Dos instantes de felicidad
para Churchill
Para
Winston Churchill, el año 1941 le brindó dos gratos momentos dentro de la
soledad en que se encontraba Inglaterra bajo el bombardeo feroz de la aviación
nazi. El primero, fue cuando el 21 de junio recibió la noticia de que 3 cuerpos
de ejército alemanes habían invadido territorio ruso, un error de Hitler
descomunal que le produciría el peor desgaste de toda la guerra.
El
segundo momento de alegría ocurrió cuando el obeso canciller se hallaba en su
casa de campo el 7 de diciembre. Era domingo y para Churchill ese día de la
semana era sagrado aunque cayeran bombas sobre Londres. Había terminado de
cenar junto con sus dos invitados, el embajador norteamericano y un asesor del
presidente Roosevelt, cuando se le ocurrió prender la radio. Entonces se enteró
de que Japón había bombardeado Pearl Harbor, la base aeronaval más importante
del Pacífico.
Aviones japoneses listos
para despegar desde los portaaviones en dos oleadas de ataque sobre Pearl
Harbour
Churchill
se comunicó inmediatamente con el presidente norteamericano quién le confirmó
la noticia y le dijo una frase que para él era la caricia que tanto tiempo
había esperado: “Ahora ya estamos en el mismo barco”. Por primera vez en meses,
esa noche durmió pacíficamente después de pensar que Inglaterra, aunque
destrozada y mutilada saldría victoriosa. Con la invasión a la Unión Soviética y con el ingreso de Estados Unidos a la guerra, el destino de Hitler estaba sellado, las campanas empezaron a doblar
a muerto para el mesiánico dictador alemán.
Momento en que Roosevelt
anuncia la declaración de guerra al Japón.
El plan de Roosevelt
Roosevelt
estaba ansioso por entrar en la guerra, detestaba a Hitler que se había
apoderado de casi toda Europa y experimentaba un horror instintivo ante la
dictadura nazi. Ansiaba con todas sus fuerzas entrar en el conflicto y socorrer
a Inglaterra, pero el drama era que lo deseaba en completa soledad. Nadie en
Estados Unidos, tenía el menor interés de meterse nuevamente en un conflicto
europeo. Roosevelt buscó un vericueto, un atajo para que su país se involucrara
en la guerra y ese atajo fue Japón.
Esta
nación había firmado un Pacto Tripartito con Alemania e Italia, donde se
establecía que si alguno de los tres era atacado por otra potencia, los otros
dos acudirían en su ayuda. Por lo tanto, al provocar a Japón, Roosevelt estaba
desafiando a Alemania y a su socia Italia.
¿Cuál
era por entonces la situación del país del sol naciente? Japón con malas artes,
como corresponde a toda nación con pretensiones imperiales, se había
transformado en una potencia colonialista que amenazaba a los Estados Unidos
por el control del Pacífico. Con una sucesión de guerras victoriosas se fue
apoderando en forma escalonada de gran parte de China, la Manchuria y una gran
extensión de la costa este, que incluía puertos tan importantes como el de
Cantón. También habían pasado a formar parte del imperio japonés las actuales
dos Coreas, la isla de Taiwan y la zona de Tongking al norte de la Indochina Francesa.
Todo este territorio, ahora sometido a un colonialismo servil, era cinco veces
más grande que el propio Japón.
Un ultimátum premeditado
En
1941 la diplomacia de Tokio estaba tratando de negociar con Washington para que
los Estados Unidos liberaran los fondos japoneses congelados y autorizaran a las
Indias orientales a comerciar con Japón que necesitaba desesperadamente de
materias primas, especialmente petróleo. En compensación se retiraría de
Indochina.
El gobierno de Roosevelt estuvo de acuerdo, pero además le exigió el
retiro completo de China, de Taiwan y de comprometerse a no invadir Filipinas,
las Indias orientales y Tailandia. Como si esto fuera poco agregó como fruta
del postre que rompiera con el Pacto Tripartito.
Se
trataba de un ultimátum, que ponía a Japón entre la espada y la pared y
Roosevelt lo sabía a tal punto que advirtió a los jefes de Ejército y Marina
que “habiendo fracasado las discusiones políticas, ahora la palabra la tenían
las fuerzas militares”. Diez días antes de que los japoneses atacaran Pearl
Harbor, Roosevelt se comunicó con Churchill y le dijo que se había dado un gran
paso hacia la entrada de Estados Unidos en la guerra.
El
presidente norteamericano había estirado la cuerda a un punto en el cual no
había retorno, había generado las condiciones para que Japón diera un zarpazo
en alguna parte de la capacidad bélica de Estados Unidos, se necesitaba un cebo
que se llamaría Pearl Harbor. Debería ser un ataque de tal magnitud para que el
pueblo norteamericano reaccionara en forma monolítica al grito de “yellow bastards”. El operativo fue sin
previa declaración de guerra, que era lo que más deseaba Roosevelt, para
convertir la acción en un acto de cobardía.
Ataque a Pearl Harbour
Evidencias de que Pearl
Harbor fue un cebo
El
servicio de inteligencia de Estados Unidos había decodificado el sistema
secreto de comunicación japonés, de tal manera que podían leer los mensajes
cifrados que emitía Tokio como si fuera un libro abierto. Era imposible, por lo
tanto, que no hubieran registrado la enorme cantidad de mensajes que circularon
en los altos mandos japoneses, incluyendo los informes emitidos por espías de
ese país, quienes bajo la cobertura de diplomáticos se habían instalado desde
hacía meses en Hawaii. Uno de ellos había hecho un relevamiento detallado de
las instalaciones y unidades navales y aéreas asentadas en Pearl Harbor con
precisión absoluta.
Quién
más investigó el tema fue el contraalmirante Theobald que volcó toda su
información en un libro, ignorado por los sucesivos gobiernos que pasaron por
la Casa Blanca. Entre otras cosas, Theobald señaló que todas las bases de
Estados Unidos ubicadas en distintas partes del planeta fueron avisadas de un
inminente ataque japonés, todas menos Pearl Harbor que era el blanco inequívoco
por su posición estratégica en el medio del Pacífico. Otra señal sugestiva, fue
que los tres portaaviones, las unidades navales más importantes, salieron de la
rada de Pearl Harbor unos días antes del ataque como para preservarlas de la
inminente destrucción.
Almirante Isoroku Yamamoto. Fue el
artífice del plan Pearl Harbour y designado por el alto mando japonés para
comandar la flota que atacó la base norteamericana. El 13 de abril de 1943, el
avión en que viajaba fue derribado por cazas norteamericanos. El servicio de
inteligencia de Estados Unidos había descifrado el código de comunicación
japonés y le preparó una emboscada.
Si
bien por entonces no existía información satelital, resulta absurdo que una
flota enemiga de casi 20 naves compuesta por portaaviones, cruceros, acorazados
y buques tanques, recorriera durante días, los más de 6000 kilómetros que median
entre la costa del Japón y Hawai, sin ser advertida.
En
la madrugada del 7 de diciembre de 1941, 350 aviones japoneses se lanzaron
sobre Pearl Harbor y como el factor sorpresa fue total, el daño fue devastador.
Japón tuvo el control total del Pacífico que le permitió invadir todas las
islas, exceptuando Nueva Zelanda y el continente de Australia. Sin embargo, el
enorme poderío industrial de Estados Unidos, hizo que tan solo seis meses más
tarde con las batallas navales de Midway y del Mar de Coral se revirtiera la
situación. A partir de entonces, Japón se encaminó hacia una lenta e implacable
derrota.
El
plan de Roosevelt se había cumplido a la perfección. Resulta inverosímil que la
masacre de Pearl Harbor fuera preparada por un jefe de Estado. Pero, ya lo dijo
Pascal, “la verdad quizás no sea verosímil”.
Rendición del Japón ante los aliados a bordo del acorazado Missouri
Alain
Decaux. La Historia Secreta de la historia, volumen 3. Editorial Atlántida,
Buenos Aires 1990.
Pearl
Harbour. History.
http://www.history.com/topics/world-war-ii/pearl-harbor#
Biografía
y vidas. Isoroku Yamamoto.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/yamamoto.htm
Segunda Guerra Mundial. Pearl Harbor y la ofensiva japonesa. Tomo 8, Editorial Planeta, Buenos Aires 2009.
Lo que más me recuerda Pearl Harbour son las escenas hot en la playa, en De aquí a la eternidad.
ResponderEliminarBueno el artículo.
Saludos
Con Burt Lancaster y Deborah Kerr, si mal no recuerdo
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