DESPUÉS DEL DILUVIO

La tragedia

Fue desgarrador ver las escenas de personas que lo habían perdido todo, porque como señaló Mercedes Martorell, magister en Salud Mental y Psicología Social, la gente queda arrasada, debido a que la inundación se lleva la identidad construida durante décadas, que incluye los objetos y los ritos cotidianos y en varios casos hasta la vivienda. Además de los muertos durante la catástrofe, en muchos quedarán secuelas mentales, como depresión, angustia y cuadros de pánico. Habrá muertes tardías por enfermedades cardiovasculares y respiratorias como ocurrió después de la inundación en Santa Fe, donde a la tragedia debió agregarse la indiferencia del gobierno provincial, la ausencia total de apoyo psicológico y la escasa ayuda material del gobierno de Reutemann.

                       Miles de comerciantes lo perdieron todo

 

La prevención

Hay otro daño que sufre la gente y es saber que esto podría haberse prevenido o al menos minimizado y surge el disgusto y la rabia ante las promesas incumplidas. Porque si bien en la ciudad de La Plata fue un fenómeno totalmente inusual, no se puede decir lo mismo de la ciudad de Buenos Aires. El procesado jefe de la ciudad se escudó diciendo que era una lluvia como nunca se había visto, cuando el fenómeno meteorológico se viene repitiendo anualmente y cada vez con mayor intensidad.

Ya no se puede hablar de cifras records ni de fenómenos inesperados. El clima cambió, el exceso descontrolado de emprendimientos inmobiliarios y los escasos espacios verdes aumentan la acumulación de agua. Hace varios años que estas tormentas son una rutina donde los sufridos porteños, especialmente de algunas zonas del barrio norte, lo pierden todo.

Durante su campaña, Macri insistió repetidamente que su primera misión sería resolver el problema de las inundaciones y se comprometió a construir varios túneles y desagotes, de los cuales solo resolvió y en forma parcial el del arroyo Maldonado. De la partida que le otorgó la Legislatura, sólo utilizó una pequeña parte, a tal punto que gastó más dinero en bicisendas y trayecto de los metrobuses que en implementar los medios para desagotar las zonas en riesgo.

 

Macri además, tiene un problema con la basura. Nunca Buenos Aires estuvo tan sucia y bolsas y papeles van a parar a las alcantarillas que quedan tapadas. Estamos en el otoño y la ciudad es muy arbolada, característica que la distingue favorablemente en relación con otras capitales, pero a las hojas hay que juntarlas. Se había pronosticado la presencia de una gran tormenta, sin embargo, no se advirtió del peligro a la población, no se recogieron las hojas acumuladas ni se controló el estado de los desagües y sumideros y ni siquiera se aconsejó que no se sacara la basura. El lunes a la tarde, veredas y pavimentos estaban cubiertos de hojas y no se veía un solo barrendero en toda la ciudad. Jamás se implementó un plan de emergencia y catástrofe disponible para ser ejecutado como ocurre en cualquier ciudad del primer mundo. Aquí también le cabe responsabilidad al gobierno de la Nación. Al ministro del Interior Randazzo nunca se le pasó por la cabeza convocar a los gobiernos de la ciudad y de la provincia para elaborar planes preventivos contra las inundaciones.

La inoperancia

El jefe porteño estaba en un lujoso spa de Brasil cuando lo llamaron miembros de su gobierno para volviera a Buenos Aires a encarar la tragedia. La vice jefa de la Ciudad ya debe estar cansada de poner siempre la cara, porque Mauricio ya totaliza doscientos días de vacaciones en lo que va de su gestión. Tuvieron que insistirle tres veces para que abandonara el ambiente sibarita en que se hallaba y decidiera regresar. Esta actitud del personaje no es sorprendente, ya pasó en ocasiones anteriores y además para él, haber sido presidente de Boca es más importante que ser jefe de la ciudad, según sus propias palabras, que escuché estupefacto hace un tiempo en declaraciones ante un canal de televisión.

        Caras largas en el gabinete ante las excusas de Mauricio

 

Cuando llegó a Buenos Aires montó un operativo mediático donde todos se pusieron camperas anti tormenta, por supuesto de color amarillo y con cara larga empezó a desgranar su conocida letanía caracterizada por excusas y victimización. En un balbuceo lamentable manifestó que los únicos culpables fueron el clima y el gobierno nacional. Nunca se presentó en las zonas de la catástrofe, no fuera que se le ensucien los zapatos. De todas maneras su prominente nariz olfateó que los vecinos, los mismos que lo votaron, esta vez lo amasijarían.

Rodríguez Larreta, que llegó días después tuvo que enfrentar en su propio territorio, esto es en el canal TN y en el programa de Nelson Castro, las duras críticas del periodista a las cuales respondió con argumentos pobrísimos y repetitivos. En cuanto al ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín, pese a ser el principal responsable no apareció nunca, estaba fascinado con París. Si Macri tiene dos dedos de frente, cosa que dudo, Chaín debe ser el fusible ineludible, pero creo que lo que ocurrió esta semana es el epitafio para los sueños presidenciales del ex presidente de Boca.

El manipuleo informativo

Ni siquiera las más grandes tragedias inhiben al monopolio mediático de buscar resquicios para desacreditar al gobierno. Como Macri era indefendible, apuntaron los cañones contra Cristina, poco pudieron hacer más que decir que la abuchearon cuando en marcado contraste con el comportamiento de Mauricio, se calzó las botas y se sumergió en el agua y el lodo de los barrios Mitre y Tolosa. 

Es cierto, hubo críticas lógicas de gente desesperada que no puede contener sus sentimientos, pero fueron miles más los que agradecieron su presencia, mientras besaba a la gente, daba consejos, trataba de consolar a los que perdieron todo y se introducía en las viviendas para evaluar los daños. 

                       La Presidenta Cristina en el Barrio Mitre

 Se dijeron mentiras descaradas, como cuando Marcelo Bonelli manifestó que Cristina no había hecho presencia en la capital. Su interlocutora, nada menos que la vice jefa del gobierno de la Ciudad, María Eugenia Vidal, desnudó el embuste de Bonelli diciéndole que la Presidenta había estado en el barrio Mitre. Por su parte, el diario Perfil de Fontevecchia afirmó que la madre de la Presidenta había sido evacuada a la Quinta de Olivos, otro engaño gigantesco, que tuvo que ser desmentido por Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia. 

Dejando de lado estas miserias, lo más rescatable fue y sigue siendo la inmensa solidaridad del pueblo argentino que aportó una ayuda masiva a los damnificados. Digo el pueblo argentino, porque la ayuda no sólo provino de Buenos Aires; de las provincias llegaron hasta la fecha más de veinte camiones con toda clase de elementos. En estos días frases como “no te metás” y “sálvese quien pueda”, se hicieron añicos contra el muro de la solidaridad y participación.