicas y con buen criterio se buscó un experto, el arqueólogo Howard Carter, de sólida reputación y con vasta experiencia en excavaciones al servicio del gobierno egipcio.

              Howard Carter (1874-1939)

Carter estaba convencido que la tumba de Tutankamon aún no había sido hallada y le contagió su entusiasmo al conde, quién decidió respaldar financieramente el proyecto hasta encontrar los restos del faraón egipcio. Las excavaciones comenzaron en 1907 y debieron interrumpirse al iniciarse la Primera Guerra Mundial. Las tareas arqueológicas se reanudaron en 1917 y durante los 5 años siguientes, Carter sólo encontró piezas menores, pero no perdió el entusiasmo. El que sí estaba decepcionado era Carnarvon que veía como se iban gastando ingentes sumas de dinero sin resultado alguno. Finalmente le envió un cable, fijándole un plazo límite, pero pocos días después, trabajando en la zona del Valle de los Reyes, Carter encontró unos escalones. Siguieron removiendo febrilmente y se hallaron frente a una escalera que conducía a una puerta sellada. Inmediatamente le cablegrafió al conde diciéndole: “Finalmente hice un descubrimiento maravilloso en el Valle: una tumba magnífica con los sellos intactos. La volví a tapar hasta que usted llegue”.

                   Carter y Carnarvon junto a la entrada de la tumba en 1922

La tumba de Tutankamon
Tres semanas después, llegó a Luxor Carnarvon con su hija Lady Evelyn Herbert y se reanudaron las excavaciones. Al remover la tierra que cubría la puerta aparecieron tres sellos con el nombre de Tutankamon, lo que confirmó a Carter que estaba en el camino correcto. Al removerla, se encontraron con un pasadizo que finalizaba en otra puerta sellada. Entonces Carter con su pico hizo un orificio para poder pasar una linterna y mirar el interior. Un aire caliente, de tres milenios y con escaso oxígeno hizo temblar la luz de las lámparas. Carter introdujo una de ellas a través del orificio y miró el interior de la nueva cámara. Así relata Carter aquél instante histórico: “Lord Carnarvon, Lady Evelyn y el resto estaban detrás mío esperando ansiosos mi informe. Cuando mis ojos se acostumbraron a aquella penumbra, comprobé que se trataba de una gran cámara cuyas paredes estaban decoradas con dibujos y jeroglíficos. Pude ver gran cantidad de objetos de distintas formas y tamaños y por todos lados el brillo del oro. Contemplé extasiado todo aquello hasta que escuché la voz impaciente de Lord Carnarvorn ¿Se ve algo? Sólo atiné a responder: Sí, cosas maravillosas”.

La tumba de Tutankamon compuesta por varias cámaras, la última de ellas con el sarcófago gigantesco del faraón

A la mañana siguiente removieron la puerta e ingresaron en lo que resultó ser una antecámara, porque a su derecha había otra puerta sellada flanqueada por las estatuas de dos guerreros. A esta altura de los acontecimientos, la información del hallazgo se había filtrado y una nube de periodistas, arqueólogos y curiosos se habían convocado en las escaleras de entrada. La noticia ya figuraba en la tapa de los diarios de todo el mundo: “Posible hallazgo de la tumba de Tutankamon”. Por razones de seguridad y preservación de los objetos hallados, no se permitió el ingreso de nadie excepto los especialistas en egiptología. 

Pero el féretro de Tutankamón, no aparecía, sin duda había que traspasar la entrada donde estaban los dos guerreros. Al hacerlo se encontraron con un enorme sarcófago de paredes de oro que ocupaba casi toda la habitación, finalmente habían hallado la cámara funeraria. Llevó semanas retirar otros tres sarcófagos encajados cada uno dentro del anterior, a semejanza de las muñecas rusas, hasta llegar al ataúd que contenía la momia del faraón niño, cubierta por la célebre máscara de oro. El ataúd y las 5000 piezas restantes se encuentran en el Museo de El Cairo y a Carter le llevó una década clasificarlas.

El contenido de objetos de oro de una de las cámaras y los dos guerreros que guardan la entrada a la sala donde se encuentra el féretro


Highclere


La imagen del castillo resulta familiar ¿verdad? Quienes siguieron la exitosa y brillante saga Downton Abbey, comprobarán que se trata de Highclere, actualmente bajo el cuidado del bisnieto George Herbert, VIII duque de Carnarvon y de su esposa Fiona. El conde mantiene el palacio con lo que obtiene de sus tierras, ganado y producción agrícola, pero fundamentalmente por las visitas guiadas, ya que la mansión es un verdadero museo en pinturas, muebles, adornos y piezas arqueológicas egipcias. Sobre estas últimas, su actual dueño, se preocupa en aclarar que su bisabuelo las obtuvo antes del descubrimiento de la tumba de Tutankamon.

Un dato final: para la filmación de Ojos bien cerrados, Stanley Kubrik, utilizó el gran salón para la escena principal de la película.

El gran salón donde se filmó la escena principal de la película Ojos bien cerrados


Amigos de la egiptología. George Herbert, VIII conde de Carnarbon. http://www.egiptologia.com/entrevistas-a-egiptologos/3010-geordie-herbert-viii-conde-de-carnarvon.html
Jennifer Rosenberg. Tomb of King Tut Found. About.com. XX Century History. http://history1900s.about.com/od/1920s/a/kingtut.htm
Jimmy Dun. The Life of Lord Carnarvon. http://www.touregypt.net/featurestories/carnarvon.htm


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