MARGARET HILDA ROBERTS

Admiradores y enemigos

La muerte de Margaret Hilda Roberts, conocida mundialmente como Margaret Thatcher cuando adoptó el apellido de su esposo, el magnate del petróleo Denis Thatcher, cierra el capítulo de uno de los estadistas más importantes del siglo XX. A una persona se la puede juzgar por lo que hizo, pero también por quiénes la amaban y la odiaban.

                       Margaret Thatcher (1925-2013)

En el primer aspecto se podría sintetizar que Thatcher, junto con la inestimable ayuda de Ronald Reagan dieron una vuelta de tuerca a la economía de sus propios países con repercusión en el resto del mundo. Abandonaron el estado benefactor y la filosofía económica keynesiana que permitió a Franklin Roosevelt sacar a su país de la gran depresión, para volcarse a ultranza a la política monetarista de los Chicago boys cuyo principal mentor fue Milton Friedman. Thatcher privatizó industrias y transportes públicos, redujo el poder de los sindicatos, fue precursora de la flexibilidad laboral, del estado bobo o prescindente y redujo los beneficios sociales. Un verdadero darwinismo económico que tan desastrosos efectos nos causó en 2001 y está causando ahora en Europa.

                                    Almas gemelas

En cuanto a quiénes fueron sus allegados y quiénes sus enemigos, simplemente me limitaré a mencionarlos y que el lector juzgue acorde. 

Fue mimada y respetada por Ronald Reagan y los Bush padre e hijo; la noticia de su ascensión como ministra fue recibida con alborozo por Jorge Rafael Videla y su ministro Alfredo Martínez de Hoz. Agreguemos a esta dupla al dictador chileno Augusto Pinochet, quien la ayudó durante la guerra de Malvinas pasándo información de inteligencia a la flota inglesa. Años después, ella le retribuyó el favor facilitándole la huida de Londres, mientras pesaba sobre el anciano general una orden de arresto desde España. A Menen le hubiera sido difícil hablar de “capitalismo popular de mercado” y llevar a cabo su política de desguace del estado sin la inspiración de Margaret.

Entre quienes la detestaban se encuentra Nelson Mandela y tenía sus razones: la Dama de Hierro, totalmente volcada a favor del apartheid, lo describió como “terrorista que debía arder en el infierno”. El presidente del partido Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), manifestó que la ex primera ministra hizo un gran daño a los irlandeses y los británicos durante su gobierno. El líder del Partido Verde en Oxford, David Williams, comentó: “Adorar la riqueza personal y dejar de lado el bienestar común se convirtieron en credos políticos aceptables bajo su liderazgo y llevaron a la avaricia corporativa y a la corrupción del gobierno”.

Ni que hablar de los mineros del carbón y todos aquellos que sufrieron su política de eficiencia, desregulación, flexibilización, firmeza o brutalidad frente a los desbordes sindicales o a todo tipo de rebeldía. Fueron herramientas que Margaret aplicó en distintos grados y en diversas circunstancias.

Ascenso al poder

Margaret Roberts nació el 13 de octubre de 1925 en Grantham (norte de Inglaterra), hija de un verdulero y pastor laico metodista. Dentro de sus virtudes debemos destacar su perseverancia, obstinación, confianza en sí misma, capacidad de liderazgo y oratoria convincente, muy mejorada con clases que tomó nada menos que con Sir Lawrence Olivier. Llegó al Parlamento en 1959 y siempre dentro del partido conservador alcanzó dos años más tarde los primeros escalones del gobierno. El gran espaldarazo político lo obtuvo de la mano del conservador Edward Heath, quien la nombró ministra de Educación en 1970 con la misión de reducir el gasto estatal.

    Protestas contra las medidas restrictivas de Margaret  sobre diversos beneficios escolares

En el cumplimiento de esa tarea se empeñó con ahínco, al extremo de eliminar el vaso de leche a los escolares de 7 a 11 años, lo que le valió el apodo rimado de “Margaret Thatcher, Milk Snatcher” o “ladrona de leche”.

El gobierno de Heath cayó en 1974 arrastrado por una crisis petrolera y la huelga de los mineros. Contra estos últimos Margaret, juró algún día vengarse. Nadie duda de que tuviera pasta de gobernante porque después de siglos de sucesivos primeros ministros ella no sólo fue la primera mujer, sino la que más duró en ese cargo.

La guerra salvadora

Margaret puso en práctica un durísimo programa de austeridad, con cortes del gasto público y aumentos impositivos y la economía entró en recesión con alto nivel de desocupación. Los disturbios sociales se sucedieron constantemente y su popularidad había caído al 23%. Fue entonces cuando del otro lado del planeta, un general alcoholizado llamado Fortunato Galtieri, le tendió una mano y la sacó del pozo.

          Multitudes ingenuas y engañadas vivan a Galtieri por la recuperación de las islas

En Argentina, la dictadura militar hacía agua por los cuatro costados y Galtieri, junto con Anaya de la Marina, decidieron apelar al sentido patriótico de los ciudadanos, para quienes las Islas Malvinas eran un sentimiento caro aprendido desde la infancia. El plan hubiera tenido resultado si no fuera porque el gobierno se enfrentó con una de las mayores potencias bélicas de la NATO y los militares argentinos después de años de perseguir a sus propios compatriotas habían perdido el espíritu de combate contra un enemigo regular, poseían un exiguo servicio de inteligencia y aplicaron tácticas y logísticas desastrosas. 

Galtieri supuso que los ingleses, debido a la distancia no reaccionarían, lo que demuestra que su conocimiento sobre la historia de Inglaterra y sus guerras era nulo. La escrupulosidad y la indecisión no son palabras que existan en el diccionario inglés y si había que hacer volar las islas por los aires o bombardear el continente lo hubieran hecho. Una muestra clara fue el hundimiento del Belgrano ordenado por Margaret fuera de la zona de exclusión, un crimen de guerra que le costó la vida a 323 tripulantes.

Con la ayuda inestimable de inteligencia y logística que le proveyó el amigo Reagan, pero pagando un costo considerable entre barcos y hombres, la Fuerza de Tareas recuperó las Malvinas y el prestigio de Margaret ascendió nuevamente. El lado positivo de esta tragedia fue el epitafio para cualquier futuro intento de los uniformados argentinos de tomar el poder por medio de las armas.

A partir de 1983, Margaret se consideró invulnerable e impune y aplicó políticas antisociales que ejerció con toda dureza en la huelga de los mineros, además de quitarle al Estado tantas empresas como pudo. Sin embargo, el broche de oro fue la desregulación del sector financiero, considerado por los economistas el Big Bang de la turbulencia mundial que viene castigando al mundo desde 2007. 

Finalmente, aplicó un impuesto inaceptable para el pueblo inglés y se vio obligada a renunciar antes del término de su tercer mandato. Su caída llegó desde el seno de su propio partido, que el 22 de noviembre de 1990 la castigó con una revuelta interna por su implacable determinación, la misma que la había llevado al poder once años antes. 

Cuando la Dama de Hierro se fue, dejó a Inglaterra con ricos que fueron más ricos, pobres que fueron más pobres, el sindicalismo destruido, alto índice de desocupación, un Estado gibarizado y una política económica perversa y devastadora.

           Manifestantes en distintas zonas de Londres festejan la muerte de Margaret

Fuentes:

Margaret Thatcher. La Nación, 09,04,2013

Marcelo Justo. Murió la dama de hierro del ultracapitalismo. Página 12, 09,04,2013

Mario Wainfeld. Aquellos años crueles. Página 12, 09,04,2013.

Guillermo Makin. No hay razones para llorarla. Página 12, 09,04,2013.

Frances O’Grady. Clearing up the mess that Margaret Thatcher left. The Guardian, 09,04,2013.