Política y pragmatismo
La política es la ciencia de la negociación, lo que implica ceder en un terreno para obtener ventaja en el otro. El pragmatismo, por lo tanto, es una cualidad que bien manejada permite al gobernante concertar arreglos sin por ello tener que claudicar en los principios de su gestión. Si el exceso de pragmatismo vuelve débil y poco creíble a un gobierno, su ausencia dificulta las relaciones y genera hostilidades.
El pragmatismo no es el lado fuerte de la presidenta Cristina, lo cual es bueno en muchas circunstancias donde hay que tomar decisiones duras, como hizo con el Banco Central, el no pago a los fondos buitres, la expulsión de Repsol en YPF y otras medidas de trascendencia.
La relación con Moyano exigía cierto diálogo, que fue siempre desechado por Cristina. Moyano era un socio incómodo, que Néstor Kirchner mantuvo de su lado y el camionero le fue fiel durante toda su gestión. Esta fidelidad continuó durante el lock-out de los campestres y sin duda fue un soporte para el gobierno de Cristina. Después de las elecciones, la relación comenzó a enfriarse y finalmente se cortaron todos los canales de contacto. Nunca sabremos el origen del malestar de Moyano, quizás pretendió un cargo en el gabinete o poner alguno de sus laderos en puestos claves del gobierno. Que su hijo Facundo asumiera como diputado, no fue suficiente para el gremialista.
Ahora Moyano bate el parche con modificaciones sobre el mínimo no imponible y el impuesto a las ganancias, reclamos que son atendibles y negociables, pero Cristina cortó todos los lazos de comunicación, lo cual a mi modo de ver fue un error.
Dime con quién andas
En su afán de protagonismo, el camionero fatigó todos los canales de televisión y radio del monopolio de Magnetto donde lo convocaron periodistas que un año atrás le lanzaban todo tipo de epítetos descalificadores. No habla bien de la ética de Moyano que ahora comulgue con elementos golpistas y de extrema derecha como son Joaquín Morales Solá y Mariano Grondona, o que reciba las felicitaciones de economistas neoliberales.
A partir de ese momento, el monopolio Clarín y el diario La Nación dejaron de atacarlo. Dejó de ser el personaje execrable y pasó a ser un opositor más. Hábiles estrategas, se aplicaron con empeño a profundizar el distanciamiento entre el gobierno y Moyano, sembrando cizaña y horadando los tenues lazos que pudiera unirlos.
Para la prensa mediática era casi vital lograr meter una cuña en esa relación y romperla. Buscaba debilitar al gobierno haciéndole perder un aliado de envergadura.
Se puede decir en este aspecto que la desviación de Moyano de sus principios, si es que los tenía, es grotesca. En el terreno gremial tiene como laderos a Barrionuevo y al “momo” Venegas. El primero, es un personaje que adoptó a la violencia como método de preferencia. La patota de gastronómicos que dañó bares de la Avenida de Mayo, entre ellos el emblemático café Tortoni, tan caro por su historia y tradición para los porteños, hace pensar que el día de mañana Barrionuevo puede hacer lo mismo con el teatro Colón sin el menor prurito. Todos recordamos la quema de urnas que protagonizó en Catamarca.
Por su parte Gerónimo Venegas, como secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores y Estibadores, además de acopiar una generosa fortuna, jamás se preocupó por los intereses del peón de campo y su gremio es el de mayor registro de empleados en negro. Durante la 125 se puso del lado de los estancieros.
Huelga compulsiva
El paro del 20 de noviembre, considerado un éxito por sus organizadores, quedó empañando por actos de violencia que amedrentaron a quienes quisieron trabajar. Piquetes estratégicamente dispuestos impidieron el acceso a la capital y Micheli, de la CTA, dijo con prepotencia “el que quiera ir a trabajar que no vaya”.
Estas amenazas y los impedimentos físicos no dejaron espacio para establecer la magnitud y el apoyo a la huelga. En conferencia de prensa ante preguntas de los periodistas sobre las características de la huelga, Moyano respondió con slogans y argumentos endebles que ponen en evidencia las limitaciones dialécticas que tiene el gremialista para expresarse ante los medios.
Micheli y Moyano representan el 27% de la clase trabajadora, sin embargo lograron en gran medida parar al país, pero para eso fue necesario sembrar el miedo y usar la violencia. Mientras tanto, a diferencia de lo que se ve en las calles de Europa todos los días, no hubo una sola represión por parte del gobierno.
Manejando a contramano
Moyano se enfrenta a un gobierno que puso todo su esfuerzo en la integración social, que estableció la asignación universal por hijo y que apoyó las empresas autogestionadas por los trabajadores. Un gobierno que redujo la desocupación en forma dramática, que distribuyó millones de computadoras, gran parte de las cuales fueron a manos de hijos de obreros y que aumentó el número de viviendas en los estratos sociales bajos. Un gobierno que hizo de los derechos humanos una política de estado.
Ese gobierno del pueblo, es el que el camionero decidió combatir y el hecho insólito que por primera vez en su historia, la Sociedad Rural Argentina, que jamás se interesó por la clase obrera, se haya adherido alegremente a la huelga, debería prender una luz roja en su mente ofuscada y preguntarse mientras su camión derrapa por la banquina: ¿en qué barro estoy chapoteando?
Ricardo mordaz: buenos los chistes y buenos los comentarios críticos (como el referido a Moyano). La paso bien leyéndote y, en un 90%, estoy de acuerdo con tus juicios (¿no será que ambos estamos equivocados?). Cariños a Alicia y un abrazo
ResponderEliminarJorge
Jorge L, cuando te asalte la duda de si estás equivocado sólo mirá las actitudes y expresiones y quiénes son los que están en la vereda de enfrente y a parttir de eso sacá tus propias conclusiones.
EliminarMirar TN, Canal 13 y Lanata y leer Clarín, ayuda y reconforta.
Faltarían los editoriales del diario La Nación y sus cartas de lectores y completamos el elenco
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