Fue un creador tan grande como inseguro. Su cine y su música se basaban en la intuición, alimentada en el universo de su infancia y hasta su último proyecto inconcluso tiene que ver con eso, el pantalón cortito con un solo tirador y el mantel de hule. Como cineasta fue un obsesivo que midió y pesó cada detalle hasta la exasperación. Horacio Verbitsky.
Cine argentino
Con la acertada decisión del gobierno de crear un Polo Audiovisual en la isla DeMarchi en Costanera Sur, es bueno hacer una muy escueta semblanza de la trayectoria del cine argentino sin pretender profundizar en detalles sobre nombres de actores películas o directores.
A pesar de los altibajos a lo largo del tiempo la cinematografía argentina puede darse el lujo de mostrar con orgullo varios aspectos destacados:
- fue el primer país de América Latina en que se proyectó una filmación;
- es el único en Latinoamérica que ganó dos Oscares;
- posee 33 escuelas de cine, cifra que supera a cualquier otro país del mundo.
- Es el cuarto exportador mundial de material audiovisual.
Comienzos
El 18 de julio de 1896, en el teatro Odeón de Buenos Aires, una audiencia curiosa, que no terminaba de asombrarse vio por primera vez figuras en movimiento proyectadas sobre una pantalla. Los cortometrajes de Niños en el Jardín de las Tullerías y la Salida de Operarios de la Fábrica, se sucedían ante los ojos estupefactos de aquél público porteño. Apenas habían pasado 7 meses desde que los hermanos Lumiere, habían mostrado en París las mismas imágenes. A partir de entonces, la cinematografía prendió fuerte en Argentina.
En la calle Bolívar 375, esquina Belgrano, sobreviviendo a la piqueta se encuentra una casa que perteneció al barón Lepage y fue el primer taller cinematográfico del país y probablemente del cono sur.
En 1897 se filmó por primera vez un breve corto metraje llamado La Bandera Argentina y en la primera década del siglo XX empezaron a surgir salas dedicadas a la proyección de películas.
En 1933 con la llegada del sistema Movietone, que incluía la banda sonora en el mismo soporte que la imagen, el público gozó con las voces de los protagonistas. Ese mismo año surgieron los dos primeros estudios cinematográficos del país: Argentina Sono Film y Lumiton. Carlos Gardel supo aprovechar el momento y el público gozó con Tango Bar, El día que me quieras, Cuesta abajo, por citar las más famosas.
Tango bar. En escena Carlos Gardel y Tito Lusiardo
En esos primeros pasos, la estética era mediocre y la capacidad actoral de Gardel y los demás actores era limitada. Pero la presencia del zorzal y su voz eran atrapantes y hasta bien entrada la década del sesenta, a 30 años de haber muerto, la gente se paraba en el cine y aplaudía al término de sus películas, homenaje que hasta el día de hoy, no se le otorgó a ningún otro actor.
Pese a sus falencias, fue una época de oro del cine nacional y como dice Gabriel García Márquez en la biografía de su infancia en Colombia: “cuando llegaron las películas de Libertad Lamarque y de Carlos Gardel, arrasaron con todo.”
El peronismo
En los años 40 el cine argentino entra en crisis; Estados Unidos castigó la neutralidad adoptada por la Argentina y favoreció al gran competidor de habla hispana que era México. Se restringió a nivel cuenta gotas el envío de material virgen para frenar el creciente mercado expansivo que estaba teniendo Argentina. Como respuesta, durante el gobierno de facto de Farrell y bajo la influencia de Perón, se dictó en 1944 el decreto 21.344 que reguló la industria del cine y promovió su desarrollo fomentando la obligatoriedad de exhibición de un cierto porcentaje de películas argentinas en las salas cinematográficas.
Perón supo aprovechar al máximo este medio audiovisual para destacar los logros de su gobierno, especialmente a través del noticiero Sucesos Argentinos. La restricción a los medios fue total y la única información provenía del accionar propagandístico de la Secretaría de Prensa y Difusión a cargo de Raúl Apold, el inventor de la frase “Perón cumple, Evita dignifica”. Fue el principal responsable de llevar a niveles desmesurados el culto a la pareja presidencial.
Cuando vino la autotitulada Revolución Libertadora, mediante una torpe maniobra se pasó al otro extremo y todo lo relacionado con el peronismo dejó de existir, como si nunca hubiera pasado. Personajes emblemáticos de la pantalla acusados de vinculación con el régimen, sufrieron prisión y destierro como Hugo del Carril, actor, director, productor y cantante.
La década del 60 se caracterizó por la fuerte presencia de dos cineastas, Leopoldo Torre Nilsson y Leonardo Favio, dos voluntades creativas que buscaban algo más que el rédito económico. El primero falleció en 1978 y Favio se tuvo que exiliar durante el proceso y después de su regreso en 1983 produjo tres de sus obras cumbres Gatica el Mono; Perón, sinfonía de un sentimiento y Aniceto. Favio fue un cineasta de vanguardia y varias de sus películas, además de ser las más vistas, están consideradas, por su estética y creatividad, las mejores dentro del cien argentino.
También en esa época surgió el cine erótico que tuvo su culminación con el dúo Armando Bo-Isabel Sarli, donde Bo, pese a sus conocimientos sobre cine adquiridos en nueva York y en la Academia Nacional de Bellas Artes, arrasó con todas las reglas de la técnica cinematográfica, cayendo en errores groseros de filmación y diálogos inverosímiles. Al público no le importaba, iban a ver a la voluptuosa Isabel.
El duo Isabel Sarli y Armando Bo
El cine político podría decirse que se inició con La Hora de los Hornos de Pino Solanas, que se exhibió clandestinamente en clubes y salones particulares durante la dictadura de Lanusse.
Los años negros
En los años 1976-1983, el cine nacional tuvo su etapa más oscura que no se limitó a la censura. Las películas buscaban mostrar una Argentina de pie ante el mundo en donde la familia, la madre, la iglesia, la patria, la bandera, la amistad y las fuerzas del orden debían ser lo primero ante todo. Palito Ortega se acopló gustoso a esa mediocridad con películas cercanas a lo deplorable.
Detrás del pomposo título de “Interventor del “Ente de Calificación Cinematográfico”, se encontraba agazapado el personaje más nefasto para el arte. Miguel Paulino Tato, alias el “señor tijeras”, declarado nazi y racista, fue el responsable de más de 300 prohibiciones, sin hablar de los recortes de segmentos enteros de escenas, muchos de ellos de gran sutileza artística que aquel palurdo era incapaz de apreciar.
Ante la mirada de aprobación de los uniformados y de la jerarquía eclesiástica, películas como Novecento, Regreso sin Gloria, La Naranja Mecánica y Último Tango en París, debieron esperar el regreso de la democracia para que el público argentino las gozara. Sin embargo, los militares y sus familiares no se privaron de estas obras que retaceaban al resto de la sociedad. Hipócritamente y con curiosidad morbosa las disfrutaban en una sala de conferencias del Ministerio de Guerra.
Alfonsín, al asumir en el gobierno, suprimió toda censura en el arte y Tato pasó al merecido ostracismo de los despreciables. La producción cinematográfica al término de la dictadura había caído a menos de 20 películas por año, cuando en lo que va del 2012 se hicieron más de 100.
El cine en democracia
Con la democracia volvió la creatividad y el cine empezó a recuperar posiciones de la mano de nuevos directores como, Trapero, Puenzo, Cohn, Borensztein, Campanella y otros más. Como reacción a la mordaza a la que había sido sometido, surgieron documentales sobre las manifestaciones de denuncia contra las atrocidades de la dictadura. Algunos ejemplos son: La República Perdida, La Noche de los Lápices y La Historia Oficial que significó el primer Oscar para el cine nacional. La última producción de este género es Infancia clandestina de Benjamín Ávila y Marcel Muller.
María Luisa Bemberg fue la primera cineasta mujer, abordando con talento la temática de los conflictos y limitaciones de las mujeres en una sociedad hipócrita y machista. Le siguieron Lucrecia Martel, María Victoria Menis y Albertina Carri.
El proyecto, elevado a la Presidenta por la Secretaría de Comunicación y la Jefatura de Gabinete, consiste en la creación del Polo de Desarrollo de la Industria Audiovisual en la isla Demarchi y el incremento del subsidio para la producción de películas nacionales.
Hoy día podemos decir que la industria cinematográfica argentina es pujante y goza de muy buena salud.
Te quedaste corto con las directoras de cine argentinas. Te agrego: Julia Solomonoff , Lucía Puenzo, Paula de Luque, María Herminia Avellaneda, Anahí Berneri, Verónica Chen, Milagros Mumenthaler, Romina Cohn, Paula Hernández, Lita Stantic, Ana Katz, Cristina Civale, María Eugenia Sueiro, Vera Fogwill , Celina Murga...
ResponderEliminarSi ya se que son un montón, lo mismo me pasó con los hombres.Pero como dije al principio se trata de una muy escueta semblanza de la trayectoria del cine y lamentablemente por razones de espacio queda afuera gente valiosa.
EliminarGracias por tu colaboración Raquel