Eduardo
Aliverti es un periodista, locutor y docente con décadas de actividad en la
profesión. Fue uno de los pocos, sino el único, que se atrevió a criticar a la
dictadura en el programa Anticipos
por Radio Continental. Dueño de una exquisita y elaborada retórica que nunca
cayó en el lenguaje alambicado y encriptado, Aliverti es un orgullo del
periodismo argentino.
Eduardo Aliverti
Quienes
trabajan para el conglomerado Clarín y el diario La Nación lo detestan, saben
que es muy superior a ellos y eso es algo que no pueden digerir. Si bien
Aliverti es un crítico sin tapujos del monopolio mediático, siempre fue
respetuoso de sus colegas de la vereda de enfrente, esos que dicen pertenecer
al periodismo “independiente”. Si a través de su pluma o el micrófono, hizo
denuncias o reproches a columnistas que cayeron en la difamación o la
distorsión, nunca las acompañó con el nombre de los responsables.
Acorde
con la división de aguas establecida por los medios dominantes, Alvierti es
según ese periodismo autotitulado “independiente”, un comunicador “ultra k” o
“hiperkirchnerista”. Hasta ahora no había sido atacado, por la sencilla razón
de que no ofrecía fisuras ni resquicios donde pudieran meter su lengua
carroñera.
La
oportunidad se les brindó cuando el domingo 17 de febrero, Pablo García, el
hijo de Eduardo Aliverti, atropelló a un ciclista y le produjo la muerte.
Entonces se desató una parafernalia de agresiones verbales y escritas, producto
de años de acumular odio contra quién está muy por encima de ellos en la
profesión de comunicar con ética y calidad informativa.
Ese
día Pablo García, quién circulaba por la Panamericana a alta velocidad,
atropelló a Reynaldo Rodas que se dirigía a su trabajo en bicicleta. Es
importante consignar, ya que los medios no lo hicieron, que está prohibido
utilizar ese medio de transporte en la autopista. El cuerpo de Rodas rebotó en
el capó, rompió el parabrisas y cayó sin vida sobre el asiento del acompañante.
Pablo García entregó el cadáver en el siguiente peaje que estaba a 18
kilómetros y quedó detenido. Allí se comprobó, lo que hasta ahora sería el
principal cargo en su contra, tenía una alcoholemia elevada.
Pablo García
Habitualmente
una noticia de estas características, merece una columna en la sección
policiales, pero como se trataba del hijo de Eduardo Aliverti, dato consignado
hasta el hartazgo, fue nota de tapa y de ríos de tinta en páginas interiores
que persisten a 12 días de ocurrido el episodio.
Se
desinformó y se inventaron relatos descaradamente. Se dijo que Pablo García
estaba borracho y más aún, que era un borracho consuetudinario. Que había hecho
chistes y trató de sobornar a la empleada del peaje, que su licencia estaba
vencida y finalmente, que no se presentó ante el juez de faltas cuando lo
convocó el día 22 y por lo tanto, resaltaron eufóricos los medios, había sido
declarado en rebeldía.
Todas
mentiras que fueron metódicamente desembozadas por la realidad de los hechos.
La empleada negó las bromas e intento de soborno, la licencia de conductor
vence en 2017, Pablo García no es alcohólico y el día que fue convocado por el
juez de faltas, había sido citado en otra área por la misma causa.
El
monopolio mediático no se retractó de sus falsedades, o lo hicieron en páginas
interiores en un brevísimo párrafo. El daño ya estaba hecho y el lector de esos
medios se quedó con la sensación de que el hijo de Aliverti, es un delincuente.
Se había cumplido el objetivo.
Lo
más terrible e irreparable es la muerte de la víctima. El mayor sufrimiento lo padecen
sus allegados y amigos íntimos. Para ellos, es necesario que haya un trámite
rápido y una sentencia ajustada a derecho. También para el acusado,
corresponden todas las garantías constitucionales.
A
la prensa amarilla, no le interesa el muerto ni sus familiares, salvo para entrevistarlos
en forma inmediata e inducirlos en su momento de mayor angustia a decir
exabruptos, propios del dolor y la indignación por la muerte del familiar
querido. Exabrupto que figurará en los titulares de esos medios. El objetivo es
doblegar a Aliverti, humillarlo, destruirlo moralmente, sacar del terreno de la
información a quién tanto los aventaja.
Si
hay alguna conclusión sólida de este lamentable episodio, es que en Argentina
un sector del periodismo alcanzó el abismo de la inmundicia profesional de la
cual no hay retorno.
No veo la hora de leer los comentarios esclarecedores al respecto de Adolfo... ¡Bazinga!
ResponderEliminar(Mentira).
Por el momento no haré declaraciones a la prensa.
EliminarTanto Clarín como La Nación hacen notas correctísimas con respecto al tema y luego dan lugar a los comentarios sin filtro (o/y propios) en los que se solazan en largar los peores insultos y rencores acumulados en los muchos años de impecable y valiente labor profesional de E.A.
ResponderEliminarOtro tanto ocurrió cuando murió la madre de N.K. Todas los improperios y groserías imaginables, siempre a cargo de "los lectores".
En verdad esa política de descargar en los lectores toda la responsabilidad del odio la hace el multimedio con todas las notas que tengan algo de K+.
EliminarInmundos,sí.
Saludos cordiales.
Es Ud muy contradictorio, por un lado dice: “Se dijo que Pablo García estaba borracho…” (los malísimos medios Clarín y Nación) pero antes dice: “se comprobó, lo que hasta ahora sería el principal cargo en su contra, tenía una alcoholemia elevada.” No, pero sí… En qué quedamos?
ResponderEliminarEs muy gracioso ahora estar totalmete en pedo se dice “tener una alcoholemia elevada “
Luego también dice: “…atropelló a Reynaldo Rodas que se dirigía a su trabajo en bicicleta. Es importante consignar, ya que los medios no lo hicieron, que está prohibido utilizar ese medio de transporte en la autopista.”
Un razonamiento al mejor estilo del secretario Schiavi “si hubiese sido feriado morían muchos menos.
Otra cosa Dr, parece que si no entro yo el rating se le viene abajo.
Atte.
¿Adolfo está perdiendo aplomo o a mí me parece? ¿Dijo "en pedo"? mmmm.... ¿eso no es apasionarse? Justo lo que él más teme.... Y cierra el comentario develando su tremendo ego... Ay, ay, Adolfo, Ud. ya no es el que era...
EliminarUsted debe haber leído mi carta...lo que me llamó la atención, si prestó atención a la misma, que yo padre de Cecilia Pando, mi mujer y mis hijos hasta la fecha no hemos tenido la oportunidad de contar nuestra historia como la pudo contar Aliverti, quien se encarga periodicamente sin conocerla, solo por foto, sin valor y valentía de decirle personalmente las mentiras que escribe en Pag.12 en la cara...
ResponderEliminarAmigo carroñero, no conoce el campo, los carroñeros buscan la presa campo adentro. Pero hay carroñeros en las rutas o sea que se alimentan de animales muertos por los vehículos que las transitan...Aliverti debe estar sintiendo el mismo dolor que mi familia ¿o no somos todos humanos?