viernes, 31 de octubre de 2014

JUSTICIA POR MANO PROPIA

El primer fusilamento de la dictadura de Uriburu

                            Joaquín Penina (1900-1930)

Joaquín Penina tenía 29 años y hacía 6 que había venido de Cataluña a la Argentina. Políticamente era anarquista, pero de la línea pacífica, ya que su función se limitaba a distribuir libros y folletos del movimiento. En 1930 esa actividad era peligrosa desde que el dictador general Uriburu había publicado un bando que en uno de sus artículos establecía que “Todo individuo que sea sorprendido en in fraganti delito contra la seguridad y bienes de los habitantes, o que atente contra los servicios y seguridad pública, será pasado por las armas sin forma alguna de proceso”. La ambigüedad del texto hacía ilimitado el abanico de posibilidades delictivas.

La noche del 9 de septiembre de 1930, ingresó violentamente un grupo de militares armados en la pensión donde dormía Penina, lo arrastraron hasta un camión y lo llevaron a un descampado en las barrancas del río Paraná en la ciudad de Rosario. El operativo estaba a cargo del capitán Luis Sarmiento y se conserva el siguiente testimonio del subteniente Jorge Rodríguez: “Por la escalerilla trasera del camión bajaba el que iba a morir. Venía con las manos esposadas atrás y cuando sintió el ruido de la carga de las pistolas, yo, que lo tenía a un paso, lo vi abrir los ojos en mirada de asombro y rápidamente comprender.”

Tras los disparos, recibió el tiro de gracia y al día siguiente cuatro conscriptos cavaron una fosa y lo enterraron. El de Penina fue el primer fusilamiento del gobierno de Uriburu y un crimen oculto porque no tenían pruebas sobre delito alguno. Dos años más tarde, cuando Uriburu abandonó el poder y se levantó el estado de sitio, el gobierno de Santa Fe ordenó una investigación, pero no hubo condenas.

Un día de 1934, el capitán Luis Sarmiento iba conduciendo su auto en una ruta provincial cuando se le cruzó otro vehículo. Detuvo el auto y descendió, dos hombres se dirigieron a él por su nombre y cuando confirmaron su identidad le gritaron: “Esto te lo manda Penina”, y allí mismo lo ajusticiaron.

La soberbia de los terratenientes y sus consecuencias
El teniente coronel Benigno Varela fue enviado a la Patagonia por orden de Hipólito Yrigoyen para solucionar el conflicto entre los terratenientes y los peones de campo, encargados del cuidado y de la esquila de las ovejas. Una vez en el lugar, el jefe militar negoció algunas mejoras sobre las pésimas condiciones laborales de los huelguistas y después de lograr un acuerdo satisfactorio para los trabajadores, las fuerzas militares abandonaron Santa Cruz.

La solución escandalizó a los grandes propietarios, a las empresas extranjeras vinculadas con ellos y a la Liga Patriótica de Manuel Carlés, que acusaron de blandura al gobierno radical.

                Teniente Coronel Benigno Varela

Los terratenientes, no verían afectada en lo más mínimo su rentabilidad si se atenían al laudo, pero hicieron caso omiso, por lo que se reanudó la huelga y reaparecieron los piquetes y los saqueos. Varela volvió con sus tropas e instrucciones ambiguas: debía poner orden. Luego de haber exigido una rendición incondicional, optó por una dura represión y más de 400 peones fueron fusilados.

Kurt Gustav Wilckens era un militante anarquista alemán que a los 24 años emigró a los Estados Unidos, empleándose en una fábrica de escabeche y conservas. Pronto se enteró que allí se elaboraban dos tipos de productos: una primera marca de buena calidad que iba a los barrios de la burguesía y una de segunda de menor calidad para los barrios obreros. Wilckens convenció a sus compañeros de proceder de manera inversa y al poco tiempo lo echaron.

               Kurt Gustav Wilckens (1886-1923)

Luego de participar en varias huelgas de las minas de carbón del multimillonario Andrew Mellon, el gobierno de Estados Unidos lo consideró demasiado molesto y lo depositó en su país natal. Allí se enteró del movimiento libertario argentino y no pudiendo con su genio de luchador idealista recaló en el Río de la Plata en 1920. Cuando tuvo conocimiento de los fusilamientos de los obreros en la Patagonia, decidió que merecían justicia.

El 27 de enero de 1923, Varela, madrugador como todo milico, salió de su casa del barrio de Palermo a las 7 de la mañana. Desde hacía algunas horas, Wilckens se había apostado en las cercanías y cuando el militar se acercó le arrojó una bomba y le pegó cuatro tiros, cifra con la que Varela solía ordenar el fusilamiento de sus víctimas.
         Ernesto Pérez Millán Témpeley (1899-1925)

Meses después Ernesto Pérez Millán Témperley, un pariente de Varela y miembro de la Liga Patriótica, disfrazado de guardia cárcel, logró introducirse en la celda donde cumplía prisión Wilckens y lo mató mientras dormía. Millán Témperley tenía conecciones e influencias y su crimen no tuvo condena, pero fue recluido temporariamente en el Hospicio Vieytes de Buenos Aires. Allí creyó sentirse seguro, ignorando que también estaba internado el anarquista ruso Boris Wladimirovich que se había hecho pasar por loco para eludir el penal de Ushuaia. Wladimirovich había jurado vengar a Wilckens y convenció al internado Esteban Lucich, quien tenía cierto grado de debilidad mental, para que acabara con Millán Témperley. Le entregó un revólver que consiguió a través de una visita y le dijo: “Cuando le dispares le dirás que es un obsequio de Wilckens”. Como corresponde a un subordinado de pocas luces, Lucich cumplió cabalmente su misión.

La operación Mercurio
El 22 de agosto de 1972, después de un intento de fuga, 16 miembros de distintas organizaciones peronistas y de izquierda, presos en la Base Aeronaval Almirante Zar en Trelew, fueron sacados de las celdas y asesinados por miembros de la Armada. La versión oficial a cargo del contralmirante Hermes Quijada, Jefe del Estado Mayor Conjunto, "fue que habían intentado una nueva fuga, se resistieron a entregarse y se generó una lucha con el resultado de los 16 muertos".

                                 El grupo que intentó fugar y más tarde sería fusilado

A principios de abril de 1973 el aparato de Inteligencia del ERP recibió una información: en la calle Arenales 1974, en el 6º piso, vivía el Contralmirante Hermes Quijada. Miembros del ERP se pusieron inmediatamente a trabajar sobre la información recibida. Comprobaron que a 20 metros del presunto domicilio de Quijada, se apostaba una numerosa custodia de civil; allí vivía Mor Roig, el ministro del Interior de la dictadura. Era muy riesgoso matar al marino a la salida de su departamento, había que hacerlo mientras se trasladaba en su vehículo. 

Después de días de vigilancia se logró determinar que la mayoría de las veces Quijada salía entre las 8:30 y las 9:30 horas y subía a un Dodge Polara blanco que previamente, su chofer, retiraba del garaje. Los datos obtenidos pasaron al Comité de Acción y se puso en marcha la llamada “Operación Mercurio”.


       Contralmirante Hermes Quijada (1920-1973)

Aquí entró a tallar Víctor Fernández Palmeiro, apodado “el Gallego”, que había logrado escapar de la masacre de Trelew y acababa de regresar de Cuba. Fue él quien sugirió que la moto era el medio más versátil para atacar a Quijada. El Gallego y el que sería su acompañante, compraron una y durante días practicaron ejercicios de alta velocidad en el tránsito, esquivando vehículos y haciendo piruetas. El Gallego iría atrás armado con una ametralladora Halcón, saltaría de la moto en el momento en que el auto de Quijada tuviera que detenerse ante un semáforo y barrería al almirante y su conductor. Después de varios intentos frustrados, la oportunidad se presentó el lunes 30 de abril de 1973. Quijada subió al auto a las 9:10 horas y el chofer enfiló hacia la avenida Santa Fe para luego tomar directamente por Junín. El momento adecuado se presentó recién cuando el semáforo lo detuvo en la calle Sarmiento. 

El Gallego saltó de la moto y se paró ante la ventanilla trasera derecha. Quijada tuvo una fracción de segundo para ver al joven alto, morocho, de anteojos, con una campera azul que le apuntaba con un arma y una fracción de segundo más para pensar que debería tomar la ametralladora que llevaba sobre sus rodillas con las mismas manos con que empuñó aquel puntero que le sirvió para explicar en la televisión lo de Trelew. No alcanzó a manipularla, porque el fogonazo en el caño de la Halcón le dijo que ya comenzaron a entrar en su pecho los primeros balazos y que empezaba a morirse.

Osvaldo Bayer. La Patagonia Rebelde.Editado por Página 12, Buenos Aires 2009.
Portal Libertario OACA. Joaquín Penina, anarquista y primer fusilado de Argentina. 18/10/2011. http://www.portaloaca.com/historia/biografias/3744-joaquin-penina-anarquista-y-primer-fusilado-de-argentina.html

Operación Mercurio. El ajusticiamiento del almirante Hermes Quijada. http://www.cedema.org/ver.php?id=2154

Marcelo Larraquy. De Perón a montoneros. Editorial Aguilar, Buenos Aires 2010.

Marcelo Larraquy. Marcados a fuego. De Yrigoyen a Perón. Editorial Aguilar, Buenos Aires 2009.


8 comentarios:

  1. muy bueno tu articulo de hoy, bien documentado, del ultimo episodio tengo memoria.

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  2. En este tema de Justicia por Mano Propia faltaría hablar del fusilamiento del general Aramburu por el grupo de Abal Medina durante la dictadura de Onganía

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    1. Indudablemente el ajusticiamiento de Aramburu fue uno de los hitos más importantes de esta temática de la justicia por mano propia. No lo agregué aquí porque está desarrollado en el blog del 14 de junio de este año. Lo podés ver poniendo en el buscador "La contrarrevolución de Valle", o simplemente escribiendo Aramburu.
      Saludos

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  3. En general cuando usted se refiere a los medios hegemónicos se centra en La Nación, pero Clarín es mucho peor

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  4. La Nación tiene ideología definida y clara y me sirve ante cualquier duda si estoy bien posicionado, o sea que si defiende algo es porque es malo y viceversa.
    Clarín no tiene ideología y no lo considero un diario sino un panfleto político plagado de inexactitudes donde la oposición hace casting para ver quien satisface más a Magnetto

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  5. Faltaría agregar el asesinato de Ramón Falcón a manos de Radowizky

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    1. Hola Lucas:
      No me referí al tema porque ya lo publiqué en le blog del 29/12/2012 bajo el título "El coronel y el anarquista". Lo encontrás en el buscador poniendo ese título o simplemente "Ramón Falcón", sin olvidar los acentos.
      Saludos

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  6. Disiento con su opinión de que Clarín no tiene ideología. Sí que la tiene y muy clara.

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